Pablo Neruda e Insetti


Vai ai contenuti

Ximénez - Las historias ... (3)

dall'opera orignale di Ximénez.

y aquí empíeza quando se díspuso ha –
çer al hombre, y el buscar cosa q’fuese
carne de el hombre y díxeron los cría
dores, y los formadores tepeu, y cucu –
matz, q’así se llamaban yase açerco el
tíempo, de el amanezer, y de q’se acabe
de perfíçíonar todo todo, y deser hechos
los sustentados nuestros, esclareçídos vasa –
llos, se han secado los hombres vívíentes de
la tíerra díxeron. se juntaron, y víníeron
de montor y fueron a aconsejarse en la
obscurídad de la noche, y buscando, se
aconsejaron, y consultaron, y se entríste
çíeron aquí. y así salío a luz su sabíduría
a la claridad, y hallaron, lo q’buscaban
q’fuese carne de el hombre y faltaba
ya poco paraq’ amaneçíese el sol, luna
y estrellas, sobre los formadores.
De paxíl, y de cayala q’así sellamaba; víní –
ron las maçorcas amarillas, y blancas.
y estos eran los nombres de los animales q’tra –
geron la comida. el gato de monte, el lobo,
el chocoy. y el cueruo. estos quarto animales
fine Folio 32 verso
manifestaron las maçorcas amarillas, y blan
cas a ellos. y como se traían de paxíl q’era
el paraíso. y enseñaron el camino para, pa –
xil, y esto fue loq’hallaron la comída, y de esto
se hizo la carne de el hombre q’fue formado
y esto fue la sangre de el hombre, y esto fue
puesto por los críadores aquellas maçor –
cas. y así se alegraron por auer hallado, vna
Hermosa tíerra, llena de dulçuras, de muchas
maçorcas amarillas, y blancas, mucho patas –
te y caco. no eran constables los zapotes, las
anonas, jocotes, nanses, matasanos, míel, q’
todo estaba llena de suaues bastímentos, en
aquel pueblo de paxíl, y de cayala., q’así
se llamaba y auía bastimento de todas suer –
tes chíco, y grande, plantas pequeñas, y gran
des, y fue manífestado el camíno por los aní
males. y molíendo entonçes las mazorcas a
marillas, y las blancas; hízo la xmucane
nueue bebídas, y entraron de comída, y be
bída, y luego se crío la gordura, y grosu –
ra del hombre, quando lo híçíeron los forma
dores q’se llamaban tepeu cucumatz, y lu –
ego pusíeron en platíca el críar anues –
tros prímeros Padres, y madres. y solo fu –
eron mazorcas amaríllas y blancas su car –
ne, y solo comída fueron sus brazos; y pier
nas de los hombres, nuestros prímeros Pes q’
fueron quarto los críados, y solo coída fue
su carne de ellos.
Estos fueron los nombres de los prime –
ros hombres q’fueron formados, el primer
hombre se llamaba: Balam quítze. elsegun
do: Balam acab. el tercero Mahucutah. y
el quarto íquíbalam. y estos son los nom –
bres de nuestros prímeros Padres, y Mades
Solo formaduras, y críaturas son díchos, no
tuuíeron Padres, ní Madres, solo los llama –
mos hombres, q’ no naçíeron de mugeres
ní tampoco fueron engendrados por el
críador, síno q’por mílagro fueron
formados, y críados, por el críador q’se
llamaba: tepeu, y cucumatz. y quando
fueron hechos hombres, ó asu ímagen
fueron hombres q’hablaron, y parla –
ron,
fine Folio 33 recto
víeron, y oyeron, anduuíeron, y pal
paron. eran Buenos hombres, y her –
mosos, y sus semejanzas fueron de
hombres, y tuuíeron respíraçíón, y
mírando, llego su vista, a verlo todo
y supíeron todo quanto ay en el mun
do, y quando míraban luego bolbían
auer, y rebolbían la vista a todo lo
q’esta en el çíelo, y lo q’ay en la tíerra
y no auí cosa q’les pudíese ímpe –
dír la vista de todo quanto ay, y no
auían menester andar, ní corer nu –
estros prímeros padres para ver to –
do lo q’ay en el çíelo, síno q’en vna
parte se estaban quando lo uían
todo. mucha era su sabíduría, y so –
brepuxo su semejança a los arboles,
a las píedras, a la laguna, al mar, al
monte, y al llano. y eran muy preçíosos hom
bres el balá q’tze, balá acah. mahucu. íquíba.
y entonçes fueron preguntados por el
críador como es vuestro estado? oys por
ventura? veís por ventura? por ventura
es bueno vuestro andar, y hablar?
mírad, y ved todo el mundo, veís cla –
mente los ceros, y los llanos? prouad
a verlo todo, les fue dícho. y luego lo ví –
eron todo quanto auía en el mundo, y
luego díeron gracias al críador, y for –
mador diçíendo
gracias. deuerdad os damos
muchas uezes .porq’ nos haueís críado
hombres, nosdísteís voca, cara, y q’habla –
semos, yoyesemos, nos meneamos, y an
damos. y tenemos gusto, y supímos todo
lo q’esta dístante, y çerca, y tambíen ve –
mos lo grande, y lo pequeño, el çíelo, y
la tíerra. y así os damos gracias q’nos
críasteís, y fuímos críados, y formados.
tu eres nuestra abuela, y nuestro abu –
elo díxeron dando gracias. de su cre
açíon. y acabaron de saberlo todo, y de
verlo hasta los quarto ríncones de el çí –
elo, y de la tíerra, y lo q’auía dentro
deel çíelo, y dentro de la tíerra. y no les
pareçío bíen esto a los formadores, y crí
adores, no esta bíen esto q’díxeron nues –
tras críaturas, q’díçen saber quanto ay
fine Folio 33 verso
chico, y grande.
y así otra uez consultaron los críado –
res, q’haremos otra vez con estos, q’se –
lo loq’ esta çerca vean?
síno q’ vnpoco de la haz de la tíerra ve –
an sus ojos, porq’ no es bueno esto q’dí –
çen. por ventura no son solamente crí –
aturas? por uentura han deser ellos tam
bíen díoses? y sí no se multíplícan qdo
ya sea tíempo deq’ amanezca, y sí no
se aumentan? desbaratemoslos vn po –
co, porq’ todauía les falta q’hazer. no es –
ta bueno esto q’vemos. por ventura he –
mos de ígualarnos todos, q’ sabemos todo
quanto ay, y lo vemos todo? les fue dí
cho por el coraçon de el çíelo, huracan.
chípí caculha, raxa caculha, tepeu,
cucumatz cíador. y al víejo xpíyacoc.
y a la xmucane. q’son llamados cría –
dores. y después díspusíeron de otra
suerte asus críaturas.

y luego les fue echado baho en los ojos por
aquel q’era el corazon de el çíelo, y se los
empaño. así como sí soplando vn espexo
q’se empaña, así le empaño los ojos. y así
solo pudo ver lo q’estaba zerca, solo aquello
le estaua claro. y así fue perdída la sabí du –
ría, y entendímíento de los quarto hom –
bres, prímeros. y así fueron formados nu –
estros prímeros Padres por el corazon de
el çíelo, y de la tíerra. y entonçes se les fue
ron
das ll sus megeres, y así mesmo míla –
grosamente, consultaron otra vez. y estan
durmíendo ellos, tomaron el consejo, y vna
Hermosa mugger esta con balam quitze y otra
con balam acab, y otra con mahucutah, y otra
íquí balam y ya tenían a sus mugeres qdo
díspertaron de el sueño. y luego se ale
graron con sus mugeres. y estos eran los
nombres desus mugeres. caha paluma
la mugger de balam quitze. chumíha, la
muger de balam acab. tzununíha. la
mugger de nahucutah. y caqúíxa ha. la
mugger de íquíbam. y estos fueron los
nombres de las mugeres, q’ fueron hechas
Señoras. y estos fueron los q’ multíplícaron
fine Folio 34 recto
todos los pueblos, chicos y grandes, y estos
son el orígen de nosotros los quiches, y mu –
chísímos fueron los poderosos. y no solo fu –
eron quarto; síno q’solo quarto fueron
los padres de nosotros los quiches, y fu –
eron díferentes los nombres de cada vno
quando se multíplícaron alla en el orí –
ente. y fueron muchos los nombres de
la gente. vnos se llamaron tepeu, otros, olo –
man, cohah, quenech, ahau. así fueron
llamados alla en el oríente, donde se mul –
tiplíaron. y tambíen se sabe el prínçípío
de los de tamub. de los de, ílocab, en vno
víníeron de alla, de el oríente. balam –
quítze, es el padre de las nueue casas
grandes de auíquíb. balam acab, es
el Pe. de las nueue casas grande, de
níhaíbab. mahucutah es el Pe. de las
quarto grandes casas de ahau quiche.
treSa famílías fueron, y no se perdío
el nombre de su abuelo, y Pe. de a do –
se multíplícaron alla en el oríente y
así mesmo víno el tumub, e ílocab em
las treze famílías, q’fueron brazos de
pueblos. y treçe famílías con los de Ra –
banal. a chíque
les, ah q,íquínaha. y
tambíen con los de zacahíb. y con los de
lamaquíb, cumatz, tuhalha, vchabaha.
ah chamílaha, con los de ahquíbaha, y
ah batenab acul vínac, balamí
ha, can
chaheleb, balam colob. y solo estas eran
las príncípales ramas de los pueblos, q’
así les llamamos, y solo hemos referído
los príçípales. y muchos fueron los q’
salíeron con cada vna de las famílías
y q’no escríuímos sus nombres, y q’alla
se multíplícaron en el oríente, y fue –
ron muchos los q’se multíplícaron, aun
todavía en las tíníeblas, antes q’el sol
aclarase, y vbíese luz. y estuuíeron
todos juntos, y fueron muchas cosas las
q’híçíeron alla en el oríente, y no sa –
bían de sustunto, sino q’leuantaban
las caras al çíelo, y no se sabían alexar.
y allí mesmo estuuíeron en aquella dul –
çura, los hombres blancos, y negra y hu –
uo muchas lenguas, y de dos orejas, y ay
fine Folio 34 verso
díferentes generaçíones en el mundo. y
ay patrías de algunos hombres, q’no se
han vísto sus caras, q’ no tíenen casas, sí –
no q’como locos se andaban por todos los mon
tes. esto díxeron menospreçíando las pa –
trías de`otros, díxeron alla donde víeron,
el oríente. y entonçes no ydolatraban
síno q’eran todos de vna lengua. y solo
guardaban el mandato de el críador
corazon deel çíelo, y de la tíerra. y solo
aguardaban q’naçíese el sol. y solo se
entretenían en pedír los grandes, y SSes
leuantado las caras al çíelo qo. pedían
híjos, e híjas, y deçían. ó tu críador, y for –
mador, míradnos, oídnos, no nos dexes, no
nos desampares tu ídolo çíelo, y tíerra, cora
çon de el çíelo, y de la tíerra, dadnos nu –
estra deçendençía, para síempre, qo a
manezca, y dadnos muchos buenos ca –
mínos, y anchos, y dadnos paz quíeta, y
sosegada, y buena vída, y costumbres
y ser, tu huracan, chípí caculha, raxa
caculha, chípína navac, raxa nanavac
vox, hun ahpu tepeu cucumatz, alom
qaholom, xpiyacoc, xmucane, abu –
ela de el sol, abuela de la clarídad, qo
amanezca, y aclare. esto díxeron qo
saludaban, e ínuocaban, y esperaban
el naçer el sol. y así mesmo estaban
mírando al naçímíento de el sol, y
míraban el luzero, vna grande estrella.
q’anunçíaba el naçímíento de el sol, q’
auía de alumbrar todo el çíelo, y la tí –
rra, con q’ auían de andar las críatu –
ras. esto díxeron balam quítze, balam
acab, mahucutah; íquíbalam. y díxe –
ron aguardemos q amanezca, y eran
grandes sabíos, y entendídos, eran muy
dígnos de respeto, y grandeza, y aun
todauía no tenían ídolos de palos y pí –
edra nuestros prímeros padres, y ma –
dres. y estando ya cansados allí de
aguardar al sol, eran ya muchos todos
los pueblos con el los de yaquí. con estos
dígnos derespecto y veneraçíon. ea,
vamos díxeron a buscar, y vamos a
fine Folio 35 recto
ver si ay señal de hallar esto q’ deçímos
y no q’nos estamos aquí, no tenemos quí –
en cuíde de nosotros, y nos guarde.
esto díxeron balam quitze, balam acab
mahucutah, íquíbalam, y oyo esto, y
dío oydos vn pueblo, y les síuío, y se
fueron.
y el monte, y parage donde se fueron
balam quítze, balam acab, mahucutah
y íquíbalam, con los de ílocab, y tamub
se llamaba, tulan zu. síete queues, y
síete barrancas, y así se llamaba el pu –
eblo á do fueron a traer los ídolos.
y llegaron a tulan zu todos, y noson
constables los hombres q’fueron, y eran
muchos los q’íban todos en orden, fue
su salída, de los ídolos, prímero balam
quítze, balam acab, mahucutah, y
íquíbalam. y alegrandose díxe –
ron ya hallamos esto q’buscabamos.
y el prímero q’salío fuel ídolo to –
híl, pendíente, q’ lo llebaba, balá
quitze. y luego salío el ídolo, auílíx
q’lo llebaba, balam acab. y luego el
ídolo hacauítz. q’lo lleuaba mahucu –
tah. nícahta
!cah. se llamaba el ídolo
q’saco: íquíbalam. y solamente les –
acompañaron los quiches, y tambí –
en los de tamub, y así tambíen es el ído –
lo de los de tamub, el ídolo tohíl, y to –
maron su nombre de sus antepasa –
dos, y se llaman Señores los de tumub
agora y el terçero fueron los de ílo –
cab q’así mesmo fue su ídolo tohíl. q’
lo tomaron sus antepasados, q’fueron
Ses. y así los aben agora.
y así se llamaron las tres parçíalida –
des quiches, y nosedexaron, ní de–
sampararon porq’ era vno su ídolo de
todos; tohíl quiche, y tohil el tamub, y
ílocab, solo era vno el nombre desu
ídolo, y así nose díuídíeron los trespar –
çíalídades quichees, ylustres eran
çíertamente grandes. el tohíl auílíx
hacauítz, y entonçes entraron todos los
pueblos, los de rabínal, los cacchíque –
les, los de q,íquínaha, condos de yu –
fine Folio 35 verso
quí, q’ agora se llaman así. y allí se les
mudo el language a los pueblos, y ha –
blaron díferentemente, y no se enten
dían entre sí quando víníeron de tu –
lanzu. y allí sedíuídíeron, vnos se
fueron haçía el oríente, y muchos se
víníeron aquí. y solo seuestían de
píeles porq’ todauía, noauían halla –
do buenas ropas q’se pusíesen, y solo
píeles de animals era suadorno, y
eran pobres, y no poseían nada, y so –
lo eran hombres mílagrosos su ser. y
quando se víníeron a tulanzu, las síete
cueuas, y síete barrancas, dícen las
antíguas tradíçíones q’anduuíeron
mucho pa llegar a tulanzu. y no tenían
fuego, síno q’se estaban donde estaba
el ídolo tohíl, q’ fue el ídolo de el pue –
blo q’primero crío el fuego. y nose sabe
como lo crío, síno q’ya relumbraba el
fuego; quando lo víeron balamquítze
balam acab, mahucutah, y íquíbalam,
exclamaron á Sor
q’no tenemos fuego,
de eseq’ se hízo, y moríremos de frío, y
entonçes hablo el ídolo, y díxo: no os
aflíxaís, teneí cosa propría, ese fuego
q’deçís se acabara, y perdera. por
ventura sera así? díxeron, por dícha ído –
lo tu eres nuestro sustento, y alímento
tu ídolo. y entonçes le díeron gracias
por lo q’díxo. y díxo el esta bíen, deuer –
dad yo soy vuestro ídolo, quando ama –
nezca, y sere vuestro Sor
esto les fue
dícho a los príçípales por el tohíl. y así
se calentaban los pueblos, y alegraban
por el fuego.
y luego empezo vn grande aguaçe –
ro, y estaba alumbrando el fuego de
los pueblos, y cayo mucho granízo sob –
re todos, y entonçes se apago el fuego.
de ellos por el granízo, y no tuuíeron ya
fuego y entonçes pídíeron otrauez
su fuego balam quítze, y balam acab.
á ídolo q’nos acabamos de frío, le
díxeron al tohíl. esta bíen díxo el. no
os aflíxaís. y luego sacoel fuego, dan –
fine Folio 36 verso
do bueltas en su çapato. y luego se a
legraron balamquitze, balam acab.
mahucutah, y íquíbalam. y luego se
calentaron y auíendose apagado el
fuego de los pueblos, se morían de frío.
y víníeron a pedír fuego, a balam quí –
tze, balam acab, mahucutah, y íquíba –
lam, y ya no podían sufrír el frío, y la –
elada. síno q’estaban temblando, dando
díente con díente, y estaban como mu –
ertos, corcouados, y tullídos sus pies, y ma –
nos, y nada podían coger con ellas quan –
do víníeron. no nos afrentamos con voso –
tros, de pedíros fuego, dadnos vn poco de
vuestro fuego, díxeron qo. llegaron. y no
se les respondío, y entonçes se enojaron
los pueblos. era otro el language de
balam quítze, balam acab, mahucutah,
y íquíbalam. y díxeron. q’es esto q’estos
handejado nuestra lengua, como se hí –
ço esto, nos hemos perdído, adonde fu –
ímos engañados? porq’ solo era vna
nuestra lengua quando venímos de
tulanzu, y vno nuestro orígen, y crí –
anza, no es bueno esto q’hemos hecho
díxeron todos los pueblos, debaxo de
los arboles, y los mecates. y entonçes
se manifesto vn hombre (Demonío
q’les hablaba) delante de balam quí –
tze, balam acab, mahucutah, y íquí –
balam, y díxo el mensagero deel ín –
fíerno, y díxo: este es deuerdad vues –
tro ídolo, y este el q’os sustenta, y este
es el substituto, y trueque, remembr –
ança de vuestro críador, y formador.
no deís su fuego a los pueblos, hasta
q’lo pregunteís al tohíl, y el os díra si
lo dareís ono díxo aquel de el ínfí –
erno, q’tenía alas como murçíelago.
y díxo: yo soy mensagero de vues –
tro críador y formador. y se alegra –
ron, y se ensalço su corazon, del to –
híl, auílix, acauítz quando díxo a
quello el mensagero. y luego desa
pareçío de ante ellos. y luego llega –
ron los pueblos sín detençíon, q’pe –
fine Folio 36 verso
reçían de frío, y por el mucho graní –
zo, y de la garua continua, no era tole –
rable el frío, y llegaron engaronata –
dos, y temblando de frío todos los pu –
eblos, quando llegaron allí donde
estaban balam quítze, balam a –
cab, mahucutah, y íquíbalam. y esta –
ban apesadumbrados refregandose
sus caras, y sus vocas.

y despues víníeron los ladrones a balá –
quítze, balam acab, mahucutah, y íquí ba –
lam, y les díxeron: no teneís píedad de
nosotros, q’pedímos vn poco de fuego, no
venímos de vna mesma cosa, y venímos
todos de vna mesma patria, quando
fuísteís formados, y críados, tened mí –
serícordía de nosotros. y díxeron. q’
os daremos para q’hagamos míserí –
cordía con vosotros? y les díxeron bí –
en esta os daremos plata. y díxeron
los pueblos, no queremos plata, les
díxeron, a balam a balam quítze
y balam acab. mahucutah, y íquíba –
lam, pues que queries? Lo pedíremos,
esta bíen díxeron los pueblos pedíldo
al tohíl. despues os auísaremos les
dígeron a los pueblos. y luego pídí –
eron al tohíl, q’les daremos a los pu –
eblos, q’ víenen a pedír fuego? díse –
ron balam quítze, balam acab, ma –
hucutah, y íquíbalam. esta bíen dí –
xo el tohíl, sí quíeren juntarse, sí
dan el costado, y el sobaco, y sí quí –
eren los cogere a mí cargo, y yose
re su tohíl, y sí no quíeren, no les da –
re su fuego díxo el tohíl, y deçíl –
des, q’poco a poco no agora es me –
nester sus costados y sobacos de
!
çíldes esto a ellos. les fue dícho a
balam quítze, balam acab, ma –
hucutah, íquíbalam. y luego díxe –
ron loq’ deçía el tohíl. esta bíen dí –
xeron ellos se juntara, y lo obede –
çeremos, díxeron qo . respondíe –
fine Folio 37 recto
ron a lo q’ deçía el tohíl. y nose detu –
uíeron, síno q’díxeron esta bíen lue –
go al punto se haga eso. y luego re
çíuíeron su fuego, y luego se calen –
taron, y otra tríbu, o parçíalidad, hur –
to el fuego en el humo, estos eran los de
la casa de murçíelagos, y su ydolo se
llamaba chamalcan: de los a chíque –
les, y era semejanza de vn murçíela –
go quando paso por el humo, y pasando
suavemente, víno a tomar fuego, y
no lo pídíeron el fuego los los a chíque –
les, y nose quísíeron dar por vençídos,
y solamnete se vençíeron los puelos q’
díeron su costado, y el sobaco, y para ab –
rírlo. y eto era loq’ auía dícho el ídolo
quando se sacrífíco todo el pueblo an
te el, y quando se les fue arrancado el
corazon por el costado, y el sobaco, y nose
auía empezado a hazer, quando se les
hablo en es símbolo por el tohíl, y la
muerte, en la magestad, por el balam
quítze, balam acab, mahucutah , y íquí
balam. y dealla víno de tulanzu esto
de no comer; síno de ayunar síempre
y solo estar aguardando q’amaneçí –
ese, y ver la cara de el sol. y se meda –
ban, para estar mírando aquella gran –
de estrella, q’se llama luzero, y es –
te es el q’ víene delante quando sale
elsol, hermoso luzero q’estaba síempre
alla al oríente, quando estuuíeron alla
en tulanzu, q’este era el nombre de–
adonde víno el ídolo. y no fue aquí a
do tomaron lagrandeza de su Reyno
síno q’alla fueron sojuzgados todos los
pueblos chícos, y grandes, quando sa –
crífícaron ante el tohíl, y díeron su
sangre, desu costado, y sobaco todos
los hombres. y en vn ínstante de alla ví –
no su grandeza, y gran saber q’tenían
en la obscurídad de la noche. qo. lo híçí –
eron todo esto. y víníeron, y se aranca –
ron de alla, y dexaron el oríente y no
es aquí nuestra patria. y díxo el tohíl. va –
mos a ver donde nos hemos de plan –
tar. porq’ de verdad hablaba el to –
fine Folio 37 verso
híl, a balam quítze, balam acab, ma –
hucutah, y íquíbalam ea dadgra –
çías antes, y horadaos las extremída –
des de las orejas y atrauesaldas, y los
codos, y este sera vuestro agradeçí –
míento ante el ídolo. esta bíen díxe –
ron ellos, y entonçes horadaron sus ore –
jas, y lo pusíeron en su canto de la ve –
nída de tulanzu. y lloro su corazon
quando víníeron, y dexaron a tulan –
zu.a q’ aquí no veremos el naçer
de el sol, aclarador de la haz de
la tíerra díxeron q víníeron, y
dexaron en el camíno, y gente cí –
ertamente quedo durmíendo en ca –
da vno de los pueblos se leuanta –
ron, q’estaban contínuamente mí –
rando la estrella señal de el sol. y
esta era la señal q’pensaban era de
amaneçer q víníeron de el orí –
ente, y vnas eran sus caras cuando pasa –
ron de alla, y auía gran dístancía
nos es dícho agora.
y llegando a vn çerro allí se jun –
taron todos los quiches con los pu –
eblos, y allí se juntaron a consejo to –
dos, y luego se auísaron vnos a otros.
y se llama agora el çerro de el man –
daro, ó auíso. y juntos allí se engran
deçíeron a alabaron, yo soy, yo soy
el quiche, y tu tu tamub así sera tu
nombre, le fue dícho a los de tamub.
y les díxeron a los de ílocab, tu tu lla –
maras ílocab y no se perderan estos
tres quiches, síno q’seremos vna mes –
ma cosa, y de vn mesmo sentír. es –
to díxeron q se pusíeron los nom –
bres.
y entonçes fueron llamados a chí –
queles los a chíqueles, y los rabí –
naleros este fue el nombre q’les dí –
ron, y hasta agora perseuera y a
los de q,íquínaha, tambíen agora
se les dío el nombre, entre ellos mes –
mos. y allí se juntaron, a aguardar
q’amaneçiese, y vían el salír de
el luzero, q’este es el q’víene prí –
fine Folio 38 recto
mero ante el sol qo. naçíere. de –
alla venímos, síno q’ nos repartí –
mos, díxeron entresí. y por esto esta –
ban con gran pena, y padeçían gran
dolor porq’ no tenían comída, ni
sustento, síno q’las raízes de varas
dulzes olían y les pareçía q’comían
y no comían qo. víníeron y esta
clara su pasada sobre el mar , pordo
pasaron, síno q’así como sí no vbí –
eramar, pasaron aca, sobre píe –
dras, pasaron pa. aca. y estaban las
píedras sobresalíentes en ríngle –
ra en la arena quando pasaron.
Y así le llaman, píedras en rínglera
y arrancada arena á aquel camí –
no ellos, por do pasaron en el mar
q’díuídíendose pasaron pa. aca.
y estaban muy aflíxídos por falta de
comída. y solo vn trago de bebída be –
bían, y vn maís., y se estaban sobre el
çerro de el mandato, ó auíso. lleua –
ban al tohíl, auílix, hacauítz. y contí –
nuamente ayunaban el balam quítze
balam acab, mahucutah, y íquíbalam.
con sus mugeres. caha paluma su nom
bre de la muger de balam quítze. y así
mesmo balam acab, con su muger lla –
mada chomíha. y tambíen mahucu –
tah con su muger q,ununíha. y íquí –
balam con su mugger caquíxha. y estos
eran ayunadores en la obscurídad, y
la noche. y tenían gran trísteza qo. esta
ban sobre el monte q’se llamaba del
mandato, ó preçepto, y agora les díxo
el ídolo
y entonçes díxeron el tohíl con aulíx,
y hacauítz a balam quítze, balam a–
cab, mahucutah, y íquíbalam. vamo –
nos, y levantemonos deaquí, no hemos
de estar aquí, ponednos emparte es –
condída, y oculta, yase açerco el
amaneçer. por ventura nosera desgra –
çía vuestra, sí somos apresados, y cap –
tíuos por los enemígos, en este edífíçío
donde agora nos teneís, vosotros los res –
petados, y ponednos desparçídos,
fine Folio 38 verso
esto díxo qo. hablo. estabien díxeron
ellos, seremos arrancados de aquí, y
y buscaremos montes, díxeron todos.
y luego tomaron cargados sus ídolos
y cada vno dellos lleuo al auílíx á
vna barranca q’se llama. barranca
de el escondídízo. por nosotros. en vna
gran barranca en la montaña q’ago –
ra sellama: en auílís, y allí sequedo.
y quedo en la barranca por balamacab
y en ringlera los dexaron el prímero
q’quedo fue hacauítz. sobre vn río
grande llamado agua colorada, y se
llama el zero hacauítz, agora. y allí
fue su habítaçíon, y allí mesmo el pa –
ídolo hacauítz. q’así era su nombre.
y así mesmo se quedo mahucutah
con su ídolo, q’era el Segundo q’se
escondío por ellos, no en la montaña
estuvo hacauítz, síno q’ em un çero
patente, y raso se escondío, el haca –
uítz. y entonçes víno el balamquí
tze, y llego allí a vna gran monta –
ña, a ocultar al tohíl, q’lo escondío
balamquítze. y agora se llama: pa –
tohíl. aquella montaña. y celebra –
ron, la escondedura en la barranca.
guarda de el tohíl. y muchas cule –
bras, y muchos tígres, víuoras, y can –
ties, estan allí en la barranca, y la
montaña donde se escondíeron, por
aquellos Ses. prínçípales; y estuuí –
ron juntos, en vno el balamquítze
balamacab, mahucutah, y íquíba –
lam; y juntos aguardaron a q’á –
maneçíese sobre el çerro llamado
hacauítz. y auía poca dístancía de
a do estaban los ídolos de tamub, y
ílocab, q’ se llamaba amactan, allí
donde estuuo el ídolo del tamub.
y allí les amaneçío a los pueblos. y
allí se amaneíío a los de ílocab, adon –
de estaba su ídolo de los de ílocab.
auíendo poca dístançía de vna par –
te a otra. y llí estaban todos los rabína
leros, los a chíqueles, los de, tzíquí –
naha, todos los pueblos chícos, y grandes.
Fine Folio 39 recto
y en vno se pararon, a aguardar
el amaceçer,y lasalída de el luze –
ro, q’sale primero ante el sol, qo
amaneze, y en vno estuuíeron
juntos balamquítze, balam acab,
mahucutah, íquíbalam. y estaban
en vela sín dormír, y era grande
su llanto, desu corazon. porq’ ama –
neçíese, y aclarase. y así mesmo
alla tuuíeron verguenza, y les ví –
no gran trísteza, y lamento, y esta –
ban deshechos de dolor. y allí se es –
taban y deçían. ay de nosotros, amar –
gamente hemos venído, ay q’auíendo
venído auer el amanezer no ama –
neçe. q’hemos de hazer q’todos estan
de vna mesma suerte. y eran vnas
mesmas nuestras caras en nuestra pa –
tría, y hemos sído desamparados. esto
deçían hablando vnos con otros. en
aquella trísteza, y lamento, y llanto
y díxeron, no se sosíega nuestro co –
raçon sobre el amaneçer el sol, y a
gora estan nuestro ídolos metídos
en las barrancas, y en los montes, en
la yerua, y en el paste, estan, y no
en Buenos asíentos de tables los pu –
síeron deçían y aquel tohíl, auílíx
hacauítz, son cosa grande, y son
de gran poder sobre todos los ídolos
de los pueblos; son grandes, y muchos
sus prodígíos, y mílagros en los vía
jes, mojadas, y frío; y espanta su
ser en los coraçones de los pueblos.
y estaba sosegado, y quíeto el pen –
samíento con balamquítze, balam
acab. mahucutah, íquíbalam. y no
pareçen, y estan desesperados pa
con el ídolo. q’cargaron quando ví –
níeron de tulanzu de alla de el orí –
ente, y agora estan en la montaña
q’se llama agora, y es dícha: ama –
neçímíento en tohíl, en auílíx, y
en hacauítz. y agora díremos qo
fueron sembrados, y aclarados nu –
estros abuelos, y padres, y quando
aclaro, y se vío la cara al sol, ala
fine Folio 39 verso
luna, y a las estrellas.
y este fue el esclarezer, y manífes –
tarse el sol, la luna, y las estrellas.
y grandemente se alegraron
balamquítze, balam acab, mahu –
cutah, y íquíbalam. quando se uío
el luzero, q’salío prímero bríllando
y salío prímero ante el sol. y luego
desataron el copal, o ínçíenso q’auí –
an traído de alla de el oríente, des –
pues ha deseruír díxeron en su corazon
y entonçes desataron los tres dones, q’
auían pensado en sus corazones. y el
ínçíenso q’traía balamquítze se lla –
maba míxtam pom. y el Segundo q’
traía balam acab sellamaba: cauíz –
tan pom. y el q’traía mahucutah se
llamaba: cabauíl pom. y aquellos tres
tenían solo ínçíenso, y esto quema –
ron qo se fueron baílando haçía el –
oríente. y de dulçura lloraban, y
qo. baílaron quemaron su copal, el
amado, y preçioso ínçíenso. y luego
lloraron porq’ no víeron, ní pareçío
el sol. y luego quando salío el sol
se alegraron todos los animals chí –
cos, y grandes y todos se salíeron de
los camínos de el agua, y de los bar –
rancos, y se pusíeron en las puntas
de los zeros, y todos se encararon ha –
çía do el sol naçía y luego todos can
taron, y grítaron el leon, y el tígre.
y el prímero q’canto fue el paxaro:
q’sellama queletzu. y de verdad se
alegraron todos los animals, y ten
díeron sus alas, el agíla, y el zope—
blanco. y todos los paxaros chícos, y
grandes. y estaban de rodíllas los
SSes. y sus vasallos los de tamub, e ílo –
cab, con los de rabínal, y a chíque–
les, los de q,íquínaha, y tuhalha, vcha –
baha, quíbaha, ahbatena, y los de ya
quí tepeu, y quantos pueblos auía, y
ay agora q noson constables, los hombes
y juntamente a todos les amaneçío.
y luego se seco la tíerra por el sol y era
así como vn hombre el sol quando
fine Folio 40 recto
se manifesto, y ardía, y este seco to –
da la haz de la tíerra, y antes q’el sol
naçíera toda estaba mojada, y ze –
nagosa, y así como un hombre subío
el sol, y no era fuerte su calor, síno
q’solo se manífestaba quando na –
çío. y solo quedo su espejo, porq’
no es çíertamente este el sol q’a
lumbar agora díçen las tradíçío –
nes. y luego se híçíeron píedra los
ídolos tohíl, aulíx, hacauítz, y tam –
bíen los ídolos de el leon, del tígre,
de la víuora, del cantí, y del duen –
de, y solo se agarraron de los palos
quando salío el sol, luna, y estrellas.
por todas partes se conuíertíeron en
píedras todos. quízas no estuuíeramos
empíe nosotros por los animals vora –
çes, y mordedores, el leon, tígre, ví –
uora, cantí. y duendes. y nose híçíe—
ron píedra quízas kis prímeros aní –
males por el sol, y quando salío se
alegraron mucho en su corazon
balamquítze, balamacab, mahucu –
tah, y íquíbalam. se alegraron
quando amaneçío. y no eran gran
des los hombres entonçes, síno q’eran
pequeños quando entuvíeron sobre
los çerros. de hacauítz. adonde les
amaneçío, y allí quemaron el copal
y baílaron haçía el oríente, de ado
víníeron, y alla es su patria, de alla
víníeron balamquítze, balam a –
cab, mahucutah, íquíbalam, y estos,
eran sus nombres, y allí creçíeron
y multíplícaron sobre el çerro, y este
fue su pueblo, y allí estaban quando
salío el sol, la luna, y las estrellas.
y amaneçío, y se aclaro toda la haz
de la tíerra, y el mundo. y allí empe –
zo su canto q’se llama. camucu. q’
cantaron en el llanto de su corazon
lo díxeron en su canto. ay q’ nos
perdímos, en tulanzu nos despar –
címos, y se quedaron alla nuestos
fine Folio 40 verso
paríentes, y hermanos. aq’ ya vímos al
sol,y q’ aq’ ya nos amaneçío? díxeron a
sus compañeros, los de yaquí, y así mes –
mo es tohíl su ídolo de los de yaquí. q’
se llaman: yolcuat. quítzalcuat y nos
dívídímos alla en tulanzu, y esta fue
nuestra salída juntos para aca, y es –
te es nuestro ser cabales díxeron en
tresí, quando se acordaron desus
paríentes de alla los de yaquí los q’ les
amaneçío alla en Mexíco q’ así se lla –
ma agora. y tambíen parte de la gen
te sequedo alla en el oríente q’se
llaman tepeu olíman. y se queda –
ron alla díxeron. y fue grande el
dolor, y pena allí desus corazones so –
bre el hacauítz. y así mesmo haçen
aquello de el tamub, e ílocab. y así –
mesmo estan allí en la montaña otros
pueblo q’ se llama Dan. allí amane –
çío a los vasallos del tamub, con su ydolo.
q’así mesmo era tohíl, q’vno era el nom –
bre su ídolo, de las tres tríbus, ó calpu –
les del quiche. y así mesmo es el nom –
bre de el ídolo de los de Rabínal, sino
es que un poco se díreferençía el nombre, porq’
se llama toh. y asícasí es vna mesma len
gua la nuestra, con la de los de Rabínal.
y así mesmo es díferente la lengua de
los a chíqueles porq’ es díferente
el nombre de su ydolo quando víní –
eron de tulanzu, y se llama. tzotzíha, chí –
mal cam. es el nombre desu ídolo, y así.
es díferente su lengua agora, así como
su ídolo tomaron su nombre, desu pa –
tría, y desu parçíalidad, y se llaman, ah –
pozotzíl, ahpoxa, y así mesmo el ydolo
se le troco su ídíoma, quando se les dío
su ídolo alla en tulanzu, detras de la
píedra se les troco su language, qo vi –
níeron de tulanzu en la obscuridad,
y juntamente fueron plantados, y les a
maneçío a todos los pueblos y en orden
fueron los nombres de los ídolos, en ca –
da vna de las tríbus y agora díremos
la detençíon, y tardanza, sobre el çerro
donde estuuíeron juntos en vno todos
fine Folio 41 recto
quarto balam quítze, balam acab
mahucutah, y íquíbam. y lloraban
sus corazones sobre el tohíl, auílíx; ha
cauítz, q’estaba en los eques o yeruas,
y en el paste por ellos.
y este fue el prínçípío, y determinaçíon
de auer puesto allí al tohíl. y enton
çes fueron ante el tohíl auílíx, q’le
íuan auer, y asaludar, y a darle tam
bíen gracias porq’ los auía amaneçí –
do. y lo hallaron to horadada la píedra
en la montaña, y solo mílagrosamente
hablo. y llegando aquellos grandes
ante el tohíl, no lleuaban don de pro –
uecho; síno solo resína, y ra chac noh
(q’es tambíen resína) y perícon. y esto
quemaron ante el tohíl, su ídolo. y en
tonçes hablo el tohíl, y solo mílagrosa
mente hablo dandoles dírecçíon. y dí –
xeron: aquí sera nuestra patria, no –
sotros somos tuyos, y así es grande
nuestra dícha, y grandeza, por todos
los pueblos, tuyos son todos los pueblos,
y nosotros vuestros compañeros en
el camino. cuídad de vuestro pueblo
y tambíen nosotros les enseñaremos, no –
nos afrentes ante el pueblo quando
nos encolerízaremos por aquellas sus
palabras, y de el estilo de sus vocas; y
así no permítas q’seamos cogídos en
redes, y solo dadnos la paja, y el za –
cate despreçíado. y solamente ven –
dran a darte el venado hembra, y las
hembras de los paxaros, y vn poco de
su sangre para nosotros pobres de no –
sotros q’sera dexada la lana del ve –
nado, guardad aquella vista de los o –
jos de los engaños q’les haran, y este
sera sus venados, y estos seran nuestros
substitutes ante el pueblo. y entonçes
os díran donde esta el tohíl? entonçes
mostraldes el venado, y no os manífes –
teís a vosotros mesmos, q’ay otra cosa q’
se haga, porq’ es mucho vuestro ser, y q’
trauagen los pueblos todos. y traeran
su sangre, ante nosotros, y abrazadlo q’es
de ellos, díxo el tohíl, auílíx, hacauítz.
Fine Folio 41 verso
y se asemejaban a mançebos, qosalí –
eron, y quando lleuaban la ofrenda ante
ellos. y entonçes empezo a ser buscados
los pollos de los paxaros, y de los venados.
y eran armadas trampas por los prín
çípales, y en hallandoles los pollos, y ve –
nados tíernos las hembras, íban a poner
la sangre en la boca de la píedra de
tohíl auílíx y quando le traían la san –
gre ellos al ídolo, luego hablaba la píe –
dra, quando llegaban aquellos SSes. qo le
llevaban la ofrenda. y así mesmo, haçí –
an ante los venados q’quemaban resí –
na, perícon, y holomocox, q’es vna yerua,
y los venados cada vno en su cerro, por –
q’ los perseguían, y no habítaban en sus
moradas de día, síno q’se andaban
por los montes, y solo comían, los híjos
de los tabanos, y abíspas, y los panales.
buscaban, y no tenían buena comída,
ní bebída, y entonçes nose supo desus
habítaçíones, y no se sabe donde an –
dan, sus mugeres, o hembras; y luego
muchos pueblos se fueron fundando
y se íuan juntando cada vna de las
tríbus, y se íban poníendo çerca de
los camínos, y estaban patentes sus
camínos. y balamquitze, balamacab,
mahucutah, y íquíbalam, nose sabía
donde andaban. y quando vían los
pueblos q’pasaban por el camíno, y se
entraban porlas puntas de los çerros
solo grítaban lobos, gatos de monte,
leones, tígres. y remedaban sus grí—
tos, y víendo esto los pueblos, q’se an
daban cruzando contínuamente, yq’
solo grítaban como lobos, como gatos
de monte; como leones, y tegres, díxe –
ron, deuen deuen de pensar q’noson
hombres los de los pueblos, y deuen de
querer engañarnos haçíendo esto. algo
quiereen, y no tíenen verguenza de—
haçer esto q’quíeren con el aullído
de leon, y de tígre q’estan haçíendo.
quando ven la gente, y víendo vno
o dos los quíeren destruír denosotros.
fine Folio 42 recto
y todos los días venían con sus muge –
res a sus habitaçíones, y solo traían
híjos de tabanos, y abíspas, y panales
y les daban asus megeres. todos los
días. y ensconces se fueron ante el
tohíl auílíx, hacauítz y díxeron en
sus corazones, solo les daremos al tohíl,
auílíx, hacauítz la sangre de los ve –
nados, y de las aues, y solo nos horada —
mos las orejas, y los codos, pídamos q’
nos de fuerzas, y fortaleza al tohíl. auí –
lix, y hacauítz, q’querra ser esto de—
las muertes de el pueblo q’de vno en
vno nos van matando. díxeron—
entresí quando fueron ante el tohíl
auílix, y hacauítz quando se hora –
daron las orejas, y los codos ante el
ídolo, y le embarraron su sangre, y
la pusieron en la voca de la píedra
y çíertamente no eran píedras, síno
q’ como niños estaban quando llega –
ron. y se alegraron de aquella sangre
los príçípales. y entonçes vbo señal
desus obras, ganaldes las colas, así os
libraries,q’de alla víno de tulanzu qo
nos cargasteís les fue dícho. y entonzes
les fue dado elcuero q’se llama pazílí –
zíb. y lasangre q’se vntan, y fue san
gre de sus espaldas q’les dío el tohíl,
auílíx, y hacauítz.





traduzione di Antonio Giannotti

E qui incomincia quando si dispose a fare l'uomo, ed il cercare cosa che fosse carne dell'uomo e dissero i creatori ed i formatori Tepeu, e Cucumatz che così si chiamavano e già si avvicinò il tempo, dell'alba, e di quando si termino di perfezionare tutto tutto, e di essere fatti quei sostentati nostri, illustri vassalli, si sono essiccati gli uomini viventi della terra dissero. Si unirono e vennero in tanti e furono a consultarsi nell'oscurità della notte, e cercando, si consigliarono, e consultarono e si rattristarono qui. E così uscì alla luce la sua saggezza alla chiarezza, e trovarono, quello che cercavano che fosse carne dell'uomo e mancava già poco affinché albeggiasse il sole, luna e stelle, sui formatori.
Da Paxil e da Gayala che così si chiamava; vennero le pannocchie gialle, e bianche. E questi erano i nomi degli animali che portarono il cibo. Il gatto di monte, il lupo, il pappagallo. Ed il corvo. Questi quattro animali mostrarono le pannocchie gialle, e bianche a essi. E come si portavano da Paxil che era il paradiso. Ed insegnarono la strada per Paxil, e questo fu quelli che scoprirono il cibo, e di questo si fece la carne dall'uomo che fu formato e questo fu il sangue dell'uomo, e questo fu messo dai creatori quelle pannocchie. E così si rallegrarono per avere trovato, una bella terra, piena di dolcezze, di molte pannocchie gialle, e bianche, molto pataste
[= pataxte = Theobroma Bicolor] e cacao: non erano contabili i zapote [=papaya], le anona [=Annona cherimola Mill.) , jocote [= Spondias purpurea], nance [= Byrsonima crassifolia] , matazano [= Casimoroa edulis o Tanacetum parthenium] , miele, perchè tutto stava pieno di soavi magazzini in quel paese di Paxil, e di Cayala, che così si chiamava, e c'era magazzino di tutte le fortune, piccola e grande, piante piccole, e grandi, e fu mostrata la strada dagli animali. E macinando allora le pannocchie gialle, e le bianche; fece Xcumane nove bibite, ed iniziarono a mangiare, ed a bere, e dopo si creò l'obesità, e grossezza dell'uomo, quando lo fecero i formatori che si chiamavano Tepeu [e] Cucumatz, e dopo misero in conversazione il creare i nostri primi padri, e madri. E solo furono pannocchie gialle e bianche la sua carne, e solo cibo furono le sue braccia; e gambe degli uomini, i nostri primi genitori che furono quattro i creati, e solo pasta di mais fu la sua carne di essi.
Questi furono i nomi dei primi uomini che furono formati, il primo uomo si chiamava Balam-quitzé. Il secondo Balam-acab. Il terzo Mahucutah. Ed il quarto Yquibalam. E questi sono i nomi di nostri primi Padri, e Madri. Solo esseri formati, e creature sono dette, non ebbero Padri, né Madri, solo li chiamiamo uomini, che non nacquero da donne neanche furono generati dal creatore, ma per miracolo furono formati, e creati, dal creatore che si chiamava: Tepeu, e Cucumatz. E quando furono fatti uomini, o a sua immagine furono uomini che parlarono, e parlarono, videro e sentirono, camminarono, e palparono. Erano buoni uomini, e belli, e le sue somiglianze furono di uomini, ed ebbero respirazione, e guardando, arrivò la sua vista, a vederlo tutto, e seppero tutto quanto c'è nel mondo, e quando guardavano dopo tornavano a vedere, e ritornavano la vista a tutto quello che sta nel cielo, e quello che c'è nella terra, e non c'era cosa che potesse ostacolar loro la vista di tutto quanto c’è, e non c'era bisogno di andare, né correre i nostri primi genitori per vedere tutto quello che c'è nel cielo, ma in una parte essi stavano quando lo vedevano tutto. Molta era la sua saggezza, e superava la sua somiglianza gli alberi, le pietre, la laguna, il mare, il monte, e la pianura. Ed erano molto preziosi uomini il Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah e Yquibalam. Ed allora furono domandati dal creatore: come è il vostro stato? Sentite forse? Vedete forse? forse è bene vostro camminare, e parlare? Guardate, e vedete tutto il mondo, vedete chiaramente i monti, e le pianure? Provate a vedere tutto. gli fu detto. E dopo lo videro tutto quanto c'era nel mondo, e dopo dettero grazie a creatore e formatore, dicendo “grazie. In realtà vi diamo molte volte
[grazie]. Perché ci avete creati uomini, ci deste bocca, viso, e che parlassimo, e sentissimo, ci muoviamo, e camminiamo. Ed abbiamo piacere, e sapemmo tutto quello che è distante, e vicino, e anche vediamo il grande, ed il piccolo, il cielo, e la terra. E così vi ringraziamo che ci creaste, e fummo creati, e formati. Tu sei nostra nonna, e nostro nonno dissero ringraziando. Della sua creazione. E avevano appena fini di saperlo tutto, e di vederlo fino ai quattro angoli del cielo, e della terra, e quello che c'era dentro il cielo, e dentro la terra. E non sembrò loro bene questo ai formatori e creatori, non sta bene questo che dissero le nostre creature, che dicono e sanno quanto è piccolo e grande.
E così un'altra volta si consultarono gli allevatori, che cosa faremo un'altra volta con questi, che solo quello che sta vicino vedano?
Solo un poco della faccia della terra vedano i suoi occhi, perché non è buono questo che dicono. Forse non sono solamente creature? Forse devono essere essi anche dei? E se non si moltiplicano quando già sia tempo che albeggi, e se non si aumentano? Ostacoliamoli un po', perché ancora manca loro quello che fare. Non è buono questo che vediamo. Forse dobbiamo uguagliarci tutti, che sappiamo tutto quanto c’è, e lo vediamo tutto? Gli fu detto dal cuore del cielo, Huracan, Chipi-caculha, Raxa-caculha, Tepeu, Cucumatz creatore. Ed al vecchio Xpíyacoc. Ed a Xmucane. Che sono creachiamati creatori. E dopo disposero in altro modo delle sue creature.

E dopo essi fu fatto basso negli occhi da quello quale era il cuore del cielo, e se li appannò. Così come se soffiando un specchio che si appanna, così gli appannò gli occhi. E così solo potè vedere quello che stava vicino, solo quello gli era chiaro. E così fu perduta la saggezza, e raziocinio dei quattro uomini, primi. E così furono formati i nostri primi Padri dal cuore del cielo, e della terra. Ed allora furono dati loro le sue donne, ed egualmente miracolosamente, si consultarono un'altra volta. E stando dormendo essi, presero il consiglio, ed una bella donna sta con Balam-quitzé ed un'altra con Balam-acab, ed un'altra con Mahucutah, ed un'altra con Yquibalam e già avevano le sue donne quando si risvegliarono dal sonno. E dopo si rallegrarono colle sue donne. E questi erano i nomi delle sue donne. Caha-paluma la donna di Balam-quitzé; Chumiha, la donna di Balam-acab. Tzununiha la donna di Mahucutah, e Caquixaha la donna di Yquibalam. E questi furono i nomi delle donne, che furono fatte Signore, e questi furono quelli che moltiplicarono tutti i paesi, piccoli e grandi, e questi sono l'origine di noi i Quichés, e moltissimi furono i poderosi. E non suolo furono quattro; ma solo quattro furono i genitori di noi i Quichés, e furono differenti i nomi di ciascuno quando si moltiplicarono là nell'Oriente. E furono molti i nomi della gente. Alcuni si chiamarono Tepeu, altri, Oloman, Cohah, Quenech, Ahau. Così furono chiamati là nell'oriente, dove si moltiplicarono. E si sa anche il principio di quelli di Tanub. Di quelli di Ylocab, in uno vennero di là, dell'oriente. Balam-quitzé, è il padre delle nove case grandi di Caviquib. Balam-acab, è il padre delle nove case grandi di Nihaybab. Mahucutah è il padre delle quattro grandi case di Ahan-Quiché. Tredici famiglie furono, e non si perse il nome di suo nonno, e padre di dove si moltiplicarono là nell'oriente ed egualmente venne il Tanub, e Ylocab con le tredici famiglie, che furono braccia di paesi. E tredici famiglie con quelli di Rabinal, Cacchiqueles, Ahquiquinaha. Ed anche con quelli di Zacahib. E con quelli di Lamaquib, Cumatz, Tuhalha, Vchabaha. Ahchamilaha, con quelli di Aquibaha, ed Ahbatenab Aculvinac, Balamiha, Canchaheleb, Balam-colob. E solo questi erano i principali rami dei popoli, che così li chiamiamo, e solo abbiamo riferito i principali. E molti furono quelli che uscirono con ognuna dalle famiglie e che non scriviamo i suoi nomi, e che là si moltiplicarono nell'oriente, e furono molti quelli che si moltiplicarono, nonostante ancora nelle tenebre, prima che il sole schiarisse, e ci fosse luce. E stettero insieme tutti, e furono molte cose quelle che fecero là nell'oriente, e non sapevano di sostentamento, ma solo alzavano i visi al cielo, e non si sapevano allontanare. E lì stesso stettero in quella dolcezza, gli uomini bianchi, e neri, e ci furono molte lingue, e di due orecchie, e già differenti generazioni nel mondo. E già patrie di alcuni uomini, che non si sono visti i suoi visi, e non hanno case, ma come pazzi se ne andavano per tutti i monti. Questo dissero sottovalutando le patrie di altri, dissero là dove videro l'oriente. Ed allora non idolatravano ma erano tutti di una lingua. E solo conservavano il mandato del creatore cuore del cielo, e della terra. E solo aspettavano che nascesse il sole. E solo si intrattenevano a chiedere ai grandi, e Signori alzando i visi al cielo quando chiedevano figli, e figlie, e dicevano. 0h tu creatore e formatore, guardateci, ascoltateci, non ci lasciate, non ci abbandonare tu idolo cielo, e terra, cuore del cielo, e della terra, dateci la nostra discendenza, per sempre, quando albeggi, e dateci molte buone strade, e larghe e dateci pace quieta, e tranquilla e buona vita, ed abitudini ed essere, tu Huracan, Chipicaculha, Raxa-caculha, Chipi-nanavac, Raxa-nanavac, Voc, Hun-ahpu Tepeu Cucumatz, Alomqaholom, Xpíyacoc, Xcumane, nonna del sole, nonna della chiarezza, quando albeggi, e schiarisca. Questo dissero quando salutavano, e invocavano, e aspettavano il nascere dal sole. Ed egualmente stavano guardando alla nascita del sole, e guardavano l'astro, una grande stella. Che annunciava la nascita del sole, che doveva illuminare tutto il cielo, e la terra, con cui dovevano camminare le creature, Questo dissero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, Yquibalam. E dissero aspettiamo che albeggi, ed erano grandi saggi, ed abili, erano molto degni di rispetto, e grandezza, e nonostante ancora non avevano idoli di legno e pietra i nostri primi padri, e madri. E stando già stanchi lì di aspettare il sole, erano già molti tutti i popoli con quelli di Yaqui. Con questi degni di rispetto e venerazione. Ora andiamo dissero a cercare, ed andiamo a vedere se c'è segno di trovare questo che diciamo e noi che stiamo qui, non abbiamo chi si prenda cura di noi e ci rispetti. Questo dissero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah e Yqui-balam, e sentì questo, e dette ascolto al suo popolo, e seguì loro, ed andarono via.
Ed il monte e dintorni dove andarono Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah e Yquibalam, con quelli di Ylocab, e Tanub, si chiamava, Tulanzú. Sette grotte, e sette burroni, e così si chiamava il paese dove furono a portare gli idoli. Ed arrivarono a Tulanzú tutti, e non sono numerabili gli uomini che furono, ed erano molti quelli che andavano tutti in ordine, fu la sua uscita, degli idoli, primo Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E rallegrandosi dissero già troviamo questo che cercavamo. Ed il primo che uscì, fu l'idolo Tohil, pendente che lo portava, Balam-quitzé. E dopo uscì l'idolo, Avilix che lo portava, Balam-acab. E dopo l'idolo Hacavitz. Che lo portava Mahucutah. Nicahtacah si chiamava l'idolo che tirò fuori: Yquibalam. E solamente li accompagnarono i Quichées, ed anche quelli di Tanub, e così pure è l'idolo di quelli di Tanub, l'idolo Tohil, e presero il suo nome dei suoi antenati, e si chiamano Signori quelli di Tanub adesso ed il terzo furono quelli di Ylocab che egualmente fu il suo idolo Tohil. Che lo presero i suoi antenati, che furono Signori, e così lo sono adesso.
E così si chiamavano le tre parzialità quichées, e non si lasciarono, né abbandonarono perché era uno il suo idolo di tutti; Tohil quiché, e Tohil quello di Tanub e Ylocab, solo era uno il nome del suo idolo, e così non si divisero le tre parzialità quichées, ed i tre erano certamente grandi. Il Tohil Avilix Hacavitz, ed allora erano compresi tutti i popoli, quelli di Ravinal, i Cacchiquel, quelli di Quiquinaha, con due di Yaqui, che adesso si chiamano così. E lì li fu cambiato il linguaggio ai popoli, e parlarono differentemente, e non si capivano tra sé quando vennero da Tulanzú, e lì si divisero, alcuni andarono verso l'Oriente, e molti vennero qui. E solo si vestivano di pelli, perché ancora, non avevano trovato buoni vestiti che si mettessero, e solo pelli di animali era il suo ornamento, ed erano poveri, e non possedevano niente, e suolo erano uomini miracolosi il suo essere. E quando vennero a Tulanzú, le sette grotte, e sette burroni, dicono le antiche tradizioni che camminarono molto per arrivare a Tulanzú. E non avevano fuoco, ma essi stavano dove stava l'idolo Tohil, che fu l'idolo del popolo che per primo allevò il fuoco. E non si sa come l'allevò, ma già risplendeva il fuoco; quando lo videro Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, esclamarono ah Signore perchè non abbiamo fuoco, di quello che si fece, e morremo di freddo, ed allora parlò l'idolo, e disse: non vi affliggiate, avete cosa di proprietà, quel fuoco che dite finirà, e perderà. Per sorte sarà così? Dissero, per fortuna idolo tu sei il nostro sostentamento, ed alimento tu idolo. Ed allora lo ringraziarono per quello che disse. Ed egli disse quello va bene, in realtà io sono il vostro idolo, quando albeggi, e sarò vostro Signore questo fu loro detto ai Principali dal Tohil. E così si riscaldavano i popoli, e si rallegravano per il fuoco.
E dopo incominciò un grande acquazzone, e stava illuminando il fuoco dei popoli, e cadde molta grandine su tutti, ed allora si spense il fuoco di essi per la grandine, e non ebbero già fuoco ed allora chiesero un'altra volta il suo fuoco Balam-quitzé, e Balam-acab. Ah idolo che ci termini il freddo, gli dissero al Tohil. Sta bene egli disse. Non vi affliggete. E dopo tirò fuori il fuoco rigirandosi nella sua scarpa. E dopo si rallegrarono Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E dopo si riscaldarono ed essendosi spento il fuoco dei popoli, morivano di freddo. E vennero a chiedere fuoco, a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah e Yquibalam, e oramai non potevano soffrire il freddo, e la gelata. Ma stavano tremando, picchiando dente con dente, e stavano come morti, gobbi, e paralizzati i suoi piedi, e mani, e niente potevano prendere con esse quando vennero. Non ci offendiamo con voi, di chiedervi fuoco, dateci un po' di vostro fuoco, dissero quando arrivarono. E non fu loro risposto, ed allora si arrabbiarono i popoli. Era un altro il linguaggio di Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E dissero. Che cosa è questo che questi hanno lasciato la nostra lingua, come si fece questo, ci siamo perduti, dove fummo ingannati? Perché solo era una la nostra lingua, quando venimmo da Tulanzú, ed una la nostra origine, ed allattamento, non è buono questo che abbiamo fatto dissero tutti i popoli, sotto agli alberi ed i rami. Ed allora si manifestò un uomo (Demonio che parlava loro) davanti a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, e disse il messaggero dell'inferno, e disse: questo è in realtà il vostro idolo, e questo è quello che vi sostenta, e questo è il sostituto e scambio, rimembranza del vostro creatore, e formatore; non date il suo fuoco ai popoli, fino a che lo domandiate al Tohil, ed egli vi dirà se lo darete o no disse quello dell'inferno, che aveva ali come pipistrello. E disse: io sono messaggero del vostro creatore e formatore. E si rallegrarono, e si esaltò il suo cuore, del Tohil, Avilix, Hacavitz, quando disse quello il messaggero. E dopo sparì da davanti ad essi. E dopo arrivarono i popoli senza sosta, che perivano di freddo, e per la molta grandine, e della pioggerella continua, non era tollerabile il freddo, ed arrivarono rabbrividendo, e tremando di freddo tutti i popoli, quando arrivarono lì dove stavano Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Ed erano afflitti strofinandosi i suoi visi, e le sue bocche.

E dopo vennero i ladri a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, e dissero loro: non avete pietà di noi, che chiediamo un po' di fuoco, veniamo da una stessa cosa, e veniamo tutti da una stessa patria, e quando foste formati, e creati, abbiate misericordia di noi. E dissero. Che cosa vi daremo affinché abbiamo misercordia con voi? E dissero loro bene sta vi daremo argento. E dissero i popoli, non vogliamo argento, dissero loro Balam-quitzé, a Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, allora che volete? Lo chiederemo, sta bene, dissero i popoli lo domanderemo al Tohil. Dopo vi avviseremo dissero loro ai popoli. E dopo chiesero al Tohil, che cosa daremo ai popoli che vengono a chiedere fuoco? dissero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Sta bene, disse il Tohil, se vogliono unirsi, se danno il petto, e l’ascella, e se vogliono essi prendere il mio carico, ed io sarò il suo Tohil, e se non vogliono, non darò loro il suo fuoco, disse il Tohil, e dite loro che poco a poco ed ora non è necessario darci i suoi petti e ascelle dite loro questo a essi. Gli fu detto a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, Yquibalam. E dopo dissero quello che diceva il Tohil.. Sta bene essi dissero si unirà. E gli obbediremo, dissero quando risposero a quello che diceva il Tohil. E non si trattennero, ma dissero sta bene dopo rapidamente si faccia quello. E dopo ricevettero il suo fuoco, e dopo si riscaldarono, ed un'altra tribù, o parzialità, rubò il fuoco nel fumo, questi erano quelli della casa di pipistrelli, ed il suo idolo si chiamava Chamalcan: dei Cachiqueles, ed era somiglianza di un pipistrello quando passò per il fumo, e passando soavemente, venne a prendere fuoco, e non lo chiesero il fuoco a quelli dei Cachiqueles, e non si vollero dare per vinti, e solamente si vinsero i popoli che diedero il suo petto, e l’ascella, e per aprirlo. E questo era quello che aveva detto l'idolo quando si sacrificò tutto il popolo davanti a lui, e quando ad essi fu strappato il cuore dal fianco, e dall’ascella, e non si era incominciato a fare, quando gli fu parlato in questo simbolo dal Tohil, e la morte, nella maestà, dal Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E di là venne da Tulanzú questo di non mangiare; bensì di digiunare sempre e solo stare ad aspettare che albeggiasse, e vedere il viso del sole. E si davano il cambio per stare a guardare quella grande stella, che si chiamava astro, e questo è quello che viene davanti quando esce il sole, bell’astro che stava sempre là all'oriente, quando stettero là in Tulanzú, che questo era nome da dove venne l'idolo. E non fu qui dove presero la grandezza del suo Regno ma là furono soggiogati tutti i popoli piccoli, e grandi, quando sacrificarono davanti al Tohil, e diedero il suo sangue, del suo petto, e ascella tutti gli uomini. Ed in un istante di là venne la sua grandezza, e grande sapere che avevano nell'oscurità della notte. Quando lo fecero tutto questo. E vennero, e si strapparono di là, e lasciarono l’oriente e non è qui la nostra patria. E disse il Tohil. Andiamo a vedere dove ci dobbiamo piantare. Perché in realtà parlava il Tohil a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam e a ringraziate prima, e perforatevi le estremità delle orecchie ed attraversatele, ed i gomiti, e questo sarà la vostra gratitudine davanti all'idolo. Sta bene dissero essi, ed allora perforarono le sue orecchie, e lo misero nel suo canto dell’arrivo di Tulanzú. E pianse il suo cuore quando vennero, e lasciarono a Tulanzú. È che qui non vedremo il nascere dal sole, chiarificatore della faccia della terra dissero quando vennero, e lasciarono nel tragitto, e gente certamente rimase dormendo in ognuno dei paesi si alzarono che stavano continuamente guardando la stella segno del sole. E questa era il segno che pensavano fosse di alba quando vennero dall'oriente, ed alcuni erano i suoi visi quando passarono di là, e c'era gran distanza ci è detto adesso.
Ed arrivando a un monte lì si unirono tutti i Quichées con i popoli, e lì si unirono a consiglio tutti, e dopo si chiamarono gli uni e gli altri. E si chiama ora il monte del mandato, o consiglio. Ed insieme lì si elogiarono e lodarono: io sono, io sono il Quiché, e tu tu Tanub così sarà tu nome, gli fu detto a quelli di Tanub. E gli dissero a quelli di Ylocab tu ti chiamerai Ylocab e non si perderanno questi tre Quichées, ma saremo una stessa cosa, e di uno stesso sentimento. Questo dissero quando si misero i nomi.
Ed allora furono chiamati Cacchiqueles i Cacchiqueles, e i Rabinaleros questo fu il nome che diedero loro, e fino ad ora persevera e a quelli di Quiquinaha, anche ora gli si dette il nome, tra loro stessi. E lì si riunirono, a aspettare che albeggiasse, e vedevano l'uscire dall'astro, perchè questo è quello che viene primo davanti al sole quando nascesse. Di là veniamo, ma ci distribuiamo, dissero tra sé. E per questo stavano con gran pena, e soffrivano gran dolore perché non avevano cibo, né sostentamento, ma solo le radici di bacchette dolci annusavano e sembrava loro che mangiassero e non mangiavano quando vennero e non è chiaro il suo passaggio sul mare, per dove passarono, ma come se non ci fosse mare, passarono qua, sopra pietre, passarono per qua. E stavano le pietre sporgenti in fila nella sabbia quando passarono. E così si chiamano, pietre in fila e sabbia strappata quella strada, per dove passarono nel mare che dividendosi passarono per qua. E stavano molto afflitti per mancanza di cibo. E solo un sorso di bibita bevevano, ed un mais, e si stavano sul monte del mandato, o consiglio. Portavano il Tohil, Avilix e Hacavitz. E continuamente digiunavano il Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Con le sue donne. Caha-paluma il suo nome della donna di Balam-quitzé. Ed egualmente Balam-acab con la sua donna chiamata Chomiha. Ed anche Mahucutah con la sua donna Tzununiha. E Yquibalam con la sua donna Caquixaha. E questi erano digiunatori nell'oscurità, e nella notte. Ed avevano gran tristezza quando stavano sul monte che si chiamava del mandato, o precetto, ed allora disse loro l'idolo,
Ed allora dissero il Tohil con Avilix, e Hacabitz a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Andiamocene, e alziamoci da qui, non dobbiamo stare qui, mettiamoci in parte nascosta, ed occulta, già si avvicinò l'alba. Forse non sarà la vostra disgrazia, se siamo catturati, e prigionieri dai nemici, in questo edificio dove ancora ci tenete, voi, i rispettati, e fateci scomparire, questo disse quando parlò. Sta bene essi dissero, saremo allontanati da qui, e cercheremo monti, dissero tutti. E dopo presero carichi i suoi idoli ed ognuno di essi portò Avilix a un burrone che si chiama burrone del nascondiglio. Da noi. In un gran burrone nella montagna che adesso si chiama: in Avilix, e lì rimase. E rimase nel burrone per Balam-acab, ed in fila li lasciarono il primo che rimase fu Hacavitz. Sopra un fiume grande chiamato acqua colorata, e si chiama il monte Hacabitz, adesso. E lì fu la sua stanza, e lì stesso l'idolo Hacabitz. Che così era il suo nome. Ed egualmente rimase Mahucutah col suo idolo, che era il secondo che si nascose per essi, non nella montagna stette Hacabitz, ma in un monte evidente, e raso si nascose, il Hacabitz. Ed allora venne il Balam-quitzé, ed arrivò lì a una gran montagna a occultare il Tohil, perchè lo nascose Balam-quitzé. Ed ora si chiama: Patohil quella montagna. E celebrarono il nascondiglio nel burrone. Guardiano del Tohil. E molte bisce, e molte tigri, vipere e serpenti
cantil, stanno lì nel burrone, e nella montagna dove si nascosero, per quelli Signori Principali; stettero insieme, in uno il Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam; ed insieme aspettarono che albeggiasse sul monte chiamato Hacabitz. E c'era poca distanza da dove stavano gli idoli di Tanub, e Ylocab, che si chiamava Amactan, lì dove stette l'idolo del Tanub. E lì albeggiò ai popoli. E lì si albeggiò a quelli di Ylocab, dove stava il suo idolo di quelli di Ylocab. Essendo poca distanza da una parte all'altra. E lì stavano tutti i Rabinaleros, i Cacchiqueles, quelli di Tziquinaha, tutti i popoli piccoli, e grandi. Ed insieme si fermarono, per aspettare l'alba, e l'uscita dell'astro, che esce primo davanti al sole quando albeggia, ed insieme stettero uniti Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E stavano in veglia senza dormire, ed era grande il suo pianto, del suo cuore. Perchè albeggiasse e schiarisse. E là egualmente ebbero vergogna, e venne loro gran tristezza, e lamento, e stavano distrutti di dolore. E lì stavano e dicevano. Ahi di noi, amaramente siamo venuti, ahi che essendo venuto a vedere l'alba non albeggia. Che cosa dobbiamo fare che tutti stanno di una stessa fortuna. Ed erano alcuni stessi i nostri visi nella nostra patria, e siamo stati abbandonati. Questo dicevano parlando gli uni con gli altri. In quella tristezza, e lamento, e pianto, e dissero, non si tranquilliza nostro cuore con l'alba del sole, ed ora stanno i nostri idoli messi nei burroni, e nei monti, nell'erba, ed nel pascolo, stanno, e non in buoni sedili di tavole li misero dicevano e quel Tohil, Avilix e Hacavitz, sono cosa grande, e sono di gran potere su tutti gli idoli dei popoli; sono grandi, e molti i suoi prodigi, e miracoli nei viaggi, bagnati, e freddo; e spaventa il suo essere nei cuori dei popoli. Ed era tranquillo, e quieto il pensiero con Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E non sembrano, e sono disperati per l'idolo. Che caricarono quando vennero da Tulanzú di là dell'oriente, ed adesso stanno nella montagna che si chiama ora, ed è detta: albeggiamento in Tohil, in Avilix, ed in Hacavitz. Ed ora diremo quando furono seminati, e schiariti i nostri nonni, e padri, e quando schiarì, e si vide il viso al sole, alla luna, e a le stelle.
E questo fu il rischiarare, e manifestarsi il sole, la luna e le stelle.
E grandemente si ralalegrarono Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Quando si vide l'astro, che uscì per primo brillando ed uscì per primo davanti al sole. E dopo slegarono il copale, o incenso che avevano portato di là dell'oriente, dopo deve servire dissero nel suo cuore ed allora slegarono i tre doni, che avevano pensato nei suoi cuori. E l'incenso che portava Balam-quitzé si chiamava Mixtam-pom. Ed il secondo che portava Balam-acab, si chiamava: Caviztan-pom. E quello che portava Mahucutah si chiamava Cabauil-pom. E quei tre avevano solo incenso, e questo bruciarono quando andarono ballando verso l'oriente: E di dolcezza piangevano, e quando ballarono bruciarono il suo copale, l'amato, e prezioso incenso. E dopo piansero perché non videro, né sembrò il sole. E dopo quando uscì il sole si rallegrarono tutti gli animali piccoli, e grandi e tutti uscirono dalle strade dell'acqua, e dei burroni, e si misero nelle punte dei monti, e tutti si misero di fronte verso da doce il sole nasceva, e dopo tutti cantarono, e gridarono il leone, e la tigre. Ed il primo che cantò fu l'uccello: che si chiama Queletzu. Ed in realtà si rallegrarono tutti gli animali, e distesero le sue ali, l'aquila, e lo avvoltoio bianco. E tutti gli uccelli piccoli, e grandi. E stavano in ginocchio i Signori ed i suoi vassalli quelli di Tanub, e di Ylocab, con quelli di Rabinal, e di Cacchiqueles, quelli di Quiquinaha, e Tuhalha, Vchabaha, Quibaha, Ahbatena, e quelli di Yaqui-tepeu, e quanti popoli aveva, e c’è adesso che non sono numerabili, gli uomini, ed unanimemente a tutti albeggiò. E dopo si asciugò la terra per il sole ed era come un uomo il sole quando si manifestò, ed ardeva, e questo asciugò tutta la faccia della terra, e prima che il sole nascesse tutta era bagnata, e paludosa, e così come un uomo crebbe il sole, e non era forte il suo caldo, ma solo si manifestava quando nacque. E solo rimase il suo specchio, perché non è certamente questo il sole che illumina ora dicono le tradizioni. E dopo si fecero pietra gli idoli Tohil, Avilix, Hacabitz, ed anche gli idoli del leone, della tigre, della vipera, della vipera
cantil, e del folletto, e solo si aggrapparono agli alberi quando uscì il sole, luna, e stelle. Dappertutto si convertirono in pietre tutti. Forse non saremmo in piedi noi per gli animali voraci, e morditori, il leone, tigre, vipera, vipera cantil, e folletti. E non si fecero forse pietra i primi animali per il sole, e quando uscì si rallegrarono molto nel suo cuore Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Si rallegrarono quando albeggiò. E non erano grandi gli uomini allora, ma erano piccoli quando stettero sopra i monti di Hacabitz. Dove li albeggiò, e lì bruciarono il copale e ballarono verso l'oriente, da dove vennero, e là è la sua patria, di là vennero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, Yquibalam, e questi, erano i suoi nomi, e lì crebbero e si moltiplicarono sul monte, e questo fu il suo paese, e lì stavano quando uscì il sole, la luna, e le stelle. Ed albeggiò, e si rischiarò tutta la faccia della terra, e del mondo. E lì incominciò il suo canto che si chiama Camucú. Che cantarono nel pianto del suo cuore lo dissero nel suo canto. Ahi che ci perdemmo, in Tulanzú noi ci separammoparcimos, e rimasero là i nostri parenti, e fratelli. Qui già vedemmo il sole, e qui già ci albeggiò? dissero a i suoi compagni, quelli di Yaqui, ed egualmente è Tohil il suo idolo di quelli di Yaqui. Che si chiamano: Yolcuat, Quitzalcuat e ci dividiamo là in Tulanzú, e questo nostra fu uscita per qua, e questo è il nostro essere giudiziosi dissero tra sé, quando si ricordarono dei suoi parenti di là quelli di Yaqui, quelli per cui albeggiò là in Messico che così si chiama ora. Ed anche parte della gente rimase là nell'oriente che si chiamano Tepeu-Oliman. E rimasero là, dissero. E fu grande il dolore, e pena lì dei suoi cuori sul Hacabitz. Ed egualmente fanno quello del Tanub, e Ylocab. Ed egualmente stanno lì nella montagna un altro popolo che si chiama Dan. E lì albeggiò ai vassalli del Tanub, col suo idolo. Che egualmente era Tohil, perchè uno era il nome del suo idolo, delle tre tribù, o calpulli del Quiché. Ed egualmente è il nome dell'idolo di quelli di Rabinal, se non è che un poco si differenzia il nome, perché si chiama Toh. E così quasi è una stessa lingua la nostra, con quelli di Rabinal. Ed egualmente è differente la lingua dei Cacchiqueles perché è differente il nome del suo idolo quando vennero da Tulanzú, e si chiama Tzotziha-Chimalcan. È il nome del suo idolo, e così è differente la sua lingua adesso, così come il suo idolo presero il suo nome, dalla sua patria, e della sua parzialità, e si chiamano Ahpozotzil, Ahpoxa, ed egualmente all'idogli fu scambiato la sua lingua, quando gli si dette il suo idolo là in Tulanzú, dietro la pietra gli fu scambiato il suo linguaggio, quando vennero da Tulanzú nell'oscurità, ed unitariamente si furono stabiliti, e li albeggiò a tutti i popoli ed in ordine furono i nomi degli idoli, in ognuna delle tribù. Ed ora diremo la sosta, e trattenimento, sul monte dove stettero insieme in uno tutti quattro: Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E piangevano i suoi cuori sul Tohil, Avilix, Hacabítz, che stava nelle liane o erbe, ed nel pascolo per essi.
E questo fu il principio, e determinazione di avere messo lì il Tohil. Ed allora furono davanti al Tohil Avilix, che lo andavano a vedere, ed a salutare, ed a dargli anche grazie perché li aveva albeggiati. E gli trovarono tutta perforata la pietra nella montagna, e solo miracolosamente parlò. Ed arrivando quelli grandi davanti al Tohil, dove non portavano profitto; bensì suolo resina e rachacnoh (che è anche resina) e erba iperico. E questo bruciarono davanti al Tohil, il suo idolo. Ed allora parlò il Tohil, e solo miracolosamente parlò dando loro la direzione. E dissero: qui sarà la nostra patria, noi siamo suoi, e così ègrande la nostra fortuna, e grandezza, per tutti i popoli, tuoi sono tutti i popoli, enoi vi accompagneremo nel cammino. Prendetevi cura del vostro popolo ed anche noi gli insegneremo, non ci offendete davanti al popolo quando ci arrabbieremo per quelle sue parole, e dello stile delle sue bocche; e così non permettete che siamo presi in reti, e solo dateci la paglia, e l’estratto disprezzato. E solamente verranno a darci il cervo femmina, e le femmine degli uccelli, ed un poco del suo sangue per noi poveri di noi che sarà lasciata la lana del cervo, mettete da parte quella vista degli occhi degli inganni che faranno loro, e questo sarà i suoi cervi, e questi saranno nostri sostituti davanti al popolo. Ed allora vi diranno dove sta il Tohil? Allora mostrate loro il cervo, e non vi manifestiate a voi stessi, perchè c'è un'altra cosa che si faccia, perché è molto il vostro essere, e che lavorino i popoli tutti. E porteranno il suo sangue, davanti a noi, ed abbracciatelo che è di essi, disse il Tohil, Avilix e Hacabitz.
E si assomigliavano a giovanotti, quando uscirono, e quando portavano l'offerta davanti ad essi. Ed allora incominciò a essere cercati i giovani degli uccelli, e dei cervi. Ed erano armate trappole per i Principali, e trovando i polli, e cervi teneri le femmine, andavano a mettere il sangue nella bocca della pietra di Tohil Avilix e quando gli portavano il sangue essi all'idolo, dopo parlava la pietra, quando arrivavano quei Signori che gli portavano l'offerta. Ed egualmente facevano davanti ai cervi che bruciavano resina, erba iperico, e
holomocox, che è un'erba, ed i cervi ognuno nel suo monte, perché li inseguivano, e non abitavano nelle sue dimore di giorno, ma camminavano per i monti, e solo mangiavano, i figli dei tafani, e vespe, ed i favi cercavano, e non avevano buon cibo, né bibita, ed allora non si seppe delle sue stanze, e non si sa dove camminano, le sue donne o femmine, e molti paesi si andarono dopo fondando, e non si sa doce andavano, le sue donne, o femmine; e dopo molti popoli si andarono fondando e si andavano unendo ciascuna delle tribù, e si andavano mettendo vicino alle strade, e stavano evoidenti le sue strade. E Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, non si sapeva dove camminavano. E quando vedevano i popoli che passavano per la strada, e penetravano per le punte dei monti solo gridavano lupi, gatti di monte, leoni, tigri. Ed imitavano le sue grida, e vedendo questo i popoli, che se ne andavano attraversando continuamente, e che solo gridavano come lupi, come gatti di monte; come leoni e tigri, dissero, devono pensare che non sono uomini quelli dei popoli, e devono volere ingannarci facendo questo. Qualcosa vogliono, e non hanno vergogna di fare questo che vogliono con l'ululato di leone, e di tigre che stanno facendo. Quando vedono la gente, e vedendo uno o due li vogliono distruggere di noi. E tutti i giorni venivano con le sue donne alle sue stanze, e solo portavano figli di tafani, e vespe, e favi, e le davano alle sue donne. Tutti i giorni. Ed allora andarono davanti al Tohil Avilix, Hacabitz e dissero nei suoi cuori, solo daremo al Tohil, Avilix,e Hacabitz il sangue dei cervi, e degli uccelli, e solo ci perforiamo le orecchie, ed i gomiti, chiediamo che ci dia forze, e forza al Tohil, Avilix, e Hacabitz, che cosa voleva essere questo delle morti del popolo, che ad uno ad uno ci vanno ammazzando. dissero tra sé, quando furono davanti al Tohil, Avilix, e Hacabitz quando si perforarono le orecchie, ed i gomiti davanti all'idolo, e si infangarono il suo sangue, e la misero nella bocca della pietra e certamente, non erano pietre, ma come bambini stavano quando arrivarono. E si rallegrarono di quel sangue i Principali. Ed allora ci fu segno delle sue opere, conquistate loro le code, e così vi libererete, perchè di là venne da Tulanzú quando ci caricaste gli fu detto. Ed allora essi fu dato il cuoio che si chiama Pazilizib. Ed il sangue di cui si ungono, e fu sangue delle sue spalle che essi dettero al Tohil, Avilix e Hacabitz.


dall'opera di Scherzer

Y aquí empieza cuando se dispuso hacer el hombre, y el buscar cosa, que fuese carne del hombre, y dijeron los criadores y los formadores, Tepeu y Cucumatz, que así se llamaban: ya se acercó el tiempo del amanecer, y de que se acabe de perfeccionar todo, todo, y de ser hechos los sustentados nuestros, esclarecidos vasallos , se han secado los hombres vivientes de la tierra, dijeron. Se juntaron y vinieron de monton, y fueron á aconsejarse en la obscuridad de la noche, y buscando se aconsejaron y consultaron y se entristecieron aquí, y así salió á luz su sabiduría á la claridad, y hallaron lo que buscaban, que fuese carne del hombre, y faltaba ya poco para que amaneciese el sol, luna y estrellas sobre los formadores.
De Paxil y de Gayala, que así se llamaban, vinieron las mazorcas amarillas y blancas; y estos eran los nombres de los animales que trajeron la comido: el gato de monte, el lobo, el chocoy y el cuervo; estos cuatro animales manifestaron las mazorcas amarillas y blancas á ellos, y como se traian de Paxil,
que era el paraíso, y enseñaron el camino para Paxil, y esto fué lo que hallaron la comida, y de esto se hizo la carne del hombre que fué formado, y esta fué la sangre del hombre, y esto fué puesto por los criadores, aquellas mazorcas. Y así se alegraron por haber hallado una hermosa tierra, llena de dulzuras, de muchas mazorcas amarillas y blancas, mucho pataste y cacáo: no eran contables los zapotes, las anonas, jocotes, nances, matazanos, miel, que todo estaba llena de suaves bastimentos en aquel pueblo de Paxil y de Cayala, que así se llamaba, y habia bastimento de todas suertes, chico y grande, plantas pequeñas y grandes, y fué manifestado el camino por los animales. Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las blancas, hizo la Xcumane nueve bebidas, y entraron de comida y bebida, y luego se crió la gordura y grosura del hombre, cuando lo hicieron los formadores, que se llamaban Tepeu y Cucumatz, y luego pusieron en plática el criar á nuestros primeros padres y madres, y solo fueron mazorcas amarillas y blancas su carne, y solo comida fueron sus brazos y piernas de los hombres, nuestros primeros padres, que fueron cuatro los criados, y solo comida fué su carne de ellos.
Estos fueron los nombres de los primeros hombres que fueron formados: el primer hombre se llamaba Balam-quitzé; el segundo Balam-acab; el tercero Mahucutah y el cuarto Yquibalam. Y estos son los nombres de nuestros primeros padres y madres, solo formaduras y criaturas son dichos, no tuvieron padres ni madres, solo los llamamos hombres, que no nacieron de mujeres, ni tampoco fueron engendrados por el criador, sino que por milagro fueron formados y criados por el criador, que se llamaba Tepeu y Cucumatz, y cuando fueron hechos hombres ó á su imágen, fueron hombres que hablaron y parlaron, vieron y oyeron, anduvieron y palparon, eran buenos hombres y hermosos, y sus semejanzas fueron de hombres y tuvieron respiracion; y mirando, llegó su vista á verlo todo, y supieron todo cuánto hay en el mundo, y cuando miraban, luego volvian á ver, y revolvian la vista a todo lo que está en el cielo y lo que hay en la tierra, y no habia cosa que les pudiese impedir la vista de todo cuánto hay. Y no habian menester andar ni correr nuestros primeros padres, para ver todo lo que hay en el cielo, sino que en una parte se estaban cuando lo veían todo: mucha era su sabiduría y sobrepujo su semejanza á los árboles, á las piedras, á la laguna, al mar, al monte, y al llano, y eran muy preciosos hombres el Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam. Y entonces fueron preguntados por el criador: ¿cómo es vuestro estado? ¿ois, por ventura? ¿véis, por ventura? ¿por ventura, es bueno vuestro andar y hablar? ¿mirad y ved todo el mundo? ¿véis claramente los cerros y los llanos? ¡Probad á verlo todo! les fué dicho, y luego lo vieron todo cuanto habia en el mundo, y luego dieron gracias al criador y formador, diciendo: de verdad os damos muchas veces gracias, porque nos habeis criado hombres, nos disteis boca, cara, y que habláramos y oyésemos; nos meneamos y andamos y tenemos gusto, y supimos todo lo que está distante y cerca, y tambien vemos lo grande y lo pequeño, el cielo y la tierra, y así os damos gracias que nos criasteis, y fuimos criados y formados; tú eres nuestra abuela y nuestro abuelo, dijeron, dando gracias de su creacion, y acabaron de saberlo todo y de verlo hasta los cuatro rincones del cielo y de la tierra, y lo que habia dentro del cielo y dentro de la tierra. Y no les pareció bien esto á los formadores y criadores: no está bien esto, que dijeron nuestras criaturas, que dicen y saben cuanto hay, chico y grande.
Y así otra vez consultaron los criadores: ¿qué haremos otra vez con estos, que solo lo que está cerca véan, sino que un poco de la faz de la tierra vean sus ojos? porque no es bueno esto que dicen. ¿Por ventura, no son solamente criaturas? ¿por ventura, han de ser ellos tambien dioses? ¿Y si no se multiplican cuando ya sea tiempo de que amanezca, y si no se aumentan? Desbaratamosles un poco, porque todavia les falta que hacer: no está bueno esto que vemos: ¿por ventura hemos de igualarnos todos que sabemos todo cuanto hay, y lo vemos todo ? les fue dicho por el corazon del cielo, Huracan, Chipi-caculha, Raxa-caculha, Tepeu y Cucumatz criador, y al viejo Xpiyacoc y á la Xmucane, que son llamados criadores; y despues dispusieron de otra suerte á sus criaturas.
Y luego les fué echado vaho en los ojos por aquel que era el corazon del cielo, y se los empañó así como si soplando un espejo que le empaña, así le empañó los ojos, y así solo pudo ver lo que estaba cerca, solo aquello le estaba claro, y así fué perdida la sabiduría y entendimiento de los cuatro hombres primeros, y así fueron formados nuestros primeros padres por el corazon del cielo y de la tierra. Y entonces se les fueron dados sus mugeres, y así mismo milagrosamente consultaron otra vez y estando durmiendo ellos, tomaron el consejo, y una hermosa muger está con Balam-quitzé, y otra con Balam-acab, y otra con Mahucutah, y otra con Yquibalam, y ya tenian á sus mugeres cuando despertaron del sueño; y luego se alegraron con sus mugeres; y estos eran los nombres de sus mugeres: Caha-paluma, la muger de Balam-quitzé; Chomiha, la muger deBalam-acab; Tzununiha la muger de Mahucutah, y Caquixaha, la muger de Yquibalam; y estos fueron los nombres de sus mugeres que fueron hechas Señoras, y estos fueron los que multiplicaron todos los pueblos chicos y grandes, y estos son el origen de nuestros los Quichées; y muchísimos fueron los poderosos, y no solo fueron cuatro, sino que solo cuatro fueron los padres de nosotros los Quichées. Y fueron diferentes los nombres de cada uno, cuando se multiplicaron allá en el Oriente, y fueron muchos los nombres de la gente: unos se llamaron Tepeu, otros Oloman, Cohah, Quenech, Ahan. Así fueron llamados allá en el Oriente, donde se multiplicaron, y tambien se sabe el principio de los de Tanub y de los de Ylocab. En uno vinieron de allá del Oriente: Balam-quitzé es el padre de las nueve casas grandes de Caviquib; Balam-acab es el padre de las nueve casas grandes de Nihaybab, Mahucutah es el padre de las cuatro grandes casas de Ahan-Quiché. Trece familias fueron, y no se perdió el nombre de su abuela y padre de adonde se multiplicaron allá en el Oriente, y así mismo vino el Tanub é Ylocab con las trece familias que fueron brazos de pueblos, y trece familias con los de Rabinal, Cacchiqueles, Ahquiquinaha, y tambien con los de Sacahib, y con los de Maquib, Cumatz, Cuhalha, Vchabaha, Ahchamilaha, con los de Aquibaha, y Abatenaba, Aculvinac, Balamiha Cancha-heleb y Balam-colob. Y solo estos eran las principales ramas de los pueblos que así les llamamos, y solo hemos referido los principales, y muchos fueron los que salieron con cada una de las familias, y que no escribimos sus nombres, y que allá se multiplicaron en el Oriente, y fueron muchos los que se multiplicaron, aun todavia en las tinieblas, antes que el sol aclarase y hubiese luz. Y estuvieron todos juntos, y fueron muchas cosas las que hicieron allá en el Oriente, y no cabian de sustento, sino que levantaban las caras al cielo y no se sabian alejar. Y allí mismo estuvieron en aquella dulzura los hombres blancos y negros, y hubo muchas lenguas y de dos orejas, y hay diferentes generaciones en el mundo, y hay
patrias de algunos hombres que no se han visto sus caras, y no tienen casas, sino que como locos se andan por todos los montes; esto dijeron menospreciando las patrias de otros, dijeron, allá donde vieron el Oriente. Y entonces no idolatraban, sino que eran todos de una lengua, y solo guardaban el mandato del criador corazon del cielo y de la tierra, y solo aguardaban que naciese el sol, y solo se entretenían en pedir los Grandes y Señores, levantando las caras al cielo cuando pedian hijos é hijas, y decian: ,,Óh tú, criador y formador, miradnos, oidnos, no nos dejes, no nos desampares, tú idolo, cielo y tierra, corazon del cielo y de la tierra, dadnos nuestra descendencia para siempre cuando amanezca, y dadnos muchos buenos caminos y anchos, y dadnos paz, quieta, sosegada y buena vida, y costumbres y ser, tú Huracan, Chipicaculha, Raxa-caculha, Chipi-nanavac, Raxa-nanavac, Voc, Hun-ahpu-Tepeu, Cucumatz, Alomga-holom, Xpiyacoc, Xcumane, abuela del sol, abuela de la claridad cuando amanezca y aclare.” Esto dijeron, cuando saludaban é invocaban y esperaban el nacer del sol, y así mismo estaban mirando al nacimiento del sol, y miraban el lucero, una grande estrella, que anunciaba el nacimiento del sol, que habia de alumbrar todo el cielo y la tierra, con que habian de andar las criaturas. Esto dijeron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y dijeron: aguardemos que amanezca; y eran grandes sabios y entendidos, eran muy dignos de respeto y grandeza, y aun todavia no tenian ídolos de palo y piedra nuestros primeros padres y madres, y estando ya cansados allí de aguardar al sol, eran ya muchos todos los pueblos con ellos de Yaqui, con estos dignos de respeto y veneracion. Ea vamos, dijeron, á buscar, y vamos á ver si hay señal de hallar esto que decimos, y nos que nos estamos aquí, no tenemos quien cuide de nosotros y nos guarde; esto dijeron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yqui- balam, y oyó esto, y dió oidos á su pueblo y les siguió, y se fueron.
Y el monte y paraje donde se fueron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam con los de Ylocab y Tanub, se llamaba
Tulanzú (siete cuevas y siete barrancas), y así se llamaba el pueblo adonde fueron á traer los ídolos. Y llegaron á Tulanzú todos, y no son contables los hombres que fueron, y eran muchos los que iban. Todo en órden fué su salida de los ídolos, primero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y alegrándose dijeron: ¡ya hallamos esto que buscábamos! Y el primero que salió, fué el ídolo Tohil, pendiente que lo llevaba Balam-quitzé, y luego salió el ídolo Avilix, que lo llevaba Balam-acab, y luego el ídolo Hacavitz, que lo llevaba Mahucutah. Nicahtacah se llamaba el ídolo que sacó Yquibalam, y solamente les acompañaron los Quichées y tambien los de Tanub, y así tambien es el ídolo de los de Tanub, el ídolo Tohil. Y tomaron su nombre de sus antepasados, y se llaman Señores los de Tanub ahora; y el tercero fueron los de Ylocab que así mismo fué su ídolo Tohil que lo tomaron sus antepasados, que fueron Señores, y así lo saben ahora.
Y así se llamaban las tres parcialidades quichées, y no se dejaron ni desampararon, porque era uno su ídolo de todos, Tohil-quiché, y Tohil el de Tanub y Ylocab, solo era uno el nombre de su ídolo, y así no se dividieron las tres parcialidades quichées, y los tres eran ciertamente grandes: el Tohil, Avilix y Hacavitz. Y entonces entraron todos los pueblos, los de Ravinal, los Cacchiqueles, los de Quiquinaha, con dos de Yaqui, que ahora se llaman así; y allí se les mudó el lenguage á los pueblos, y hablaron diferentemente, y no se entendian entre sí, cuando vinieron de Tulanzú, y allí se dividieron: unos se fueron hácia el Oriente, y muchos se vinieron aquí, y solo se vestian de pieles, porque todavia no habian hallado buenas ropas que se pusiesen, y solo pieles de animales era su adorno, y eran pobres, y no poseian nada, y solo eran hombres milagrosos su ser. Y cuando se vinieron á Tulanzú (las siete cuevas y siete barrancas), dicen las antiguas tradiciones, que anduvieron mucho para llegar á Tulanzú, y no tenian fuego, sino que se estaban donde estaba el ídolo Tohil, que fué el idolo del pueblo que primero crió el .fuego, y no se sabe cómo lo crió, sino que ya relumbraba el fuego. Cuando lo vieron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, exclamaron: ¡ah, Señor, que no tenemos fuego de eso que se hizo, y moriremos de frio! Y entonces habló el ídolo y dijo: no os aflijáis, tenéis cosa propia, ese fuego que decis, se acabará y perderá. ¿Por ventura será así? dijeron por dicha: ¡ídolo, tú eres nuestro sustento y alimento, tú, ídolo! Y entonces le dieron gracias por lo que dijo, y dijo él: está bien, de verdad yo soy vuestro ídolo cuando amanezca, y seré vuestro Señor; esto les fue dicho á los Principales por el Tohil, y así se calentaban los pueblos y alegraban por el fuego.
Y luego empezó un grande aguacero, y estaba alumbrando el fuego de los pueblos, y cayó mucho granizo sobre todos, y entonces se apagó el fuego de ellos por el granizo, y no tuvieron ya fuego, y entonces pidieron otra vez su fuego Balam-quitzé y Balam-acab: ¡ah, ídolo! que nos acabamos de frio, le dijeron al Tohil; está bien, dijo él, no os aflijais, y luego sacó el fuego dando vueltas en su zapato, y luego se alegráron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y luego se calentaron. Y habiéndose apagado el fuego de los pueblos se morian de frio, y vinieron á pedir fuego á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y ya no podian sufrir el frio y la helada, sino que estaban temblando, dando diente con diente, y estaban como muertos, corcovados y tullidos sus pies y manos, y nada podían cojer con ellas cuando vinieron: No nos afrentamos con vosotros de pediros fuego, ¡dadnos un poco de vuestro fuego! dijeron cuando llegaron; y no se les respondió y entonces se enojaron los pueblos. Era otro el lenguage de Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y dijeron: ¿qué es esto, que estos han dejado nuestra lengua? ¿cómo se hizo esto? ¿nos hemos perdido, adonde fuimos engañados? Porque solo era una nuestra lengua, cuando venimos de Tulanzú, y uno nuestro origen y crianza, no es bueno esto que hemos hecho, dijeron todos los pueblos, debajo de los árboles y los mecates, y entonces se manifestó un hombre (demonio que les hablaba), delante de Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, y Yquibalam, y dijo el mensajero del infierno, y dijo: este es de verdad vuestro ídolo, y este es el que os sustenta, y este es el substituto y trueque, remembranza de vuestro criador y formador; no déis su fuego á los pueblos hasta que lo preguntéis á Tohil, y el os dirá si lo daréis ó no, dijo aquel del infierno, que tenia alas como murciélago, y dijo: yo soy mensajero de vuestro criador y formador, y se alegraron y se ensalzó su corazon del Tohil, Avilix y Hacavitz, cuando dijo aquello el mensajero; y luego desapareció de ante ellos. Y luego llegaron los pueblos sin detencion, y perecian de frio, y por el mucho granizo y de la garva continua no era tolerable el frío, y llegaron engarabatados y temblando de frío, todos los pueblos, cuando llegaron allí donde estaban Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y estaban apesadumbrados refregándose sus caras y sus bocas.
Y despues vinieron los ladrones á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y les dijeron: no tenéis piedad de nosotros que pedimos un poco de fuego, venimos de una misma casa, y venimos todos de una misma patria, y cuando fuisteis formados y criados, tened misericordia de nosotros; y dijeron: ¿qué os daremos para que hagamos misericordia con vosotros? y les dijeron; bien está, os daremos plata. Y dijeron los pueblos: no queremos plata, les dijeron á Balam-quitzé, á Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam. Pues lo que quereis lo pediremos. Está bien, dijeron los pueblos de Dildo (?) al Tohil; despues os avisaremos, les dijeron á los pueblos, y luego pidieron al Tohil, ¿qué les daremos á los pueblos, que vienen á pedir fuego? dijeron Balam-quitzé, Balam- acab, Mahucutah y Yquibalam. Está bien, dijo el Tohil, si quieren juntarse, si dan el costado y el tabaco, y si quieren los cojeré á mi cargo, y yo seré su Tohil, y si no quieren, no les daré su fuego, dijo el Tohil, y decidles que poco á poco y no ahora es menester darnos sus costados y tabacos, decidles esto á ellos, les fué dicho á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam; y luego dijeron lo que decia el Tohil. Está bien, dijeron ellos, se juntará, y lo obedeceremos, dijeron cuando respondieron á lo que decia el Tohil, y no se detuvieron, sino que dijeron: está bien, luego al punto se haga eso; y luego recibieron su fuego, y luego se calentaron. Y otra tribu ó parcialidad hurtó el fuego en el humo, estos eran los de la casa de murciélagos, y su ídolo se llamaba Chamalcan, de los Cachiqueles, y era semejanza de un murciélago cuando pasó por el humo, y pasando suavemente, vino á tomar fuego, y no lo pidieron el fuego los Cachiqueles, y no se quisieron dar por vencidos, y solamente se vencieron los pueblos que dieron su costado y el tabaco para abrirlo, y esto era lo que habia dicho el ídolo cuando se sacrificó todo el pueblo ante él; y cuando se les fué arrancado el corazon por el costado y el tabaco, y no se habia empezado á hacer, cuando se les habló en este símbolo por el Tohil, y la muerte en la majestad, por el Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam. Y de allá vino de Tulanzú esto de no comer, sino de ayunar siempre, y solo estar aguardando que amaneciese, y ver la cara del sol, y se mudaban para estar mirando aquella grande estrella que se llamaba lucero, y este es él que viene delante cuando sale el sol, hermoso lucero que estaba siempre allá al Oriente cuando estuvieron allá en Tulanzú, que este era nombre de adonde vino el ídolo, y no fué aquí adonde tomaron la grandeza de su Reino, sino que allá fueron sojuzgados todos los pueblos chicos y grandes, cuando sacrificaron ante el Tohil, y dieron su sangre de su costado y tabaco todos los hombres, y en un instante de allá vino su grandeza y gran saber que tenían en la obscuridad de la noche, cuando lo hicieron todo esto, y vinieron y se arrancaron de allá, y dejaron el Oriente. Y no es aquí nuestra patria, dijo el Tohil, ¡vamos á ver donde nos hemos de plantar! porque de verdad hablaba el Tohil áBalam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam: éa, dad gracias antes, y horadáos las extremidades de las orejas y atravesadlas y los codos, y este será vuestro agradecimiento ante el ídolo. Está bien, dijeron ellos, y entonces horadaron sus orejas, y lo pusieron en su canto de la venida de Tulanzú, y lloró su corazon cuando vinieron y dejaron á Tulanzu ¡Que aquí no veremos el nacer del sol, aclarador de la faz de la tierra! dijeron cuando vinieron, y dejaron en el camino, y gente ciertamente quedó durmiendo en cada uno de los pueblos, se levantaron que estaban continuamente mirando la estrella, señal del sol, y esta era la señal que pensaban era de amanecer cuando vinieron del Oriente, y unas eran sus caras cuando pasaron de allá, y habia gran distancia, nos es dicho ahora.
Y llegando á un cerro, allí se juntaron todos los Quichées con los pueblos, y allí se juntaron á consejo todos, y luego se avisaron unos á otros; y se llama ahora el cerro del mandato ó aviso, y juntos allí se engrandeciéron y alabaron: yo soy, yo soy el Quiché, y tú, Tú-tanub; así será tú nombre, le fué dicho á los de Tanub; y les dijeron á los de Ylocab: tú te llamarás Ylocab, y no se perderán estos tres Quichées, sino que seremos una misma cosa, y de un mismo sentir: esto dijeron cuando se pusieron los nombres.
Y entonces fueron llamados Cacchiqueles, los Cacchiqueles y los Rabinaleros, este fué el nombre que les dieron, y hasta ahora persevera. Y á los de Quiquinaha, tambien ahora se les dió el nombre entre ellos mismos, y allí se juntaron á aguardar que amaneciese, y veian el salir del lucero que este es él que viene primero ante el sol, cuando naciese. De allá venimos, sino que nos repartimos entre sí, y por esto estaban con gran pena, y padecían gran dolor, porque no tenian comida ni sustento, sino que las raizes de varas dulces olian, y les parecia que comian, y no comian cuando vinieron, y no está clara su parada sobre el mar, por dondo pasaron, sino que así como si no hubiera mar pasaron acá, sobre piedras pasaron para acá, y estaban las piedras sobresalientes en ringlera en la arena cuando pasaron; y así se llaman piedras en ringlera, y arrancada arena en aquel camino por donde pasaron en el mar, que dividiéndose pasaron para acá. Y estaban muy aflijidos por falta de comida y solo un trago de bebida bebian, y un maiz, y se estaban sobre el cerro del mandato ó aviso, y llevaban al Tohil, Avilix y Hacavitz, y continuamente ayunaban el Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam con sus mugeres, Caha-paluma, su nombre de la muger de Balam-quitzé, y así mismo Balam-acab con su muger llamada Chomiha, y tambien Mahucutah con su muger Tzununiha, y Yquibalam con su muger Caquixaha, y estos eran ayunadores en la obscuridad y la noche, y tenian gran tristeza cuando estaban sobre el monte que se llamaba del mandato ó precepto, y ahora les dijo el ídolo:
Y entonces dijeron el Tohil con Avilix y Hacabitz á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam: ¡vámonos, y levantémonos de aquí! no hemos de estar aquí, ponednos en parte escondida y oculta, ya se acercó el amanecer, ¿por ventura no será desgracia vuestra, si somos apresados y cautivos por los enemigos en este edificio donde ahora nos teneis vosotros, los respetados? y ponednos desparcidos; esto dijo cuando habló. Está bien, dijeron ellos, seremos arrancados de aquí, y buscaremos montes, dijeron todos; y luego tomaron cargados sus ídolos y cada uno de ellos llevó al Avilix á una barranca que se llama barranca del escondidijo por nosotros, en una gran barranca en la montaña que ahora se llama en Avilix, y allí se quedó, y quedó en la barranca por Balam-acab, y en ringlera los dejaron. El primero que quedó fué Hacavitz sobre un rio grande llamado agua colorada, y se llama el cerro Hacabitz ahora, y allí fué su habitacion, y allí estuvo el ídolo Hacabitz, que así era su nombre, y así mismo se quedó Mahucutah con su ídolo, que era el segundo que se escondió por ellos. No en la montaña estuvo Hacabitz, sino que en un cerro patente y raso se escondió el Hacabitz; y entonces vino el Balam-quitzé, y llegó allí á una gran montaña á ocultar al Tohil que lo escondió Balam-quitzé, y ahora se llama Patohil aquella montaña, y celebraron la escondidura en la barranca, guarda del Tohil, y muchas culebras y muchos tigres, víboras y canties están allí en la barranca y la montaña adonde se escondieron por aquellos Señores y Principales, estuvieron junto en uno en Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam. Y juntos aguardaron á que amaneciese sobre el cerro llamado Hacabitz, y habia poca distancia de adonde estaban los ídolos Tanub y Ylocab, que se llamaba Amactan allí donde estuvo el ídolo del Tanub, y allí les amaneció á los pueblos, y allí se amaneció á los de Ylocab, adonde estaba su ídolo de los de Ylocab, habiendo poca distancia de una parte á otra, y allí estaban todos los Rabinaleros, los Cacchiqueles, los de Quiquinaha, todos los pueblos chicos y grandes, y en uno se pararon por aguardar el amanecer y la salida del lucero que sale primero ante el sol cuando amanece, y en uno estuvieron juntos Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y estaban en vela sin dormir, y era grande su llanto de su corazon por que amaneciese y aclarase, y así mismo allá tuvieron vergüenza, y les vino gran tristeza y lamento, y estaban desechos de dolor. Y allí se estaban y decian: ¡hay de nosotros! amargamente hemos venido; ¡hay, que habiendo venido á ver el amanecer no amanece! ¿Qué hemos de hacer, que todos están de una misma suerte? ¡eran unas mismas nuestras caras en nuestra patria, y hemos sido desamparados! Esto decían, hablando unos con otros en aquella tristeza y lamento y llanto, y dijeron: no se sociega nuestro corazon sobre el amanecer del sol, y ahora están nuestros ídolos metidos en las barrancas y en los montes en la yerba, y en el paste están, y no en buenos asientos de tablas los pusieron, decian. Y aquel Tohil, Avilix y Hacavitz, son cosa grande, y son de gran poder sobre todos los ídolos de los pueblos, son grandes y muchos son sus prodigios y milagros en los viajes, mojadas y frios; y espanta su ser en los corazones de los pueblos. Y estaba sosegado y quieto el pensamiento con Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y no parecen y están desesperados para el ídolo, que cargaron cuando vinieron de Tulanzú, de allá del Oriente, y ahora están en la montaña que se llama ahora y es dicha: amanecimiento en Tohil, en Avilix y en Hacavitz. Y ahora diremos cuando fueron sembrados y aclarados nuestros abuelos y padres y cuando aclaró y se vió la cara al sol, á la luna y á las estrellas.
Y este fué el esclarecer y manifestarse el sol, la luna y las estrellas.
Y grandemente se alegráron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, cuando se vió el lucero que salió primero brillando, y salió primero ante el sol, y luego desataron el copal ó incienso que habian traido de allá del Oriente; despues ha de servir, dijeron en su corazon, y entonces desataron los tres dones que habian pensado en sus corazones. Y el incienso que traía Balam-quitzé se llamaba Mixtampon, y el segundo que traía Balam-acab, se llamaba Caviztampon, y el que traía Mahucutah se llamaba Cahavilpon, y aquellos tres tenian solo incienso, y esto quemaron cuando se fueron bailando hácia el Oriente, y de dulzura lloraban, y cuando bailaron quemaron su copal, el amado y precioso incienso, y lloraron porque no vieron ni pareció el sol. Y luego cuando salió el sol se alegraron todos los animales chicos y grandes y todos se salieron de los caminos del agua y de las barrancas, y se pusieron en las puntas de los cerros, y todos se encararon hácia el sol naciente. Y luego todos cantaron y gritaron, el leon y el tigre; y el primero que cantó fué el pájaro que se llama Queletza, y de verdad se alegraron todos los animales; y tendieron sus alas, el águila y el zope blanco, y todos los pájaros chicos y grandes. Y estaban de rodillas los Señores y sus vasallos, los de Tanub é Ylocab, con los de Rabinal y Cacchiqueles, los de Quiquinaha y Tulhalha, Vchabaha, Quibaha, Ahbatena, y los de Yaqui-tepeu y cuantos pueblos habia y hay ahora, que no son contables los nombres, y juntamente á todos les amaneció. Y luego se secó la tierra por el sol, y era así como un hombre el sol, cuando se manifestó y ardía, y este secó toda la faz de la tierra; y antes que el sol naciera, toda estaba mojada y cenagoza. Y así como un hombre subió el sol, y no era fuerte su calor sino que solo se manifestaba cuando nació, y solo quedó su espejo, porque no es ciertamente este el sol, que alumbra ahora, dicen las tradiciones. Y luego se hicieron piedra los ídolos Tohil, Avilix y Hacabitz, y tambien los ídolos del leon, del tigre, de la víbora, del cantí y del duende, y solo se agarraron de los palos cuando salió el sol, luna y estrellas: por todas partes se convertieron en piedras todos: ¡Quizas no estuviéramos en pié nosotros por los animales voraces y mordedores, el leon, tigre, víbora, cantí y duendes! ¡y no se hicieron piedra quizas los primeros animales por el sol! Y cuando salió, se alegraron mucho en su corazon Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam; se alegraron cuando amaneció, y no eran grandes los hombres entonces, sino que eran pequeños cuando estuvieron sobre los cerros de Hacabitz, adonde les amaneció, y allí quemaron el copal y bailaron hacia el Oriente de adonde vinieron, y allá es su patria, de allá vinieron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y estos eran sus nombres, y allí crecieron y multiplicaron sobre el cerro, y este fué su pueblo, y allí estaban cuando salió el sol, la luna y las estrellas, y amaneció y se aclaró toda la faz de la tierra y del mundo. Y allí empezó su canto que se llama Camucú, que cantaron en el llanto de su corazon; lo dijeron en su canto: ¡hay que nos perdimos en Tulanzú, nos desparcimos! ¡y se quedaron allá nuestros parientes y hermanos! ¿á qué ya vimos al sol, y qué ya nos amaneció? dijeron á sus compañeros los de Yaqui. Y así mismo es Tohil su ídolo de los de Yaqui que se llaman: Yolcuat y Quitzalcuat. Y nos dividimos allá en Tulanzú, y esta fué nuestra salida juntos para acá, y este es nuestro ser cabales, dijeron entre sí cuando se acordaron de sus parientes de allá, los de Yaqui, los que les amaneció
allá en Méjico que así se llama ahora. Y tambien parte de la gente se quedó allá en el Oriente, que se llaman Tepeu-Oliman, y se quedaron allá, dijeron, y fué grande el dolor y pena allí de sus corazones sobre el Hacabitz, y así mismo hacen aquello del Tanub é Ylocab, y así mismo están allí en la montaña otro pueblo que se llama Dan. Y allí amaneció á los vasallos del Tanub con su ídolo que así mismo era Tohil, que uno era el nombre del ídolo de las tres tribus ó calpules del Quiché, y así mismo es el nombre del ídolo de los de Rabinal; sino es que un poco se diferencia el nombre, porque se llama Toh, y así casi es una misma lengua la nuestra con los de Rabinal; y así mismo es diferente la lengua de los Cacchiqueles, porque era diferente el nombre de su ídolo, cuando vinieron de Tulanzú, y se llama Tzotziha-Chimalcan, es el nombre de su ídolo, y así es diferente su lengua ahora. Así como su ídolo, tomaron su nombre de su patria y de su parcialidad, y se llaman Ahpozotzil-Ahpoxa. Y así mismo el ídolo se le trocó su idioma, cuando se les dió su ídolo allá en Tulanzú detras de la piedra, se les trocó su lenguaje, cuando vinieron de Tulanzú en la obscuridad, y juntamente fueron plantados, y les amaneció á todos los pueblos, y en órden fueron los nombres de los ídolos, en cada una de las tribus. Y ahora diremos la detencion y tardanza sobre el cerro adonde estuvieron juntos en uno todos cuatro: Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y lloraban sus corazones sobre el Tohil, Avilix y Hacabítz, que estaban en los équis ó yerbas y en el paste por ellos.
Y este fué el principio y determinacion de haber puesto allí al Tohil, y entonces fueron ante el Tohil y el Avilix, que se iban á ver y á saludar y á darle tambien gracias porque les habia amanecido, y los hallaron toda horadada la piedra (5) en la montaña y solo milagrosamente habló. Y llegando aquellos grandes ante el Tohil, no llevaban donde provecho, sino solo resina y rachac-noh (que es tambien resina) y pericon, y esto quemaron ante el Tohil, su ídolo. Y entonces habló el Tohil, y solo milagrosamente habló dándoles direccion; y dijeron: aquí será nuestra patria, nosotros somos suyos, y así es grande nuestra dicha y grandeza por todos los pueblos suyos con todos los pueblos, y nosotros vuestros compañeros en el camino. Cuidad de vuestro pueblo, y tambien nosotros los enseñaremos, no nos afrenteis ante el pueblo, cuando nos encolerizaremos por aquellas sus palabras, y del estilo de sus bocas; y así no permitad que seamos cogidos en redes, y que solo dadnos la paja y el sacate despreciado, y solamente vendrán á darnos el venado hembra, y las hembras de los pájaros; y un poco de su sangre para nosotros; ¡pobres de nosotros! que será dejada la lana del venado; guardad aquella vista de los ojos de los engaños que les harán, y este será su venado, y estos serán nuestros substitutos ante el pueblo. Y entonces os dirán: ¿adónde está el Tohil? entonces mostradles el venado, y no os manifesteis á vosotros mismos, que hay otra cosa que se haga, porque es mucho vuestro ser, y que trabajen los pueblos todos, y traerán su sangre ante nosotros, y abrazadlo que es de ellos, dijo el Tohil, Avilix y Hacabitz, y se asemejaban á mancebos, cuando salieron y cuando llevaban la ofrenda ante ellos. Y entonces empezó á ser buscados los pollos de los pájaros y de los venados; y eran armadas trampas por los Principales, y en hallándolos los pollos y venados tiernos y las hembras, iban á poner la sangre en la boca de la piedra de Tohil y Avilix, y cuando le traian la sangre al ídolo, luego hablaba la piedra, cuando llegaban aquellos Señores que le llevaban la ofrenda. Y así mismo hacian ante los venados que quemaban resina, pericon y holomocox, (que es una yerba), y los venados cada uno en su cerro, porque los perseguían y no habitaban en sus moradas de dia, sino que se andaban por los montes, y solo comían los hijos de los tábanos y abispas y los panales buscaban, y no tenían buena comida ni bebida. Y entonces no se supo de sus habitaciones, y no se sabe adonde andan sus mugeres ó hembras, y luego muchos pueblos se fueron fundando, y se iban juntando cada una de las tribus, y se iban poniendo cerca de los caminos y estaban patente sus caminos; y Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam no se sabia adonde andaban, y cuando veian los pueblos que pasaban por el camino, y se entraban por las puntas de los cerros, solo gritaban lobos, gatos de monte, leones, tigres y remedaban sus gritos. Y viendo esto los pueblos, que se andaban cruzando continuamente, y que solo gritaban como lobos, como gatos de monte, como leones y tigres, dijeron: deben de pensar que no son hombres los de los pueblos, y deben de querer engañarnos haciendo esto: algo quieren, y no tienen vergüenza de hacer esto que quieren con el aullido de leon y de tigre, que están haciendo cuando ven la gente, y viendo uno ó dos, los quieren destruir de nosotros. Y todos los dias venian con sus mugeres á sus habitaciones y solo traian hijos de tábanos y abispas, y panales, y les daban á sus mugeres todos los dias. Y entonces se fueron ante el Tohil, Avilixy y Hacabitz, y dijeron en sus corazones: solo les damos al Tohil, Avilix y Hacabitz la sangre de los venados y de las aves, y solo nos horadamos las orejas y los codos; pidamos que nos dé fuerzas y fortaleza al Tohil, Avilix y Hacabitz, ¿qué queria ser esto de las muertes del pueblo, que de uno en uno nos van matando? dijeron entre sí, cuando fueron ante el Tohil, Avilix y Hacabitz, cuando se horadaron las orejas y los codos ante el ídolo, y se embarraron su sangre, y la pusieron en la boca de la piedra, y ciertamente, no eran piedras, sino que como niños estaban cuando llegaron. Y se alegraron de aquella sangre los Principales; y entonces hubo señal de sus obras: ganadles las colas, y así os libraréis, que de allá vino de Tulanzú cuando nos cargasteis, les fué dicho. Y entonces les fué dado el cuero que se llama Pazilizib, y la sangre que se untan, y fué sangre de sus espaldas que les dió el Tohil, Avilix y Hacabitz.

dall'opera di Brasseur

TROISIÈME PARTIE.

CHAPITRE PREMIER.


Or voici quand on commenca à penser à l'homme et à chercher ce qui devait entrer dans la chair de l'homme (1 ). Alors parlèrent Celui qui engendre et Celui qui donne létre, le Créateur et le Formateur, nommés Tepeu, Gucumatz :
Déjà l’aurore est proche ; l'œuvre est achevée, voilà qu'est ennobli le soutien, le nourricier (de l'autel), le fils de la lumière, le fils de la civilisation ; voilà qu'est honoré l'homme, l'humanité à la face de la terre, dirent-ils.
On vint, on s'assembla en grand nombre ; ils unirent leurs sages conseils dans les ténèbres, dans la nuit : alors ils cherchèrent, et s'étant secoué la tête, ils se consultèrent ici, pensant (à ce qu'ils feraient).
De cette manière sortirent les sages décisions de ces hommes éclairés : ils rencontrèrent et on leur fit voir ce qui entrait dans la chair de l'homme. Or peu s'en fallait encore que le soleil, la june et les étoiles se manifestassent au-dessus d'eux, du Créateur et du Formateur.
En Paxil et en Cayala, ainsi qu'on nomme (ce lieu), vinrent les épis de maïs jaune et les épis de maïs blanc (2).
Or voici les noms des barbares (3) qui allèrent chercher l'alimentation : le Renard, le Chacal, la Perruche et le Corbeau, quatre barbares qui leur apprirent la nouvelle des épis de maïs jaune et des épis de maïs blanc qui venaient en Paxil et qui leur montrèrent le chemin de Paxil.
C'est là qu'ils obtinrent enfin les aliments qui entrèrent dans la chair de l'homme fait, de l'homme formé ; c'est cela (qui fut) son sang, qui devint le sang de l'homme, ce maïs qui entra en lui par les soins de Celui qui engendre et de Celui qui donne l'être.
Ainsi ils se réjouirent d'être enfin arrivés à ce pays excellent, si plein de choses savoureuses, où abondaient le maïs jaune et le maïs blanc, où abondait également le
pek, le cacao, où l’on ne pouvait compter les sapotiers, les anones, les jocotes, les nances, les ahaches (4), le miel ; tout était rempli enfin des meilleurs aliments dans cette ville (5) de Paxil, de Cayala (car tel était) son nom.
Il y avait des aliments de toute sorte, aliments petits et grands ; plantes petites et grandes, dont le chemin leur avait été montré par les barbares. Alors on commenca à moudre le maïs jaune, le maïs blanc, et Xmucané en composa neuf boissons, et cette nourriture entrant (dans le corps), fit naître la force et la vigueur, et donna de la chair et des muscles à l'homme. C'est là ce que firent Celui qui engendre et Celui qui donne l'être, Tepcuh, Gucumatz, ainsi qu'ils sont appelés.
Aussitôt ils commencèrent a parler de faire et de former notre première mère et notre premier père ; seulement du mais jaune et du maïs blanc (entrèrent dans) leur chair cl furent la seule alimentation des jambes et des bras de l'homme ; et ceux-ci furent nos premiers pères, les quatre hommes qui furent formés et en qui cet aliment était entré (pour faire) leur chair.

CHAPITRE DEUXIÈME.


Les voici les noms des premiers hommes qui furent créés et.formés : celui-ci est le premier homme,
Balam- Quitzé ; le second est Balam-Agab ; le troisième est ensuite Mahucutah et le quatrième Iqi-Balam, et ceux- ci sont leurs noms de nos premières mères et pères (6).
On les appela simplement des êtres façonnés et formés ; ils n'eurent ni mère, ni père, et nous les nommons simplement des hommes. La femme ne leur donna pas le jour, et ils ne furent pas non plus engendrés par l'Edificateur et le Formateur, par Celui qui engendre et par Celui qui donne l'être.
Mais ce fut un prodige, un véritable enchantement que leur création et leur façon, (opérée) par le Créateur et le Formateur, par Celui qui engendre et par Celui qui donne l'être, Tepeu et Gucumatz : en apparaissant comme des hommes, hommes donc ils furent ; ils parlèrent et ils raisonnèrent, ils virent et ils entendirent, ils marchèrent, ils palpèrent ; hommes parfaits et beaux, et dont la figure était une figure d'homme.
La pensée fut et exista (en eux), ils virent : et aussitôt leur regard s'éleva : leur vue embrassa tout ; ils connurent le monde entier, el quand ils le contemplaient, leur vue se tournait en un instant de la voûte du ciel à regarder de nouveau la surface de la terre.
Les choses les plus cachées, ils les voyaient toutes à volonté, sans avoir besoin de se mouvoir auparavant ; et lorsqu'ensuite ils jetaient la vue sur ce monde, ils voyaient de même tout ce qu'il renferme.
Grande fut leur sagesse ; leur génie s'étendit sur les bois, sur les rochers, sur les lacs et les mers, sur les montagnes et sur les vallées (7) : hommes véritablement dignes d'admiration (étaient ainsi) Balam-Quitzé, Balam- Agab, Mahucutah et Iqi-Balam. Alors ils furent interrogés par l'Edificateur et le Formateur : Qu'est-ce donc que vous pensez de votre être? Ne voyez-vous point, n'entendez-vous point, votre langage n'est-il pas bon, ainsi que votre marche ? Regardez donc et voyez sous le ciel si les montagnes et les plaines se manifestent ; essayez de les voir maintenant, leur fut-il dit..
Après cela, ils virent l'ensemble de tout ce qu'il y a sous le ciel : puis ils rendirent grâce au Créateur et au Formateur, (disant) : Véritablement nous (vous) rendons toute sorte d'actions de grâces (8) ! Nous avons reçu l'existence, nous avons reçu une bouche, un visage, nous parlons, nous entendons, nous pensons, nous marchons : nous sentons et nous connaissons également bien ce qui est loin et ce qui est rapproché.
Nous voyons toutes les choses grandes et petites dans le ciel et sur la terre. Grâce donc à vous ; nous avons été créés, ô Edificateur, ô Formateur ! nous sommes, ô notre aïeule, ô notre aïeul, dirent-ils, en rendant grâce de leur existence et de leur formation.
Et ils achevèrent de mesurer et de voir tout ce qui existe aux quatre coins et aux quatre angles dans le ciel et sur la terre.
Mais l'Edificateur et le Formateur n'entendirent pas ces choses avec plaisir : Ce n'est pas bien ce que disent nos créatures, Elles savent toutes les choses grandes et petites, dirent-ils (9).
C'est pourquoi on prit de nouvcau le conseil de Celui qui engendre ; de Celui qui donne l'être. Comment ferons-nous avec eux maintenant? Seulementque leurvue se raccourcisse et (qu'ils se contentent) de regarder seulement un peu la surface de la terre, (dirent-ils).
Ce n'est pas bien ce qu'ils disent. Leur nature ne serait-elle donc pas celle seulement de simples créatures (10)? Mais ils seront autant de dieux, s'ils ne procréent suffisamment et ne se développent au temps de faire les semailles, quand se fera le jour, et s'ils ne se multiplient. Ainsi soit-il.
Seulement troublons un peu (notre œuvre), afin qu'il leur manque (quelque chose) : ce n'est pas bon ce que nous voyons. Voudraient-ils par hasard s'égaler à nous qui les avons faits, à nous dont la sagesse s'étend au loin et connait tout ?
Était-il dit par le Cœur du Ciel, Hurakan, le Sillonnement de l'Éclair, la Foudre qui frappe, Tepeu, Gucumatz, Celui qui engendre et Celui qui donne l'être, Xpiyacoc, Xmucané, l'Edificateur et le Formateur ; c'est ainsi qu'ils parlèrent, en travaillant de nouveau à la nature de leur créature et de leur formation.
Alors un nuage leur fut soufflé sur la prunelle des yeux par le Cœur du ciel, et elle se voila comme la face d'un miroir qui se couvre de vapeur : le globe de leurs yeux se trouva ainsi obscurci ; ils ne virent plus que ce qui était rapproché, et cela seulement demeura clair pour eux.
Ainsi fut détruite leur sagesse ainsi que toute la science des quatre hommes, son principe et son commencement. Ainsi furent formés et créés nos premiers aïeux et pères par le Cœur du ciel, le Cœur de la terre (11).
Alors existèrent aussi leurs épouses, et leurs femmes furent faites : Dieu se consulta également ; ainsi donc, durant leur sommeil, ils reçurent véritablement de fort belles femmes ; et elles se trouvèrent avec Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam.
Leurs femmes se trouvèrent là, lorsqu'ils se réveillèrent ; aussitôt leurs cœurs se remplirent d'allégresse à cause de leurs épouses.

CHAPITRE TROISIÈME.


Or, les noms de leurs femmes les voici :
Caha-Paluna, nom de la femme de Balam-Quitzé ; Chomiha, nom de la femme de Balam-Agab ; Tzununiha, nom de la femme de Mahuculah, et Cakixaha, nom de la femme d'Iqi-Balam (12). Ceux-ci sont les noms de leurs épouses et elles, furent princesses.
Ceux-ci engendrèrent les hommes, les tribus petites et grandes : et ceux-ci furent notre souche à nous autres, à nous la nation
quichée (13) : en grand nombre existèrent en même temps les sacrificateurs (14) ; ils ne furent pas seulement quatre, mais quatre seulement furent nos mères à nous, la nation quichée (15).
Distincts sont les noms de chacun de ceux qui se sont propagés là-bas dans l'Orient (16), et leurs noms sont devenus ceux des nations de
Tepeu, d'Oloman, de Cohah, de Quenech, d’Ahau, ainsi que ces hommes étaient appelés là-bas, dans l'Orient, où ils se multiplièrent (17).
On connaît également l'origine de ceux de
Tamub (18) et de ceux d'Ilocab, qui vinrent ensemble des contrées de l'Orient.
Balam Quitzé est l'aïeul et le père des neuf grandes maisons des
Cavek ; Balam-Agab l'aïeul et le père des neuf grandes maisons des Nimhaib ; Mahucutah l'aïeul et le père des quatre grandes maisons d’Ahau-Quiché.
Ils existaient en trois divisions de familles sans qu'elles eussent oublié le nom de leur aïeul et de leur père, qui se propagea et se développa dans l’Orient.
Ainsi également vinrent Tamub et Ilocab, avec treize fractions de tribu : les Treize de
Tecpan (19) ; puis ceux de Rabinal, les Cakchiquels, ceux de Tziquinaha ; puis ensuite ceux de Zacaha ; puis après ceux de Lamak, de Cumatz, de Tuhalha, d'Uchabaha ; ceux de Chumilaha ; puis ceux de Quibaha ; ceux de Batenab, d’Acul-Vinak, de Balamiha, de Canchahel et de Balam-Colob (20).
Et celles-ci sont seulement les tribus principales, les bras des tribus, comme nous leur disons, n'ayant référé que les principales. Il y en a encore beaucoup d'autres qui sont sorties de la banlieue de chaque quartier de ville ; nous n'avons pas écrit leurs noms, mais seulement qu'elles se propagèrent dans les contrées où le soleil se lève.
Un grand nombre d'hommes furent faits, et ce fut durant l'obscurité qu'ils se multiplièrent : la civilisation n'existait pas encore, quand ils se multiplièrent ; mais ils vivaient tous ensemble, et grande était leur existence et leur renommée là dans les contrées de l’Orient.
Alors ils ne servaient pas encore et ne soutenaient point (les autels des dieux) ; seulement ils tournaient leurs visages vers le ciel, et ils ne savaient ce qu'ils étaient venus faire si loin.
Là alors vivaient dans la joie les hommes noirs et les hommes blancs : doux (était) l'aspect de ces gens, doux le langage de ces peuples, et ils étaient fort intelligents(21).
Il y a des générations sous le ciel et il y a des pays et des gens dont on ne voit pas le visage ; ils n'ont point de maisons, et ils parcourent comme des insensés les montagnes petites et grandes, dirent-ils, en insultant le pays de ces gens-là (22).
Ainsi parlaient ceux de là-bas qui voyaient lever le soleil. Or, tous n'avaient qu'une seule langue : ils n'invoquaient encore ni le bois ni la pierre ; et ils ne se souvenaient que de la parole du Créateur et du Formateur, du Cœur du ciel et du Cœur de la terre.
Et ils parlaient en méditant sur ce qui cachait le lever du jour : et remplis de là parole sacrée, remplis d'amour, d'obéissance et de crainte, ils faisaient leurs demandes ; puis, levant leurs yeux au ciel, ils demandaient des filles et des fils.
Salut ! ô Créateur, ô Formateur ! toi qui nous vois et nous entends ! ne nous abandonne, ne nous délaisse point ! ô Dieu, qui es au ciel et sur la terre, ô Cœur du ciel, ô Cœur de la terre ! donne-nous notre descendance et notre postérité tant que marcheront le soleil et l'aurore (23) ; que les semailles se fassent ainsi que la lumière. Donne-nous de marcher toujours dans des chemins ouverts et des sentiers sans embûches ; que nous soyons toujours tranquilles et en paix avec les nôtres ; que nous coulions une vie heureuse ; donne-nous donc une vie, une existence à l'abri de tout reproche (24), ô Hurakan, ô Sillonnement de l'Eclair, ô Foudre qui frappe, ô Chipi-Nanauac, Raxa-Nanauac, Voc, Hunahpu(25), Tepeu,Gucumatz ; ô toi qui engendres et qui donnes l'être, Xpiyacoc, Xmucané, Grand'Mère du Soleil, Aïeule de la lumière, fais que les semailles aient lieu et que se fasse la lumière !
C'est ainsi qu'ils parlaient, tandis qu'ils étaient dans le repos, invoquant le retour de la lumière, et dans l'attente du lever du soleil, ils contemplaient l’étoile du matin, ce grand astre précurseur du soleil, qui illumine la voûte du ciel et la surface de la terre, partout où se meuvent les créatures humaines (26).

CHAPITRE QUATRIÈME


Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah, el Iqi-Balam dirent : Attendons encore le lever du soleil. Ainsi parlèrent ces grands sages, ces hommes instruits dans les sciences, ces hommes remplis de respect et d'obéissance, ainsi qu'on les appelait.
El encore il n'y avait ni bois, ni pierre (sculptées) que gardassent nos premiers mères et pères : mais seulement leurs cœurs s'y lassaient d'attendre le soleil, toutes les tribus étant déjà fort nombreuses, ainsi que la nation des
Yaqui (27), les sacrificateurs :
Parlons donc, allons chercher, allons voir enfin s'il y a (quelque chose) pour garder nos symboles (28) ; tâchons de trouver ce que nous devons allumer devant. Car tant que nous sommes, nous n'avons personne qui veille sur nous. Ainsi parlèrent Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam.
Or, une seule ville entendit leur discours et ils partirent.
Or, voici le nom des lieux où s'en allèrent Balam-Quitzé, Balam-Agab, Machucutah et Iqi-Balam, avecTamub et Ilocab,
Tulan-Zuiva, les Sept-Grottes Sept-Ravins, tel est le nom de la ville où ils allèrent recevoir des dieux (29).
Et ils arrivèrent là tous à Tulan : on ne pouvait compter le nombre des gens qui arrivaient et qui tous entraient en marchant en bon ordre.
On leur remit leurs dieux, et les premiers furent ceux de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah et d'Iqi-Balam ; ils étaient remplis d'allégresse : Voici que nous avons enfin trouvé (l'objet de nos recherches) ! dirent-ils.
Voici donc le premier qui sortit, Tohil, (et c'est) le nom du dieu (30) ; ils suspendirent son arche (31), qui fut portée par Balam-Quitzé. Ensuite sortit Avilix, nom du dieu que descendit Balam-Agab ; Hacavitz est après cela le nom du dieu que reçut Mahucutah, etNicahtagah le nom du dieu que reçut Iqi-Balam (32).
Et de même que la nation Quichée, reçurent aussi (leurs dieux) ceux de Tamub : et Tohil est également le nom de Tamub, que prit l'aïeul et père des princes de Tamub, que nous connaissons encore aujourd'hui.
La troisième (tribu) enfin est Ilocab ; Tohil aussi est le nom de son dieu, que reçurent ses aïeux et ses pères, et ses princes aussi nous les connaissons aujourd'hui (33).
Tel est le nom des trois (familles) quichées : elles ne se séparèrent point ; car un était le nom de leur dieu, Tohil (celui) du Quiche, Tohil de Tamub et d'Ilocab, le dieu n'ayant qu'un seul nom, et elles ne se séparèrent point ces trois (familles) quichées.
Dé cès trois, véritablement très-grande (était) leur nature, de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz.
Alors également arrivèrent toutes les tribus, les
Rabinaliens, les Cakchiquels et ceux de Tziquinaha, avec la nation de Yaqui, ainsi qu'on les appelle aujourd'hui.
Or, c'est là que s'altéra la langue des tribus ; là se fit la diversité de leurs langues : elles ne s'entendirent plus bien clairement entre elles, lorsqu'elles vinrent à Tulan. Or c'est là qu'elles se divisèrent ; il y en eut qui allèrent à l'Orient et beaucoup par ici.
Et la peau des bêtes était leur unique vêtement : ils n'avaient pas cette abondance de bonnes toiles dont ils pussent se vêtir, la peau des bêtes étant leur seul ornement. Ils étaient pauvres, n'avaient rien en leur possession, seulement ils étaient des hommes prodigieux par leur nature.
Lorsqu'ils arrivèrent là en Tulan-Zuiva, aux Sept-Grottes, Sept-Ravines, est-il dit dans les antiques histoires, longue avait été leur marche pour arriver en Tulan.

CHAPITRE CINQUIÈME.


Or, il n'y avait point de feu ; seulement étaient là ceux de Tohil, et celui-ci est le dieu de la nation, le premier il créa le feu : on ne sait pas au juste comment il se produisit, car leur feu brillait déjà, quand l'aperçurent Balam-Quitzé etBalam-Agab.
Hélas ! nous n'avons plus de ce feu qui s'était fait. Nous allons mourir de froid, répétèrent-ils. - Alors Tohil répondit : Ne vous affligez point. C'est à vous (qu'il appartiendra de garder ou) de détruire ce feu dont vous parlez, leur répliqua-t-il.
Vraiment, en serait-il ainsi, ô Dieu ! ô toi qui est notre soutien et notre nourricier ; toi, notre Dieu ! lui dirent-ils, en lui dlïrant des présents.
Tohil parla : C'est bien ! véritablement, c'est moi qui suis votre Dieu ; ainsi soit-il ! c'est moi qui suis votre Seigneur ; ainsi soit-il ! fut-il dit par Tohil aux sacrificateurs. Et ainsi se réchauffèrent les tribus, et elles se réjouirent à cause de leur feu.
Mais ensuite commenca une grande averse, qui éteignit le feu des tribus, et beaucoup de grêle tomba sur la tête de toutes les tribus, et leur feu s'éteignit alors à cause de la grêle, il n'y eut plus de ce feu qui s'était fait (34 ).
Alors Balam-Quitzé et Balam-Agab demandèrent encore une fois leur feu : 0 Tohil ! en vérité, nous mourons de froid, dirent-ils à Tohil ! - C'est bon, ne vous affligez point, répliqua Tohil. Et aussitôt il fil jaillir le feu eu battant sur son soulier (35).
Ensuite Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam se réjouirent, après quoi ils se réchauffèrent. Voilà donc que le feu des tribus s'était éteint aussi, et elles se mouraient de froid : alors elles vinrent demander du feu à Balam-Quitzé, à Balain-Agab, à Mahucutahet à Iqi-Balam.
Et elles n'en pouvaient plus à cause du froid et de la gelée, tremblant (qu'ils étaient tous) et claquant des dents l'une contre l'autre, n'ayant plus de vie en eux, les pieds et les mains engourdis, au point qu'ils ne pouvaient plus rien tenir lorsqu'ils arrivèrent.
Ne nous faites point d'affront maintenant que (nous sommes) avec vous pour vous demander de nous donner un peu de votre feu, dirent-ils en arrivant. Mais on ne les reçut pas bien, et alors le cœur des tribus se remplit de tristesse (36).
Or, le langage de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah et d'Iqi-Balam était déjà différent : Hélas, donc ! nous avons délaissé notre langue ! Comment donc avons-nous fait, nous sommes ruinés? D'où vient donc que nous avons été induits en erreur? Nous n'avions qu'une seule langue, lorsque nous vînmes de Tulan ; un élait seulement notre mode de soutenir (l'autel) et notre éducation. Ce n'est pas bien ce que nous avons fait, répétèrent toutes les tribus, dans les bois et sous les lianes.
En ce moment se montra un homme aux yeux de Balam-Quitzé, de Balaul-Agab, de Mahucutah et d'Iqi-Balam, et l'envoyé de Xibalba leur parla de cette sorte :
En vérité, c'est là votre Dieu, c'est celui que vous soutenez, et c'est le représentant et l'ombre (37) de.votre Créateur et de votre Formateur. Ne leur donnez donc point leur feu aux tribus, jusqu'à ce qu'elles aient donné à Tohil, que vous avez pris pour seigneur, ce qu'elles vous ont donné à vous. Demandez-lui donc, à Tohil, ce qu'elles viendront donner pour prendre du feu, dit (cet envoyé de) Xibalba.
Son être élait comme l'être d'une chauve-souris (38). Je suis envoyé par votre Créateur, par voire Formateur, dit aussi ce (messager) de Xihalba.
Or, ils furent remplis d'allégresse ; le cœur de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz s'exalta également, tandis que parlait cet (envoyé) de Xibalba. Et aussitôt il s'évanouit à leurs regards, sans (pour cela) cesser d'exister.
Alors arrivèrent aussi les tribus qui se mouraient également de froid : (car il y avait) beaucoup de grêle, et, avec la pluie obscure qui se gelait, c'était un froid indicible (39).
Or, toutes les tribus se rencontrèrent tremhlottantes et bégayant de froid, lorsqu'elles arrivèrent là où étaient Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam. Grand était le déchirement de leurs cœurs, leurs bouches et leurs regards étaient remplis de tristesse.
Ensuite elles retournèrent à la dérobée à la présence de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah et d'Iqi- Balam :
N'aurez-vous pas pitié de nous, nous, qui demandons seulement un peu de votre feu? Y a-t-il eu donc et s'est- il trouvé plus qu'une seule demeure pour aous (tous), plus qu'une patrie pour nous, lorsque vous fûtes créés et formés? Ayez donc pitié de nous, répétèrent-elles !
Que nous donnerez-vous donc pour que nous ayons pitié de vous? leur répondit-on. — Eh bien, nous vous donnerons de l'argent, répondirent les tribus.
- Nous ne voulons point d'argent, répliquèrent Balam-Quitzé et Balam-Agab. - Et que voulez-vous donc? - Tout à l'heure nous le demanderons (à Tohil). - Les tribus dirent à leur tour : C'est bien. - Nous allons donc le lui demander à Tohil, et ensuite nous vous le communiquerons, leur fut-il répondu.
Qu'est-ce que les tribus donneront, ô Tohil, elles qui viennent demander ton feu, dirent alors Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam?
Eh bien, voudront-elles s'unir (à moi) sous leur ceinture et sous leur aisselle (40)Leur cœur y consent-il, qu'elles m'embrassent, moi, Tohil ? Mais si on ne le veut point, je ne leur donnerai point de feu, dit Tohil.
Dites-leur que (cela n'aura lieu que) peu-à-peu ; que ce n'est pas actuellement (que se fera) leur union sous leur ceinture et leur aisselle, vous dit-il, direz-vous. Ainsi fut-il répondu à Balam-Quitzé, à Balam-Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balam.
Alors ils référèrent la parole de Tohil. C'est fort bien, l'union (aura lieu), et c'est bien aussi que nous l'embrassions, répondirent-elles, en entendant et en recevant la parole de Tohil. Elles ne tardèrent pas longtemps non plus (à remplir leur promesse). C'est bien, vite (qu'on se dépêche), dirent-elles, en recevant le feu ; après quoi elles se chauffèrent.

CHAPITRE SIXIÈME.


Il y eut toutefois une troupe qui déroba le feu dans la fumée, celle de la maison de Zotzil, et Chamalcan est le nom du dieu des Cakchiquels, dont le symbole est une chauve-souris (41).
Lorsqu'ils passèrent dans la fumée, tout doucement ils passèrent, en venant prendre le feu : mais les Cakhiquels ne demandèrent pas le feu et ne se donnèrent pas pour vaincus (42).
Mais toutes les (autres) tribus furent prises dans celle embûche, lorsqu'elles accordèrent le dessous de leur ceinture et le dessous de leur aisselle pour être ouvert : et c'est l'ouverture (de la poitrine) qu'avait signifiée Tohil, lorsqu'on sacrifia toutes les tribus devant sa face (43), lorsqu'on leur arracha le cœur de la poilrine et de l'aisselle.
On n'avait pas encore tenté celle pratique, quand fut énigmatiquement proposée par Tohil leur mort dans l’épouvante et la majesté (44) par (les mains de) Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahuculah et d'Iqi-Balam.
De Tulan Zuiva était venu (l'usage) de ne point manger (beaucoup): ils pratiquaient un jeûne perpétuel, veillaient uniquement, en attendant l'aurore, et épiaient le lever du soleil.
Ils s'allernaient pour voir la grande étoile, appelée l'Etoile du matin, qui la première est devant le soleil, à la naissance de l'astre du jour ; étoile brillante du matin qui était toujours là, du côté où ëtaienl (tournés) leurs regards, (c'esl-à-dire) au soleil levant, tandis qu'ils étaient en Tulan Zuiva, nom du lieu d'où vint leur dieu.
Ce ne fut donc pas ici qu'ils reçurent leur puissance et leur souveraineté ; mais bien là où l'on écrasa et où l'on mit sous le joug les tribus grandes et petites, lorsqu'on les sacrifia à la face de Tohil, en lui offrant le sang, la vie, la poitrine et l'aisselle de tous les hommes.
Aussitôt à Tulan leur vint leur majesté, celle grande sagesse qui était en eux dans l'obscurité et dans la nuit et avec laquelle ils agissaient.
Ils vinrent donc et s'arrachèrent de là et abandonnèrent (les lieux) où le soleil se lève : Ce n'est pas là notre demeure : allons donc voir maintenant où nous la planterons, dit alors Tohil.
Véritablement il leur parlait à Balam-Quitzé, à Balam- Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balam. Faites avant toute chose vos actions de grâces, arrangez également les trous de vos oreilles, piquez vos coudes et offrez le sacrifice (de votre sang) ; ce sera l'acte de votre gratitude devant Dieu.
C'est bien, répondirent-ils, en se perçant les oreilles. Et ils mirent (ces choses) dans leur chant de leur venue de Tulan ; et leurs cœurs gémirent, lorsqu'ils se mirent en chemin, après qu'ils se furent arrachés de Tulan.
Hélas ! nous ne verrons plus ici l'aurore au moment où naît le soleil qui éclaire la face de la terre, dirent-ils en se mettant en route.
Mais on laissa (du monde) en chemin ; car il y eut des gens qui demeurèrent là endormis, chacune dés tribus se levant toujours de manière à voir l'étoile messagère du soleil.
C'est ce signe de l'aurore qui était dans leur pensée, lorsqu'ils vinrent de là où le soleil se lève, et leur espérance était la même, en partant de ce lieu qui est à une grande distance, nous dit-on aujourd'hui.

CHAPITKE SEPTIÈME.


En ce temps donc il arrivèrent sur le haut d'une montagne ; là s'assemblèrent tous ceux de la nation quichce avec les tribus, et ce fut là qu'ils tinrent tous conseil, en s'avisant mutuellement ; et le nom de la montagne est aujourd'hui
Chi-Pixab (du mandat ou de l'avertissement] le nom de la montagne.
Et là s'étant réunis, ils se glorifièrent, en se nommant : C'est moi, c'est moi qui suis le
Quiché. - Pour toi, tu es Tamub, ce sera là ton nom, dit-on à (ceux de) Tamub. On parla de même à (ceux de)Ilocab : Toi tu es Ilocab, ce sera là ton nom ; ces trois (noms) quiches ne se perdront point et notre esprit est un, répétèrent-ils, en s'imposant leurs noms.
Et alors aussi on nomma les Cakchiquels ;
Gagchequels (45) devint leur nom, et la même chose de ceux de Rabinal qui devint aussi leur nom, et il n'a pas été effacé aujourd'hui. Il y eut encore ceux de Tziquinaha dont le nom (est le même) actuellement. Voilà donc les noms dont ils s'intitulèrent entre eux.
C'est là qu'ils tinrent d'abord conseil, attendant actuellement l'aurore et épiant la sortie de l'étoile qui la première (se montre) devant le soleil, à son lever : Delà nous sommes venus ; mais nous nous sommes séparés, se disaient-ils les uns aux autres.
Car leur cœur se brisait, et grande, était la souffrance qu'ils passaient : ils n'avaient ni nourriture ni subsistance, sinon la souche de leurs bâtons qu'ils sentaient, et ils s'imaginaient qu'ils mangeaient, quoiqu'ils ne mangeassent point, en venant.
Mais il n'est pas bien clair leur passage sur la mer: comme s'il n'y avait pas eu de mer, ils passèrent de ce côté ; car ils passèrent sur des pierres éparses et ces pierres étaient roulées sur les sables. C'est ce qui fit qu'ils appelèrent alors (cet endroit)
Pierres rangées et sables arrachés, nom qui lui fut donné par eux, à leur passage en dedans de la mer, l'eau s'étant partagée, lorsqu'ils passèrent (46).
Or leurs cœurs étaient brisés par l'affliction, tandis qu'ils s'avisaient ainsi les uns les autres, parce qu'ils n'avaient rien à manger, (sinon) un peu d'eau qu'ils avalaient ainsi qu'une bouchée de maïs.
Et ils étaient là ramassés sur la montagne, nommée
Chi Pixab, portant de même (avec eux) Tohil, Avilis et Hacavitz. Ils observaient un grand jeûne, Balam-Quitzé avec sa femme Caha-Paluna, (qui était) le nom de sa femme : de même aussi l'observait Balam-Agab avec sa femme appelée Chomiha, ainsi que Mahucutah, à qui ce. grand jeûne était (imposé) comme à son épouse, appelée Tzununiha, à Iqi-Balam, et à sa femme nommée Cakjx-ha,
Et c'étaient eux qui étaient les jeûneurs dans les ténèbres et la nuit : grande fut leur tristesse, pendant qu'ils habitèrent sur la montagne aujourd'hui appelée Chi-Pixab et où leur dieu continuait à leur parler.

CHAPITRE HUITIÈME.


Or en ce temps-là il fut dil entre Tohil, Avilix et Hacavitz, (partant) à Balàm-Quilzé, à Balam-Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balam : Or çà partons donc, voilà qu'il faut nous lever, ne demeurons pas ici ; portez-nous en quelque lieu secret ;
Déjà s'approche l'aurore. Vos yeux ne (seraient-ils) pas remplis de tristesse, si nous étions pris par l'ennemi dans ces murs où nous sommes à cause de vous, ô sacrificateurs? Emportez-nous donc chacun séparément, leur répétèrent- ils, en leur parlant. - Fort bien, et puisque nous sommes forcés de sortir (d'ici), nous chercherons (un asile dans) les bois, répondirent-ils tous.
Après cela ils prirent (leurs divinités) chacun d'eux se chargeant de son dieu, et alors on entra Avilix dans une fondrière, el son nom d’
Euabal-Civan (Ravin de la Cachette) fut ainsi exprimé par eux (quand ils se trouvèrent) dans la grande ravine de la forêt, appelée aujourd'hui Pavilix (en Avilix), où ils le laissèrent ; et il fut laissé dans cette ravine par Balam-Agab (47).
Ce mode de laisser (ainsi leurs dieux se fit) avec ordre, et le premier qu'on laissa de cette manière fut Hacavitz (qu'ils établirent) sur une grande pyramide (48), et
Hacavtlz est le nom de ce lieu (49) aujourd'hui : là ils fondèrent aussi une ville, et elle se fit dans l'endroit où était le dieu appelé Hacavitz.
On laissa également Mahucutah avec son dieu et ce fut le deuxième dieu qui lui caché par eux ; non, toutefois, que Hacavitz s'établit dans les bois, puisque ce fut une montagne découverte où fut caché Hacavitz.
Alors vint égalemenl Balam-Quitzé qui arriva là dans le grand bois, et Tohil y arriva pour être caché par Balam-Quitzé, et l'on appelle actuellement
Palohil (en Tohil) le nom de cette montagne (50) ; alors ils célébrèrent ce cachement de la ravine, abri secret de Tohil. Beaucoup de serpents et de tigres, de vipères et de qantis étaient là dans ces bois où il fut caché par les sacrificateurs.
Et en commun demeuraient Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahuculah et Iqi-Balam ; ensemble ils attendaient là l'aurore sur la montagne appelée Hacavitz.
Or il n'y avait qu'une courte distance du lieu où était le dieu de Tamub de celui d'Ilocab :
Amag-Tan (ville de Tan) est le nom du (lieu où) existait le dieu de Tamub ; là eut lieu son aurore. Amag-Uquincat le nom de celui où commenca l'aurore d'Ilocab ; là était le dieu d'Ilocab, seulement à une courte distance de la montagne.
Là égalemenl (se trouvaient) tous les Rabinaliens, les Cakchiquels, ceux de Tziquinaha, toutes les nations petites et grandes : ensemble ils s'étaient arrêtés ; ensemble ils attendaient l'aurore et la sortie de la grande étoile, appelée l'Etoile du matin, qui la première s'élance devant le soleil, à son lever, disaient-ils.
Ensemble ils étaient là, Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah, Iqi-Balam : ils n'avaient ni sommeil, ni repos, et grands étaient les gémissements de leurs cœurs et de leurs entrailles au sujet de l'aurore el de la clarlé à venir. Là, également, leurs visages se couvrirent de confusion ; il leur vint une grande affliction et une grande angoisse, se sentant abattus à cause de leur douleur.
Jusque-là ils étaient venus : Sans joie, nous sommes venus, hélas ! puissions-nous voir enfin le lever du soleil ! Comment donc avons-nous fait, (qu'étant tous) d'un même sentiment dans notre patrie, nous nous en soyons ainsi arrachés? disaient-ils tous en s'entretenant les uns avec les autres dans la tristesse et l'angoisse et dans le sanglottement de (leurs) voix.
Ils parlaient (ainsi), et il n'y avait point à soulager leurs cœurs jusqu'à (ce que vint) l'aurore : Car voilà les dieux assis entre les ravins et les forêts, dans les hautes herbes et sous les mousses filamenteuses (51), où ils sont même sans qu'on leur ait pu donner des planches (pour s'asseoir), disaient-ils.
Le premier c'est lui, Tohil, Avilix et Hacavitz. Grande est leur gloire, grande aussi leur puissance et leur force au-dessus de tous les dieux des nations ! Infinis sont leurs prodiges, indicibles leurs voyages et leurs marches dans le froid et dans l'épouvante que leur être (répand) dans le cœur du peuple ! (ajoutaient-ils).
Leur pensée se repose à cause de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah et d'Iqi-Balam ; dont les cœurs ne sont ni fatigués, ni abattus au sujet du dieu qu'ils ont reçu et qu'ils portent (depuis) qu'ils sont partis de Tulan et Zuyva, là-bas dans l'Orient.
Maintenant donc il étaient là dans les forêts ; c'est l'Aurore qui se lève En Tohil, En Avilix, En Hacavitz (52), comme on les nomme aujourd'hui.
Or voici que furent faits seigneurs et qu'eurent leur aurore nos anciens et nos pères ; voici que nous raconterons aussi le lever de l'aurore et l'apparition du soleil, de la lune et des étoiles.

CHAPITRE NEUVIÈME.


Ceci donc est l'aurore et l'apparition du soleil, do la lune et des étoiles.
Grande donc fut l'allégresse de Balam-Quitzé, de Balam-Agab,deMahucutah et d'Iqi-Balam, lorsqu'ils virent l'Etoile du matin. La première elle sortit avec sa face resplendissante, lorsqu'elle sortit la première en avant du soleil (53).
Après quoi ils ouvriront le paquet (renfermant) leur encens, qui était venu de là où le soleil se lève, (et qu'ils avaient apporté) dans la pensée qu'il leur devait servir ensuite ; tous les trois ensemble (54) déroulèrent les présents qu'ils pensaient offrir.
Mixtam-Pom (copal de Mixtam) est le nom de l'encens que portait Balam-Quitzé ; Caviztan-Pom (55) est après cela le nom de l'encens que portait Balam-Agab, et celui que portait Mahucutah était appelé Encens de Dieu ; et ces trois (seulement) avaient de l'encens. Voilà donc ce qu'ils brûlèrent, tandis qu'ils dansaient avec majesté vers le soleil levant.
Douces étaient leurs larmes en dansant, en brûlant leur encens, leur précieux encens. Après quoi ils gémirent de ce qu'ils ne voyaient et qu'ils ne contemplaient pas encore le lever du soleil.
Eusuitc, le soleil commenca à s'avancer : les animaux, petits et grands, en furent dans l'allégresse ; ils achevèrent de se lever sur le cours des eaux, dans les ravines ; ils se placèrent à l'extrémité des montagnes, ensemble fixant leurs têtes du côté d'où venait le soleil.
Après quoi rugirent le lion, et le tigre. Mais le premier oiseau qui chanta fut celui qu'on appelle
Queletzu : en vérité, tous les animaux furent remplis d'allégresse, l'aigle et le milan battirent des ailes, (ainsi que tous les autres) oiseaux petits et grands.
Or les sacrificateurs étaient prosternés : grande était la joie qu'ils éprouvaient avec les sacrificateurs de Tamub et d'Ilocab, avec les Rabinaliens, les Cakchiquels, ceux do Tziquinaha, avec ceux de Tuhalha, d'Uchabaha, de Quibaha, ceux de Batena, avec ceux de Yaqui-Tepeu, autant de tribus, enfin, qu'il y en a aujourd'hui ; c'était innombrable ce qu'il y avait de monde, et l'aurore éclaira toutes ces nations à la fois.
Ensuite la face de la terre se sécha à cause du soleil : semblable à un homme se montra le soleil, et sa présence chauffait, en séchant la surface de la terre.
Avant que le soleil se manifestât, fangeuse et humide était la surface de la terre, et c'était avant que ne parût le soleil ; et alors seulement le soleil se leva semblable à un homme.
Mais sa chaleur n'avait point de force, et il ne fit que se montrer lorsqu'il se leva : il ne resta que comme (une image dans) un miroir, et ce n'est pas véritablement le même soleil qui paraît aujourd'hui', dit-on, dans les histoires (56).
Aussitôt après cela, Tohil, Avilix et Hacavitz se pétrifièrent, ainsi que les dieux du Lion, du Tigre, de la Vipère, du Qanti, du Blanc Frotteur de Feu (57) ; leurs bras se cramponnèrent aux branches des arbres, au moment où se montrèrent le soleil, la lune et les étoiles : de toutes parts (oui devint pierre (58).
Pout-être ne serions-nous pas en vie en ce moment à causede la voracité des animaux, des lions, dès tigres, des vipères, des qantis et du Blanc Frotteur de Feu, peut-être aujourd'hui notre gloire n'existerait-elle point, si les premiers animaux n'avaient été pétrifiés par !e soleil.
Lorsqu'il apparut, grande £ut la joie que sentirent au fond du cœur Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam ; ils furent remplis d'une grande alllégresse, au moment où parut l'aurore. Or, en ce temps la population n'était pas dans une condition florissante et elle n'était qu'en petit nombre, lorsqu'elle habitait sur le mont Hacavitz (59).
C'est là que leur aurore parut, et c'est là qu'ils brûlèrent (l'encens) et qu'ils dansèrent, en se tournant vers l'orient d'où ils étaient venus : là étaient leurs montagnes et leurs vallées, d'où étaient venus ceux qu'on appelait Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam.
Mais c'est ici qu'ils multiplièrent sur la montagne ; c'est cellequi devint leur ville, et ici ils étaient, lorsque se montrèrent le soleil, la lune et les étoiles ; il fit jour et la face de la terre s'éclaira (ainsi que) le monde entier.
C'est là aussi que commenca leur chant, intitulé
Kamucu (nous voyons) qu'ils chantèrent, et que gémirent leurs cœurs et leurs entrailles, ce qu ils dirent dans lotir chant.
Hélas ! nous fûmes ruinés en Tulan, nous nous séparàmes et nos frères (60) sont encore restés en arrière ! Bien vrai, nous avons vu le soleil, mais eux, où sont-ils maintenant que l'aurore vient de paraître ? disaient-ils aux sacrificateurs de la nation Yaqui (61).
Oui, véritablement Tohil est le nom du dieu de la nation Yaqui, lequel s'appelait
Yolcuat-Quitzalcuat (62), quand nous nous séparâmes là-bas en Tulan en Zuyva. Voilà d'où nous sommes sortis ensemble, voilà donc le berceau commun de notre race (63), d'où nous sommes venus, se disaient-ils les uns aux autres.
Alors ils se souvenaient de leurs frères (qui étaient restés) là au loin derrière eux, de la nation des Yaqui que leur aurore éclaira dans ces contrées, aujourd'hui surnommées
Mexico : il y a également une partie de la nation qu'ils laissèrent dans l'orient ; Tepeu, Oliman, sont les noms (des lieux) où ils sont restés (64), dirent-ils.
Grande était l'angoisse de leurs cœurs là sur le (mont) Hacavitz : le même (sentiment) aussi éprouvaient ceux de Tamuh et d'Ilocab ; ceux-ci précisément habitaient ici dans les forêts, la région dite de
Dan, où l'aurore éclaira les sacrificateurs de Tamub ainsi que leur dieu, qui était aussi Tohil : (car il n'y avait) qu'un seul nom pour le dieu des trois fractions de la nation quichée (65).
C'est aussi là le nom du dieu des Rabinaliens, (quoi qu'il y ait) quelque différence du nom de Huntoh (66), ainsi qu'on appelle (plus communément) le dieu des Rabinaliens : aussi faut-il affirmer que leur langue s'accorde avec la langue quichée.
Mais il y avait assez de différence de cette langue à celle des Cakchiquels ; car le nom de leur dieu était différent, lorsqu'ils partirent de Tulan et Zuyva.
Tzotziha-Chimalcan était le nom de leur dieu : et il parie encore une langue différente aujourd'hui (67), et c'es't aussi de son dieu que la tribu prit son nom d'Ahpozotzil et Ahpoxa (68), ainsi qu'ils sont appelés.
De même on changea la langue du dieu, lorsqu'on leur remit le dieu là-bas en Tulan et sa langue fut changée auprès du rocher, quand ils vinrent de Tulan dans l'obscurité : ils furent plantés tous ensemble et l'aurore brilla pour toutes les nations (réunies), les noms des dieux suivant l'ordre de chacune des tribus.
Voilà donc que nous raconterons maintenant leur séjour et leur demeure sur la montagne, où tous les quatre ils vécurent ensemble, Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam, ainsi qu'on les nommait. Leurs cœurs gémissaient au sujet de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz, qui étaient encore (cachés) parmi les hautes herbes et les mousses filamenteuses à cause d'eux.

CHAPITRE DIXIÈME.


Voici donc leur résolution et l'origine de la collocation de Tohil, lorsqu'ils se présentèrent devant Tohil et Avilix et qu'ils allèrent le voir et le saluer, en lui rendant grâces à sa face, à cause du lever du jour.
Et ils resplendissaient aussi dans les rochers au milieu des bois ; seulement (par un effet de) leur puissance mystérieuse leur voix se fit entendre (69), lorsque les sacrificateurs arrivèrent devant Tohil.
Ce n'était d'aucune valeur ce qu'on apportait et qu'ils brûlaient ensuite ; c'était seulementde la résine et du résidu de
noh (70) avec de Panis sauvage (71) qu'ils brûlaient devant leur dieu. Alors donc Tohil parla et mystérieusement aussi il donna leur règle de conduite aux sacrificateurs.
Alors prenant la parole, ils dirent : Véritablement ici seront nos montagnes et nos vallées. Nous serons les vôtres encore ; notre gloire et notre éclat ont été exaltés devant tous les hommes. A vous sont toutes les nations, comme nous sommes vos compagnons ; veillez donc sur votre peuple et nous (lui) donnerons vos enseignements.
Ne nous donnez pas en spectacle aux yeux des tribus, quand nous serons irrités des paroles de leurs bouches et de leur conduite ; ainsi ne nous laissez choir en aucune embûche : mais donnez-nous les (bêtes) enfants de l'herbe et des buissons, (donnez-nous) les femelles des cerfs et les femelles des oiseaux.
Daignez nous donner un peu de leur sang, pauvres que nous sommes, et laissez-nous la laine de ces cerfs: ayez soin de-ceux qui (sont placés comme des) sentinelles, pour (voir) les pièges (qu'on nous tend). Ce seront des symboles et conséquemment nos lieutenants que vous manifesterez aux tribus (72). (Et les dieux répondirent) :
Où donc est Tohil ? vous dira-t-on alors, et voilà que vous manifesterez nos symboles à leurs regards ; mais ne vous montrez pas vous-mêmes : car vous aurez autre chose à faire. Grand sera votre être : vous vaincrez toutes les nations ; vous apporterez leur sang et leur vie devant notre face, et ceux-là viendront nous embrasser qui sont encore à nous, dirent alors Tohil, Avilix et Hacavitz.
Sous la forme de jeunes garçons ils se transfiguraient, quand ils se laissèrent voir à l'arrivée des présents (qu'on offrait) devant eux .Car alors commenca la chasse aux petits de tous les oiseaux, aux bêtes fauves,et cette chasse était reçue par les sacrificateurs.Quand ensuite ils avaient trouvé des oiseaux et des faons, alors ils allaient répandre le sang des cerfs et des oiseaux au bord de la pierre de Tohil et d'Avilix.
Leur sang ayant donc été bu par les dieux, aussitôt parlait la pierre, en même temps que les sacrificateurs s'approchaient, en venant donner leurs offrandes. C'est ainsi également qu'ils faisaient devant les symboles (de leurs pères), brûlant de la résine, et il brûlaient aussi de l'anis sauvage (et de l'herbe qu'on appelait) Tête de serpent (73).
Les symboles de leurs (pères) demeuraient chacun à part sur la montagne, où ils avaient été colloques par leurs (fils) : or ceux-ci ne demeuraient point dans leurs maisons, durant le jour, sinon qu'ilsallaient par toutes les montagnes.
Voici donc ce dont ils se nourrissaient : des chrysalides de taons (74), des chrysalides de frelons et d'abeilles qu'ils cherchaient (dans les bois) : ils n'avaient rien de bon à manger, rien de bon à boire. Et alors on ne connaissait pas le chemin de leurs demeures et l'on ne (savait pas) clairement où étaient restées leurs femmes.






dall'opera di Recinos

TERZA PARTE

CAPITOLO PRIMO

Ecco, dunque, come dapprima si decise di creare l'uomo, e si cercò ciò che doveva comporre la carne dell'uomo.
E dissero i Progenitori, i Creatori e Formatori, che si chiamano Tepeu e Gucumatz: « È giunto il tempo dell'alba, il tempo in cui si termini l'opera ed appaiano coloro che ci devono sostentare e nutrire, i figli insigni, i vassalli civili; appaia l'uomo, l'umanità, sulla superficie della terra ». Così dissero.
Vennero a convegno e tennero consiglio nell'oscurità e nella notte; quindi cercarono e discussero, ed ivi rifletterono e pensarono. A questo modo le loro decisioni vennero chiaramente in luce ed essi trovarono e scoprirono ciò che doveva comporre la carne dell'uomo.
Poco mancava perché il sole, la luna e le stelle apparissero sui Creatori ed i Formatori.
Da
Paxil, da Cayalá (1), così chiamati, vennero le pannocchie gialle e le pannocchie bianche.
Questi sono i nomi degli animali che portarono il cibo (2):
Yac [il gatto selvatico], Utiú [il coyote], Quel [pappagallo volgarmente chiamato chocoyo] e Hoh [il corvo]. Questi quattro animali portarono loro notizia delle pannocchie gialle e delle pannocchie bianche, dissero loro di andare a Paxil ed indicarono loro la strada di Paxil (3).
E così essi trovarono il cibo e fu questo a comporre la carne dell'uomo creato, dell'uomo formato; questo fu il suo sangue, di questo venne fatto il sangue dell'uomo. Così entrò il mais [nella formazione dell'uomo] per opera dei Progenitori.
Ed a questo modo essi si riempirono di gioia, poiché avevano scoperto una bella terra, piena di delizie, ricca di pannocchie gialle e di pannocchie bianche e ricca anche di
pataxte e di cacao (4), e di innumerevoli zapote, anona, jocote, nance, matasano e di miele (5). Vi era abbondanza di nutrimenti gustosi in quel paese chiamato Paxil e Cayalá.
Vi erano nutrimenti di tutti i generi, nutrimenti piccoli e grandi, piante piccole e piante grandi. Gli animali indicarono la strada. Ed allora, macinando le pannocchie gialle e le pannocchie bianche, Ixmucané fece nove bevande, e da questo alimento provennero la forza e la grassezza e con esso vennero creati i muscoli ed il vigore dell'uomo. Ciò fecero i Progenitori, Tepeu e Gucumatz, così chiamati.
Poi presero a discutere sulla creazione e la formazione della nostra prima madre e del nostro primo padre. Di mais giallo e di mais bianco venne fatta la loro carne; di pasta di mais (6) vennero fatte le braccia e le gambe dell'uomo. Soltanto pasta di mais compose la carne dei nostri padri, i quattro uomini che furono creati.

CAPITOLO SECONDO

Questi sono i nomi dei primi uomini che vennero creati e formati: il primo uomo fu
Balam-Quitzé, il secondo Balam-Acab, il terzo Mahucutah ed il quarto Iqui-Balam (7).
Questi sono i nomi delle nostre prime madri e dei nostri primi padri (8).
Si dice che furono soltanto fatti e formati, non ebbero madre, non ebbero padre. Venivano solamente chiamati maschi (9). Non nacquero da donna, né vennero generati dal Creatore e dal Formatore, dai Progenitori (10). Soltanto in virtù d'un prodigio, per opera d'incantesimo vennero creati e formati dal Creatore, il Formatore, i Progenitori (11), Tepeu e Gucumatz. Ed avendo l'aspetto di uomini, uomini furono; parlarono, conversarono, videro ed udirono, camminarono; afferravano le cose; erano uomini buoni e belli e la loro figura era una figura di maschio.
Furono dotati d'intelligenza; videro e subito la loro vista si dispiegò, riuscirono a vedere, riuscirono a conoscere tutto ciò che c'è nel mondo. Quando guardavano, vedevano subito tutt'in giro e contemplavano intorno a loro la volta del ciclo e la faccia rotonda della terra.
Le cose nascoste [per la distanza] le vedevano tutte, senza doversi prima muovere; in un attimo vedevano il mondo, ed anche dal luogo in cui erano lo vedevano.
Grande era la loro saggezza; la loro vista giungeva sino alle foreste, le rupi, i laghi, i mari, le montagne e le valli. In verità, erano uomini mirabili Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
Allora il Creatore ed il Formatore domandarono loro: - Che ne pensate del vostro stato? Non guardate? Non udite? Non vanno bene il vostro linguaggio ed il vostro modo di muovervi? Guardate, dunque! Contemplate il mondo, vedete se appaiono le montagne e le valli! Provate, dunque, a vedere! - dissero loro.
E subito essi riuscirono a vedere tutto quanto era al mondo. Quindi ringraziarono il Creatore ed il Formatore: - Davvero vi ringraziamo due e tre volte! (12). Siamo stati creati, ci sono stati dati una bocca ed un volto, parliamo, udiamo, pensiamo e camminiamo; sentiamo perfettamente e conosciamo ciò che è lontano e ciò che è vicino. Vediamo anche ciò che è grande e ciò che è piccolo nel cielo e sulla terra. Vi ringraziamo, dunque, d'averci creati, oh Creatore e Formatore!, d'averci dato la vita, oh nonna nostra!, oh nonno nostro! - dissero rendendo grazie per la loro creazione e formazione.
Riuscirono a conoscere tutto ed esaminarono i quattro angoli ed i quattro punti della volta del ciclo e della faccia della terra.
Ma il Creatore ed il Formatore non udirono ciò con piacere. - Non è bello ciò che dicono le nostre creature, le nostre opere; sanno tutto, ciò che è grande e ciò che è piccolo, - dissero. E così i Progenitori tennero di nuovo consiglio: - Che ne faremo ora? La loro vista deve raggiungere soltanto ciò che è vicino, devono vedere soltanto una parte della faccia della terra! Non è bello ciò che dicono. Forse che non sono per loro natura semplici creature e fatture [nostre]? Devono forse essere anch'essi dèi? E se non procreano e si moltiplicano quando spunterà l'alba, quando sorgerà il sole? E se non si propagano? (13) -. Così dissero.
- Reprimiamo un pò i loro desideri, poiché non è bello ciò che vediamo. Devono per avventura esser pari a noi, loro autori, che possiamo abbracciare grandi distanze, che tutto sappiamo e tutto vediamo?
Questo dissero il Cuore del Ciclo, Huracan, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, Tepeu, Gucumatz, i Progenitori, Ixpiyacoc, Ixmucané, il Creatore ed il Formatore. Così parlarono e subito mutarono la natura delle loro opere, delle loro creature.
Allora il Cuore del Ciclo gettò una nebbia sui loro occhi, i quali si appannarono come quando si soffia sulla lastra di uno specchio. I loro occhi si velarono e poterono vedere soltanto ciò che era vicino, questo soltanto era chiaro per loro.
Così vennero distrutte la loro sapienza e tutte le conoscenze dei quattro uomini, origine e principio (14) [della razza quiché].
Così vennero creati e formati i nostri nonni, i nostri padri, dal Cuore del Ciclo, dal Cuore della Terra.

CAPITOLO TERZO

Allora ebbero vita anche le loro mogli e vennero fatte le loro donne. Dio stesso le fece con cura (15). E così, durante il sonno, giunsero, belle davvero, le loro donne, accanto a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
Là erano anche le loro donne quando essi si svegliarono, e subito i loro cuori si riempirono di gioia vedendo le loro mogli.
Ecco i nomi delle loro donne:
Cahá-Paluna era il nome della moglie di Balam-Quitzé; Chomihá si chiamava la moglie di Balam-Acab; Tzununihá, la moglie di Mahucutah; e Caquixahá era il nome della moglie di Iqui-Balam. Questi sono i nomi delle loro mogli, le quali erano Signore insigni (16).
Essi generarono gli uomini, le tribù piccole e le tribù grandi, e furono l'origine di noi, gente del Quiché. Molti erano i sacerdoti ed i sacrificatori; non erano quattro soltanto, ma questi quattro furono i progenitori (17) di noi, gente del Quiché.
Erano diversi i nomi di ciascuno quando essi si moltipllcarono là nell'Oriente, e molti erano i nomi della gente:
Tepeu, Olomán, Cohah, Queneck, Ahau, ché così si chiamavano questi uomini là nell'Oriente, dove si moltiplicarono (18).
Si conosce anche l'origine di quelli di
Tamub e di quelli di Ilocab, che vennero insieme di là, dall'Oriente (19).
Balam-Quitzé era il nonno ed il padre delle nove case grandi dei
Cavec; Balam-Acab era il nonno e padre delle nove case grandi dei Nihaib; Mahucutah, il nonno e padre delle quattro case grandi di Ahau-Quiché.
Tre gruppi di famiglie esistettero; ma non dimenticarono il nome del loro nonno e padre, coloro che si propagarono e si moltiplicarono là nell'Oriente.
Vennero anche i Tamub e gli Ilocab, e tredici rami di popoli, i tredici di
Tecpán, e quelli di Rabinal, i Cakchiquel, quelli di Tziquinahá, ed i Zacahá ed i Lamaq, Cumatz, Tuhalhá, Uchabahá, quelli di Chumilahá, quelli di Quibahá, quelli di Batenabá, Acul-Vinac, Balamihà, i Canchahel e Balam-Colob (20).
Queste che noi nominiamo sono solamente le tribù principali, i rami del popolo; parleremo soltanto delle principali. Molte altre uscirono da ogni gruppo del popolo, ma non ne scriveremo i nomi. Anch'esse si moltiplicarono là nell'Oriente.
Molti uomini vennero fatti e si moltiplicarono nell'oscurità. Non era nato il sole, né la luce, quando essi si moltiplicarono. Vivevano tutti insieme, esistevano in gran numero e camminavano là nell'Oriente.
Ma non sostentavano né mantenevano [il loro Dio]; alzavano soltanto il viso al cielo e non sapevano che cosa fossero venuti a fare così lontano.
Là stettero allora in gran numero gli uomini neri e gli uomini bianchi, uomini di molte specie, uomini di molte lingue, che era portentoso udire (21).
- Vi sono generazioni al mondo, vi è gente selvaggia che non si fa vedere; non hanno casa, vagano soltanto per le selve piccole e grandi, come pazzi -. Così dicevano, disprezzando la gente delle selve.
Così dicevano là dove vedevano il sorgere il sole. Una stessa era la lingua di tutti. Non invocavano il legno né la pietra (22), e si rammentavano della parola del Creatore e del Formatore, del Cuore del Cielo, del Cuore della Terra.
Così parlavano ed attendevano con ansia il sorgere dell'aurora (23). Ed elevavano le loro preghiere, quegli adoratori della parola [di Dio], amanti, obbedienti e timorosi, alzando il volto al ciclo quando chiedevano figlie e figli:
- Oh tu, Tzacol, Bitol! (24). Guardaci, ascoltaci! Non lasciarci, non abbandonarci, oh Dio, che sei nel ciclo e sulla terra, Cuore del Cielo, Cuore della Terra! Concedici la nostra discendenza, la nostra successione, finché camminerà il sole e vi sarà luce! Fa che spunti l'alba, che arrivi l'aurora! Concedici molte buone strade, strade piane! Fa che i popoli abbiano pace, molta pace, e siano felici; e concedici vita buona ed utile esistenza (25). Oh tu, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, Chipi-Nanauac, Raxa-Nanauac, Voc, Hunahpú, Tepeu, Gucumatz, Alom, Qaholom, Ixpiyacoc, Ixmucané, nonna del sole, nonna della luce! Fa che spunti l'alba e che arrivi l'aurora! (26).
Così dicevano mentre vedevano ed invocavano il levar del sole, il sorger dell'aurora; e mentre vedevano il levar del sole, contemplavano l'astro dell'alba, la grande stella precorritrice del sole, che rischiara la volta del ciclo e la superficie della terra ed illumina i passi degli uomini creati e formati.

CAPITOLO QUARTO

Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam dissero: - Aspettiamo che spunti l'alba -. Così dissero quei grandi saggi, gli uomini dotti, i sacerdoti e sacrificatori. Così dissero.
Le nostre prime madri ed i nostri primi padri non avevano ancora legni né pietre da custodire (27), ma i loro cuori erano stanchi di attendere il sole. Ed erano ormai molto numerosi tutti i popoli e la gente yaqui (28), i sacerdoti e sacrificatori.
- Andiamocene, andiamo a cercare ed a vedere se sono serbati i nostri simboli!, se troviamo ciò che porremo ad ardere dinanzi a loro (29). Perché, a questo modo, non abbiamo nessuno che vegli su di noi, - dissero Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
Ed essendo giunta al loro orecchio notizia di una città, si avviarono in quella direzione.
Orbene, il nome della località verso cui si diressero Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam e quelli di Tamub ed Ilocab era
Tulán-Zuiva, Vucub-Pec, Vucub-Ziván (30). Questo era il nome della città dove essi andarono a ricevere i loro dèi.
E così giunsero tutti a Tulán. Non era possibile contare gli uomini che vi giunsero; erano moltissimi e camminavano in buon ordine.
Allora apparvero i loro dèi; per primi quelli di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, i quali si riempirono di gioia: - Finalmente abbiamo trovato ciò che cercavamo! - dissero.
E il primo ad uscire fu
Tohil - così si chiamava questo dio - e, entro la sua cassa (31), lo trasse fuori sulle spalle Balam-Quitzé. Poi estrassero il dio che si chiamava Avilix, il quale venne portato da Balam-Acab. Il dio che si chiamava Hacavitz era portato da Mahucutah; ed il dio chiamato Nicahtacah venne portato da Iqui-Balam (32).
Ed insieme con la gente del Quiché, lo ricevettero anche quelli di Tamub. E Tohil fu parimenti il nome del dio di quelli di Tamub, che fu ricevuto dal nonno e padre dei Signori di Tamub che conosciamo oggi.
Così vennero chiamate le tre [famiglie] quiché e non si separarono perché uno era il nome del loro dio, Tohil dei Quiché, Tohil dei Tamub e Tohil degli Ilocab; uno solo era il nome del dio (33), e perciò non si divisero le tre [famiglie] quiché.
Eccelsa era in verità la natura dei tre, Tohil, Avilix e Hacavitz.
Ed allora giunsero tutti i popoli, quelli di Rabinal, i Cakchiquel, quelli di Tziquinahá e le genti che ora si chiamano Yaqui. E là si alterò il linguaggio delle tribù; le loro lingue divennero diverse. Non potevano più capirsi chiaramente tra di loro dopo il loro arrivo a Tulán. Là pure si separarono, ve ne furono alcune che andarono verso l'Oriente (34), ma molte si diressero da questa parte.
Ed i loro indumenti erano soltanto pelli di animali; non avevano vesti da indossare, le pelli di animali erano il loro solo abbigliamento. Erano poveri, non possedevano nulla, ma la loro era natura di uomini prodigiosi.
Quando giunsero a Tulán-Zuiva, Vucub-Pec, Vucub-Ziván, dicono le antiche tradizioni che essi avevano percorso un lungo cammino per giungere a Tulán.

CAPITOLO QUINTO

E non avevano fuoco. L'avevano soltanto quelli di Tohil. Tohil era il dio delle tribù che per primo creò il fuoco. Non si sa come fosse nato, perché il fuoco divampava già quando lo videro Balam-Quitzé e Balam-Acab.
- Ahi, il nostro fuoco non esiste più! Morremo di freddo, - dissero. Allora Tohil rispose loro: - Non preoccupatevi! Vostro sarà il fuoco perduto di cui parlate, - disse allora Tohil.
- Davvero? Oh, Dio, nostro sostegno, nostro nutritore, tu, nostro Dio! - dissero, rendendogli grazie.
E Tohil rispose loro: - Bene, certo io sono il vostro Dio; così sia! Io sono il vostro Signore; così sia! - Così venne detto da Tohil ai sacerdoti e sacrificatori. E così le tribù ricevettero il loro fuoco e del fuoco si allietarono.
Subito incominciò a cadere un grande acquazzone, quando già il fuoco delle tribù stava divampando. Una grande quantità di grandine cadde sulla testa di tutta la gente delle tribù, ed il fuoco si spense a causa della grandine, e di nuovo fu estinto il loro fuoco.
Allora Balam-Quitzé e Balam-Acab chiesero di nuovo il fuoco a Tohil: - Oh, Tohil, davvero moriamo di freddo! - dissero a Tohil.
- Bene, non preoccupatevi, - rispose Tohil, ed in un attimo produsse fuoco, rigirandosi dentro la scarpa (35).
Si allietarono subito Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, ed immediatamente si riscaldarono.
Orbene, il fuoco dei popoli [di Vucamag] si era spento allo stesso modo, ed essi morivano dal freddo. Subito andarono a chiedere il loro fuoco a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. Non potevano più sopportare il freddo né il gelo; tremavano e battevano i denti; non avevano più vita; tremavano loro le gambe e le mani e con esse non riuscirono ad afferrar nulla quando giunsero.
- Non ci vergogniamo di venire dinanzi a voi a chiedervi di darci un po' del vostro fuoco, - dissero quando giunsero. Ma non vennero ben accolti (36). Ed allora si riempì di tristezza il cuore delle tribù.
- Il linguaggio di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam è diverso. Ahi! Abbiamo abbandonato la nostra lingua! Che cosa abbiamo fatto? Siamo perduti! Dove fummo ingannati? Una sola era la nostra lingua quando giungemmo là a Tulán; in un solo modo eravamo stati creati ed educati. Non è bello ciò che abbiamo fatto, - dissero tutte le tribù sotto gli alberi e sotto le liane.
Allora un uomo si presentò dinanzi a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, e così parlò il messaggero di Xibalba: - Questo è, in verità, il vostro Dio; questo è il vostro sostegno; questa è, inoltre, la figura, il ricordo del vostro Creatore e Formatore. Non date, dunque, il fuoco ai popoli, finché non avranno fatto offerte a Tohil. Non occorre che diano qualcosa a voi (37). Domandate a Tohil che cosa debbano dare quando verranno a ricevere il fuoco, - disse loro il messo di Xibalba. Egli aveva ali simili alle ali del pipistrello (38). - Io sono inviato dal vostro Creatore, dal vostro Formatore, - disse il messo di Xibalba.
Allora essi si riempirono di gioia, ed anche Tohil, Avilix e Hacavitz si sentirono allargare il cuore quando ebbe parlato il messo di Xibalba, il quale in un attimo spari dalla loro presenza (39).
Ma le tribù non perirono quando vennero, benché morissero dal freddo (40). Vi era molta grandine, pioggia nera e nebbia, e faceva un freddo indescrivibile.
Tutte le tribù stavano tremando e rabbrividendo di freddo quando giunsero là dove erano Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. Era grande l'afflizione dei loro cuori ed erano tristi le loro bocche ed i loro occhi.
Subito i supplicanti (41) giunsero alla presenza di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. - Non avrete compassione di noi, che vi chiediamo soltanto un pò del vostro fuoco? Non eravamo forse uniti e congiunti? Non fu forse la stessa la nostra dimora ed una sola la nostra patria quando foste creati, quando foste formati? Abbiate, dunque, misericordia di noi! - dissero.
- Che cosa ci darete per renderci misericordiosi verso di voi? - essi domandarono.
- Ebbene, vi daremo del denaro, - risposero le tribù.
- Non vogliamo denaro, - dissero Balam-Quitzé e Balam-Acab.
- E che volete?
- Ora lo domanderemo.
- Bene, - dissero le tribù.
- Interrogheremo Tohil e poi vi diremo, - essi risposero.
- Che cosa devono dare le tribù, oh Tohil!, che sono venute a chiedere il tuo fuoco? – dissero allora Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
- Bene! Vorranno dare il loro petto e la loro ascella? (42). Vogliono i loro cuori che io, Tohil, li stringa tra le mie braccia? Ma se essi così non desiderano, io a mia volta non darò loro il fuoco, - rispose Tohil.
- Dite loro che ciò avverrà più tardi, che non dovranno venire ora ad offrire il loro petto e le loro ascelle. « Questo vi fa dire Tohil », direte loro -. Tale fu la risposta data a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
Allora essi trasmisero la parola di Tohil. - Va bene, ci uniremo e lo abbracceremo, - dissero [i popoli], quando ebbero udita e ricevuta la parola di Tohil. E non agirono con indugio: - Bene, - dissero, - ma si faccia presto! - E subito ricevettero il fuoco. Quindi si riscaldarono.

CAPITOLO SESTO

Vi fu tuttavia una tribù che trafugò il fuoco in mezzo al fumo (43), e furono quelli della casa di
Zotzil (44). Il dio dei Cakchiquel si chiamava Chamalcán (45) ed aveva l'aspetto di un pipistrello.
Quando essi passarono in mezzo al fumo, passarono pian piano e poi s'impadronirono del fuoco. I Cakchiquel non chiesero il fuoco perché non vollero arrendersi e darsi per vinti come erano state vinte le altre tribù quando avevano offerto il petto e l'ascella perché venissero aperti. E questa era l'apertura che aveva detto Tohil: che venissero sacrificate tutte le tribù dinanzi a lui, che venisse loro strappato il cuore dal petto e dall'ascella.
E ciò non aveva ancora avuto inizio quando da Tohil venne vaticinata la conquista del potere e dell'autorità da parte di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam (46).
Là a Tulán-Zuiva, donde erano venuti, erano usi a non mangiare, osservavano un digiuno perpetuo, mentre attendevano l'arrivo dell'aurora e spiavano il sorgere del sole.
Si avvicendavano per vedere la grande stella che si chiama
Icoquih (47) e che sorge prima del sole, quando nasce il sole, la fulgida Icoquih, che era sempre là di fronte a loro nell'Oriente, quando erano stati là, nel luogo chiamato Tulán-Zuiva, donde era venuto il loro dio.
Non qui, dunque, ricevettero il loro potere e la loro signoria, ma là essi sottomisero e soggiogarono le tribù grandi e piccole, quando le sacrificarono dinanzi a Tohil e gli offrirono il sangue, la sostanza, il petto ed il fianco di tutti gli uomini.
A Tulán il potere fu loro concesso in un attimo; grande fu la loro sapienza nelle tenebre e nella notte.
Poi vennero via, si dipartirono di là ed abbandonarono l'Oriente. - Questa non è la nostra casa, andiamocene e vediamo dove dobbiamo stabilirci, - disse allora Tohil.
Davvero egli parlava a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. - Compite prima le vostre azioni di grazia., preparate il necessario per cavarvi sangue dalle orecchie, pungetevi i gomiti, fate i vostri sacrifici, questo sarà il vostro ringraziamento dinanzi a Dio.
- Bene, dissero, e si cavarono sangue dalle orecchie. E piansero nei loro canti (48) per la loro partenza da Tulán; piansero i loro cuori quando essi abbandonarono Tulán.
- Miseri noi! Non vedremo più qui l'alba, quando nascerà il sole ed illuminerà la faccia della terra, - dissero nel partire. Ma lasciarono alcuni uomini lungo la strada che percorrevano, affinchè vegliassero.
Ciascuna delle tribù si alzava continuamente per scorgere la stella precorritrice del sole. Questo segno dell'aurora lo portavano nel cuore quando vennero di là, dall'Oriente, e con la stessa speranza partirono di là, da quella grande distanza, come dicono oggi nei loro canti (49).

CAPITOLO SETTIMO

Giunsero allora sulla cima di una montagna e tutto il popolo quiché e le tribù si riunirono colà. Là tennero tutti consiglio per prendere le loro decisioni. Oggi questa montagna è chiamata
Chi-Pixab (50), questo è il nome della montagna.
Si riunirono colà ed esaltarono se stessi: - Io sono, io, il popolo del Quiché! E tu, Tamub, questo sarà il tuo nome -. Ed a quelli di Ilocab dissero: - Tu, Ilocab, questo sarà il tuo nome. E questi tre [popoli] quiché non spariranno, lo stesso è il nostro destino (51), - dissero, quando ebbero indicati i loro nomi.
Subito diedero il loro nome ai Cakchiquel:
Gag-chequeleb (52) fu il loro nome. E così pure a quelli di Rabinal; questo fu il loro nome, e sinora non lo hanno perduto. Ed anche a quelli di Tzìquinabá (53), che così si chiamano oggi. Questi sono i nomi che si diedero l'un l'altro.
Là si riunirono ad attendere che spuntasse l'alba ed a scrutare il sorgere della stella che splende prima del sole, quando esso sta per nascere. - Di là veniamo, ma ci siamo separati, - dicevano tra loro.
Ed i loro cuori erano afflitti, e soffrivano grandi pene: non avevano cibo, non avevano sostentamento; fiutavano soltanto la punta dei loro bastoni e così si figuravano di mangiare, ma non si nutrivano durante il viaggio (54).
Non è ben chiaro, tuttavia, come avvenne il loro passaggio sul mare; come se non esistesse mare, passarono da questa parte; passarono su pietre, su pietre messe in fila sull'arena. Per questo motivo vennero chiamate
Pietre in fila, Arene divelte (55), nomi che essi diedero loro quando attraversarono il mare, essendosi divise le acque quando essi passarono.
Ed i loro cuori erano afflitti quando discorrevano tra di loro, perché non avevano da mangiare, soltanto un sorso d'acqua che bevevano ed un pugno di mais (56).
Là erano, dunque, radunati sulla montagna chiamata Chi-Pixab. Ed avevano condotto anche Tohil, Avilix e Hacavitz. Balam-Quitzé osservava un digiuno completo insieme con la moglie Cahá-Paluna - questo era il nome della moglie -. Così facevano anche Balam-Acab e sua moglie, chiamata Chomihá; ed anche Mahucutah osservava un digiuno assoluto con la moglie, chiamata Tzununihá, ed Iqui-Balam con la moglie, chiamata Caquixahá.
Ed erano essi che digiunavano nelle tenebre e nella notte. Grande era la loro tristezza quando erano sulla montagna che ora si chiama Chi-Pixab.

CAPITOLO OTTAVO

E di nuovo parlò il loro dio. Così parlarono allora Tohil, Avilix e Hacavitz a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam: - È tempo d'andarcene ormai, è tempo di levarci, non restiamo qui, portateci in un luogo nascosto! Ormai si avvicina l'alba. Non sarebbe una sventura per voi se venissimo catturati dai nemici tra queste pareti dove ci tenete voi, sacerdoti e sacrificatori? Collocateci, dunque, ciascuno in luogo sicuro (57), - dissero quando parlarono.
- Benissimo. Partiremo, andremo in cerca dei boschi, - risposero tutti.
Allora ciascuno prese e si caricò sulle spalle il suo dio. Così portarono Avilix nel burrone chiamato
Eua-bal-Ziván (58), così chiamato da loro, il grande burrone del bosco che ora chiamiamo Pavilix (59), e là lo lasciarono. In questo burrone venne lasciato da Balam-Acab.
Li lasciarono uno per uno, in ordine. Il primo che così lasciarono fu Hacavitz, sopra una grande piramide rossa (60), sul monte che si chiama ora
Hacavitz. Là venne fondata la sua città, nel luogo dove stette il dio chiamato Hacavitz.
Allo stesso modo Mahucutah prese il suo dio, che fu il secondo dio da loro nascosto. Hacavitz non stette nel bosco, ma su un monte brullo venne nascosto Hacavitz.
Poi venne Balam-Quitzé, giunse là nel grande bosco; per nascondere Tohil, Balam-Quitzé giunse sul monte che oggi si chiama
Patohil. Allora si compiacquero di aver nascosto Tohil nel burrone, nel suo rifugio. Una grande quantità di serpenti, di tigri, di vipere e cantil (61) era nel bosco dove egli restò nascosto per opera dei sacerdoti e sacrificatori.
Insieme erano Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam; insieme attendevano l'alba là sul monte chiamato Hacavitz.
Ed a poca distanza era il dio di quelli di Tamub e di quelli di Ilocab.
Amac-Tan (62) si chiamava il luogo dove era il dio di quelli di Tamub, e là essi videro spuntar l'alba. Amac-Uquincat si chiamava il luogo dove videro spuntar l'alba quelli di Ilocab (63); là era il dio di quelli di Ilocab, a breve distanza dalla montagna.
Là erano anche tutti quelli di Rabinal, i Cakchiquel, quelli di Tziquinahá, tutte le tribù piccole e le tribù grandi. Si fermarono insieme attendendo il sorger dell'aurora e lo spuntar della grande stella chiamata Icoquih, che appare prima del sole, quando spunta l'alba, come si racconta.
Insieme erano dunque Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. Non dormivano, restavano in piedi ed era grande l'ansia del loro cuore e del loro ventre in attesa dell'aurora e dell'alba. Là anche si sentirono pieni di vergogna, li colse una grande afflizione, una grande angoscia ed essi erano affranti dal dolore.
Erano arrivati sin là. - Ahi, siamo venuti senza gioia! Almeno potessimo vedere il sorgere del sole! Che faremo ora? Se in patria avevamo sentimenti concordi, perché ce ne siamo dipartiti? - dicevano, parlando tra di loro, in mezzo alla tristezza ed all'angoscia e con voce lamentevole.
Essi parlavano, ma non si placava l'ansia dei loro cuori in attesa dell'aurora: - Gli dèi stanno assisi nei burroni, nei boschi, sono in mezzo alle liane, in mezzo al musco (64); non è neppur stato dato loro un seggio di assi di legno, - dicevano.
Davanti a tutti erano Tohil, Avilix e Hacavitz. Grande era la loro gloria, la loro forza ed il loro potere sugli dèi di tutte le tribù. Molti erano i loro prodigi ed innumerevoli i loro viaggi e le loro peregrinazioni in mezzo al freddo, ed il cuore delle tribù era pieno di timore.
I cuori di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam erano tranquilli al loro riguardo. Non provavano nel petto ansia per gli dèi che avevano ricevuti e portati sulle spalle quando erano venuti di là, da Tulán-Zuiva, di là, dall'Oriente.
Erano dunque là nel bosco che ora si chiama
Zaquiribal Pa-Tohil, P'Avilix, Pa-Hacavitz (65).
Ed allora videro spuntar l'alba e videro splendere la loro aurora, i nostri nonni ed i nostri padri.
Ora racconteremo l'arrivo dell'aurora e l'apparizione del sole, della luna e delle stelle.

CAPITOLO NONO

Ecco dunque l'aurora e l'apparizione del sole, della luna e delle stelle.
Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam si allietarono profondamente quando videro la Stella del mattino. Essa si levò dapprima con la faccia splendente, quando sorse davanti al sole.
Subito sciolsero gli involti dell'incenso (66) che avevano portato dall'Oriente e che intendevano bruciare, ed aprirono i tre doni che intendevano offrire.
L'incenso che portava Balam-Quitzé si chiamava
Mixtán-Pom; l'incenso che portava Balam-Acab si chiamava Caviztán-Pom; e quello che portava Mahucutah si chiamava Cabauil-Pom (67). Tutti e tre avevano il loro incenso e lo bruciarono quando si misero a danzare rivolti verso l'Oriente.
Piangevano di gioia mentre danzavano e bruciavano il loro incenso, il loro prezioso incenso. Quindi piansero perché non vedevano né contemplavano ancora il sorgere del sole.
Tutt'a un tratto si levò il sole. Si allietarono gli animali piccoli e grandi e si alzarono sulle rive dei fiumi, nei burroni e sulla cima delle montagne; tutti rivolsero lo sguardo là dove sorge il sole.
Poi ruggirono il leone e la tigre. Ma prima cantò l'uccello che si chiama Queletzú (68). Si allietarono veramente tutti gli animali e spiegarono le ali l'aquila, il re degli avvoltoi (69), gli uccelli piccoli e gli uccelli grandi.
I sacerdoti e sacrificatori erano in ginocchio; grande era la gioia dei sacerdoti e sacrificatori e di quelli di Tamub ed Ilocab e di quelli di Rabinal, dei Cakchiquel, di quelli di Tziquinahá e quelli di Tuhalha, Uchabahá, Quibahá, quelli di Batená ed i Yaqui Tepeu, tutte tribù che esistono oggi. E non si sarebbe potuta contare la gente. Allo stesso momento l'aurora rischiarò tutte le tribù.
Subito la superficie della terra si prosciugò sotto il sole. Era simile ad un uomo il sole quando apparve, e la sua faccia ardeva quando prosciugò la superficie della terra.
Prima che sorgesse il sole la superficie della terra era umida e limacciosa, prima che sorgesse il sole; ma il sole si alzò e salì come un uomo. Ma non se ne poteva sopportare il calore (70). Apparve soltanto quando nacque e rimase immobile come uno specchio. Non era certo lo stesso sole che vediamo noi, si dice nelle loro storie.
Immediatamente dopo Tohil, Avilix e Hacavitz si convertirono in pietra, insieme con gli esseri deificati (71), il leone, la tigre, il serpente, il
cantìl ed il folletto. Le loro braccia si abbarbicarono agli alberi quando apparvero il sole, la luna e le stelle. Tutti si convertirono allo stesso modo in pietre. Forse non saremmo vivi noi (72) oggi, a causa degli animali voraci, il leone, la tigre, il serpente, il cantíl ed il folletto; forse non esisterebbe ora la nostra gloria se i primi animali non fossero divenuti pietra per opera del sole.
Quando il sole sorse si riempirono di gioia i cuori di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. Profondamente si allietarono quando spuntò l'alba. E non erano molti gli uomini che si trovavano colà; soltanto pochi erano sul monte Hacavitz (73). Là videro spuntar l'alba, là bruciarono l'incenso e danzarono, volgendo lo sguardo verso l'Oriente, donde erano venuti. Là erano le loro montagne e le loro valli, là donde erano venuti Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, così chiamati.
Qui però si moltiplicarono, qui sulla montagna, e questa fu la loro città; qui si trovavano inoltre quando apparvero il sole, la luna e le stelle, quando spuntò l'alba e s'illuminò la faccia della terra ed il mondo intero. Qui anche iniziarono il loro canto, che si chiama Camucù (74), lo cantarono, ma espressero soltanto il dolore dei loro cuori e delle loro viscere, nel loro canto. - Miseri noi! A Tulán ci perdemmo, ci separammo, e là sono rimasti i nostri fratelli maggiori e minori. Ahi, noi abbiamo visto il sole!, ma dove sono essi, ora che è già spuntata l'alba? - dicevano ai sacerdoti e sacrificatori dei Yaqui.
Poiché in realtà il dio chiamato Tohil è lo stesso dio dei Yaqui, il cui nome è
Yolcuat-Quitzalcuat (75).
- Ci separammo là a Tulán, a Zuyva, di là partimmo insieme e là venne creata la nostra razza quando venimmo, - dicevano tra loro.
Allora si sovvennero dei loro fratelli maggiori e dei loro fratelli minori, i Yaqui, che avevano visto spuntar l'alba là nel paese che oggi si chiama Messico. Vi era anche una parte della gente che era rimasta là nell'Oriente, i chiamati
Tepeu Olimán, che erano rimasti là, dissero.
Sentivano grande tristezza nei loro cuori là nell'Hacavitz; lo stesso sentivano quelli di Tamub e di Ilocab, che erano anch'essi là nel bosco chiamato
Amac-Tan (76), dove spuntò l'alba per i sacerdoti e sacrificatori di Tamub e per il loro dio, che era anche Tohil, poiché era lo stesso il nome del dio dei tre rami del popolo quiché. Ed è pure il nome del dio di quelli di Rabinal, che vi è poca differenza col nome di Huntoh, come si chiama il dio di quelli di Rabinal; perciò si dice che essi voller render la loro lingua uguale a quella del Quiché.
Orbene, la lingua dei Cakchiquel è diversa, poiché era diverso il nome del loro dio quando essi vennero di là, da Tulan-Zuyva.
Tzotzihá Chimalcán era il nome del loro dio, ed essi parlano oggi una lingua diversa; ed anche dal proprio dio presero nome le famiglie Ahpozotzil ed Ahpoxd (77), così chiamate.
Si mutò anche la lingua del dio, quando venne loro dato il loro dio là a Tulán, accanto alla pietra (78); la loro lingua fu mutata quando essi vennero da Tulán nelle tenebre. E mentre erano radunati videro spuntar l'alba e videro splendere la loro aurora tutte le tribù, mentre erano riuniti i nomi degli dèi di ciascuna delle tribù.

CAPITOLO DECIMO

Ed ora riferiremo il loro soggiorno e la loro dimora là sulla montagna, dove si trovavano insieme i quattro denominati Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam. I loro cuori piangevano al ricordo di Tohil, Avilix e Hacavitz che essi avevano lasciati tra le liane ed il musco.
Ecco come fecero i sacrifici ai piedi del luogo dove avevano collocato Tohil, quando giunsero alla presenza di Tohil e di Avilix. Andavano a vederli ed a salutarli ed a render loro grazie anche per il sorgere dell'aurora. Essi stavano nel più folto (79), tra le pietre, là nella foresta. E parlarono soltanto per arte di magia, quando i sacerdoti e sacrificatori giunsero dinanzi a Tohil. Non portavano grandi doni, soltanto della resina, avanzi di gomma
noh ed iperico (80) bruciarono dinanzi al loro dio.
Ed allora parlò Tohil; soltanto in virtù d'un prodigio diede i suoi consigli ai sacerdoti e sacrificatori. Ed essi [gli dèi] parlarono allora e dissero: - In verità qui saranno le nostre montagne e le nostre valli. Noi siamo vostri; grandi saranno la nostra gloria e la nostra discendenza per opera di tutti gli uomini. Vostre sono tutte le tribù, e noi, vostri compagni. Curate la vostra città e noi vi daremo la vostra dottrina.
- Non mostrateci agli occhi delle tribù quando saremo sdegnati per le parole delle loro bocche e per la loro condotta. Né lasciate che cadiamo nel laccio. Date a noi invece le creature dell'erba e le creature dei campi ed anche le femmine dei cervi e le femmine degli uccelli (81). Venite a darci un poco del vostro sangue, abbiate compassione di noi. Tenetevi il pelame dei cervi (82) e guardatevi da quelli i cui sguardi ci hanno ingannati (83).
- E così il cervo [la pelle] sarà il nostro simbolo, che mostrerete dinanzi alle tribù. Quando vi si domanderà: « Dov'è Tohil? », presenterete il cervo dinanzi ai loro occhi. Né dovrete presentarvi voi stessi, poiché avrete ben altro da fare. Grande sarà la vostra posizione; dominerete tutte le tribù; porterete il loro sangue e la loro sostanza dinanzi a noi, e quelli che verranno ad abbracciarci anch'essi saranno nostri, - dissero allora Tohil, Avilix e Hacavitz (84).
Avevano l'aspetto di ragazzi, quando essi li videro mentre andavano ad offrir loro i doni. Allora incominciò la persecuzione dei nati degli uccelli e dei nati dei cervi, ed il prodotto della caccia era ricevuto dai sacerdoti e sacrificatori. E non appena trovavano gli uccelli ed i nati dei cervi, andavano subito a depositare il sangue dei cervi e degli uccelli nella bocca delle pietre di Tohil e di Avilix.
E quando il sangue era stato bevuto dagli dèi, ecco che la pietra parlava, quando giungevano i sacerdoti e sacrificatori, quando andavano a portare le offerte. E lo stesso facevano dinanzi ai loro simboli, bruciando iperico e
holom-ocox (85).
I simboli di ciascuno erano là dove erano stati da loro collocati, sulla cima della montagna. Ma essi [i sacerdoti] non abitavano nelle loro case durante il giorno, bensì vagavano per i boschi, e si nutrivano soltanto dei nati dei tafani e delle vespe e delle api di cui andavano in cerca; non avevano buoni cibi né buone bevande. E non si conoscevano le vie che conducevano alle loro case, né si sapeva dove fossero rimaste le loro donne.



dall'opera orignale di Ximénez.

y aquí empíeza suser hurtados los
hombres de los pueblos por balam quítze
balam acab, mahucutah, y íquíbalam.
y luego fue el ser matado el pueblo, q’los
tomaron estos, y solo por vna o dos partes
andaban quando los tomaban, y luego
los íban a sacríficar ante el tohíl, auí –
lix. y luego echaban la sangre en el
camino, y arrojaban sus cabezas en
los caminos, y deçían los pueblos, el tí –
gre selos comío, y lo deçían porq’ vían
amodo de huellas de tígres las haçí –
an. y nose manífestaban, y yauían
hurtado muchos pueblos, y tarde lo
echaron deuer los pueblos. y deçían
sí sera el tohíl, auílíx, el q’entra aquí
fine Folio 42 verso
y busca solo alos capítanes. donde esta
ran sus casas? seguíremos las písadas
díxeron todos los pueblos. y entonçes
consultaron entresí, y luego empeza –
ron á seguír las huellas de los prínçí –
pales, y no se podia rastrear, solo vían
písadas de venados, y de tígres, y no
se rastreaban las písadas prímeras
síno q’estaban bueltas, para q’se per
díeran, y no estaba el camíno claro.
y empezaba agaruar, vna garua, y
neblína, y se haçía mucho lodo, y ga
ruaba, y esto eslo cuía ante los pue –
blos, y cansados ya de buscar dexa –
ron de seguír, porq’ era muy grande
el ser de el tohíl. auílíx hacauítz, y se
fueron lexos alo alto de vn çerro los
pueblos, de adonde los mataban. y
de aquí empezo el hurto de la gente
q’mueren en los camínos, y q’se sa –
crífícan ante el tohíl auílix, haca –
uítz. y líbraron a sus híjos allí sobre
el çerro. y el tohíl, auílix, y hacauítz
andaban como tres níños, y así se pa –
reçían anions, y solo por mílagro de
la píedra. y así fueron vístos en vn
río, quese bañaban ala orílla de—
el agua, y sellamo manífestaçíon
de ellos, aquel baño de el tohíl, y mu –
chas vezes los vían los pueblos, y lu –
ego se les desapareçían, quando
eran vístos de los pueblos. y enton
çes vbo notíçía a donde estaban ba –
lam quítze, balam acab, mahucutah,
y íquíbalam. y entonçes consultaron
los pueblos para q’fuesen muertos.

y lo prímero quísíeron consultar, los
pueblos el ganar al tohíl, auílix, y ha –
cauítz. esto propusíeron los prínçípales
ante los pueblos. y fueron todos llama –
dos, y conuocados, y ní vna, ní dos delas
tríbus se quedo, síno q’todos se jun –
fine Folio 43 recto
taron, y se llamaron, y entonçes con –
sultaron, y díxeron pregumtandose
vnos a otros: q’haremos para ganar
a estas añadíduras de los quechees por –
q’se acaban los vasallos, porq’ no esta
claro como se píerden los hombres, sí
nos acabamos por el hurto qo. se a hecho.
ó sí es grande enojo este del tohíl auí –
líx, hacauítz. y este sera nuestro ídolo
el tohíl, en esclauítud, no sera posible
q’los ganemos, por uentura noso mosmuchos hombres, y esta nu –
estra añadídura son pocos, esto dí –
xeron quando se juntaron todos. y
díxo vna parte de los pueblos quan –
do hablo: adonde víeron q’se baña –
ba en el río todos los días? y sí este es
tohíl auílíx, hacauítz, los vençeremos
prímero, y allí tendra prínçípío se ser
ganados; los grandes, esto díxo la
mítad quando hablo. y díxeron q’se –
ra aquello conq’los hemos de ganar?
díxeronlos demas. desta suerte dí
xeron los ganaremos, porq’ son man –
cebos quando se manífíestan en el
río. vayan dos donçellas, q’sean muy
hermosas, y q’sean muy blancas don –
çellas, y q’se les vaya el deseo, a ellas.
estabíen díxeron todos. busquemos
dos hermosas donçellas díxeron. y
entonçes buscaron entre sus híjas.
y çíertamente eran muy blancas
níñas, y les mandaron entonçes
y díxeron. híjas andad a labar los –
paños al río, y sí os víeren tres man –
cebos desnudaos ante ellos, y síos
apetecen +deçíldes íremos a alla don – ganaldos.
de estaís vosotros? sí os díxeren así.
deçíldes q’sí y quando os fuere pre—
guntado de adonde aueís uenído
y dequíen soís híjas, somos híjas de –
los SSes.deçíldes, y deçíldes q’os den
señal, y traed laseñal q’os díeren.
Fine Folio 43 verso
y síquíeren habi cohabitar con vosotras
daos a ellos; y mírad q’sí no os dais
os hemos de matar. y sí traeís señal
luego estara bueno nuestro corazon
pa. con vosotras, y os querremos. y sí
vbíere señal alguna traelda. esto
les mandaron alas dos donçellas q’se
llamaban la vna. xtah. y la otra xpuch.
y dlas dos donçellas xtah, y xpuch fu –
eron embíadas al río adonde se ba –
ñaba el tohíl auílíx cahauítz. y esto
fue lo q’díscurríeron los pueblos.

y luego se fueron a componer, y a
aderezar, y çíertamente q’estaban
hermosas, quando se fueron al río, al
baño de tohíl, y desuergonzadamen
se lababan, y deshonestamente. y se
alegraban los SSes, por sus dos híjas q’
auían embíado. y llegando al río
empezaron a labar, y se desnuda –
ron ambas a dos, y estaban cada vna
en su píedra trabaxando, quando lle
go el tohíl, auílíx, y hacauítz, y llega –
ron al río, y vn poco dísímularon ver –
las alas dos donzellas q’lababan. y las
donçellas luego tuuíeron verguenza
quando llego el tohíl. y de níngun mo –
do apeteçío el tohíl a las dos don—
çellas. y entonçes les fue preguntado
de adonde venís? les fue dícho alas
dos donçellas, q’es lo q’quereís q’ve –
nís aquí a nuestra agua? y les fue dí –
cho. nosotras somos embíadas aca
por los SSes. y nos díxeron andad auer
las caras de tohíl, y hablad con ellos
y así mesmo traed señal de q’aueís
vísto sus caras se nos fue dícho. y auí –
endo declarado su embíada, esto que –
rían los pueblos, q’fornicasen las don
çellas con los naguales de tohíl díxe –
ron tohíl, auílix, hacauítz.
fine Folio 44 recto
y díxeron otra ves a xtah y xpuch
q’así se llamaban las donçellas: esta
bíen, íraseñal de nuestra palabra
con vosotras, aguardad vn poco se
dara q’ lleuen a los SSes. y luego con
sultaron los prínçípales y se les díxo a
balamquítze, balamacab, mahucutah
y íquíbalam. píntad en los tres paños
laseñal de vuestro ser q’vaya ante
los SSes. en los pueblos, q’lo lleuen las dos
donçellas q’lauan. dadselo les fue
dícho a balamquítze, balamacab, mahu –
cutah, y íquíbalam.

y luego píntaron los tres, y el prímero pin –
to balamquítze, la ímagen de vn
tígre, q’la pinto en el paño. y balam –
acab, pinto su imagen q’era vna ag –
uíla, y la pinto en el paño. y píntando
mahucutah, pinto todo tabanos, y abís –
pas por todas partes lleno de auíspas
su píntura en el paño. y acabaron—
sus pínturas los tres en tres doblezes
píntaron. y luego fueron a dar los
paños xtah y xpuch. q’así se llama –
ban. y les díxeron balamquítze, ba –
lamacab, y mahucutah. esta es la
señal de vuestra palabra, y verdad
andad lleualdo ante los SSes. y de
çildes q’çiertamente hablo el tohíl
a nosotras, y esta es la señal q’trae
mos, esto les díreís a ellos. y daldes
las tílmas q’las vístan. esto les fue
dícho alas donçellas quando fueron
despedidas. y luego se fueron y lle –
uaron los paños píntados. y luego
q’llegaron luego se alegraron los
SSes quando las víeron, y lleuaban
pendíentes desus manos su petíçíon,
las donçellas. por ventura vísteís
al tohíl se les fue dicho. y díxeron lo ví –
mos. esta bien díxeron ellos. y q’ se—
ñal tragísteís? es así verdad? y pen –
saban los señores q’era señal deauer
pecado. y tendíeron entonçes los pa –
ños píntados las donçellas. y por todas
partes erantígres, portodas partes ag –
fine Folio 44 verso
guílas, y todo, tabanos, y abíspas loq’
estaba píntado en el paño q’estaba
bruñído y entonçes desearon poner –
selos, y pusieronse el prímero, y no les
hizo nada el tígre. q’estaba píntado
en el paño y luego el Sor se puso el
Segundo en q’ estaba el afuíla, y no
le hízo nada, y le daba bueltas de—
lante de todos, q’auían pedido se lo pu –
síese y luego se puso el terçero q’
estaua píntado de tabanos, y abíspas.
y luego empezaron a pícarle todo
el cuerpo los tabanos, y las auíspas.
y no pudo tolerar, ni sufrir las pica –
das de los animals píntados, y empe –
zo a dar grítos el Sor por los animales
q’auía píntado mahucutah en la ter –
cera píntura, y fueron vençídos, y a
frentadas las donçellas por los SSes.
la xtah, y la xpuch. q’paños son estos
q’ traeís,? donde los fuísteís a traer?
demoníos? les fue dícho alas donçe –
llas. quando fueron afrentadas, y re –
ñídas, y su ser vençídos todos los pu –
eblos por el tohíl. y loq’ querían era
q’se fuesen el tohíl, tras las dos don –
çellas, xtah, y xpuch, y q’vbíesen
sido rameras segun la voluntad de
los pueblos, y q’vbíesen sido tentaçí –
on de ellos. y no tuuo effecto q’caye –
sen por los nauales de los hombres
aquel balamquítze, balamacab, y
mahucutah. y entonçes consultaron
otravez los pueblos q’haremos a es –
tos, q’deuerdad, es mucho su ser
quando sea hecho, díxeron otra vez
quando se juntaron a consejo. lo q’
se hara sera sobrepujarlos, vençer –
los, y matarlos, nos armaremos con
saetas, y escudos. por ventura no
somos nosotros muchos? no ha de
quedar vno ní nínguno de ellos
díxeron quando tomaron pare –
zer. y armaronse todos los pueblos
y se juntaron muchos matadors
de todos los pueblos. y balamquítze
balam acab, mahucutah,
fine Folio 45 recto
y íquíbalam, estaban en lo alto de el
çerro q’se llamaba hacauítz, y allí
líbraron asus híjos sobre el çerro, y
eran pocos, no así como la muche –
dumber, de los pueblos. y solo era
poca la cumber de el zero q’auían
fortíficado como hasído q’han pen
sado los pueblos q’fuesen muertos,
quando se juntaron todos, y se con –
uocaron.
y esta fue la junta de todos los pu –
eblos, q’ ya estauan armadas con fle –
chas, y escudos todos, y no era conta –
ble la plata de su adorno, y estaban
hermosos todos los señores, y solda –
dos, y deuerdad sabían haçer loq’de
çían, y todos han deser captious, y
el tohíl, sera nuestro ydolo, y losalu –
daremos, y solo lo captíuaremos, dí –
xeron entresí. y así mesmo todo lo –
sabía el tohíl, y tambíen losabía ba –
lam quitze, balam acab, y mahucu –
tah oyan todo lo q’consultaban, porq’
no dormían desde q’se armaron
todos de saetas, y escudos, los ene –
mígos. y luego se leuantaron todos
los gerreadores, y pensaron entrar –
los de noche quando se fueron. y no –
llegaron, síno q’ en el camíno ve –
laron todos los soldados. y luego
fueron vençídos por balam quítze
balam acab, y mahucutah. todos
juntos velaron en el camino, y sín
sentírlo todos se durmíeron, y lu –
ego empezo aser engañada la –
vista desus ojos repelados sus bar –
bas, y sus ojos, y luego fue desata –
da la plata de ellos ensus cuellos, con
los chalchíguítes, y sus cuellos y sus
varas, y solo tomaron la plata en
escarmíento, y castígo dellos, y en
engaño suyo fue hecho en señal
de la grandeza de los quiches. y
díspertando otra vez, a toda príssa
palparon sus chalcíquítes, y sus
fine Folio 45 verso
varas, y no auía ya plata, en sus que –
llos, con sus chalchíguítes quíen es este
díxeron q’ nos ha robado, ó quíen es
este q’nos ha repelado, a donde víno
este q’nos ha rrobado nuestra plata
díxeron todos los soldados, quízas
es aquel demonío que hurta alos
hombres. eaq’no por eso hemos de
tener míedo a ellos, q hemos de
ganar su pueblo, y asi mesmo coge –
remos otra vez nuestra plata, q les he –
mos de haçer díxeron todos los pu –
eblos, y todos los q’cumplían supalabra
y así mesmo estauan los SSes prínçí –
pales muy sosegados sobre el çer –
ro, y sabían muy bíen lo q’auían de
haçer balam quítze, balam acab, ma –
hucutah, y íquíbalm yauíendo
consultado el balamquítze, balam
acab, mahucutah, y íquíbalam, hí –
çíeron muralla a la orílla de el pu –
eblo, y solo lagítas pusíeron, ala
redondez de el pueblo y luego hí –
çíeron domínguejoss así como sí fu –
eran hombres, y luego los pusíeron
en orden sobre la muralla, y tení –
an sus escudos, y sus flechas, y les pu –
síeron sus chalchíguítes, de plata, y
sus ropas y eran solo domíngue –
jos a quíenes pusíeron la plata de
los pueblos, q’fueron a hurtar al ca –
míno, y con esto adronaron a los do –
mínguejos, y se anduuíeron ala re
donda de el pueblo, y luego fueron
a pedir pareçer al tohíl, sí nos mata –
ran, o nos vençeran. ? y les díxo el
tohíl no es de cuídado q’yo estoy aquí,
y esto les meterís a ellos. no os ame –
drenteís, les fue dícho a balamquítze
balam acab, mahucutah, y íquí –
balam. y luego pusíeron tabanos, y a –
bíspas q’fueron atraer, y quando
víníeron los pusíeron en quarto ca –
labaços grandes, y pusíeron todos
quarto a la redonda de el pueblo
y los ençerraron a los tabanos, y abís –
pas en los calabazos, y estos eran losq’
fine Folio 46 recto
auían de haçer la guerra a los pueblos.
y se ensondieron, y se pusíeron en es –
pía, y fue espíado el pueblo por los
mensageros de los pueblos, los espías
noson muchos díxeron, y solo víeron
los domínguejos q’meneaban las fle –
chas, y los escudos, y çíerto q’parecían
hombres, maradores. y víendolos los
pueblos, se alegraron mucho porq’ no
eron muchos los q’víeron. y los pueblos
eran muchos, y no eran constables los
hombres de pelea, y maradores, q’ ve –
nían a matar a balamquítze, balam –
acab, mahucutah, q’estaban sobre
el çerro hacauítz, y agora díremos co –
mo fue suentrada.

y allí estaban balamquítze, balam a—
cab, mahucutah, y íquíbalam, todos
juntos estaban sobre el zero, con sus
mugeres, y sus hjos, quando llega –
ron todos los enemigos, matadors, y
nosolo venían vno ni dos en compa –
ñía de los pueblos. y çercaron todo
el pueblo, y murmullaban armadas de
saetas; y de escudos, y grítaban, y síl –
uaban, y mormollaban con ruydo, y
síluaban con las manos, y entrando
debaxo de el pueblo no les daua cu –
ídado á aquellos SSes síno q’atentos
míraban sobre la muralla, todos
en orden con sus mugeres, y sus híjos
y aguardaban suspensos la obra. y
y estaban contentos los pueblos quan –
do subíeron sobre el çerro, y poco
faltaba ya para q’ se arrojasen ala
orílla de el pueblo., y luego abríe –
ron las calabazas todos quatro, los q’ es –
taban en el pueblo, y salieron los
tabanos, y abíspas, como humo, qo
salieron de las calabazas, y pereçí –
an los pueblos por los animals, porq’
derechos se íuan a las niñas de los
ojos, y a las narízes, y las vocas, y a las –
píernas, y los brazos. quíen sera el q’ra
a coger, y a arrebatar todos estos taba –
nos y auíspas q’ay? yderechos les mot –
fine Folio 46 verso
dían ;as níñas de los ojos y heruían
los anímalexos, y se amontonaban contra
cada vno de los soldados, y estaban co –
mo embríagados por los tabanos, y abís –
pas, y no podían ya coger las flechas, y los
escudos, y se les cayeron en el suelo, y se
tendíeron sobre el çerro y no sentían ya
las flechas q’les tíraban, y q’los aporre —
aban con las hachas. y solo palos mondos
sacaron balamquítze, balamacab, y sus
mugeres tambíen fueron matadoras, y
la mítad de ellos se bolbíeron corríendo
todos los pueblos, q’víeron a los prímeros
q’auían muerto, y se auían acabado. y no
pocos hombres muríeron y no muríe –
ron aquellos q’ de tpdp su corazon no per –
seguían, síno q’solo los anímalejos los
acometíeron y no fue quíen hízo la guer –
ra soldados, ní saetas, ní escudos, quan –
do se levantaron los pueblos, y se le
uantaron amayores, contra balamquí –
tze, mahucutah, balam acab, y íquíba –
lam. y díxeron ellos, no nos mateís q’
somos vnos pobres. estabíen díxeron
y aunq’ eraís dígnos de muerte, solo se –
reís tributaries, para síempre les fue
dícho. y así fue la sugexíon de todos
los pueblos, por nuestros prímeros pa –
dres, y sucedío esto sobre el çerroq’
agora se llama hacauítz. y este fel el
prímero donde fueron plantados, y a
llí se multíplicaron y aumentaron
y tuvíeron híja, e híjos sobre el çerro
hacauítz. y se alegraron mucho, quan
do sugetaron todos los pueblos, y allí
fueron sugetados sobre el çerro. y así
suçedío esto de vençer los pueblos. y
luego se sosegaron sus corazones, y
les hablaron asus híjos. y as e auía a –
çercado su muerte quando los quí –
síeron matar. y agora diremos del
fin y muerte de balam quítze, balam
acab, mahucutah, y iquíbalam.

y auíendo ya conocido que se morían
les avisaron asus híjos y no estaban
enfermos, y tampoco agonízaban,ní
fine Folio 47 recto
estaban ín agone, quando díspusíeron
desus cosas, y auísaron asus híjos y así
se llamaban sus híjos: dos tuuo balam –
quítze: qocaíb, se llamo el prímero, y el
Segundo: qocauíb. que son padres, y a
buelos de los de cauíquíb. y balam
acab tuuo otros dos híjos, y se kkana –
ban así, el prímero qoacul, y qoacu
tec se llamaba el Segundo hijo, de
balam acab; de los de níhaíbab. y solo
vno engendro mahucutah, q’se llamo
qoahau. y solos estos tres tuuíeron híjos.
el íquíbalam. y deuerdad eran SSes.de
respeto, y estos eran los nombres de
los híjos. y a estos les auísaron, y manda
ron, estando todos quarto juntos en vno.
y cantaron, y estauan trístes, y lloraban
en su canto, q’ se llamaba el canto qama –
qu. el nombre de el canto q’cantaron.
y entonces auísaron asus híjos. mírald
híjos nuestros q nos vamos, y nos bolbe –
mos. y es íllustre yclara esta palabra y
mandato q’os mandamus agora pero ha
q’venísteís, de aquella vuestra patria
q’esta lexos vosotras esposas nuestras
les dígeron asus mugeres, y de cada
vna de por sí se despídíeron, nos vamos
conuestro pueblo. ya queda en orden el
Sor. de los venados manífíesto esta en
el cíelo. ya hecemos nuestra buelta
yase hecho todo loq’ estaba anuestro car
go, yase ajustaron nuestros días. no
nos oluídeís, ní nos perdaís, mírad vu
estras casas, y vuestra patria. y plantaos
y multíplicad. e íd, y andad a ver otra
vez el lugar de adonde venímos. esto
díxeron qo se despídíeron. y quedo
entonçes señal de el ser y costumbre
de balam quítze. y les díxo esto os dexo
pa.q’os acordeís de nosotros, esto dejo –
con vosotros, y esta sera vuestra grande –
za, ya me despedí, y os auíse, y estoy tríste
esto dixo quando les dexo la señal desu
ser, y costumbre, q’se llama: la mages –
tad, y grandeza embuelta, y nose sabe
q’es, sino q’quedo embuelto, y no se de
sato ní desembolbío, y nose sabe pordon
fine Folio 47 verso
de esta cosído, porq’ no lo uíeron quando se
embolbío, y así fue su despedida, y se per –
díeron de sobre el çerro de hacavítz y no
fueron vístos más desus mugeres, e híjos
y nose sabe q’se hízíeron quando se desa –
pareçíeron. solo se supo desu despedída,
y del emboltorío, q’fue cosa muy ama –
da pa ellos. y esta fue la memoría desus –
padres. y luego cantaron ante la me –
moría de sus Padres. y de aquí naçíeron
los hombres por los SSes quando toma
rondebalamquítze, balam acab, mahu –
cutah, íquíbalam. empezaron los padres
y abuelos de los de cauíquíquíb. y nose
perdíeron sus híjos qocaíb, y qocauíb
yasí fueron las muertes de aquellos qua
tro, nuestros prímeros padres, y abu –
elos, quando desapareçieron, ydexa
ron asus híjos sobre el çerro hacauítz.
yallíse estuvíeron sus híjos. y estando
ya los pueblos auasallados, ya no te –
nían grandeza, síno q’se estaban, y
se cargaban todos todos los días. yacor –
dabanse desus padres, y eran cosa gran –
de aquel emboltorío para ellos, y no
lo desataron, síno q’se estuuo embuelto
con ellos. y es llamado por ellos la gran –
deza embuelta. y entonçes se çelebro,
y se le puso el nombre, loq’les dío a gu –
ardar su padre, solo en memoría de
quíenes eran, quando lo hízíeron.
y asífue quando desapareçíeron, y
se perdíeron balamquítze, balam a –
cab, mahucutah, íquíbalam. los prime –
ros hombres q’ víníeron de la otra
parte de el mar, de el oríente. antígua
mente víníeron aquí, y muríeron ya
síendo muy víejos. y son llamados: los res
petados, y acatados.
yluego trataron de ír alla al oríente, tra –
tando de dar cumplímíento a los q’sus Pes
les mandaron, q’no lo auían oluídado.
y ya auía mucho q’auían muerto sus Pes.
quando casaron, y tomaron suegros, y
tomaron mugeres tres, y díxeron qd se
fueron vamos al oréente de do víníeron
nuestros Pes ytomaron su camíno los tres híjos
fine Folio 48 recto
qocaíb, sellamaba elvno, híjode balamquí –
tze, de todos los de cauíquíb. qoacutec, el
otro híjo de balamacab, de los de níhaí –
bab, qoahau. se llamaba el otro híjo de
mahucutah, de los de ahauquíche. yasí
se llamaban los q’fueron alla de la otra
parte de el mar. tres fueron los q’se fue –
ron, y sabían lo q’se haçían, y no eran
hombres de valde. y se despídíeron de
todos sus hermanos, y paríentes, y se fu –
eron muy alegres. y díxeron no mo –
ríremos; síno q’bolberemos díxeron
qo se fueron los tres. y asímesmo pasa –
ron sobre el mar, y llegaron alla al
oríente, y fueron a reçíuír su ímperío
y este era el nombre de el Sor q’domí –
naba en el oríente, adonde fueron.

y llegaron ante el Sor q’se llamaba nac –
xít. gran Sor. y vno q’todo lo juzgaba.
y era grande su reíno, y este lesdío
con la señal de su Reyno, de todos los
adeuínos, y entonçes víno señal de los
grandes SSes., y de los SSes de las casas, y
entonçes víno la señal de lagrande –
za, y grandes, y SSes. yacabo de dar –
lo todo el nacxít, los adeuínos, y for –
ma de el Reyno. y era todo esto. el tro
no, flauta, cham cham. otra flauta. chal –
chíguítes, tzícvil cohtzícuíl balam, ho
lom, cabeza. pích. queh, macutax tot.
tatam, quz, buz, caxcom, chíyom, azta
polul. y todo lo trageron cargado quan –
do víníeron, y lo trageron de la otra
parte de el mar, su escrítura, y píntura
de tulan, su escrítura, díxeron a esto q’
es mucho lo q’pusíeron en sus tradíçí –
ones.
y luego quando llegaron asu pueblo
q’se llamaba hacauítz, allí se juntaron
todos los de tamub, e ílocab, y todos los
pueblos, y se alegraron desu venída de
qocaíb, qoacutec, qoahau. yallí otra uez
tomaron el señorío de los pueblos, y se
alegraron los de Rabinal, a chíque
les, y los de q’íquínaha.
Fine Folio 48 verso
y manífestaron las señales, y sígnosq’
haían desu Reyno. y fue grande su
ser delos pueblos, y no se acababa qo
ma –
nífestaron las señales desu ímperío
y estaban allí enhacauítz, y con ellos to –
los q’víníeron de el oríente, y fueron
a haçer largo camíno. y sobre el mon
te eran ya muchos todos. y allí se mu –
ríeron las mugeres de balamquítze
balam acab, y mahucutah. y quando
víníeron dexaron aquella su mo –
rada, y buscaron otra habitaçíon
adonde se plantasen, y no eran con –
tables los çerros q’ habítaron, qo se
multíplícaron, y aumentaron, y an
duuíeron. y se amontonaron, nuestros
prímeros padres, y madres, díxe –
ron los antíguos, quando díeron notí –
çía de el primer pueblo q’despobla –
ron q’se llamaba hacauítz. y enton
çes víníeron a poblar otro q’se lla –
maba chíquíx. en las espínas. y mu –
cho se estuuíeron sobre aquel otro
pueblo, y allí se multíplícaron, tuuí –
eron híjos, e híjas. y allí estaban en
muchos çerros q’eran quatro, y solo le —
pusíeron el nombre de vno asu pu –
eblo. y casaron asus híjas, y sus hí –
jos, y solo las repartían, y solo en a
gradeçímíento, tomaban el preçío
desus híjas. y era bueno el ser q’te —
nían, y luego pasaron de aquellos
çerros, cada vna de las tríbus, y tac .
o muchos era el nombre de quix.`el
vno, otro chíchat, otro humetabs, y
otro culba, y otro cauínal. estos eran
los nombres de los çerros donde se
detuuíeron. estabanmírando los
çerros desu pueblo q’buscaban. y
eran ya muchos, todos, y auían ya
muerto los q’auían ydo atomar el
ímperío al oríente. ya víejos vi
níeron de allí sobre cada vno de
los pueblos, y nose hallaron en aque –
llos montes qo pasaron, y muchos tra –
baxos pasaron
fine Folio 49 recto
porq’ muy lexos hallaron su pueblo
eran abuelos, y padres y este es el
nombre de el pueblo a do víníeron
chí ízmachí es el nombre de el çer –
ro, y su pueblo do estuuíeron, y don
de se poblaron; y llí probaron su
grandeza. y hícíeron edífíçíos de
cal y canto, la quarta generacíon
de Reyes, y SSes dixo conache, y
beleheb queh, y tambíen alel ahau
y quando reyno el Rey cotuha
con íztayul q’así se llamaban SSes

de trono, y alfombra, reínaron
allí en ízmachí, y lo íllustraron, e
hízíeron buen pueblo y solo tres ca –
sas grandes auía allí en ízmachí
q’ aun todauía noauí las veínte
y quatro casas grandes solo tres a –
uía casas grandes, vna casa grande
de cauíquíb y vna casa grande los
de níhaíbab, y vna casa grande de
los de ahau quiche y solo dos eran
las casas grandes, de las dos parci –
alidades, y estaban allí en ízmachí
todos en vno, sín auer maldad, ní
cosa dífícíl, y solo auía paz, y quíe –
tud, sín pleítos, ní ríñas, síno solo
paz auía en sus corazones, sín ínuí –
día, y solo era poca su grandeza. no
se auían juntado en poder, ní en so –
berbia. y entonçes prouaron apose –
erlo con el escudo allí en ízmachí en
señal de su Reynado y entonçes
hízíeron la señal desu ímperio, y
de su grandeza, y magestad. y ví —
endo esto los de ílocab, quísíeron
venír a matar a cotuha y se empe —
zo la Guerra por ellos, y solo querían
vn Rey pa sí y al Rey ztayul, lo
quísíeron castígar, los de ílocab,
con la muerte, y no salío la ímbídía
de ellos contra el Rey cotuha, síno
q’sobre ellos víno qo pensaban ma
fine Folio 49 verso
tar al Rey losde ílocb. yasí fue el
prinçípío de las rebueltas, y las dí –
sensíones de la Guerra, y entraron
y ganaron el primer pueblo, fueron
los soldados y lo q’querían era a –
cabar con los quiches, y q’ellos solos
reynasen, esto deseaban. y por
esto víníeron a prender, y captí –
uar, y fueron pocos los q’se escapa –
ron, y líbraron. y entonçes empeza –
ron asacrífícar a los de ílocab ante
el ídolo, y esta fue la paga desu
pecado por el Rey cotuha. y mu –
chos fueron los q’ entraron en escla –
uítud, y seruídumbre, de los q’ apre –
saban, y se fueron a entregar, por
la guerra q’contra ellos se juntaba
y fue destruído el pueblo, y fue afren
tado, querían los de ílocab, el ímpe –
río del quiche, pero no les suçedío
así. y así fue el prínçípío deser los
hombres sacrífícados ante el ídolo,
quando se hízo la guerra. y allí fue
el prínçípío de fortífícar el pueblo
de ízmachí. y alla empezo la grande –
za, porq’ era grande el ímperío de
el quiche, y desu Rey. y por todas
partes auía SSes. poderosos, y no po –
dían desbaratarlos, niquíen los
entrase. y así mesmo haçían la
grandeza de el Reyno, q’se fundo
en ízmachí, y allí empezo aser te
mído el ídolo, y le tenían míedo
todos los pueblos chícos, y grandes.
y víeron q’íban esclauos, y q’los
mataron, y sacrífícaron por gran –
deza el Rey cotuha, y el Rey zta –
yul, con los de níhaíbab, y los de
ahauquíche. y solos tres tres tríbus
ó generazíones estuuíeron allí en
ízmachí. y allí empezaron a esta
blezer las comídas, y bebídas, pa –
ra con sus híjas quando las casa –
ban, y así se juntaron aquellas tres
grandes casas, q’se llamaron así.
por ellos y allí bebían sus bebídas
y allí comían sus –
fine Folio 50 Recto
comida, q’era precío de las captiuas
híjas, y solo era por hoganza desus
corazones quando comíeron, y be –
bíeron en sus grandes casas, y esta
era en señal de agradeçímíento
y combíte enseña; de la propaga –
çíon, y desus palabras sobre las
mugeres q’tengan híjos o hijas y alla
fue donde se engrandeçíeron, y llama –
ron entresí los siete calpules, y parcíalí –
da des. nosotros somos compañeros, los de
cauíquíb, nosotros los de níhaíb, y noso –
tros los de ahau quiche esto dígeron los
tres calpules, y los tres de las casas gran
des. y estuuíeron mucho tíempo allí en
ízmachí y auíendo hallado otro pueblo de –
xaron al de ízmachí.
y luego se uíníeron de allí a cumarcaaj.
q’así se llamo por los quiches, y enton
çes víníeron allí los SSes cotuha, con cucu –
matz, y todos los SSes y a la quínta gene –
racíon de hombres desde la crea –
çíon, y desde q’fueron críados. y allí
híçíeron sus casas, y allí tambíen hí –
çíeron la casa de el ídolo, en medío
de los alto de el pueblo, la pusíeron
quando allí se fundaron. y luego se
engrandeçío otrauez su monarchía
y ya eran muchos, y entonçes dís –
pusíeron juntos todosel díuídírse,
porq’ya auían empezado contíen –
das, sobre el émbídíarse enresí
sobre el preçío desus híjas q’da –
ban y porq’ no daban las bebídas a
ellos y este fue el orígen de la díuí –
síon, y de armarse, y tírar las cala –
beras de los muertos yentonçes se
repartieron las nueue famílías, o
calpules y auíendo pleíteado so –
las hermanas, e híjas díspusíeron
estableçer el ímperio en veínte, y
quatro grandes casas, y así fue he –
cho. y antíguamente fue en este pu –
eblo quando se ajustaron a vein –
te, y cuatro casas, allí en el pueblo de
cumarcaah q’fue bendeçído por el
fine Folio 50 verso
Sor.obíspo D.fran co Marroquin.. y se despoblo. yallí se engran
deçíeron, yallí se juntaron sus tronos,y
asíentos. ysedíuídíeron cada vno en
su grandeza, cada vno de los SSes. y ca –
da vno de los nueue calpules tomo pa
sí cada vno de los nueue SSes. y nueue
chínamítales tomo pa. si los SSes. de
cauíquíb. nueue los de níhaíbab. qua –
tro los de ahau quiche. y dos los de
zaquíquíb. y se multíplícaron mu –
cho, y eran muchos los q’tocaban aca –
da vno de los SSes. y cada vno era el
prímero, y caudíllo de aquellos sus
vasallos. y eran muchos los chínamí –
tales de cada vno de los SSes. y agora
díremos el nombre de cada vno de
por sí, y de cada vna de las grandes casas
y estos son los nombres de los SSes de ca –
uíquíb, y el prímero de los SSes era: ah –
pop, ahpop camha. 2. ahtohíl. 3. ahcucu –
matz. 4. ním chocoh cuec. 5. popol vínac.
6. chítuy Lolmet. 7. queh nayí. 8. po –
pol vínac pahom tzalatz. 9. uchuch
camha.
y estos eran los SSes. ante los de ca –
uíquíb, nueue SSes. en orden sus gr –
andes casas de cada vno. y despu –
es se mencçonan otra vez.
y estos son los SSes. de los de níhaí –
bab el prímero ahau alel. 2. ahau
ahtzíc vínac. 3. calecamha. 4. vchuch
camha. 5. ním chocoh níhaíb. 6. aha –
u auílix. 7 yacolatam. 8. vtzam
pop o, zaclatol. 9. níma lolmet yeol –
tux. nueue SSes ante los de níha –
íbab.
y de los de ahauquíche estos son
los nombres de los SSes. el prímero:
ahtzíc vínac, 2. ahau lolmet. 3. ahau
ním chocoh 4. ahau hacauítz. estos
son los quatro SSes. ante los de ahau
quiche.
y dos eran los Chínamítales, de zaquí –
quíb. el vno Sor. tzutuha. 2. alel zaquic.
y solo tenían vna casa grande los dos
SSes
Fine Folio 51 recto
y así se ajusttaron los veínte, y quatro –
SSes. y las veínte, y quatro casas gran –
des, quando se engrandecío la glo –
ría en el quiche, y se ensalço la gran
deza de el peso quiche. y quando de
cal, y canto se fabríco el pueblo. y ví –
níeron todos los pueblos grandes, y
chícos q’estaban a cargo de los SSes
y se ensalzo, la gloría de el quiche,
quando se hízo la casa de el ídolo,
y las casas de los SSes y no fueron
estos los q’ las hízíeron, ní trabaxaron
ní hízíeron sus casas, ní estos hízíe –
ron la casa de el ídolo, y por tanto
se multíplícaron los vasallos y no
por engaños, ní hurtos ní rapíñas,
porq’ deuerdad eran de los SSes cada –
vno. y fueron muchos los paréentes
q’se juntaron, y amontonaron, a –
oyr lo q’cada vno de los SSes. man –
daba. y eran muy amados, y estí –
mados todos los SSes, y eran tenídos
en grande estíma, y veneraçíon
por todos los vasallos. quando se
mulíplícaron los de el pueblo. y
no así a poco mas o menos se víní –
eron a dar todos los pueblos, y
los enemígos, ní fueron ganados
los pueblos en vatalla síno por los
mílagros de los SSes se ensalçaron.
y el Rey cotuha, y cucumatz. era
portentoso el cucumatz. síete días
se subía al cíelo, y síete días se íba
al ínfíerno. y siete días se conuer –
tía en culebra, q’ çíertamente pa –
reçía culebra. y síete días se con –
uertía en aguíla, y otros síete dí –
as se conuertía en tígre. q’çíerta
mente era aguíla, y tígre. y otros
síete días se vonuertía en sangre
cuajada, q’solo era sangre, y çíer –
tamente era portentoso Rey, y mí –
fine Folio 51 verso
lagroso en su ser. y era espanto ante
todos los SSes. y se desparçío esta notí –
cía, y lo oyeron todos los Sses y los pue –
blos los portentos de el Rey. y este fue
el prínçípío de la grandeza de el quí –
che quando hízo el Rey cucumatz las
señales de su grandeza. y no falto des –
çendençía suya de híjos, y níetos y no
hízo esto porq’ vbíese vn Rey míla –
groso síno para sugetar los pueblos.
y para dares a conoçer, q’el era so –
lo la cabeza de todos los pueblos y
fue la quarta generazíon, de Reyes
este Rey cucumatz. y fue tambíen Sor
de petate, y casa, esto es de trono. y de –
xo desçendençía, y entonçes fue en
salçado quando tuuo híjos. e hízo
muchas cosas, y fue engendrado el
Tepepul ztayul. y fue el quínto, y
Reyno en la quinta generaçíon. y
así mesmo tuuíeron híjos cada vna
de las líneas de los SSes.

y a quí se habla de la sexta genera –
cíon q’tuuo dos grandes SSes. elvno
sellamaba a quicab. y el otro: cauí
zímah. y hízíeron muchas cosas el
quícab, y cauízímah. y este otra
vez engrandeçío el quiche, porq’
de uerdad era portentoso. y este
fue el que díuídío, y repartío los
pueblos chícos, y grandes, y los pu –
so a poca dístançía, y esto fue an
tíguamente quando eran suyos
los a chiqueles, los de chuuíla,
los de Rabinal, los de tzacualpa
los de caoqueb, los de zacabaha.
los de zaculeuab. los de tutuníca –
pa, los de quezaltenango. los de
Guatta. los de momostenango.
y estos dejaron a quícab. y hízíeron
Guerra. y fueron vençídos, y des
parçídos los pueblos del de Rabínal,
delos a chíqueles, de zaculeuab,
yfueron vençídos todos los pueblos
fine Folio 52 recto
y llegaron muy lexos los soldados
de quícab. y vna, o dos parçíalída
des q’no traían el tríbuto, fueron so –
juzgados, cobro los tributes, y los tra –
geron ante el quiche, y cauízímah.
y fueron puestos en esclauítud, y es –
trechura, y flechados. y no tenían ya
poder, y así estuuíeron desparçídos,
sobre la tíerra, así como el rayo q’
da en la píedra q’la quíebra, y des
parçe, y era espanto, q’ luego destru –
ía los pueblos, y ante cloche esta la señal
de el pueblo, y agora esta vn zero de pí –
edra q’casi esta trocado, como sí fuera
con hacha. y esta alla en la costa, q’se
llama petayub. y agora esta patente a
todos los q’ por allí pasan, y lo uen. en señal
de la fortaleza de quícab. y no lo pu –
díeron matar, ní vençer, porq’ era valí –
ente, yletríbutaron todos los pueblos. y
entonçes díspusíeron todos los SSes el amu –
rallar el pueblo, auíendo venído to –
dos los pueblos, aello.


traduzione di Antonio Giannotti

E qui incomincia il suo essere rubati gli uomini dei popoli da Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E dopo fu l'essere ammazzato il popolo, che li presero questi, e solo per un o due parti camminavano quando li prendevano, e dopo li andavano a sacrificare davanti al Tohil, Avilix. E dopo gettavano il sangue nella strada, e lanciavano le sue teste nelle strade e dicevano i popoli, la tigre se li mangiò, e lo dicevano perché vedevano che a modo di orme di tigri li facevano. E non si manifestavano, ed avevano rubato già molti popoli, e tardi lo notarono i popoli. E dicevano: se sarà il Tohil, Avilix, quello che entra qui e cerca solo i capitani. Dove staranno le sue case? Seguiremo le impronte, dissero tutti i popoli. Ed allora si consultarono tra sé, e dopo incominciarono a seguire le orme dei principali, e non si poteva seguire le tracce, solo vedevano impronte di cervi, e di tigri, e non si seguivano le impronte prime ma che erano rovesciate, perché si perdessero, e non era la strada chiara. Ed incominciava a piovere, una pioggerella, e foschia, e si verso molto fango, e pioveva, e questo è quello che si vedeva davanti ai popoli, e stanchi già di cercare smisero di seguire, perché era molto grande l'essere del Tohil, Avilix Hacavitz, ed andarono via lontano all’alto di un monte i popoli, dove li ammazzavano. E di qui incominciò il furto della gente che muore nelle strade, e che si sacrificano davanti al Tohil Avilix, Hacavitz. E liberarono i suoi figli lì sul monte. Ed il Tohil, Avilix, Hacavitz camminavano come tre bambini, e così si somigliavano a bambini, e suolo per miracolo della pietra. E così furono visti in un fiume che si lavavano a il bordo dell'acqua, e si chiamò manifestazione di essi, quel bagno del Tohil, e molte volte li vedevano i popoli, e dopo essi scomparivano, quando erano visti dei popoli. E allora ci fu notizia dove stavano Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. Ed allora consultarono i popoli affinché fossero uccisi.

E per primo vollero consultare, i popoli il vincere al Tohil, Avilix, e Hacavitz. Questo proposero i Principali davanti ai popoli. E furono tutti chiamati e convocati, e né una, né due delle tribù rimase, ma tutte si unirono e si chiamarono, ed allora consultarono, e dissero domandandosi gli uni agli altri: che cosa faremo per vincere queste aggiunte dei Quichées
[Recinos traduce (cfr. nota 4): aggiunte di Quiché = Quiché di Cavec] perché finiscono i vassalli, perché non è chiaro come si perdono gli uomini, se noi terminiamo per il furto quando sia fatto. O se è grande collera questa del Tohil Avilix, Hacavitz. E questo sarà il nostro idolo il Tohil, in schiavitú, non sarà possibile che li vinciamo, per sorte non siamo noi molti uomini, e questa nostra aggiunta [Recinos traduce: aggiunta = i Cavec] sono pochi, questo dissero quando si unirono tutti. E disse una parte dei popoli quando parlò: da dove vennero quelli che si lavavano nel fiume tutti i giorni? e se questo è Tohil Avilix, Hacavitz, li vinceremo per primi, e lì sarà il principio del suo essere vinti; i grandi, questo disse la metà quando parlò. E dissero che cosa sarà quello con cui dobbiamo vincerli? Dissero gli altri. In questo modo dissero li vinceremo, perché sono giovanotti quando si manifestano nel fiume. Vadano due donzelle, che siano molto belle, e che siano molto bianche donzelle, e che gli vada il desiderio, a esse. Sta bene dissero tutti. Cerchiamo due belle donzelle dissero. Ed allora cercarono tra le sue figlie. E certamente erano molto bianche bambine, e le comandarono allora e dissero. Figlie andate a lavare i panni al fiume, e se vi vengono tre giovanotti denudavi davanti ad essi, e se vi gradiscono vinceteli. Andremo là dove state voi? se vi diranno così, dite loro che si e quando vi fosse domandato da dove siete venute e di chi siete figlie, siamo figlie dei Signori dite loro, e dite loro che vi diano segno e portate il segno che voi diranno. E se vogliono coabitare con voi, datevi ad essi; e guardate che se non vi darete dobbiamo ammazzarvi. E se portate segno dopo starà beno il nostro cuore verso voi, e vi vorremo bene. E se avrete segno alcuno portatelo. Questo comandarono loro alle due donzelle che si chiamavano. L'una Xtah. E l'altra Xpuch. E le due donzelle Xtah, e Xpuch furono inviate al fiume dove si lavava il Tohil Avilix Hacavitz. E questo fu quello di cui discorsero i popoli.

E dopo andarono a comporre, e ad abbellirsi, e certamente che erano belle, quando andarono al fiume, al bagno del Tohil, ed impudentemente si lavavano, e disonestamente. E si rallegravano i Signori per le sue due figlie che avevano inviato. Ed arrivando al fiume incominciarono a lavare, e si denudarono entrambi, e stavano ognuna nella sua pietra lavorando, quando arrivò il Tohil, Avilix e Hacavitz, ed arrivarono al fiume, ed un poco dissimularono a vedere le due donzelle che lavavano. E dopo le donzelle ebbero vergogna quando arrivò il Tohil, ed in nessun modo desiderò il Tohil le due donzelle. Ed allora ad esse fu domandato da dove venite? le fu detto alle due donzelle, che cosa è quello che volete che venite qui alla nostra a acqua? E gli fu detto. Noi siamo inviate qua dai Signori. E ci dissero andate a vedere i visi di Tohil, e parlate con essi ed egualmente portate segno che avete visto i suoi visi fu detto a noi. Ed avendo dichiarato la sua inviata, questo volevano i popoli, che fornicassero le donzelle coi
nagual di Tohil? dissero Tohil, Avilix e Hacavitz.
E dissero un'altra volta a Xtah e Xpuch che così si chiamavano le donzelle: sta bene, andrà segno della nostra parola con voi, aspettate un poco si darà che portino ai Signori. E dopo consultarono i Principali e gli si disse a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah e Yquibalam. Dipingete nei tre panni il segno del vostro essere che vada davanti ai Signori nei paesi, che lo portino le due donzelle che lavano. Dateglielo gli fu detto a Balam-quitzé, Balam-acab, e Mahucutah.

E dopo dipinsero i tre, ed il primo Balam-quitzé dipinse l'immagine di una tigre che la dipinse nel panno. E Balam-acab, dipinse la sua immagine che era un'aquila, e la dipinse nel panno. E dipingendo Mahucutah, dipinse tutto tafani, e vespe da tutte le pati piene di vespe la sua pittura nel panno. E finirono le sue pitture i tre in tre finzioni dipinsero. E dopo furono a dare i panni a Xtah e Xpuch. Che si chiamavano così. E dissero loro Balam-quitzé, Balam-acab, e Mahucutah. Questo è il segno della vostra parola, e verità andate portatelo davanti ai Signori. E dite loro che certamente parlò il Tohil a noi, e questo è il segno che portiamo, questo gli direte a essi. E date loro i panni perchè li vestano. Questo essi fu detto a le donzelle quando furono congedate. E dopo andarono via e portarono i panni dipinti. E dopo che arrivarono dopo si rallegrarono i Signori quando le videro e portavano pendenti dalle sue mani la sua richiesta, le donzelle: Forse vedeste al Tohil le fu detto. E dissero lo vedemmo. Sta bene, dissero essi. E che segno portaste? è così vero? E pensavano i Signori che era segno di avere peccato. E stesero allora i panni dipinti le donzelle. E dappertutto erano tigri, dappertutto aquile, e tutto tafani e vespe quello che era dipinto nel panno che era lucidato ed allora desiderarono metterseli, e mettendosi il primo, e non fece loro niente la tigre che stava dipinto nel panno e dopo il Signore si mise il secondo in cui stava l'aquila, e non gli fece niente, e gli girava davanti a tutti, che avevano chiesto glielo mettesse e dopo si mise il terzo che stava dipinto di tafani, e vespe. E dopo incominciarono a pungerli tutto il corpo i tafani, e le vespe. E non potè tollerare, né soffrire le punture degli animali dipinti, ed incominciò a dare grida il Signore per gli animali che aveva dipinto Mahucutah nella terza pittura, e furono vinti, ed offese le donzelle dai Signori, la Xtah e la Xpuch. Che panni sono questi che portaste? Dove li foste a portare? Demoni? fu loro detto alle donzelle. Quando furono offese, e sgridate, ed il suo essere vinti tutti i popoli dal Tohil. E quello che volevano era che se ne andasse il Tohil, dietro alle due donzelle, Xtah, e Xpuch, e che fossero stato prostitute secondo la volontà dei popoli, e che fossero stato tentazione di essi. E non ebbe effetto che cadesse per le magie degli uomini quel Balam-quitzé, Balam-acab, e Mahucutah. Ed allora consultarono un'altra volta i popoli che cosa faremo a questi, che in realtà, è molto il suo essere quando sia fatto, dissero un'altra volta quando si unirono a consiglio. Quello che si farà, sarà superarli, vincerli, ed ucciderli, ci armeremo con saette, e scudi. Forse non siamo noi molti? Non deve rimanere uno né nessuno di essi dissero quando presero parere, e si armarono tutti i popoli e si unirono molti uccisori di tutti i paesi. E Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, erano nell’alto del monte che si chiamava Hacavitz, e lì liberarono a i suoi figli sul monte, ed erano pochi, non così come la moltitudine, dei popoli. E solo era poca la cima del monte che avevano fortificato come è stato che hanno pensato i popoli che fossero morti quando si riunirono tutti, e si convocarono.
E questa fu l’assemblea di tutti i popoli, che già erano armati con frecce, e scudi tutti, e non era numerabile l'argento della sua decorazione, ed erano belli tutti i Signori, e soldati, ed in realtà sapevano fare quello che dicevano, e tutti devono essere catturati, ed il Tohil, sarà il nostro idolo, e lo saluteremo, e solo lo cattureremo, dissero tra sé. Ed ugualmente tutto lo sapeva il Tohil, ed anche lo sapeva Balam-quitzé, Balam-acab e Mahucutah sentivano tutto quello che consultavano, perché non dormivano da quando si armarono tutti di saette, e scudi, i nemici. E dopo si alzarono tutti i guerrieri, e pensarono di entrare di notte quando andarono via. E non arrivarono, ma nel cammino vegliarono tutti i soldati. E dopo furono vinti da Balam-quitzé, Balam-acab, e Mahucutah. Tutti insieme vegliarono nel cammino, e senza sentirlo tutti si addormentarono, e dopo incominciò a essere ingannata la vista dei suoi occhi, tagliate le sue barbe, ed i suoi occhi, e dopo fu sciolto l'argento di essi nei suoi colli con le corone, ed i suoi colli ed i suoi bastoni, e solo presero l'argento in monito, e punizione di essi, ed in inganno suo fu fatto in segno della grandezza dei Quichées. E risvegliandosi un'altra volta, in tutta fretta palparono le sue corone ed i suoi bastoni, e non c'era già argento, nei suoi colli, con le sue corone chi è questo, dissero che ci ha rubato, o chi è questo che ci ci ha tagliato la barba, di dove venne questo che ci ha rubato il nostro argento dissero tutti i soldati, forse è quel demonio che ruba a gli uomini. E non è per quel motivo che dobbiamo avere paura di essi, che bisogniamo vincere il suo popolo, ed egualmente prenderemo un'altra volta il nostro argento, che dobbiamo far loro dissero tutti i popoli, e tutti quelli che adempievano alla sua parola e egualmente stavano i Signori principali molto tranquilli sul monte, e sapevano molto bene quello che dovevano fare Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam e avendo consultato il Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, fecero muraglia al bordo del paese, e sole lastre di pietra misero alla rotondità del paese e dopo fecero fantocci come se fossero uomini, e dopo li misero in ordine sulla muraglia, ed avevano i suoi scudi, e le sue frecce, e misero loro le sue corone, di argento ed i suoi vestiti, ed erano solo fantocci a cui misero l'argento dei popoli, che furono a rubare alla strada, e con questo adornarono i fantocci, e si incamminarono alle mura del paese, e dopo furono a chiedere consiglio al Tohil, se ci ammazzeranno, o ci vinceranno? E disse loro il Tohil non è per preoccupazione che io sto qui, e questo li metterete a essi; non ci spaventerete, gli fu detto a Balam-quitzé Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam. E dopo misero tafani, e vespe che furono a portare, e quando vennero li misero in quattro zucche grandi, e misero tutti quattro alle mura del paese e li rinchiusero i tafani e vespe nelle zucche, e questi erano quelli che dovevano fare la guerra ai popoli. E si nascosero, e si misero in spia, e fu spiato il popolo dai messaggeri dei popoli, le spie non sono molte, dissero, e solo videro i fantocci che muovevano le frecce, e gli scudi, e certo che sembravano uomini, guerrieri. E vedendoli i popoli, si rallegrarono molto perché non erano molti quelli che videro. Ed i popoli erano molti, e non erano numerabili gli uomini da battaglia, e guerrieri, che venivano a ammazzare a Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutahe Yquibalam, che stavano sul monte Hacavitz; ed ora diremo come fu la sua entrata.

E lì stavano Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, tutti insieme stavano sul monte colle sue donne, ed i suoi figli, quando arrivavano tutti i nemici, guerrieri, e non solo venivano uno né due in compagnia dei popoli. Ed accerchiarono tutto il paese, e mormoravano armati di saette; e di scudi, e gridavano, e fischiavano, e mormoravano con rumore, e fisciavano con le mani, ed entrando sotto al paese non dava loro attenzione a quei Signori ma attenti guardavano sopra la muraglia, tutti in ordine con le sue donne, ed i suoi figli, ed attendevano stupiti l'opera. Ed erano contenti i popoli quando salirono sul monte, e poco mancava già affinché si lanciassero al bordo del paese, e dopo aprirono le zucche tutte e quattro, quelli che stavano nel paese, ed uscirono i tafani e le vespe, come fumo, quando uscirono dalle zucche, e perivano i popoli per gli animali, perché diritto andavano alle bambine degli occhi, ed ai nasi, e le bocche, ed alle gambe, e le braccia. Chi sarà quello che va a prendere ed a strappare tutti questi tafani e vespe che ci sono? E diritti li mordevano; alle bambine degli occhi, e ferivano le bestioline, e si ammucchiavano contro ognuno dei soldati, ed erano come ubriacati dai tafani, e vespe, e non potevano già prendere le frecce, e gli scudi, e caddero al suolo, e si stesero sul monte e non sentivano già le frecce che gli tiravano, e che li bastonavano con le asce. E solo pali puliti tirarono fuori Balam-quitzé e Balam-acab, e le sue donna anche furono ucciditrici, e la metà di essi si girarono correndo tutti i paesi, che videro ai primo che erano morti, ed avevano finito. E non pochi uomini morirono e non morirono quelli che di tutto il suo cuore perseguivano, ma solo le bestioline li assalirono e non ci fu che fece la guerra soldati, né saette, né scudi, quando si sollevarono i popoli, e si alzarono i capi, contro Balam-quitzé, Mahucutah, Balam-acab, e Yquibalam. Ed essi dissero, non ci ammazzate perchè siamo dei poveri. Sta bene dissero e benché foste degni di morte, solo sarete tributari, per sempre gli fu detto. E così fu la sottomissione di tutti i popoli, dai nostri primi genitori, e succedè questo sul monte che si chiama ora Hacavitz, e questo fu il primo dove furono stabiliti, e lì si moltiplicarono ed aumentarono ed ebbero figlie, e figli sul monte Hacavitz. E si rallegrarono molto, quando sottomisero tutti i popoli. E lì furono sottomessi sul monte. E così accadde questo di vincere i popoli. E dopo si tranquillizzarono i suoi cuori, e parlarono loro ai suoi figli. Si era già avvicinata la sua morte quando li vollero ammazzare. Ed ora diremo della fine, e morte di Balam-quitzé, Balam - acab, Mahucutah, e Yquibalam.

Ed avendo già conosciuto che morivano li avvisarono i suoi figli e non erano malati, e neanche agonizzavano, né stavano in agonia, quando disposero delle sue cose, ed avvisarono i suoi figli e così si chiamavano i suoi figli: due ebbe Balam-quitzé: Qocaib, si chiamò il primo, ed il secondo: Qocavib. Che sono padri, e nonni di quelli di Caviquib. E Balam-acab ebbe altri due figli, e si chiamavano così, il primo Qoacul, e Qoacutec si chiamava il secondo figlio, di Balam-acab. E solo uno generò Mahucutah che si chiamò Qohau. E solo questi tre ebbero figli. Il Yquibalam. Ed in realtà erano Signori di rispetto, e questi erano i nomi dei figli. Ed a questi li avvisarono, e comandarono, stando tutti quattro uniti in uno. E cantarono, ed erano tristi, e piangevano nel suo canto, che si chiamava il canto Qamaqu. Il nome del canto che cantarono. Ed allora avvisarono i suoi figli. Guardate figli nostri che andiamo via, e non ritorniamo. Ed è illustre e chiara questa parola e mandato che vi comandiamo ora ma che doveste venire, da quella vostra patria che sta lontana voi mogli nostre gli dissero alle sue donne, e da ognuna di per sé si salutarono, noi andiamo via col nostro popolo. Già si trova in ordine il Signore dei cervi manifesto sta nel cielo. Già faremo il nostro giro e già si è fatto tutto quello che stava il nostro a carico, già si stabilirono i nostri giorni. Non ci dimentichiate, né ci perdiate, guardate le vostre case, e la vostra patria. E stabilitevi e moltiplicate. E vernite, e andate a vedere un'altra volta il posto da dove veniamo. Questo dissero quando si accomiatarono. E rimase allora segno dell'essere ed abitudine di Balam-quitzé. E gli disse questo vi lascio affinché vi ricordiate di noi, questo lascio con voi, e questo sarà la vostra grandezza, già salutai, e vi avvisai, e sono triste questo disse quando lasciò loro il segno del suo essere, ed abitudine, che si chiama: la maestà, e grandezza avvolta, e non si sa che cosa è, ma rimase avvolto, e non si slegò né si svolse, e non si sa per dove è cosi fatto, perché non lo videro quando si arrotolò, e così fu il suo addio, e si persero da sopra il monte di Hacavitz, e non furono visti più dalle sue donne, e figli, e non si sa che si fecero quando si sparirono. Solo si seppe del suo addio, e del fagotto, che fu cosa molto amata da essi. E questa fu la memoria dei suoi padri. E dopo tagliarono davanti alla memoria dei suoi genitori. E da qui nacquero gli uomini dai Signori quando presero da Balam-quitzé, Balan-acab, Mahucutah, Yquibalam. E incominciarono i padri e nonni di quelli di Caviquib. E non si persero i suoi figli Qocaib, e Qocavib, e così furono le morti di quei quattro, nostri primi padri, e nonni, quando scomparvero, e lasciarono i suoi figli sul monte Hacavitz. E lì si stettero i suoi figli. E stando già i popoli assoggettati, oramai non avevano grandezza, ma si stavano, e si caricavano tutti tutti i giorni. Ed acordndosi dei suoi genitori, ed erano cosa grande quel fagotto per essi, e non lo slegarono, ma si stava avvolto con essi. Ed è chiamato da essi la grandezza avvolta. Ed allora si celebrò, e gli fu messo il nome, quello che ad essi dette a conservare suo padre, solo in memoria di chi erano, quando lo fecero. E così fu quando scomparvero, e si persero Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, Yquibalam. I primi uomini che vennero dall'altra parte del mare, dell’oriente. Anticamente vennero qui, e morirono già essendo molto vecchi. E sono chiamati: i rispettati e obbediti.
E dopo cercarono di andare là all’oriente, cercando di dare compimento a quelli che i suoi genitori comandarono, che non l'avevano dimenticato. E già era molto tempo che erano morti i suoi genitori quando sposarono, e presero suoceri, e presero donne tre, e dissero quando andarono via andiamo all’oriente da dove vennero i nostri genitori e presero la sua strada i tre figli Qocaib si chiamava l'uno, figlio di Balam-quitzé, di tutti quelli di Caviquib. Qoacutec, l'altro, figlio di Balam-acab, di quelli di Nihaibab. Qoahau si chiamava l'altro, figlio di Mahucutah, di quelli di Ahan-quiché. E così si chiamavano quelli che furono là dell'altra parte del mare, Tre furono quelli che andarono via, e sapevano quello che facevano, e non erano uomini da poco. E si congedarono da tutti i suoi fratelli, e parenti, ed andarono via molto allegri. E dissero non morremo, ma ritorneremo, dissero quando andarono via i tre. Ed egualmente passarono sul mare ed arrivarono là all’oriente e furono a ricevere la sua supremazia e questo era il nome del Signore che dominava nell’oriente, dove furono.

Ed arrivarono davanti al Signore che si chiamava Nacxit. Gran Signore. Ed uno che tutto giudicava. Ed era grande il suo regno. E questo gli disse con il segno del suo regno, di tutti gli indovini, ed allora venne il segno dai grande Signori, e dei Signori delle case, ed allora venne il segno dalla grandezza, e grandi, e Signori. Ed appena finì di dar tutto il Nacxit, gli indovini, e forma del regno. Ed era tutto questo. Il trono, flauto,
cham-cham. Un altro flauto. Corone, tzicvil cohtzicvil balam, ho bolom, testa. Pich. Quech, macutax tot. Tatam, quz, buz, caxcom, chiyom, azta polul. [Cfr. nota 23 di Recinos] E tutto lo portarono carico quando vennero, e lo portarono dell'altra parte del mare, la sua scrittura, e pittura di Tulan, la sua scrittura, dissero a questo che è molto quello che misero nelle sue tradizioni.
E dopo quando arrivarono al suo paese che si chiamava Hacavitz, lì si unirono tutti quelli di Tanub, e Ilocab, e tutti i paesi, e si rallegrarono della venuta di Qocaib, Qoacutec e Qoahau. Lì un'altra volta presero il comando dei popoli, e si rallegrarono quelli di Rabinal, Cachiqueles e quelli di Quiquinaha. E manifestarono i segni, e segni che avevano del suo regno. E fu grande il suo essere dei popoli, e non finiva quando manifestarono i segni del suo impero e stavano lì in Hacavitz, e con essi tutti quelli che vennero dall’oriente, e furono a fare lungo cammino. E sul monte erano già molti tutti. E lì morirono le donne di Balam-quitzé Balam-acab, e Mahucutah. E quando vennero lasciarono quella sua dimora, e cercarono un'altra abitazione dove stabilirsi, e non erano numerabili i monti qne abitarono, quando si moltiplicarono, ed aumentarono e camminarono. E si ammucchiarono i nostri primi padri, e madri, dissero gli antichi, quando diedero notizia del primo paese che spopolarono che si chiamava Hacavitz. Ed allora venne a popolare un altro che si chiamava Chiquix. Nelle spine. E molto si stettero su quell'altro paese, e lì si moltiplicarono, ebbero figli, e figlie. E lì stavano in molti monti che erano quattro, e solo gli misero il nome di uno al suo paese. E sposarono le sue figlie, ed i suoi figlie, e solo li distribuivano, e solo in gratitudine, prendevano il prezzo delle sue figlie. Ed era buono l'essere che avevano, e dopo passarono da quei monti, ognuna delle tribù, e Tac o molti era il nome di Quix l'uno, un altro Chichat, un altro Humetabs, ed un altro Culba, ed un altro Cavinal. Questi erano i nomi dei monti dove si trattennero. Stavano guardando i monti del suo paese che cercavano. Ed erano già molti, tutti, ed erano morti già quelli che erano andati a prendere l'impero all’oriente. Già vecchi vennerodi lì su ognuno dei paesi, e non si trovarono in quelli monti quando passarono, e molte fatiche passarono, perché molto lontano trovarono il suo paese erano nonni, e padri, e questo è il nome del paese dove vennero.

Chi-yzmachi è il nome del monte, ed il suo paese dove stettero e dove si popolarono; e lì provarono la sua grandezza. E fecero edifici di calce e pietre, la quarta generazione di Re e Signori disse Conache, e Belebeb-queh, e anche Alel-ahau e quando regnò il re Cotuha con Yztayul che così si chiamavano Signori di trono e tappeto, regnarono lì in Yzmachi, e lo illustrarono, e fecero buon paese e solo tre case grandi c'erano lì in Yzmachi perchè ancora tuttavia non c'erano le ventiquattro case grandi solo tre avevano case grandi, una casa grande di Caviquib ed una casa grande dei Néhaibab, ed una casa grande di quelli di Ahau-quiché e solo due erano le case grandi delle due
parcialidades, e stavano lì in Yzmachi tutti in uno, senza avere malvagità, né cosa difficile, e solo aveva pace, e quiete, senza cause né litigi, bensì sola pace aveva nei suoi cuori senza invidia, e solo era poca la sua grandezza. Non si erano uniti in potere, né in superbia. Ed allora provarono a possederlo con lo scudo lì in Yzmachi in segno del suo regno ed allora fecero il segno del suo impero, e della sua grandezza, e maestà. E vedendo questo quelli di Ylocab, vollero venire ad ammazzare Cotuha e si incominciò la guerra fra essi, e solo volevano un re per sé ed al re Ztayul, lo vollero punire, quelli di Ylocab, con la morte, e non uscì l'invidia da essi contro il re Cotuha, ma su essi venne che pensavano di ammazzare il re quelli di Ylocab. E così fu il principio delle rivolte, e le discordie della guerra, ed entrarono e vinsero il primo paese, furono i soldati e quello che volevano era finire coi Quichées, e che essi soli regnassero, questo desideravano. E per questo venne a prendere, e catturare e furono pochi quelli che fuggirono, e si liberarono. Ed allora incominciarono a sacrificare quelli di Ylocab davanti all'idolo, e questa fu la ricompensa del suo peccato per il re Cotuha. E molti furono quelli che entrarono in schiavitú, e servitù, di quelli che catturavano, ed andarono via a consegnare, per la guerra che contro essi si univa e fu distrutto il paese, e fu oltraggiato, volevano quelli di Ylocab, l'impero del Quiché, ma non succedè loro così. E così fu il principio di essere gli uomini sacrificati davanti all'idolo, quando si fece la guerra. E lì fu il principio di fortificare il paese di Yzmachi. E là incominciò la grandezza, perché era grande l'impero del Quiché, e del suo re. E dappertutto aveva Signori poderosi, e non potevano scompigliarli, né chi li penetrasse. Ed egualmente facevano la grandezza del regno, che si fondò su Yzmachi, e lì incominciò a essere temuto l'idolo, e ne avevano paura tutti i popoli piccoli, e grandi. E videro che andavano schiavi, e che li ammazzarono, e sacrificarono per grandezza il re Cotuha, ed il re Yztayul, con quelli di Nihaibab, e quelli di Ahan-quiché. E solo tre tribù o generazioni stettero lì in Yzmachi. E lì incominciarono a stabilire i cibi, e bibite, per i suoi figli quando li sposavano, e così si unirono quelle tre grandi case, che si chiamarono così. Per essi e lì bevevano le sue bibite e lì mangiavano i suoi cibi, che era prezzo delle prigioniere figlie, e solo era per riposo dei suoi cuori quando mangiarono, e bevvero nelle sue grandi case, e questa era in segno di gradimento e unione in segno della propagazione, e delle sue parole sulle donne che abbiano figli o figlie e là fu dove si ingrandirono, e chiamarono tra sé i sette calpules, e parcialidades. Noi siamo compagni, quelli di Caviquib, noi quelli di Nihaib, e noi quelli di Ahau-quiché questo dissero i tre calpules, ed i tre delle case grandi. Ed stettero molto tempo lì in Yzmachi ed avendo trovato un altro paese, lasciarono quello di Yzmachi.
E dopo vennero da lì a Cumarcaaj. Che così si chiamò per i Quichées, ed allora venne lì i Signori Cotuha con Cucumatz e tutti i Signori ed alla quinta generazione di uomini dalla creazione, e da quando furono creati. E lì fecero le sue case, e lì anche fecero la casa dell'idolo. In mezzo alla parter alta del paese, la misero quando lì si stabilirono. E dopo si ingrandì un'altra volta la sua monarchia ed erano già molti, ed allora disposero insieme tutti il dividersi, perché avevano incominciato già contese, sull'invidiarsi tra se sul prezzo delle sue figlie che davano e perché non somministravano le bevute a essi e questo fu l'origine della divisione, e di armarsi, e tirare i teschi dei morti ed allora si spartirono le nove famiglie, o
calpules ed avendo discusso legalmente sulle sorelle, e figlie disposero stabilire il dominio in ventiquattro grandi case, e così fu fatto. Ed anticamente fu in questo paese, quando si stabilirono a ventiquattro case, lì nel paese di Cumarcaah che fu benedetto dal Signor Vescovo Don Francisco Marroquin. E si spopolò. E lì si ingrandirono, e lì si unirono i suoi troni, e seggi. E si divisero ciascuno nella sua grandezza, ciascuno dei Signori e ciascuna delle nove calpules prese per sé ciascuno dei nove Signori, e nove chínamítales presero per sé i Signori di Caviquib. Nove quelli di Nihaibab. Quattro quelli di Ahan-quiché. E due quelli di Zaquiquib. E si moltiplicarono molto, ed erano molti quelli che toccavano a ciascuno dei Signori e ciascno era il primo. E il capo di quei suoi vassalli. Ed erano molti le famiglie di ognuno dei Signori. Ed ora diremo il nome di ciascuno di per se, e di ognuna delle grandi case e questi sono i nomi dei Signori di Caviquib, ed il primo dei Signori era: Ahpop, Ahpop-camba, 2. Ahtohil, 3. Ahcucumatz, 4. Nim-Chocoh-Cavec, 5. Popol-Vinac, 6. Chituy-Lolmet, 7. Queh-Nayi, 8. Popol-Vinac-Pahom-Tzalatz, 9. Vchuch-Camha.
E questi erano i Signori davanti a quelli di Caviquib, nove Signori in ordine le sue grandi case di ognuno. E dopo si menzionano un'altra volta.
E questi sono i Signori di quelli di Nihaibab il primo Ahau-Alel, 2. Ahau-Ahtzic-Vinac, 3. Calecamba, 4. Vchuch-Cama, 5. Nim-Chocoh-Nihaib, 6. Ahan-Avilix, 7. Yacolatam, 8. Vtzam-Popo-Zaclatol, 9. Nima-Lolmet-Yeoltux. Nove Signori davanti a quelli di Nahaibab.
E di quelli di Ahau-quiché questi sono i nomi dei Signori: Ahtzic-Vinac, 2. Ahau-Lolmet, 3. Ahau-Nim-Chocoh, 4. Ahau-Hacavitz. Questi sono i quatro Signori, davanti a quelli di Ahau-quiché.
E due erano le
chínamítales, di Zaquiquib. L'uno Signore Tzutuha, 2. Alel-zaquic. E solo avevano una casa grande i due Signori.
E così si stabilirono i ventiquattro Signori e le ventiquattro case grandi, quando si ingrandì la gloria nel Quiché, e si elogiò la grandezza del peso quiché. E quando di calce, e pietra si fabbricò il paese. E vennero tutti i popoli grandi, e piccoli che stavano a responsabilità dei Signori e si elogiò, la gloria del Quiché, quando si fece la casa dell'idolo, e le case dei Signori e non furono questi quelli che li fecero, né lavorarono, né fecero le sue case, né questi fecero la casa dell'idolo, e pertanto si moltiplicarono i vassalli e non per inganni, né furti né rapine, perché in realtà erano dei Signori ciascuno. E furono molti i parenti che si unirono, ed ammucchiarono, a sentire quello che ognuno dei Signori comandava. Ed erano molto amati, e stimati tutti i Signori, ed erano tenuti in grande stima, e venerazione da tutti i vassalli. Quando si moltiplicarono quelli del popolo. E così a poco a poco si vennero a dare tutti i popoli, ed i nemici, né furono vinti i popoli in battaglia bensì dai miracoli dei Signori si ingrandirono. Ed il re Cotuha, e Cucumatz. Era portentoso il Cucumatz. Sette giorni saliva al cielo, e sette giorni andava all’inferno. E sette giorni si trasformava in biscia, che certamente sembrava biscia. E sette giorni si trasformava in aquila, ed altri sette giorni si trasformava in tigre. Che certamente era aquila, e tigre. Ed altri sette giorni si trasformava in sangue coagulato, che solo era sangue, e certamente era portentoso Re, e miracoloso nel suo essere. Ed era spavento davanti a tutti i Signori. E si sparse questa notizia, e la sentirono tutti i Signori ed i popoli i portenti del Re. E questo fu il principio della grandezza del Quiché quando fece il re Cucumatz i segni della sua grandezza. E non mancò la sua discendenza di figli, e nipoti, e non fece questo perché ci fosse un re miracoloso bensì per sottomettere i paesi. E per darsi a conoscere che egli era solo la testa di tutti i paesi e fu la quarta generazione di re, questo re Cucumatz. E fu anche Signore di borsa e casa, questo è di trono. E lasciò discendenza, ed allora fu lodato quando ebbe figli. E fece molte cose, e fu generato il Tepepul-Ztayul. E fu il quinto, e regnò nella quinta generazione. Ed egualmente ebbero figli ognuna delle linee dei Signori.

E qui si parla della sesta generazione che ebbe due grandi Signori. L'uno si chiamava Quicab. E l'altro Cavizimah. E fecero molte cose il Quicab, e Cavizimah. E questo un'altra volta ingrandì il Quiché, perché in realtà era portentoso. E questo fu quello che divise, e distribuì i popoli piccoli, e grandi, e li pose a poca distanza, e questo fu anticamente quando erano suoi i Cachiqueles, quelli di Chuvila, quelli di Rabinal, quelli di Tzacualpa quelli di Coaqueb, quelli di Zacabaha. Quelli di Zaculeuab. Quelli di Tutunicapa, quelli di Quezaltenango. Quelli della Guatta. Quelli di Momostenango. E questi lasciarono Quicab. E fecero guerra. E furono vinti e dispersi i popoli di Rabinal, dei Cachiqueles, di Zaculebab, e furono vinti tutti i popoli ed arrivarono molto lontano i soldati di Quicab. Ed una o due
parcialidades che non portavano il tributo, furono soggiogate, riscosse i tributi, e li portarono davanti al Quiché, e Cavizimah. E furono messi in schiavitú, e imprigionati, e trafitti da frecce. E non avevano già potere, e così stettero dispersi, sulla terra, così come il raggio rimane nella pietra, e scompare, ed era spaventoso, perchè dopo distruggeva i popoli, e davanti a Cloche sta il segno del paese, ed ora sta un monte di pietra che quasi sta cambiato, come se fosse con ascia. E sta là nella costa, che si chiama Petayub. Ed ora è evidente a tutti quelli che per lì passano, e lo vedono, in segno della forza di Quicab. E non lo poterono ammazzare, né vincere, perché era valoroso, e gli tributarono tutti i popoli. Ed allora disposero tutti i Signori di murare il paese, essendo venuti tutti i paesi a ciò.

E dopo uscirono alle vedette di frontiera che facessero attenzione alla guerra, e fondarono sui monti somiglianza di paesi. Forse per caso ritornano un'altra volta al paese dissero quando consultarono tutti i Signori. Ed uscirono a metterli in paraggi che fosse loro come muraglia e difesa, e questo sarà la nostra fortezza, e difesa dissero tutti i Signori. E dopo uscirono a mettere ognuna delle
parcialidades difensori contro i nemici. Ed allora li avvisarono quando furono a metterli nei paraggi che dovevano abitare delle sue montagne, non abbiate paura, se un'altra volta vengono i nemici, contro di voi, che vi vogliono ammazzare, a tutta fretta venite a dircelo, e li andremo a ammazzare. Disse loro Quicab, a essi i soldati, e capitani, ed allora furono tutti gli uomini di guerra, arcieri ed arcieri. Ed allora si sparpaglerono i padri e nonni dei Quichées, che stanno in ognuno dei monti che furono a essere guardiani dei monti, e degli archi, e frecce e vedette della guerra. E nessuna era straniero, né aveva differente idolo, ma erano muraglia e difesa del paese. Ed allora uscirono tutti. Quelli da Chuila, quelli di Chulimal, di Zaquia di Sahbaquich, di Chitemah, di Ezyocho con quelli di Cabracan, Chabicac, Chi-Hun-Ahpu. Con quelli di Zacualpa, di Xoyabab. E di Zacabaha, e quelli di Ahziyah. E quelli di Tutunicapa, quelli di Quezaltenango. E quelli della costa uscirono a badare alla guerra, e a attendere la terra. Allora inviò loro il Quicab, e Cavizimah, e l'Ahpop, l'Ahpop-camba e Alel ed Ahtzic-Vinac. Questi quattro Signori, furono inviati, e vegliarono la guerra di Quicab, e Cavizimah. Perchè così si chiamavano il re di quelli di Caviquib. Ed altri due che uno si chiamava Quema. Di quelli di Nihaib, ed un altro che si chiamava Achac-Yboy di quelli di Ahau-quiché. E questi erano i nomi dei Signori di quelli che li inviarono e dopo andarono via i vassalli ai monti, in ognuno dei monti, ed furono i capitani e portarono prigionieri, e schiavi davanti al Quicab, e Cavizimah. E dei principali, e capi. E fecero sulla guerra archi, e frecce, e arrestarono, e catturarono, e diventarono coraggiosi guerrieri, quelli che avevano messo nei paraggi. E si moltiplicarono; ed aumentarono i premi per i Signori quando venivano a consegnare quelli che avevano arrestato e catturato. E dopo unirono il suo consiglio tutti i Signori e principali e disposero nel suo consiglio e dissero saranno principali tutti i capitani dei chínamítales, saranno Signori di trono e seggio, questo disposero i principali quando unirono il suo consiglio. Ed egualmente fecero quelli di Tamub, e Ylocab. A una tutti i tre calpules del Quiché, quando nominarono i capitani, e capi dei vassalli, e così fu. E non furono nominati qui nel Quiché, ha il suo nome il monte dove furono famosi i capitani dei vassalli. E furono inviati tutti ciascuno al suo monte, e si unirono in uno. Xebalax, Xecamac, si chiamava il monte dove furono designati e gli si essi dette l’incarico, là in Chuliman. E questa fu la celebrazione della sua elezione, e nomina dei venti capitani di seggio, e casa, dai Signori e principali, e gli si dette l’incarico a tutti i capitani di undici grandi banchetti, e furono chiamati Alel-ahau, Alel-zaquic, Alel-achih, Rah-pop-achih, Rah-tzalam-achih, Tzamachih, così si nominarono i capitani, che entrarono, e celebrarono sui suoi troni, e seggi per capitani dei suoi vassalli, i Quichées, che li guardassero, che li sentissero, coi suoi archi, e frecce, affinché chiudessero, e facesse muraglia, e ostacolo al Quiché. Ed egualmente lo fece il Tanub, e Ylocab. Nominarono i capitani dei suoi vassalli, affinché stessero in ciascuno dei monti e questo fu il principio di essere stabiliti i Signori ed avere il suo incarico in ciascuno dei monti. E così fu la sua uscita quando uscirono dai Signori che da questi principali uscirono.

Ed ora diremo un'altra volta il nome della casa dell'idolo, che egualmente si chiamò la sua casa del nome dell'idolo. Il grande edificio del Tohil. Fu il nome dell'edificio della sua casa Tohil di quelli di Caviquib. Avilix fu il nome dell'edificio casa di Avilix, di quelli di Nihaibab. E Hacavitz fu il nome dell'edificio della casa dell'idolo di quelli di Ahau-Quiché. Tzutuha che si vede in Cahbaha fu il nome di un altro edificio dove stette la pietra, che adorarono tutti i Signori. E tutti i popoli. E primo era portata l'offerta, e dopo un'altra volta gli andavano a dare i suoi tributi al re e a questo Signore lo sostentavano, ed alimentavano i principali, che vinsero i popoli. Ed erano grandi Signori. Ed indovini, e portentoso il re Cucumatz. E Cotuha. Ed anche portentosi il Quicab, ed il Cavizimah e sapevano se c'era guerra, e loro era palese, e tutto lo vedevano, o se c'erano mortalità, o fame, o contese, e tutto lo sapevano. Ed aveva dove tutto lo vedevano, libro di tutto che lo chiamavano loro, libro della comunità. E non erano così non i Signori. Che era cosa grande il suo essere, ed erano grandi i suoi digiuni. E con questo compravano l'edificio ed il regno. Ed erano lunghi i digiuni, e si indebolivano davanti all'idolo. E così era il digiuno di essi. Nove persone, o uomini, digiunavano, e nove erano in discorso prostrati, e bruciavano copale, e tredici uomini digiunavano, ed altri tredici stavano in preghiera, e bruciavano copale davanti all'idolo Tohil. E solo
zapotes, matazanos e jocotes, era quello che mangiavano. E non mangiavano tortilla, ora fossero dieciassette gli uomini che stavano pregando, o dieci quelli che digiunavano, non mangiavano. Ed in realtà era grande il digiuno che conservavano, e questo era in segno del comando dei Signori. Neppure dormivano con donne, ma soli essi si stavano in continenza, e digiunando nella casa dell'idolo stavano tutti i giorni, e solo si stavano in preghiera, prostrati bruciando copale, in questo capivano. E lì stavano di notte, e di giorno, piangendo, e chiedendo la chiarezza e vita di suoi vassalli, ed anche il suo regno. Ed alzavano i visi al cielo. Questi erano le sue petizioni, che chiedevano davanti all'idolo, e questo il pianto dei suoi cuori:

0h tu, bellezza del suo giorno; tu Huracan, tu Cuore del cielo e della terra, tu, datore della nostra gloria, e tu anche datore dei nostri figli, e figlie, muovi, e ritorna qua verso la tua gloria, e dà che vivano, e si allevano i miei figli, e figlie, e che si moltiplichino, ed aumentino, tuoi sostentati, ed alimentati, e quelli che ti invochino nel cammino, nei fiumi, e nei burroni, sotto agli alberi, e rami, e date loro i suoi figli, e figlie. E che non trovino alcuna disgrazia, e infortunio, e non siano ingannati. Non inciampino, né cadano, né fornichino e siano giudicati in tribunale alcuno. Non cadano nel lato alto, o basso dalla strada, né ci sia alcun attacco nella sua presenza. Metteteli in buona strada, e bella. Non abbiano infortunio, né disgrazia dei suoi capelli. Che siano buone le sue abitudini dei tuoi sostentati, ed alimentati nella tua presenza, il tuo Cuore del cielo, il tuo Cuore della terra, il tuo fagotto di gloria, tu, Tohil Avilix, e Hacavitz ventre del cielo, ventre della terra, e quattro angoli. Solo sia pace nella tua presenza tu idolo. Così dicevano i Signori quando digiunavano quei nove, tredici, e dieciassette uomini che digiunavano piangendo i suoi cuori i giorni sui suoi vassalli, ed anche sulle sue donne ed i suoi figli. Quando fecero il suo compito. Ciascuno dei Signori e questo era il prezzo con cui si comprava la chiarezza, e la vita, e con che si comprava il Dominio, che era il comando dei principali, e Signori. E di due in due piangevano, e si succedevano a portare ai suoi uomini il paese; con tutti i Quichées. Ed uno fu il principio delle tradizioni, e sostentati. Ed egualmente facevano quelli del Tanub, e Ylocab, con quelli di Rabinal, ed i Cachiqueles, e quelli di Quiquinaha, e di Tuhala, e Vchabaho, ed uno era lo stile di tutti, nel Quiché, e così regnarono e non si invidiarono i doni del suo alimentatore, e suo sostentatore. E solo tentavano di mangiare, e bere. E non invano, li sottomisero, e strapparono l'impero, e la sua gloria, e grandezza. E così furono soggiogati i popoli, piccoli e grandi. Dettero molto prezzo, portarono pietre preziose, ed argento. Corone, e piume verdi, ed era già collocato il tributo di tutti i paesi. E vennero alla presenza dei portentosi re. Cucumatz Cotuha. Ed alla presenza di Quicab e Cavizimah. Grandi Signori di trono, e casa, e grandi, ed alti, uomini non fu poco quello che fecero, e non furono pochi i popoli che insero molti ordini di popoli vennero a tributare al Quiché. E furono molto sentite le sue morti. E fu lodato per essi, e così si alzò la sua grandezza. Questo Cucumatz fu il principio della grandezza del regno. E così fu il principio di essere ingrandito il Quiché. Ed ora racconteremo le generazioni dei Signori ed i suoi nomi tutti diremo ora un'altra volta.
E queste furono le generazioni, e discendenza del regno, e il chiarimento di Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah, e Yquibalam, nostri primi nonni, e padri, quando albeggiò il sole, luna, e stelle e qui daremo principio alla discendenza di tutti i re, e Signori come furono entrando e succedendosi. Come furono morendo, e iniziando ciascuna delle generazioni dei Signori e vecchi Signori dei
calpules tutti. E qui si racconterà di ciascuno di per sé, ciascuno dei Signori del Quiché.

Balam-quitzé, il primo, e tronco di quelli di Caviquib
Cocavib; seconda generazione di Balam-quitzé.
Balam-Conache, la terza generazione.
Cotuha-Ztayub, quarta generazione.
Cucumatz-Cotuha, il primo dei portentosi, quinta generazione.
Tepepul-Ztayul, sesta generazione.
Quicab-Cavizimah, settima generazione, che anche fu portentoso.
Tepepul-Ztayul, ottava generazione.
Tecum-Tepepul, nona generazione.
Vanxaqui-Caam e Quicab, decima generazione dei re.
Vucub-Noh, e Cuvatepech, undicesima generazione dei re.
Oxibqueh-Beleheb-quih, dodicesima generazione dei re, e questi regnavano quando venne Alvarado, e furono impiccati dagli Spagnoli.
Tecum-Tepepul che tributarono agli Spagnoli, e questi furono il tredicesima generazione dei re.
Don Julio di Roxas, Don Julio Cortés, la quattordicesima generazione dei re, e furono figli di Tecum, Tepepul.
E queste sono le generazioni del regno dei re di trono, e casa di quelli di Caviquib-Quichées. Ed intasa diremo dei
chinamitales. E queste sono le case grandi di ognuno dei Signori dei Principali che furono nominati nove chinamitales di Caviquib, e nove case grandi. E questo è il nome di ognuno dei Signori delle case grandi
Ahau-Ahpop, Signore di una casa grande che si chiamava Cuha.
Ahau-Ahpop-Camha, e la sua casa si chiamava Quiquinaha.
Nim-Chocoh-Cavec, una casa grande.
Ahau-Atohil, Signore di una casa grande.
Ahau-Ah-Cucumatz, Signore di una casa grande.
Popolvinac-Chituy, Signore di una casa grande.
Lolmet-Quenay, Signore di una casa grande.
Popolvinac-Pahom. Tzalatz-Xcuxeba, Signore di una casa, grande.
Tepeu-Yaqui, Signore di una casa grande.
E questi sono i nove
chinamitales di Caviquib, ed avevano molti soggetti al suo conto.
E qui si mettono quelli di Nihaibab, che avevano nove case e prima diremola discendenza del regno che fu uno il tronco, prima che ci fossero luce e sole
Belam-acab, il primo nonno e padre.
Coacul-Coacutac, seconda generazione,
Cochahuh-Cotzibaha, terza generazione.
Beleheb-Quih, la quarta generazione.
Cotuha, la quinta generazione.
Batza, la sesta generazione.
Ztayul, la settima generazione di re.
Cotuha, l'ottava generazione del regno.
Beleheb-Quih, la nona generazione.
Quema, la decima generazione.
Ahau-Cotuha, l'undicesima generazione.
Don Cristobal si chiamò quello che regnò in tempo degli Spagnoli.
Don Pedro di Robles, è quello che regna ora.
E questi furono tutti i re che discesero da quello re Alel. Ed ora diremo il Signore di ognuna delle grandi case.
Ahau-Alel, il primo Signore di quelli di Nihaibab, Signore di una casa grande.
Ahau-Ahtzic-vinac, Signore di una casa grande.
Ahau-Zalel-Camba, Signore di una casa grande.
Nima-Camba, Signore di una casa grande.
Vchuch-Camba, Signore di una casa grande.
Nima-Camha, Signore di una casa grande.
Nimchocoh-Nihaib, Signore di una casa grande.
Ahau-Avilix, Signore di una casa grande.
Yaco-Latam, Signore di una casa grande.
E queste sono le case grandi di quelli di Nihaibab, e così si chiamarono i nove
chinamitales di Nihaibab e avevano molti chinamitales ognuno dei Signori, Che primo dicemmo i suoi nomi.
E questa è la discendenza di quelli di Ahan-Quiché. Il suo primo nonno e padre.
Mahucutah, il primo uomo.
Coahau, della seconda generazione.
Ca-Lacan, 3.
Cocozon, 4.
Comah-Cun, 5.
Vucub-ah, 6.
Cocamel, 7.
Coyabacoh, 8.
Vinac-bam, 9.
E questi furono i re di quelli di Ahau-Quiché, e le sue discendenze. E questi sono i nomi dei Signori delle grandi case che solo sono quattro.
Ah-Tzic-Vinac, il nome del primo Signore di una grande casa.
Lolmet-Ahau, il secondo Signore di una casa grande.
Nim-Chocoh, il terzo Signore di una casa grande.
Hacavitz, il quarto Signore di una casa grande. Che erano sole quattro case grandi di quelli di Ahau-Quiché.
E questi erano i tre grandi
combites che erano come genitori per tutti i Signori del Quiché, e tutti si univano in uno i tre combites. Che erano quelli che tutto lo comandavano, e disponevano, piccolo, e grande, le tre giunte o combites.
Grande giunta e
combite di quelli di Caviquib. Ed il secondo di quelli di Nihaib. Ed il terzo di quelli di Ahau-Quiché; ognuno di questi tre nel suo chinamital. E questo è tutto quello del Quiché. Perché oramai non c'è dove leggerlo e sebbene anticamente lo fosse, ma si è perduto. E qui finì tutto quello che riguarda il Quiché, che ora si chiama Santa Cruz.

dall'opera di Scherzer

Y aquí empieza su ser hurtados los hombres de los pueblos por Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam; y luego fué el ser matado el pueblo, que los tomaron estos, y solo por una ó dos partes andaban cuando los tomaban, y luego los iban á sacrificar ante el Tohil y Avilix, y luego echaban la sangre en el camino, y arrojaban sus cabezas en los caminos y decian los pueblos: el tigre se los comió, y lo decian porque veian que á modo de huellas de tigres las hacian, y no se manifestaban, y ya habian hurtado muchos pueblos. Y tarde lo echaron de ver los pueblos, y decian: ¡si será el Tohil y Avilix, el que entra aquí y busca solo á los capitanes! ¿adonde estarán sus casas? Seguiremos las pisadas, dijeron todos los pueblos, y entonces consultaron entre sí, y luego empezaron á seguir las huellas de los Principales y no se podía rastrear, solo veian pisadas de venados y de tigres, y no se rastreaban las pisadas primeras, sino que estaban vueltas para que se perdieran, y no estaba el camino claro, y empezaba á agarbar, una garba y neblina, y se hacia mucho lodo y garbaba, y esto es lo que se veía ante los pueblos. Y cansados ya de buscar, dejaron de seguir, porque era muy grande el ser del Tohil, Avilix y Hacabitz, y se fueron léjos á lo alto de un cerro los pueblos de adonde los mataban, y de aquí empezó el hurto de la gente que muere en los caminos, y que se sacrifican ante el Tohil, Avilix y Hacabitz y libraron á sus hijos allí sobre el cerro. Y el Tohil, Avilix y Hacabitz, andaban como tres niños, y así se parecían á niños, y solo por milagro de la piedra, y así fueron vistos en un rio, que se bañaban á la orilla del agua, y se llamó manifestacion de ellos aquel baño del Tohil, y muchas veces los veian los pueblos, y luego se les des- aparecian, cuando eran vistos de los pueblos, y entonces hubo noticia adonde estaban Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, y entonces consultaron los pueblos para que fuesen muertos. .
Y lo primero quisieron consultar los pueblos el ganar al Tohil, Avilix y Hacabitz; esto propusieron los Principales ante los pueblos, y fueron todos llamados y convocados, y ni una ni dos de las tribus se quedó, sino que todas se juntaron y se llamaron. Y entonces consultaron, y dijeron, preguntándose unos á otros: ¿qué haremos para ganar á estas añadiduras de los Quichées? porque se acaban los vasallos, porque no está claro como se pierden los hombres, si nos acabamos por el hurto cuando sea hecho, ó si es grande enojo este del Tohil, Avilix y Hacabitz y este será nuestro idolo él Tohil en esclavitud. ¿No será posible que los ganemos? ¿por ventura, no somos nosotros muchos hombres? y esta nuestra añadidura son pocos, esto dijeron cuando se juntaron todos. Y dijo una parte de los pueblos cuando habló: ¿Adonde vieron que se bañaban en el rio todos los dias? y si este es Tohil, Avilix y Hacabitz, los venceremos primero, y allí tendrá principio su ser ganados los grandes. Esto dijo la mitad cuando habló, y dijeron: ¿qué será aquello con que los hemos de ganar? Dijeron los demas: de esta suerte, dijeron, los ganaremos: Porque son mancebos, cuando se manifestan en el rio; vayan dos doncellas que sean muy hermosas, y que sean muy blancas doncellas, y que se les vaya el deseo á ellas. Está bien, dijeron todos; busquemos dos hermosas doncellas, dijeron. Y entonces buscaron entre sus hijas; y ciertamente eran muy blancas niñas, y les mandaron entonces y dijeron: ¡hijas! andad á lavar los paños al rio, y si os vibren tres mancebos, desnudaos ante ellos, y si os apetecen, ganadlos. Iremos allá adonde estais vosotras, si os dijeron así, decidles que sí, y cuando os fuese preguntado, ¿de adónde habeis venido, y de quién sois hijas? somos hijas de los Señores, decidles, y decidles, que os den señal y traed la señal que os dieren: y si quisieren cohabitar con vosotras, dáos á ellos, y mirad que si no os dáis, os hemos de matar, y si traeis señal, luego estará bueno nuestro corazon para con vosotras, y os querremos, y si hubiere señal alguna, traedla. Esto les mandaron á las dos doncellas que se llamaban la una Xtah, y la otra Xpuch, y las dos doncellas Xtah y Xpuch fueron enviadas al rio adonde se bañaba el Tohil, Avilix y Hacabitz, y esto fué lo que discurrieron los pueblos.
Y luego se fueron á componer y á aderezar, y ciertamente que estaban hermosas, cuando se fueron al rio, al baño del Tohil, y desvergonzadamente lavaban y deshonestamente, y se alegraban los Señores por sus dos hijas que habian enviado; y llegando al rio empezaron á lavar y se desnudaron ambas á dos, y estaban cada una en su piedra trabajando cuando llegó el Tohil, Avilix y Hacabitz. Y llegaron al rio, y un poco disimularon verlas á las dos doncellas que lavaban, y las doncellas luego tuvieron vergüenza cuando llegó el Tohil, y de ningun modo apeteció el Tohil á las dos doncellas y entonces les fué preguntado: ¿de adónde venis? les fué dicho á las dos doncellas, ¿qué es lo que quereis, que venis aqui á nuestra agua? Y les fué dicho: nosotras somos enviadas acá por los Señores, y nos dijeron: andad á ver las caras de Tohil, y hablad con ellos, y así mismo traed señal de que habeis visto sus caras, se nos fué dicho. Y habiendo declarado su enviada, dijeron: ¿querian los pueblos que fornicasen las doncellas con los naguales de Tohil? dijeron Tohil, Avilix y Hacabitz.
Y dijeron otra vez á Xtah y Xpuch, que así se llamaban las doncellas: está bien, irá señal de nuestra palabra con vosotras, aguardad un poco, se dará que lleven á los Señores. Y luego consultaron los Principales, y se les dijo á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam: pintad en los tres paños la señal de vuestro ser que vaya ante los Señores en los pueblos, que lo lleven las dos doncellas que lavan, ¡dadselo! les fué dicho á Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah.
Y luego pintaron los tres, y el primero Balam-quitzé pintó la imágen de un tigre que la pintó en el paño; y Balam-acab pintó su imágen que era una águila, y la pintó en el paño, y pintando Mahucutah, pintó todo tábanos y abispas, por todas partes lleno de abispas su pintura en el paño. Y acabaron sus pinturas los tres, en tres doblezes pintaron, y luego fueron á dar los paños á Xtah y Xpuch, que así se llamaban, y les dijeron Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah: esta es la señal de vuestra palabra y verdad, andad llevadlo ante los Señores y decidles, que ciertamente habló el Tohil á vosotras, y esta es la señal que traemos; esto les diréis á ellos, y dadles las tijnas que las vistan. Esto les fué dicho á las doncellas, cuando fueron despedidas, y luego se fueron y llevaron los paños pintados, y luego que llegaron, luego se alegraron los Señores cuando las vieron y llevaban pendientes de sus manos su peticion las doncellas: ¿Por ventura visteis al Tohil? se les fué dicho. Y dijeron: lo vimos. Está bien, dijeron ellos, ¿y qué señal trajisteis? ¿es así verdad? Y pensaban los Señores que era señal de haber pecado y tendieron entonces los paños pintados las doncellas, y por todas partes eran tigres, por todas partes águilas y todo tábanos y abispas, lo que estaba pintado en el paño, que estaba bruñido. Y entonces desearon ponérselos, y pusiéronse el primero, y no les hizo nada el tigre, que estaba pintado en el paño; y luego el Señor se puso el segundo en que estaba el águila, y no le hizo nada y le daba vueltas delante de todos que habian pedido se lo pusiese. Y luego se puso el tercero, que estaba pintado de tábanos y abispas, y luego empezaron á picarle todo el cuerpo los tábanos y las abispas, y no pudo tolerar ni sufrir las picadas de los animales pintados, y empezó á dar gritos el Señor por los animales que habia pintado Mahucutah en la tercera pintura. Y fueron vencidas y afrentadas las doncellas por los Señores, la Xtah y la Xpuch: ¿qué paños son estos que trais, donde los fuisteis á traer, demonios? les fue dicho á las doncellas, cuando fueron afrentadas y reñidas, y su ser vencidos todos los pueblos por el Tohil. Y lo que querian era, que se fuesen al Tohil, tras las dos doncellas Xtah y Xpuch, y que hubiesen sido rameras segun la voluntad de los pueblos, y que hubiese sido tentacion de ellos, y no tuvo efecto que cayesen por los naguales de los hombres aquel Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah. Y entonces consultaron otra vez los pueblos: ¿qué haremos á estos? que de verdad es mucho su ser cuando sea hecho, dijeron otra vez, cuando se juntaron á consejo. Lo que se hará, será sobrepujarlos, vencerlos y matarlos, nos armaremos con saetas y escudos; ¿por ventura no somos nosotros muchos? No ha de quedar uno ni ninguno de ellos, dijeron cuando tomaron parecer, y armaronse todos los pueblos, y se juntaron muchos matadores de todos los pueblos. Y Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam estaban en lo alto del cerro que se llamaba Hacabitz, y alli libraron á sus hijos sobre el cerro, y eran pocos, no así como la muchedumbre de los pueblos, y solo era poca la cumbre del cerro que habian fortificado: como ha sido que han pensado los pueblos que fuesen muertos cuando se juntaron todos y se convocaron.
Y esta fué la junta de todos los pueblos que ya estaban armados con flechas y escudos todos, y no era contable la plata de su adorno y estaban hermosos todos los Señores y soldados, y de verdad sabian hacer lo que decian: y todos han de ser cautivos, y el Tohil será nuestro ídolo, y lo saludaremos y solo lo cautivaremos, dijeron entre sí. Y asimismo todo lo sabia el Tohil y tambien lo sabia Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah, oian todo lo que consultaban, porque no dormian desde que se armaron todos de saetas y escudos los enemigos. Y luego se levantaron todos los guerreadores y pensaron entrarlos de noche cuando se fueron, y no llegaron sino que en el camino velaron todos los soldados; y luego fueron vencidos por Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah y todos juntos velaron en el camino y sin sentirlo todos se durmieron. Y luego empezó á ser repeladas sus barbas y sus ojos, y luego fue desalada la plata de ellos en sus cuellos con los chalchigüites y sus cuellos y sus varas. Y solo tomaron la plata en escarmiento y castigo de ellos, y en engaño suyo fue hecho en señal de la grandeza de los Quichées, y dispertando otra vez, á toda priesa palparon sus chalchigüites y sus varas, y no habia ya plata en sus cuellos con sus chalchigüites. ¿Quién es este, dijeron, que nos ha robado? ó ¿quién es este que nos ha repelado? ¿de adonde vino este que nos ha robado nuestra plata? dijeron todos los soldados; ¿quizas es aquel demonio que hurta á los hombres? Eá, que no por eso hemos de tener miedo á ellos, que hemos ganar su pueblo, y así mismo cogeremos otra vez nuestra plata. ¿Qué les hemos de hacer? dijeron todos los pueblos, y todos los que cumplian su palabra. Y así mismo estaban los Señores principales muy sosegados sobre el cerro, y sabian muy bien lo que habian de hacer Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam; y habiendo consultado el Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, hicieron muralla á la orilla del pueblo, y solo lajitas pusieron á la redondez del pueblo, y luego hicieron dominguejos así como si fueran hombres, y luego los pusieron en orden sobre la muralla, y tenian sus escudos y sus flechas, y les pusieron sus chalchigüites de plata y sus ropas, y eran solo dominguejos á quienes pusieron la plata de los pueblos, que fueron á hurtar al camino; y con esto adornaron á los dominguejos, y se anduvieron á la redonda del pueblo. Y luego fueron á pedir parecer al Tohil: ¿si nos mataran ó nos vencerán? Y les dijo el Tohil: no es de cuidado porque yo estoy aquí, y esto les meteréis á ellos; no nos amedrentéis, les fué dicho á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam. Y luego pusieron tábanos y abispas que fueron á traer, y cuando vinieron, los pusieron en cuatro calabazos grandes y pusieron todos cuatro á la redonda del pueblo, y los encerraron á los tábanos y abispas en los calabazos, y estos eran los que habian de hacer la guerra á los pueblos, y se escondieron y se pusieron en espía, y fué espiado el pueblo por los mensajeros de los pueblos. Las espias no son muchas, dijeron, y solo vieron los dominguejos que meneaban las flechas y los escudos, y cierto que parecian hombres matadores, y viéndolos los pueblos, se alegraron mucho porque no eran muchos los que vieron, y los pueblos eran muchos y no eran contables los hombres de pelea y matadores que venian á matar á Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam que estaban sobre el cerro Hacabitz; y ahora diremos como fué su entrada.
Y allí estaban Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, todos juntos estaban sobre el cerro con sus mugeres y sus hijos, cuando llegaban todos los enemigos matadores; y no solo venian unidos en compañia de los pueblos y cercaron todo el pueblo, y mormollaban armados de saetas y de escudos, y gritaban y silvaban, y mormullaban con ruido, y silvaban con las manos, y entrando debajo del pueblo no les daba cuidado á aquellos Señores, sino que atentos miraban sobre la muralla, todos en órden con sus mugeres y sus hijos, y aguardaban suspensos la obra. Y estaban contentos los pueblos cuando subieron sobre el cerro, y poco faltaba ya para que se arrojasen á la orilla del pueblo, y luego abrieron los calabazos todos cuatro los que estaban en el pueblo, y salieron los tábanos y abispas como humo, cuando salieron de los calabazos, y perecían los pueblos por los animales, porque derecho se iban á las niñas de los ojos, y á las narices y las bocas y á las piernas y los brazos. ¿Quién será el que va á coger y á arrebatar todos estos tábanos y abispas que hay? Y derechos los mordian las niñas de los ojos, y hervian los animalejos, y se amontonaban contra cada uno de los soldados, y estaban como embriagados por los tábanos y abispas, y no podian ya coger sus flechas y los escudos, y se les cayeron en el suelo, y se tendieron sobre el cerro, y no sentian ya las flechas que les tiraban y que los aporreaban con las hachas, y solo palos mondos sacaron Balam-quitzé y Balam-acab. Y sus mugeres tambien fueron matadoras, y la mitad de ellos se volvieron corriendo todos los pueblos que vieron á los primeros que habian muerto y se habian acabado, y no pocos hombres murieron, y no murieron aquellos que de todo su corazon perseguian, sino que solo los animalejos los acometieron; y no fué quien hizo la guerra, ni soldados, ni saetas, ni escudos, cuando se levantaron los pueblos, y se levantaron á mayores contra Balam-quitzé, Mahucutah, Balam-acab y Yquibalam, y dijeron ellos: no nos matéis, que somos unos pobres. Está bien, dijeron; y aunque erais dignos de muerte, solo seréis tributarios para siempre, les fué dicho. Y así fué la sujeccion de todos los pueblos por nuestros primeros padres, y sucedió esto sobre el cerro que ahora se llama Hacabitz, y este fue el primero adonde fueron plantados, y allí se multiplicaron y aumentaron y tuvieron hijos é hijas sobre el cerro Hacabitz, y se alegraron mucho cuando sujetaron todos los pueblos. Y allí fueron sujetados sobre el cerro, y así sucedió esto de vencer los pueblos, y luego se sosegaron sus corazones y les hablaron á sus hijos. Ya se habia acercado su muerte, cuando los quisieron matar, y ahora diremos del fin y muerte de Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam.
Y habiendo ya conocido que se morían, les avisaron sus hijos; y no estaban enfermos y tampoco agonizaban ni estaban in agone cuando dispusieron de sus cosas y avisaron á sus hijos. Y así se llamaban sus hijos: dos tuvo Balam-quitzé: Gocaib, se llamó el primero, y el segundo Gocavib, que son padres y abuelos de los de Caviquib. Y Balam-acab tuvo otros dos hijos y se llamaban así: el primero Goacul, y Goacutec se llamaba el segundo hijo de Balam-acab. Y solo uno engendró Ma- hucutah, que se llamó Gohaan, y solo estos tres tuvieron hijos; y de verdad eran Señores de respeto, y estos eran los nombres de los hijos, y á estos les avisaron y mandaron estando todos cuatro juntos en uno; y cantaron y estaban tristes y lloraban en su canto y se llamaba el canto Gamagú, el nombre del canto que cantaron. Y entonces avisaron á sus hijos: ¡mirad, hijos nuestros! que nos vamos y no volvemos, y es ilustre y clara esta palabra y mandato que os mandamos ahora: Poco ha que venisteis de aquella vuestra patria, que está lejos: vosotras, esposas nuestras, les dijeron á sus mugeres, (y de cada una de por sí se despidieron) nos vamos á nuestro pueblo, ya quedó en órden el Señor de los venados; manifiesto está en el cielo, ya haremos nuestra vuelta, ya se ha hecho todo lo que estaba á nuestro cargo, ya se ajustaron nuestros dias; no nos olvidéis, ni nos perdais; mirad vuestras casas y vuestra patria, y plantaos y multiplicad, y venid y andad á ver otra vez el lugar de adonde venimos. Esto dijeron, cuando se despedieron; y quedó entonces señal del ser y costumbre de Balam-quitzé; y les dijo: esto os dejo, para que os acordéis de nosotros, esto dejo con vosotros, y esta será vuestra grandeza. Ya me despedí y os avisé y estoy triste; esto dijo cuando les dejó la señal de su ser y costumbre, que se llama: la majestad y grandeza envuelta, y no se sabe que es, sino que quedó envuelto y no se desató ni desenvolvió, y no se sabe por donde está cocido; porque no lo vieron cuando se envolvió, y así fue su despedida, y se perdieron de sobre el cerro de Hacabitz, y no fueron vistos mas de sus mugeres é hijos, y no se sabe que se hicieron cuando se desaparecieron ; solo se supo de su despedida y del envoltorio, que fué cosa muy amada para ellos. Y esta fué la memoria de sus padres; y luego cortaron ante la memoria de sus padres, y de aquí nacieron los hombres por los Señores cuando tomaron de Balam-quitzé, empezaron los padres y abuelos de los de Caviquib, y no se perdieron sus hijos Gocaib y Gocavib, y así fueron las muertes de aquellos cuatro nuestros primeros padres y abuelos, cuando desaparecieron y dejaron á sus hijos sobre el cerro Hacabitz. Y allí se estuvieron sus hijos, y estando ya los pueblos avasallados ya no tenian grandeza sino que se estaban y se cargaban todos los dias, y acordábanse de sus padres. Y era cosa grande aquel envoltorio para ellos, y no lo desataron sino que se estuvo envuelto con ellos, y es llamado por ellos la grandeza envuelta, y entonces se celebró y se le puso el nombre á lo que les dió á guardar su padre, solo en memoria de quienes eran, cuando lo hicieron; y así fué cuando desaparecieron y se perdieron Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam:
los primeros hombres que vinieron de la otra parte del mar, del Oriente; antiguamente vinieron aquí y murieron ya, siendo muy viejos, y son llamados: los respetados y acatados.
Y luego trataron de ir allá al Oriente, tratando de dar cumplimiento á los que sus padres les mandaron que no lo habian olvidado, y ya habia mucho tiempo que habian muerto sus padres, cuando casaron y tomaron suegros, y tomaron mugeres, tres; y dijeron cuando se fueron: ¡vamos al Oriente, de adonde vinieron nuestros padres! y tomaron su camino los tres hijos: Gocaib se llamaba el uno, hijo de Balam-quitzé, de todos los de Caviquib; Goacutec, el otro, hijo de Balam-acab, de los de Nihaibab; Gohaan se llamaba el otro, hijo de Mahucutah, de los de Ahan-quiché. Y así se llamaban los que fueron allá de la otra parte del mar; tres fueron los que se fueron, y sabian lo que se hacian, y no eran hombres debalde; y se despidieron de todos sus hermanos y parientes y se fueron muy alegres y dijeron: no moriremos, sino que volveremos, dijeron cuando se fueron los tres, y así mismo pasaron sobre el mar y llegaron allá al Oriente y fueron á recibir su imperio, y este era el nombre del Señor que dominaba en el Oriente, adonde fueron.
Y llegaron ante el Señor que se llamaba
Nacxit, gran Señor, y uno que todo lo juzgaba y era grande su reino: y este les dió la señal de su reino de todos los adivinos. Y entonces vino señal de los grandes Señores, y de los Señores de las casas, y entonces vino la señal de la grandeza y grandes Señores, y acabó de darlo todo el Nacxit, los adivinos y forma del reino, y era todo esto: el trono, flauta, cham-cham (otra flauta), chalchigüites, tzicvil, cohtzicvil, balam-bolom, cabeza, pich-quech, macutax, toltatam, quz, buz, caxcom, chiyon, azta-pulul; y todo lo trajeron cargado cuando vinieron, y lo trajeron de la otra parte del mar su escritura y pintura de Tulanzú; su escritura dejaron á estos, que es mucho lo que pusieron en sus tradiciones.
Y luego cuando llegaron á su pueblo que se llamaba Hacabitz, allí se juntaron todos los de Tanub é Ylocab y todos los pueblos, y se alegraron de la venida de Gocaib, Goacutec y Gohaan, y allí otra vez tomaron el Señorío de los pueblos, y se alegraron los de Rabinal, Cachiqueles y los de Quiquinaha, y manifestaron las señales y signos que traian de su reino. Y fué grande su ser de los pueblos, y no se acababa cuando manifestaron las señales de su imperio, y estaban allí en Hacabitz, y con ellos todos los que vinieron del Oriente, y fueron á hacer largo camino; y sobre el monte eran ya muchos todos, y allí se murieron las mugeres de Balam-quitzé, Balam-acab y Mahucutah. Y cuando vinieron, dejaron aquella su morada y buscaron otra habitacion adonde se plantasen , y no eran contables los cerros qne habitaron, cuando se multiplicaron y aumentaron y anduvieron. Y se amontonaron nuestros primeros padres y madres, dijeron los antiguos, cuando dieron noticia del primer pueblo que despoblaron, que se llamaba Hacabitz, y entonces vinieron á poblar otro que se llamaba Chiquix ó las espinas, y mucho se estuvieron sobre aquel otro pueblo, y allí se multiplicaron, tuvieron hijos é hijas, y allí estaban en muchos cerros que eran cuatro, y solo le pusieron el nombre del uno á su pueblo, y casaron á sus hijos y sus hijas, y solo las repartían, y solo en. agradecimiento tomaban el precio de sus hijas, y era bueno el ser que tenian; y luego pasaron de aquellos cerros cada una de las tribus, y Fac ó muchos era el nombre dé Quix el uno, otro Chichat, otro Humetaha y otro Culba y otro Rabinal: estos eran los nombres de los cerros donde se detuvieron. Estaban mirando los cerros de su pueblo que buscaban, y eran ya muchos todos, y habian ya muerto los que habian ido á tomar el imperio al Oriente: ya viejos vinieron de allí sobre cada uno de los pueblos, y no se hallaron en aquellos montes cuando pasaron, y muchos trabajos pasaron, porque muy léjos hallaron su pueblo, eran abuelos y padres, y este es el nombre del pueblo adonde vinieron.
Chi-yzmachi es el nombre del cerro, y su pueblo donde estuvieron y donde se poblaron, y allí probaron su grandeza, y hicieron edificios de cal y canto, la cuarta generacion de reyes y Señores dijo: Conache y Belebeb-queh, y tambien Zalel-ahan, y cuando reinó el rey Cotuha con Yztayul, que así se llamaban, Señores de trono y alfombra, reinaron allí en Yzmachi, y lo ilustraron é hicieron buen pueblo, y solo tres casas grandes habia allí en Yzmachi; que aun todavia no habia las veinticuatro casas grandes: solo tres habia casas grandes: una casa grande de Caviquib, y una casa grande de los Nihaibab, y una casa grande de los de Ahan-quiché, y solo dos eran las casas grandes de las dos parcialidades, y estaban allí en Yzmachi todos en uno, sin haber maldad ni cosa difícil, y solo habia paz y quietud, sin pleitos ni riñas, sino solo paz habia en sus corazones sin envidia, y solo era poca su grandeza, no se habian juntado en poder ni en soberbia, y entonces probaron á poseerlo con el escudo allí en Yzmachi en señal de su reinado, y entonces hicieron la señal de su imperio y de su grandeza y majestad. Y viendo esto los de Ylocab, quisieron venir á matar á Cotuha y se empezó la guerra por ellos y solo querian un rey para sí, y al rey Yztayul lo quisieron castigar los de Ylocab con la muerte, y no salió la envidia de ellos contra el rey Cotuha, sino que sobre ellos vino que pensaban matar al rey los de Ylocab, y así fué el principio de las revueltas y las disenciones de la guerra. Y entraron y ganaron el primer pueblo, fueron los soldados, y lo que querian era acabar con los Quichées y que ellos solos reinasen, esto deseaban y por esto vinieron á prender y cautivar, y fueron pocos los que se escaparon y libraron. Y entonces empezaron á sacrificar á los de Ylocab ante el ídolo, y esta fué la paga de su pecado por el rey Cotuha, y muchos fueron los que entraron en esclavitud y servidumbre de los que apresaban, y se fueron á entregar por la guerra que contra ellos se juntaba; y fué destruido el pueblo y fué afrentado: querian los de Ylocab el imperio del Quiché, pero no les sucedió así,
y así fue el principio de ser los hombres sacrificados ante el ídolo, cuando se hizo la guerra, y allí fué el principio de fortificar el pueblo de Yzmachi, y allá empezó la grandeza, porque era grande el imperio del Quiché y de su rey, y por todas partes habia Señores poderosos, y no podian desbaratarlos ni quien los entrase, y así mismo hacian la grandeza del reino que se fundó en Yzmachi, y allí empezó á ser tenido el ídolo, y le tenian miedo todos los pueblos chicos y grandes, y vieron que iban esclavos y que los mataron y sacrificaron por grandeza el rey Cotuha y el rey Yztayul, con los de Nihaibab, y los de Ahan-quiché, y solas tres tribus ó generaciones estuvieron allí en Yzmachi, y allí empezaron á establecer las comidas y bebidas para sus hijos cuando los casaban, y así se juntaron aquellas tres grandes casas que se llamaron así por ellos, y allí bebian sus bebidas, y allí comian sus comidas, que era precio de las cautivas hijas. Y solo era por holganza de sus corazones cuando comieron y bebieron en sus grandes casas, y esta era en señal de agradecimento y convite, en señal de la propagacion y de sus palabras sobre las mugeres que tengan hijos ó hijas; y allá fué donde se engrandecieron, y llamaron entre sí los siete calpules y parcialidades: nosotros somos compañeros los de Caviquib, nosotros los de Nihaibab, y nosotros los de Ahan-quiché; esto dijeron los tres calpules, y los tres de las casas grandes, y estuvierion mucho tiempo alli en Yzmachi, y habiendo hallado otro pueblo, dejaron el de Yzmachi.
Y luego se vinieron de allí á Cumarcaab, que así se llamó por los Quichées, y entonces vinieron allí los Señores Cotuha con Cucumatz y todos los Señores, ya la quinta generacion de hombres desde la creacion y desde que fueron criados, y allí hicieron sus casas, y allí tambien hicieron la casa del ídolo. En medio de lo alto del pueblo la pusieron cuando allí se fundaron; y luego se engrandeció otra vez su monarquía. Y ya eran muchos, y entonces dispusieron juntos todos el dividirse, porque ya habian empezado contiendas sobre el envidiarse entre si, sobre el precio de sus hijas que daban, y porque no daban las bebidas á ellos; y este fué el origen de la division y de armarse y tirar las calaveras de los muertos. Y entonces se repartieron las nueve familias ó calpules, y habiendo pleiteado sobre las hermanas é hijas, dispusieron: establecer el imperio, en veinte y cuatro grandes casas, y así fué hecho, y antiguamente fué en este pueblo, cuando se ajustaron á veinte y cuatro casas alli en el pueblo de Cumarcaah, y fué bendecido por el Señor Obispo Don Francisco Marroquin, (6) y allí se engrandecieron, y allí se juntaron sus tronos y asientos, y se dividieron cada uno en su grandeza, cada uno de los Señores, y cada uno de los nueve calpules tomó para sí cada uno de los nueve Señores, y nueve chinamitales tomaron para sí los Señores de Caviquib; nueve los de Nihaibab; cuatro los de Ahan-quiché; y dos los de Zaquiquib; y se multiplicaron mucho, y eran muchos los que tocaban á cada uno de los Señores, y cada uno era el primero y caudillo de aquellos sus vasallos, y eran muchos los chinamitales de cada uno de los Señores. Y ahora diremos el nombre de cada uno de por sí, y de cada una de las grandes casas. Y estos son los nombres de los Señores de Caviquib; y el primero de los Señores era: Ahpop-Ahpop- camba, 2. Ahtohil, 3. Ahcucumatz, 4. Nimchocoh-canec, 5. Popolvinac, 6. Chituy-lolmet, 7. Quehnayi, 8. Popol-vinac-Puhom-tzalatz, 9. Vchuch-camha.
Y estos eran los Señores ante los de Caviquib, nueve Señores, en órden sus grandes casas de cada uno y despues se mencionan otra vez.
Y estos son los Señores de los de Nihaibab: el primero Ahanzalel, 2. Ahan-ahtzic-vinac, 3. Calecamba, 4. Vchuch-camha, 5. Nimchocoh-nihaib, 6. Ahan-avilix, 7. Yacolatam, 8. Vtzam-popo-zaclatol, 9. Nima-lolmet y Coltux, nueve Señores ante los de Nahaibab. Y de los de Ahan-quiché estos son los nombres de los Señores: Áhtzic-vinac, 2. Ahan-lolmet, 3. Ahan-nim-chocoh, 4. Ahan-hacabitz; estos son los euatro Señores, ante los de Ahan-quiché.
Y dos eran los chinamitales de Zaquiquib, el uno Señor Tzutuha, 2. Zalel-zaquic; y solo tenian una casa grande los dos Señores.
Y así se ajustaron los veinticuatro Señores y las veinticuatro casas grandes cuando se engrandeció la gloria en el Quiché, y se ensalzó la grandeza del peso quiché,
y cuando de cal y canto se fabricó el pueblo, y vinieron todos los pueblos grandes y chicos que estaban á cargo de los Señores. Y se ensalzó la gloria del Quiché cuando se hizo la casa del ídolo (7) y las casas de los Señores; y no fueron estos los que las hicieron, ni trabajaron, ni hicieron sus casas, ni estos hicieron la casa del ídolo, y portanto se multiplicaron los vasallos, y no por engaños, ni hurtos, ni rapiñas, porque de verdad eran de los Señores cada uno, y fueron muchos los parientes que se juntaron y amontonaron á oir lo que cada uno de los Señores mandaba. Y eran muy amados y estimados todos los Señores, y eran tenidos en grande estima y veneracion por todos los vasallos cuando se multiplicaron los del pueblo, y así á poco mas ó menos se vinieron á dar todos los pueblos y los enemigos; ni fueron ganados los pueblos en batalla, sino por los milagros de los Señores se enzalzaron. Y el rey Cotuha y Cucumatz era portentoso: siete días se subia al cielo, y siete días se iba a] infierno, y siete días se convertía en culebra, que ciertamente parecía culebra, y siete días se convertía en águila, y otros siete días se convertía en tigre, que ciertamente era águila y tigre, y otros siete días se convertía en sangre coajada, que solo era sangre, y ciertamente era portentoso rey, y milagroso en su ser, y era espanto ante todos los Señores. Y se desparció esta noticia, y los oyeron todos los Señores y los pueblos los portentos del rey, y este fué el principio de la grandeza del Quiché, cuando hizo el rey Cucumatz las señales de su grandeza, y no faltó descendencia suya de hijos y nietos, y no hizo esto porque hubiese un rey milagroso, sino para sujetar los pueblos, y para darse á conocer que él era solo la cabeza de todos los pueblos. Y fué la cuarta generacion de reyes, este rey Cucumatz, y fué tambien Señor de petate y casa, esto es: de trono, y dejó descendencia; y entonces fué ensalzado cuando tuvo hijos, é hizo muchas cosas y fué engendrado el Tepepul-Ztayul, y fué el quinto; y reinó en la quinta generacion, y así mismo tuvieron hijos cada una de las líneas de los Señores.
Y aquí se habla de la sesta generacion, que tuvo dos grandes Señores; el uno se llamaba Zacquicab y el otro Cavizimah, y hicieron muchas cosas el Zacquicab y el Cavizimah; y esta otra vez engrandeció el Quiché, porque de verdad era portentoso; y este fué el que dividió y repartió los pueblos chicos y grandes, y los pasó á poca distancia, y esto fué antiguamente cuando eran suyos los Cachiqueles, los de Chuila, los de Rabinal, los de Tzacualpa, los de Coaqueb, los de Zacabaha, los de Zacnlebab, los de Tutunicapa, los de Quezaltenango, los de Guatemala, los de Momostenango, y estos dejaron Zacquicab, y hicieron guerra y fueron vencidos y desparcidos los pueblos de Rabinal, de los Cachiqueles, de Zaculebab, y fueron vencidos todos los pueblos. Y llegaron muy léjos los soldados de Zacquicab, y una ó dos parcialidades que no traian el tributo, fueron sojuzgadas, cobró los tributos, y los trajeron ante el Zacquicab y Cavizimah, y fueron puestos en esclavitud y estrechura, y flechados, y no tenian ya poder, y así estuvieron desparcidos sobre la tierra, así como el rayo queda en la piedra que la quiebra y desparce. Y era espanto que luego destruia los pueblos, y ante Colché está la señal del pueblo, y ahora está un cerro de piedra que casi está destrozado, como si fuera conhacha, y está allá en la costa, que se llama Petayub, y ahora está patente á todos los que por allí pasan y lo ven, en señal de la fortaleza Quicab, y no lo pudieron matar ni vencer porque era valiente, y le tributaron todos los pueblos; y entonces dispusieron todos los Señores el amurallar el pueblo, habiendo venido todos los pueblos á ello.
Y luego salieron á las fronteras vigías que cuidasen de la guerra, y fundaron en los cerros semejanza de pueblos, por sí acaso vuelven otra vez al pueblo, dijeron, cuando consultaron todos los Señores, y salieron á ponerlos en parajes que les fuese como muralla y defensa. Y esta será nuestra fortaleza y defensa, dijeron todos los Señores, y luego salieron á poner cada una de las parcialidades defensores contra los enemigos, y entonces les avisaron cuando fueron á ponerlos en los parajes que habian de habitar de sus montañas: No tengais miedo, si otra vez vienen los enemigos contra vosotros, que os quieren matar, á toda priesa venidlo á decir, y los iremos á matar, les dijo Quicab á los soldados y capitanes, y entonces fueron todos los hombres de guerra flecheros y arqueros, (8) y entonces se desparcieron los padres y abuelos de los Quichées que están en cada uno de los cerros, que fueron á ser guardas de los montes y de los arcos y flechas y vigías de la guerra, y ninguno era estraño, ni tenia diferente ídolo, sino que eran muralla y defensa del pueblo. Y entonces salieron todos los de Chuila, los de Chulimal, de Zaquia, de Xabbaquieh, de Chitemah, Alezyocho, con los de Cabracan, Chabicac, Chihun-ahpu, con los de Zacualpa, de Xoyabab, y de Zacabaha y los de Ahziyabah, y los de Tutunicapa, los de Quezaltenango y los de la costa salieron á cuidar de la guerra, y á guardar la tierra. Entonces los envió el Quicab y Cavizimah, y el Ahpop, el Ahpop-camba, y Zalel y Abtzic-vinac, estos cuatro Señores, fueron enviados y velaron la guerra de Quicab y Cavizimah, que así se llamaban el rey de los de Caviquib; y otros dos que uno se llamaba Quema, de los de Nihaibab, y otro que se llamaba Achacyboy de los de Ahan-quiché. Y estos eran los nombres de los Señores, de los que los enviaron, y luego se fueron los vasallos á las montañas en cada uno de los cerros, y se fueron los capitanes y trajeron cautivos y esclavos ante el Quicab y Cavizimah, y de los principales y caudillos, é hicieron sobre la guerra arcos y flechas, y apresaron y cautivaron, y se hicieron valientes guerreros, los que habian puesto en los parajes, y se multiplicaron y aumentaron los premios por los Señores cuando venian á entregar los que habian apresado y cautivado. Y luego juntaron su consejo todos los Señores y Principales, y dispusieron en su consejo y dijeron: serán Principales todos los capitanes de los Chinamitales, serán Señores de trono y asiento. Esto dispusieron los Principales cuando juntaron su consejo, y así mismo hicieron los de Tanub é Ylocab, á una todos los tres calpules del Quiché, cuando nombraron los capitanes y caudillos de los vasallos, y así fué. Y no fueron nombrados aquí en el Quiché; tiene su nombre el cerro donde fueron nombrados los capitanes de los vasallos, y fueron enviados todos cada uno á su cerro, y se juntaron en uno: Xebalax-Xecamac se llamaba el cerro donde fueron nombrados y se les dió el cargo allá en Chuliman, y esta fué la celebracion de su eleccion y nombramiento de los veinte capitanes de asiento y casa por los Señores y Principales. Y se les dió el cargo á todos los capitanes de once grandes convites; y fueron llamados: Zalel-ahan, Zalel-zaquic, Zalel-achih, Rahpop-achih, Rahtzalam-achih, Vtzam-achih; así se nombraron los capitanes que entraron y celebraron sobre sus tronos y asientos por capitanes de sus vasallos los Quichées, que los mirasen, que los oyesen con sus arcos y flechas, para que cerrasen y hiciesen muralla y baya al Quiché. Y así mismo lo hizo el Tanub é Ylocab: nombraron los capitanes de sus vasallos, para que estuviesen en cada uno de los cerros, y este fué el principio de ser plantados los Señores, y tener su cargo en cada uno de los cerros, y así fué su salida cuando salieron de los Señores, que de estos Principales salieron.
Stop - pagina 126/134 del PDF

Y ahora diremos otra vez el nombre de la casa del ídolo, que así mismo se llamó su casa del nombre del ídolo; el grande edificio del Tohil fué el nombre del edificio de su casa. Tohil de los de Caviquib-avilix, fue el nombre del edificio; casa de Avilix, de los de Nihaibab, y Hacabitz fué el nombre del edificio de la casa del ídolo de los de Ahan-Quiché. Tzutuha que se ve en Cahbaha, fué el nombre de otro edificio, donde estuvo la piedra, que adoraron todos los Señores y todos los pueblos; y primero era llevada la ofrenda y luego otra vez se iban á dar sus tributos al rey, y á este Señor le sustentaban y alimentaban los Principales que ganaron los pueblos. Y eran grandes Señores y adivinos y navales el rey Cucumatz y Cotuha, y tambien navales el Quicab y el Cavizimah, y sabian si habia guerra y les estaba patente, y todo lo veían: ó si habia mortalidad ó hambre ó pleito, y todo lo sabian, y habia donde todo lo veian, un libro de todo que llamaban ellos: Libro del Comun. Y no eran así no mas los Señores, que era cosa grande su ser, y eran grandes sus ayunos y con esto compraban el edificio y el reino, y eran largos los ayunos, y se quebrantaban ante el ídolo. Y así era el ayuno de ellos: nueve personas ú hombres ayunaban, y nueve estaban en oracion postrados, y quemaban copal, y trece hombres ayunaban y otros trece estaban en oracion, y quemaban copal ante el ídolo Tohil, y solo sapotes, matazanos y jocotes era lo que comían, y no comían tortillas. Fuesen diez y siete los hombres que estaban orando, ó diez y siete los que ayunaban; no comían, y de verdad era grande el ayuno que guardaban, y esto era en señal del mando de los Señores; ni tampoco dormían con mugeres, sino que solos ellos se estaban en continencia, y ayunando en la casa del ídolo estaban todos los dias, y solo se estaban en oracion, postrados, quemando copal. En esto entendian y allí se estaban de noche y de dia llorando, y pidiendo la claridad y vida de sus vasallos y tambien su reino, y levantaban las caras al cielo; y estas eran sus peticiones que pedian ante el ídolo, y este el llanto de sus corazones:
,,Oh tú, hermosura de su dia, tú Huracan, tú corazon del cielo y de la tierra, tú, dador de nuestra gloria, y tú tambien dador de nuestros hijos é hijas, mueve y vuelve hacia acá tu gloria, y dad que vivan y se crian mis hijos é hijas, y que se multipliquen y aumenten tus sustentados y alimentados, y los que te invoquen en el camino, en los rios y en las barancas, debajo de los árboles y mecates, y dadles sus hijos é hijas, y que no encuentren alguna desgracia é infortunio, y no sean engañados, no tropiesen ni caigan, ni forniquen y sean juzgados en tribunal alguno; no caigan en el lado alto ó bajo del camino, ni haya algun golpe en su presencia. Ponedlos en buen camino y hermoso; no tengan infortunio ni desgracia de tus cabellos, ¡ojalá! sean buenas sus costumbres de tus sustendados y alimentados en tu presencia. ¡Tu corazon del cielo, tu corazon de la tierra, tu, envoltorio de gloria, tú, Tohil, Avilix y Hacabitz, vientre del cielo, vientre de la tierra y cuatro esquinas, solo haya paz en tu presencia, tú ídolo!”
Así decian los Señores cuando ayunaban aquellos nueve, trece, y diez y siete hombres que ayunaban llorando sus corazones los dias sobre sus vasallos y tambien sobre sus mugeres y sus hijos, cuando hicieron su oficio cada uno de los Señores, y este era el precio con que se compraba la claridad y la vida, y con que se compraba el Señorio que era el mando de los Principales y Señores. Y de dos en dos lloraban, y se remudaban á llevar á sus hombros el pueblo con todos los Quichées, y uno fué el principio de las tradiciones, y el principio de los alimentados y sustentados, y así mismo hacian los del Tanub é Ylocab con los de Rabinal y los Cachiqueles, y los de Quiquinaha y de Tuhala y Vchabaha. Y uno era el estilo de todos en el Quiché, y así no mas reinaron, y no se envidiaron los dones de su alimentador y sustentador, y solo trataban de comer y beber, y no enbalde los sujetaron y arrebataron el imperio y su gloria y grandeza, y así no mas fueron sojuzgados los pueblos chicos y grandes: dieron mucho precio, trajeron piedras preciosas y plata, chalchigüites y plumas verdes, y estaba ya asentado el tributo de todos los pueblos, y vinieron á la presencia de los portentosos reyes Cucumatz y Cotuha y á la presencia de Quicab y Cavizimah, grandes Señores de trono y casa, y grandes y altos hombres; no fué poco lo que hicieron, y no fueron pocos los pueblos que ganaron. Muchos órdenes de pueblos vinieron á tributar al Quiché, y fueron muy sentidas sus muertes y fué enzalzado por ellos, y no así no mas se levantó su grandeza. Este Cucumatz fué el principio de la grandeza del reino, y así fué el principio de ser engrandecido el Quiché; y ahora contaremos las generaciones de los Señores y sus nombres, todos diremos ahora otra vez.
Y estas fueron las generaciones y descendencia del reino y el esclarecimiento de Balam-quitzé, Balam-acab, Mahucutah y Yquibalam, nuestros primeros abuelos y padres, cuando amaneció el sol, luna y estrellas, y aquí daremos principio á la descendencia de todos los reyes y Señores, como fueron entrando y sucediéndose. Conforme fueron muriendo y entrando cado una de las generaciones de los Señores y viejos Señores, de los calpules todos; y aquí se contará de cada uno de por sí, cada uno de los Señores del Quiché.
Balam-quitzé, el primero y tronco de los de Gaviquib.
Cocavib, segunda generacion de Balam-quitzé.
Balam-Conaché, la tercera generacion.
Cotuha-Ztayub, cuarta generacion.
Cucumatz-Cotuha, el primero de los portentosos, quinta generacion.
Tepepul-Ztayul, sesta generacion.
Quicab-Cavizimah, septima generacion, que tambien fué portentoso.
Tepepul-Ztayul, octava generacion.
Tecum-Tepepul, nona generacion.
Vanxaqui-Caam y Quicab, décima generacion de los reyes.
Vucub-Noh y Cuvatepech, undécima generacion de los reyes.
Oxibqueh-Beleheb-quih, duodécima generacion de los reyes,
y estos reinaban cuando vino Alvarado, y fueron ahorcados por los Españoles.
Tecum-Tepepul,
que tributaron á los Españoles, y estos fueron la décima tercia generacion de los reyes.
Don Julio de Rojas y Don Julio Cortès, la décima cuarta generacion de los reyes, y fueron hijos de Tecum-Tepepul.
Y estas son las generaciones del reino de los reyes de trono y casa de los de Caviquib-Quichées; y atora diremos de los chinamitales. Y estas son las casas grandes de cada uno de los Señores y Principales que fueron nombrados: nueve chinamitales de Caviquib, y nueve casas grandes, y este es el nombre de cada uno de los Señores de las casas grandes:
Ahan-Ahpop, Señor de una casa grande, que se llamaba Cuha.
Ahan-Ahpop-Camha, y su casa se llamaba Quiquinaha.
Nimchocoh-Canec, una casa grande.
Ahan-Atohil, Señor de una casa grande.
Ahan-Cucumatz, Señor de una casa grande.
Popolvinac-Chituy, Señor de una casa grande.
Colmet-Quenay, Señor de una casa grande.
Popolvinac-Pahom-Tzalatz-Xcuxeba, Señor de una casa, grande.
Tepeu-Yaqui, Señor de una casa grande.
Y estos son los nueve chinamitales de Caviquib y tenian muchos vasallos á su cuenta.
Y aquí se ponen los de Nihaibab, que tenian nueve casas; y primero diremos la descendencia del reino que fue uno el tronco, antes que hubiese luz y sol:
Balara-acab, el primer abuelo y padre.
Coacul-Coacutac, segunda generacion,
Cochahuh-Cotzibaha, tercera generacion.
Beleheb-Quih, la cuarta generacion.
Cotuha, la quinta generacion.
Batza, la sesta generacion.
Ztayul, la séptima generacion de reyes.
Cotuha, la octava generacion del reino.
Beleheb-Quih, la nona generacion.
Quema, la décima generacion.
Ahan-Cotuha, la undécima generacion.
Don Cristóbal se llamó el que reinó en tiempo de los Españoles.
Don Pedro de Robles, es el que reina ahora.
Y estos fueron todos los reyes que descendieron de aquel rey Zalel; y ahora diremos el Señor de cada una de las grandes casas.
Ahan-Zalel, el primer Señor de los de Nihaibab, Señor de una casa grande.
Ahan-Ahtzic-vinac, Señor de una casa grande.
Ahan- Zalel-Camba, Señor de una casa grande.
Nima-Camba, Señor de una casa grande.
Vchuch-Camba, Señor de una casa grande.
Nima-Camha, Señor de una casa grande.
Nimchocoh-Nihaibab, Señor de una casa grande.
Ahan-Avilix, Señor de una casa grande.
Ya-Colatam, Señor de una casa grande.
Y estas son las casas grandes de los de Nihaibab, y así se llamaron los nueve chinamitales de Nihaibab y tenia muchos chinamitales cada uno de los Señores, de que primero dijimos sus nombres.
Y esta es la descendencia de los de Ahan-Quiché su primer abuelo y padre:
Mahucutah, el primer hombre.
Cohan, de la segunda generacion.
Cazlacan, de la 3a generacion.
Cocozon, de la 4a generacion.
Comahcun, de la 5a generacion.
Vucub-ah, de la 6a generacion.
Cocamel, de la 7a generacion.
Coyabacoh, de la 8a generacion.
Vinac-bam, de la 9a generacion.
Y estos fueron los reyes de los de Ahan-Quiché y sus descendencias; y estos son los nombres de los Señores de las grandes casas, que solo son cuatro:
Ahtzic-Vinac, el nombre del primer Señor de una grande casa.
Colmet-Ahan, el segundo Señor de una casa grande.
Nimchocoh, el tercero Señor de una casa grande.
Hacabitz, el cuarto Señor de una casa grande, que eran solo cuatro casas grandes de los de Ahan-Quiché.
Y estos eran los tres grandes convites, que eran como padres por todos los Señores del Quiché, y todos se juntaban en uno los tres convites, que eran los que todo lo mandaban y disponían, pequeño y grande, los tres juntas ó convites.
Grande junta y convite de los de Caviquib, y el segundo de los de Nihaibab, y el tercero de los de Ahan-Quiché; cada uno de estos tres en su chinamital.
Y esto es todo lo del Quiché, porque ya no hay donde leerlo;
y antiguamente lo había, pero se ha perdido, y aquí se acabó todo lo tocante al Quiché, que ahora se llama Santa Cruz.



dall'opera di Brasseur

QUATRIÈME PARTIE.

CHAPITRE PREMIER.


Voilà donc que déjà beaucoup de villes s'étaient fondées, chacune à part (l'une de l'autre), et chacune des tribus se réunissait aux villes qui s'arrondissaient sur tous les chemins et leurs chemins étaient ou verts.
Quant à Balam-Quitzé, à Balam-Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balam, on ne voyait pas clairementoù ils étaient (1). Lorsqu'ils apercevaient (les gens) des tribus qui passaient par les chemins, aussitôt ils criaient au bord des montagnes, et c'était le cri plaintif du chacal et le cri du chat sauvage qu'ils hurlaient, comme aussi le rugissement du lion et du tigre qu'ils faisaient (entendre).
Et lorsque les tribus virent ces choses, chemin faisant : C'est justement (comme) le chacal qu'ils hurlent et (comme) le chat sauvage, c'est comme le lion et le tigre, disaient les tribus, comme s'ils n'eussent pas été des hommes dans la pensée de toutes les tribus ; or c'est pour attirer dans le piège (les gens de) nos tribus qu'ils agissent (de cette sorte).
Il y a quelque chose que leur cœur désire. En vérité ils ne s'effraient point de ce qu'ils font : ils ont quelque chose en vue avec ce rugissement de lion et ce rugissement de tigre avec lequel ils crient, lorsqu'ils voient une ou deux personnes sur leur route, et ils souhaitent en finir avec nous.
Chaque jour donc (les sacrificateurs) venaient à leurs maisons avec leurs femmes : mais ils n'apportaient que des chrysalides de taons, des chrysalides de frelons, que des chrysalides d'abeilles qu'ils donnaient à leurs femmes.
Chaque jour aussi ils allaient devant Tohil, Avilix et Hacavitz et ils disaient dans leur cœur : Voici Tohil, Avilix et Hacavitz, et nous ne leur donnons que le sang des bêtes fauves et des oiseaux : nous ne perçons que nos oreilles et nos coudes. Demandons la force et la valeur à Tohil, à Avilix, à Hacavitz. Qui donc blâmera les morts (que nous faisons parmi les gens) des tribus, quand nous les tuons un à un? se dirent-ils l'un à l'autre en allant devant Tohil, Avilix et Hacavitz.
Alors ils se percèrent les oreilles et les coudes devant la divinité, recueillirent leur sang avec des éponges (2) et remplirent la coupe au bord de la pierre. Mais véritablement ce ne fut pas de la pierre alors ; tels que des jeunes gens chacun d'eux alors arriva.
Les sacrificateurs se réjouirent de nouveau de ce sang qu'ils (avaient tiré de leurs veines), lorsqu'arrivèrent ainsi ces signes de leurs œuvres (3) : Suivez leurs voies (4), c'est le moyen de vous sauver. De là-bas de Tulan est venu, quand vous nous emportâtes, leur fut-il répondu, une peau appelée
Pazilizib (5) et qu'on nous donna avec le sang qu'on nous introduisit : qu'jls se frottent donc du sang qui est devenu le don de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz.

CHAPITRE DEUXIÈME.


Voici où commenca le rapt des gens des tribus par Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahuculah et Iqi-Balam (6).
Aussitôt après (eut lieu) la tuerie des tribus, et ceux-là ils les prenaient cheminant seuls par un ou cheminant par deux, sans qu'on sût quand ils les enlevaient : après quoi ils allaient les sacrifierà la face de Tohil et d' Avilix (7).
Ensuite, comme ils répandaient le sang sur le chemin, il y avait leurs têtes qu'ils jetaient séparément sur le chemin. Et les villes disaient : Le tigre les a dévorés. Seulement elles disaient cela, à cause (qu'elles voyaient) comme des traces de pattes de tigre, (et c'étaient) leurs traces qu'ils faisaient sans qu'ils se montrassent.
Ils volèrent (ainsi les hommes de) beaucoup de villes, et bien tard seulement les tribus s'en aperçurent : Est-ce donc ce Tohil, cet Avilix qui entrent parmi nous? ce sont certainement eux qu'alimentent les sacrificateurs. Où donc seraient leurs demeures, que nous suivions leurs pistes, répétèrent toutes les villes (8)?
Alors elles prirent conseil les unes avec les autres. Ensuite elles commencèrent à suivre les pistes des sacrificateurs ; mais elles n'étaient pas claires. Ce n'était que des traces de bêtes fauves, que des traces de tigre qu'elles voyaient, sans discerner clairement leurs pas. Mais leurs pas n'étaient pas bien visibles, car ils étaient retournés comme des pas faits pour tromperies gens par ce moyeu, leur chemin n'étant pas clair.
Car il se formait des brouillards (sur ces lieux élevés) ; il s'y engendrait une pluie obscure et il se formait de la boue ; il s'y formait aussi une petite pluie froide, (et c'était là tout ce que) les populations voyaient devant elles (9).
Mais leurs cœurs se fatiguaient dans leurs recherches ; en poursuivant (ces ennemis inconnus) dans les chemins, parce que grande était la nature de Tohil, d'Avilis et de Hacavitz : et ils s'éloignèrent par là au sommet de la montagne, au bord des tribus qu'ils décimaient.
De là commenca ce rapt (qu'imaginèrent) les sorciers (10), lorsqu'ilsenlevèrentles(gens des) villes par tous les chemins, pour les immoler à la face deTohil, d'Avilix et de Hacavitz, et que(ceux-ci) sauvèrent leurs fils là-haut sur la montagne.
Or, Tohil, Avilix, Hacavitz avaient l'apparence de trois jeunes gens, (dans) leur démarche (et c'était par) un prodige spécial de la pierre : il y avait une rivière où ils se baignaient au bord de l'eau, seulement pour se manifester ; (ce lieu) se nomma donc
Au Bain de Tohil, et ce fut le nom de la rivière (11).
Et bien des fois les villes les voyaient ; mais aussitôt ils s'évanouissaient à volonté, quand ils étaient aperçus par les villes. Alors la nouvelle se répandait soudainement que Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam étaient présents : et voilà qu'il se tint un conseil des tribus sur la manière de les faire mourir.
Et d'abord les tribus voulurent délibérer sur le (moyen de) faire tomber dans le piège Tohil, Avilix et Hacavitz. Tous les sacrificateurs dirent à la face des tribus : Tous se convoqueront et se lèveront ; qu'il n'y ait ni un ni deux bataillons qui reste en arrière des autres.
Tous se réunirent et se levèrent, et, prenant conseil, ils dirent en se demandant les uns aux autres : Comment (faine pour) déjouer les pièges (que nous tendent) les Quiches de Cavek (12), parce que c'est la ruine de nos vassaux? On ne voit pas clairement (comment s'opère) cette destruction d'hommes par eux. .
Si nous (devons) être détruits par la continuation de ce rapt, soit ; mais si elle est si grande la puissance de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz, eh bien donc ce Tohil sera notre dieu, et plût au ciel que vous pussiez le captiver (13) ! Ils n'ont pas fini de nous vaincre. Ne sommes-nous pas un peuple nombreux dans notre existence ? Or ces Cavek ne sont qu'une poignée dans leur ensemble (14), ajoutèrent-ils tous lorsqu'ils s'assemblèrent.
Une partie des villes répondit aux autres, disant : Qui donc les a vus se baigner chaque jour au bord de la rivière? Si ce sont Tohil, Avilix et Hacavitz, voilà que nous les prendrons d'abord au piège en cet endroit, et alors commencera la défaite de ces sacrificateurs, répondit également l'autre partie, en prenant la parole.
Mais avec quoi donc les prendrons-nous au piége ? répétèrent-ils. - Ceci sera le piège où nous devons les prendre. Comme ce sont des jeunes qui apparaissent, lorsqu'on les peut voir dans l'eau, que deux vierges y aillent aussi ; que ce soit véritablement d'entre les plus belles et les plus aimables jeunes filles, et que le désir de les (posséder) leur vienne, répliquèrent-ils.
C'est fort bien, allons donc, cherchons-en deux d'entre les plus gracieuses vierges, ajoutèrent-ils, en cherchant leurs filles. Ce furent véritablement les plus blanches d'entre toutes les vierges, les vierges qu'ils dépêchèrent alors.
Partez, ô nos filles, allez-vous-en laver du linge à la rivière ; et si vous les voyez, ces trois jeunes gens, mettez-vous nues devant eux, et si leur cœur vous convoitise, appelez-les.
Et qu'ils vous disent : Irions-nous avec vous? - Oui, répondrez-vous. - Et qu'on vous demande : D'où venez- vous, de qui êtes-vous filles? - Alors qu'on leur dise : Nous sommes les filles des seigneurs ; et dites-leur : Vienne donc un gage de vous autres. Quand ils vous auront donné quelque chose, s'ils désirent vos visages, en vérité, donnez-vous à eux. Et si vous ne vous donnez point, nous vous tuerons. Après cela notre cœur sera content : quand le gage y sera, apportez-le par ici ; et ce sera le gage pour notre cœur qu'ils sont venus à vous.
Ainsi parlèrent les seigneurs, au moment où furent envoyées les deux jeunes fillesceux-ci sont leurs noms, Xtah, le nom d'une jeune fille, et Xpuch, le nom de l'autre (15). Or ce sont ces deux appelées Xtah et Xpuch qu'ils envoyèrent dehors à la rivière, au bain de Tohil, d'Avilix et de Hacavitz. C'était là la décision de toutes les villes.
Après cela elles s'en allèrent et s'arrangèrent véritablement (de manière à paraître) fort belles et brillantes ; et en cheminant du côté où se baignait Tohil, elles frétillaient sans pudeur (16) et plaisantaient de même : tandis qu'elles s'en allaient, les seigneurs se réjouissaient de leur côté à cause de leurs deux filles qu'ils envoyaient dehors.
Et alors elles arrivèrent à la rivière, après quoi elles commencèrent à laver ; elles se mirent nues toutes deux, en sautillant devant les rochers, lorsqu'apparurent Tohil, Avilis el Hacavitx. Ils arrivèrent là au bord de la rivière, et ils furent quelque peu surpris à la vue de ces deux jeunes filles qui lavaient ; et voilà que ces jeunes filles aussitôt rougirent à l'arrivée de Tohil et des siens.
Mais il n'y eut pas (moyen) que le désir vînt à Tohil et aux siens de posséder ces deux jeunes filles, et alors elles furent questionnées : D'où venez-vous, leur fut-il dit aux deux jeunes filles, et on leur dit (encore) : Que voulez-vous donc, en venant ici au bord de notre eau.
Elles répondirent : C'est que nous sommes envoyées par les seigneurs, puisque nous venons ici. Allez voir leurs faces à ces Tohil, et parlez avec eux, nous ont dit les seigneurs : ainsi que nous ayons un gage (qui prouve) véritablement que vous aurez vu leurs faces, nous a-t-on dit. Ainsi parlèrent les deux jeunes filles, pour faire connaître leur message.
Or, c'était là ce que les villes voulaient, que les jeunes filles fussent déflorées par les génies de Tohil (17). Mais Tohil, Avilix et Hacavitz dirent alors, en leur parlant de nouveau à Xtah et à Xpuch, (car) c'étaient les noms de ces deux jeunes filles :
C'est bien, on vous donnera ce gage de notre entretien avec vous. Attendez un moment et vous irez le porter à ces seigneurs, leur fut-il répondu. Après quoi (eut lieu) leur consultation avec les sacrificateurs et il leur fut dit à Balam-Quitzé, à Balam-Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balam :
Peignez trois manteaux, tracez-y le signe de votre être, afin qu'ils arrivent aux villes avec ces deux jeunes filles qui sont à laver ; allez, donnez-les-leur, fut-il dit à Balam-Quitzé, à Balam-Agab et à Mahucutah.
Après cela, ils peignirent tous les trois : d’abord Balam-Ouitzé peignit un tigre dont la figure se fit et il la peignit sur la surface de l'étoffe. Quanta Balam-Agab, ce fut un aigle dont il peignit la figure sur la surface de l'étoffe, tandis que Mahucutah peignait pour sa part des frelons et des abeilles de tous côtés, dont il dessina la figure et la peinture sur la surface de l'étoffe.
Ainsi s'acheva leur peinture des trois paquets d'étoffe qu'ils peignirent. Or, tandis qu'ils remettaient les divers manteaux aux nommées Xtah et Xpuch, Balam-Quitzé, Balam-Agab et Mahucutah leur dirent : Voici le gage de votre entretien (avec nous). Allez donc devant les seigneurs : En vérité, Tohil nous a parlé, direz-vous, et voici le gage que nous en apportons, leur direz-vous ; qu'ils revêlent donc les manteaux que vous leur donnerez.
C'est donc là ce qui fut déclaré aux jeunes filles, tandis qu'ils les renvoyaient. Or, les étoffes peintes qu'on nommait
xcucaah, étant ainsi acheminées arrivèrent donc (avec celles qui les portaient) ; et aussitôt les seigneurs furent remplis d'allégresse, en voyant l'image des jeunes filles, les mains chargées de (l'objet de) leur demande (18).
Avez-vous vu la face du Tohil, leur demanda-t-on ? - Nous l'avons vue certainement, répondirent Xtah et Xpuch. - Fort bien donc ! quel gage en apportez-vous, si c'est vrai ? dirent les seigneurs, ces seigneurs pensant bien que c'était comme un gage de leur péché (avec Tohil).
Alors donc les étoffes peintes furent déployées par les jeunes filles (offrant) partout des tigres, partout des aigles et partout également des frelons et des abeilles, dont l'image (apparaissait sur) la surface de l'étoffe, brillante à la vue : or (tous) ils désiraient s'en revêtir et ils commencèrent à se les mettre.
Le ligre ne fit absolument aucun (mal, quand) sa peinture fut placée la première sur les épaules du seigneur : alors s'étant mis également le second manteau peint, dont l'aigle était la peinture : Cela est fort bien, pensait le seigneur en dedans (de lui-même), et ainsi il allait et venait aux yeux (des gens). Ayant mis à nu ses parties secrètes aux regards de tous, le seigneur se couvrit aussi du troisième manteau peint.
Et voilà qu'il 'se mit sur les épaules les frelons et les abeilles (peintes sur la surface) du tissu. Mais aussitôt après, son corps fut piqué par les frelons et les abeilles : il ne pouvait souffrir, ni supporter la piqûre de ces (petites) bêtes, et il vociférait à cause des insectes dont la figure seule était peinte sur l'étoffe, peinture de Mahucutah et qui était la troisième peinture..
(Princes et villes) étaient joués dès lors. Après cela, les jeunes filles, dont le nom était Xtah et Xpuch , furent interpellées durement par les seigneurs. Qu'est-ce donc que ces étoffes que vous apportez ici, où avez-vous donc été les prendre, méchantes? leur dit-on aux jeunes filles, quand on les insulta, à (la vue de) la défaite de toutes les villes par Tohil.
Or, ce qu'elles voulaient, c'est que Tohil allât derrière elles courtiser Xtah et Xpuch, que celles-ci se fissent courtisanes, et, dans la pensée des villes, qu'elles le fissent pour le tenter. Mais leur défaite (de Tohil et des siens) ne put avoir lieu à cause de ces hommes prodigieux, de Balam- Quitzé, de Balam-Agab et de Mahucutah (19).

CHAPITRE TROISIÈME.


Alors toutes les tribus do nouveau se consultèrent : Comment donc les réduirons-nous? (dirent-elles). En vérité, bien grande est leur condition, telle qu'elle est maintenant, répétèrent-elles, lorsqu'elles réunirent de nouveau leurs conseils. Eh bien, nous les assaillirons, nous les tuerons ; nous nous armerons d'arcs et de boucliers. Ne sommes-nous pas nombreux? Qu'il n'y en ait ni un ni deux d'entre nous qui reste (en arrière).
Dirent-elles encore une fois, en prenant conseil. Conséquemment toutes les tribus s'armèrent, (formant ainsi) un grand nombre de soldats (20), lorsque se furent amassées toutes les villes pour tuer.
Or, c'étaient bien eux, Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam, qui étaient au sommet du mont, Hacavitz (étant) le nom de la montagne : et ils étaient là pour sauver leurs enfants sur la montagne.
Cependant leurs hommes n'étaient pas nombreux : ce n'était pas une multitude comme la multitude des tribus ; car il était étroit le sommet de la montagne qui leur servait (de forteresse), et pourtant on méditait alors leur des truction parmi les tribus qui s'assemblèrent toutes en ce moment, qui se convoquèrent et se levèrent toutes (ensemble).
Voilà donc que toutes les tribus s'amassèrent, toutes ornées (de leurs armures de guerre) avec leurs arcs et leurs boucliers : on ne pouvait énumérer le mêlai précieux de leurs armures, et admirable était l'apparence de tous les seigneurs et capitaines, tous en état véritablement de tenir leur parole.
En vérité, tous, en vérité, seront détruits, et ce Tohil, ce dieu, c'est lui que nous adorerons, si seulement nous le faisons prisonnier, se dirent-ils les uns aux autres,
Mais bien savait Tohil (ce qui se passait) et le savaient également Balam-Quitzé, Balam-Agab, et Mahucutah ; ils entendaient en même temps ce qui était agité au conseil (de leurs ennemis) ; parce qu'ils n'avaient plus ni sommeil ni repos depuis qu'avaient commencé à s'armer tous les chefs et guerriers (21).
Après cela, tous les guerriers se levèrent et se mirent en chemin, dans la pensée d'entrer de force durant la nuit. Mais ils n'arrivèrent point ; car tous ces guerriers passèrent la nuit en route, après quoi eut lieu de nouveau leur défaite par Balam-Quitzé, Balam-Agab et Mahucutah.
Tous ensemble donc ils firent halte (pour passer la nuit) dans la route ; et sans qu'ils s'en aperçussent, tous finirent par s'endormir ; après quoi on commenca à leur raser les sourcils avec leurs barbes (22) : on leur enleva le riche métal de leur col, avec leurs couronnes et leurs autres ornements : mais ce ne fut que la poignée de leurs masses qu'ils prirent (en fait) de métal précieux ; on le fit pour humilier leurs faces et pour les prendre au piège, en signe de la grandeur de la nation quichée.
Ensuite s'étant éveillés, ils cherchèrent aussitôt à prendre leurs couronnes, avec la poignée de leurs masses ; mais il n' y avait plus d'argent ou d'or à la poignée, ni à leurs couronnes.
Qui doue nous a dépouillés? Qui donc nous a ainsi rasés? D'où donc est-on venu voler notre or et notre argent? répétèrent tous les guerriers. Seraient-ce peut-être ces démons qui dérobent les hommes? N'aura-t-on pas bientôt fini de nous épouvanter avec eux? Assaillons les sommets de leur ville, et ainsi nous reverrons l'image de notre métal précieux ; c'est là ce que nous avons à leur faire, répétèrent toutes les tribus ; et ils étaient certainement capables tous de tenir leur parole.
Or le calme était aussi (revenu) aux cœurs des sacrificateurs qui habitaient sur la montagne : ainsi donc, Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam ayant tenu un grand conseil, firent des fortifications au bord de leur ville, environnant les contours de leur ville de palissades et de troncs d'arbres.
Ensuite de quoi, ils firent des mannequins, semblables à des hommes, et cela se fit par eux : puis ils les rangèrent là sur les fortifications ; on leur mit également des arcs et des boucliers, dont on les revêtit ; on leur placa des couronnes d'or et d'argent sur la tête ; on leur mit donc cela à ces mannequins, à ces hommes de bois, et on les orna des métaux précieux des villes, qu'on avait été ravir sur la route, et dont les mannequins furent ornés par eux.
Ils retranchèrent les approches de la ville, après quoi ils demandèrent conseil à Tohil -. Si nous serons mis à mort et si nous serons vaincus? - Leurs cœurs reçurent la réponse à la face de Tohil : Ne vous affligez point. Je suis là. Et voici ce que vous leur mettrez à ceux-là. Ne vous épouvantez point, leur fut-il dit- à Balam-Quitzé, à Balam-Agab, à Mahucutah et à Iqi-Balain.

CHAPITRE QUATRIÈME.


Alors on apporta des frelons et des guêpes qu'on alla chercher, ainsi que des lianes ; et après qu'ils furent venus (apportant ces insectes), ils les mirent au dedans de quatre grandes calebasses, qu'ils placèrent autour de la ville ; ils renfermèrent les frelons et les guêpes au dedans des calebasses, et c'était là ce qui allait servir à battre les nations pour eux.
Or leur ville fut espionnée, guettée et examinée par les envoyés des nations : Ils ne sont pas nombreux, répétaient-ils. Mais ils n'arrivèrent à voir que les mannequins et les hommes de bois qui se remuaient, portant leurs arcs et leurs boucliers. Véritablement ils paraissaient des hommes : véritablement ils ressemblaient à des guerriers, quand les tribus les regardaient ; et toutes les tribus se réjouissaient, (à cause) du petit nombre qu'elles voyaient.
Grandes étaient les tribus dans leur existence : on ne pouvait compter les hommes, guerriers et soldats, préparés à tuer ceux de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah, qui étaient là sur le mont Hacavitz, nom du lieu où ils étaient. Or voici leur arrivée que nous allons raconter,
Or ils étaient là Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam, ensemble ils étaient sur la montagne avec leurs femmes et leurs enfants, lorsqu'arrivèrent tous les guerriers et les soldats, et ils n'étaient pas seulement seize ou vingt-quatre mille entre les tribus (23).
Ils environnèrent les remparts de la ville, en poussant de grands cris, armés d'arcs et de boucliers, se frappant la bouche, vociférant, jetant, poussant des clameurs et des sifflements, lorsqu'ils arrivèrent au pied de la ville.
Mais il n'y avait pas là de quoi épouvanter les sacrificateurs ; seulement ils regardaient du bord de la muraille où ils étaient rangés avec leurs femmes et leurs enfants ; seulement leur pensée allait au-devant des actes et des paroles aveugles des tribus, tandis qu'elles gravissaient le devant de la montagne.
Et il s'en fallait bien peu qu'elles ne se lançassent à l'entrée de la ville, quand un moment après on enleva le couvercle des quatre calebasses, placées au bord de la ville, et que frelons et guêpes en jaillirent ; comme de la fumée elles jaillirent du creux de chacune des calebasses.
Ainsi finirent les guerriers par les insectes, qui s'attachaient aux yeux et aux sourcils, qui s'attachaient à leurs narines, à leur bouche, à leurs jambes, à leurs bras : Où est-ce donc (disaient-ils) qu'ils ont été prendre, où est-ce donc qu'ils sont allé ramasser tout ce qu'il y a (ici) de frelons et de guêpes?
Attachés ainsi, ils leur mordaient le globe de l'œil ; amoncelés sans nombre ces insectes bouillonnaient contre chacun de ces hommes : enivrés qu'ils étaient par les frelons et les guêpes, ils ne pouvaient plus tenir leurs arcs, ni leurs boucliers, et sans force déjà les laissaient tomber de toutes parts sur le sol.
Ils s'étendaient en tombant devant la montagne ; et ils ne sentaient même pas qu'on les lirait à (coups de) flèches, et qu'on les maltraitait à (coups de) haches ; et (ce furent) simplement des branches de bois sec que prirent Balam-Quitzé et Balam-Agab ; leurs femmes (même) se mirent à tuer. Et seulement la moitié s'en retourna, loutcs les tribus s'enfuyant à toutes jambes.
Mais ceux qu'ils attrapèrent les premiers, furent achevés et mis à mort, et il n'y en eut pas peu qui périrent : il n'en mourut pas tant de cette façon, cependant, qu'ils avaient la pensée de poursuivre, puisque les insectes se mirent contre eux (de la partie). Ils n'employèrent pas non plus toute la force qu'ils auraient pu, et sans qu'(il fallût) ni flèches ni boucliers, il en mourut (un grand nombre). Alors passèrent sous le joug toutes les tribus.
Les tribus s'humilièrent donc à la face deBalam-Quitzé, de Balam-Agab el de Mahucutah. Malheureux que nous sommes, ne nous faites pas mourir ! dirent-elles. - C'est fort bien ! encore que vous soyez dignes de mort ; mais vous serez rendus tributaires tant que le soleil marchera et que la lumière suivra son cours ; leur fut-il répondu.
Telle fut donc la défaite de toutes ces nations par nos premières mères et pères, (défaite) qui s'accomplit là sur le mont Hacavitz, (et c'est) son nom aujourd'hui. C'est là d'abord qu'ils se fondèrent, là ils crûrent, ils se multiplièrent, ils engendrèrent des filles, ils mirent au monde des fils, au sommet du Hacavitz.
Ils étaient dans l'allégresse, ayant vaincu toutes les nations qui avaient été écrasées sur la montagne. C'est ainsi qu'ils firent et qu'ils humilièrent actuellement les tribus, toutes les tribus.
Après cela donc leurs cœurs se reposèrent. Ils dirent à leurs fils que (le temps) était proche qu'ils devaient mourir, lorsque (les tribus) avaient voulu les tuer. Et voici que nous raconterons aussi comment moururent Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balam, (car tels étaient) leurs noms.

CHAl'ITRE CINQUIÈME.


Et comme ils prévoyaient leur mort et leur fin (prochaine), ils le firent savoir à leurs fils. Ils n'avaient, toutefois, aucun signe de maladie ; ils n'éprouvaient ni souffrance ni agonie, lorsqu'ils laissèrent leur (dernière) parole à leurs fils.
Ce sont les noms de leurs fils que voici : ces deux (sont ceux) qu'engendra Balam-Quitzé, Qocaih, qui (est) le nom du premier (24), et Qocavib, le nom du second fils de Balam-Quitzé, l'aïeul et le père des Cavek (25).
Et ceux-ci sont aussi les deux fils qu'engendra Balam-Agab ; voici leurs noms : Qoacul (fut) le nom de son premier fils, Qoacutec fut appelé le second fils de Balam-Agab (pères) de ceux de Nihaïb (26).
Mais Mahucutah n'engendra qu'un fils, Qoahau fut son nom (27). Et ces trois eurent des fils ; mais il n'y eut point d'enfants d'Iqi-Balam. C'étaient véritablement les sacrificateurs et voilà les noms de leurs enfants.
C'est alors qu'ils leur donnèrent leurs (dernières) recommandations. Ensemble ils étaient tous quatre ; ils chantèrent dans l'angoisse de leurs cœurs, et leurs cœurs gémirent, tout en répétant le
Qamacu (28), le nom de leur chant qu'ils chantèrent, tandis qu'ils prenaient congé de leurs fils.
O mes enfants, nous partons (dirent-ils), et nous nous en retournons : glorieuses sont les paroles, glorieuses les recommandations que nous vous laissons. Vous êtes venues aussi de notre lointaine patrie, ô nos femmes ! dirent-ils à leurs épouses, et de chacune d'elles en particulier ils prirent congé.
Nous retournons à notre peuple ; déjà le Roi des Cerfs est en ordre (29), il s'étend au ciel. Voilà que nous allons faire notre retour ; notre besogne est faite et nos jours sont complétés. Souvenez-vous donc de nous ; ne nous effacez pas (de votre mémoire) et ne nous oubliez point. Vous verrez encore vos maisons et vos montagnes ; multipliez- vous ; ainsi-soit-il ! Allez encore dans votre chemin et revoyez (les lieux) d'où nous sommes venus.
Et ainsi dit leur parole, tandis qu'ils prenaient congé (de leurs fils). Alors aussi Balam-Quitzé laissa le signe de son être : Ceci est maintenant (ce qui doit vous faire) souvenir de moi, et voilà que je vais le laisser avec vous. C'est là (ce qui fera) votre puissance ; j'ai pris congé (de vous) et j'ai été rempli de tristesse, ajouta-t-il.
Alors il laissa le signe de son être, la Majesté Enveloppée, ainsi qu'on l'appelait, dont la figure n'était pas visible ; car ils ne la déplièrent point et l'on n'en connaissait pas la couture, parce qu'on ne la vit pas lorsqu'on la roula. C'est ainsi qu'ils prirent congé (de leurs fils) et alors ils disparurent de dessus le mont Hacavitz.
Ils ne furent pas ensevelis par leurs épouses et leurs fils, leur disparition n'ayant pas été visible, lorsqu'ils disparurent : il n'y eut de visible que leurs adieux, et ainsi leur Enveloppe devint chère à leurs (fils). C'était là le souvenir de leur pères, et sur-le-champ ils brûlèrent (de l'encens) devant cesouvenirque leur (avaient laissé) leurs pères.
Et voilà que les hommes multiplièrent à cause des princes, lorsque ceux-ci reçurent (la puissance des reins de Balam-Quitzé, qui avait commencé (comme) l'aïeul et le père de ceux de Cavek ; mais ses fils, nommés Qocaih et Qocavib, ne disparurent en aucune manière.
Ainsi donc moururent les quatre (sacrificateurs qui furent) nos premiers aïeux et nos pères, lorsqu'ils disparurent, et qu'ils laissèrent aussi leurs fils sur le mont Hacavitz, là où leurs fils demeurèrent.
Ayant été abaissées et humiliées dans leur grandeur, toutes les tribus n'avaient plus de puissance ; mais elles étaient toutes (rédujtes) à servir chaque jour.
(Les princes) se souvenaient de leurs pères, et grande était la gloire de cette enveloppe pour eux : ils ne la déplièrent point, mais (elle resta) là roulée avec eux. La Majesté Enveloppée, elle fut appelée par eux, quand on désigna et qu'on nomma ce Mystère qui leur était venu par leurs pères, et que, seulement en signe de leur nature, ils avaient fait alors.
Telle fut la fin et la disparition de Balam-Quitzé, deBalam-Agab, de Mahucutah et d'Iqi-Balam, de ces premiers hommes qui vinrent de l'autre côté de la mer où le soleil se lève ; il y avait longtemps qu'ils étaient venus ici, quand ils moururent, et déjà bien vieux (ils étaient ces hommes, vénérés) intitulés les sacrificateurs.

CHAPITRE SIXIÈME.


Après cela donc ils pensèrent à s'en aller en Orient : ceci ils le pensaient (conformément à) la recommandation de leurs pères, et ils ne l'oublièrent point. Il y avait longtemps que leurs pères étaient morts, quand on leur donna des épouses de la tribu et qu'ils eurent des beaux-pères, en prenant des femmes tous les trois.
Et ils dirent quand ils s'en furent : Allons à l'orient d'où vinrent nos pères, dirent-ils en prenant leur chemin ; ces trois étaient les fils héritiers (30), Qocaib, nom du premier, fils de Balam-Quitzé, le (chef) de tous les Cavek (31) ; Qoacutec, nom du fils de Balam-Agab, qui est celui de Nihaïb ; Qoahau (32), nom de l'autre, fils de Mahucutah, qui est celui d'Ahau-Quiché.
Voilà donc les noms de ceux qui s'en allèrent par là de l'autre côté de la mer: les trois alors se mirent en chemin ; certainement c'était leur dessein et c'était leur sagesse (qui les faisait agir ; car) ce n'est pas en vain (qu'il y a) des hommes de leur nature. Ils prirent congé de tous leurs frères et de leurs parents ; remplis d'allégresse, ils partirent : Nous ne mourrons point ; nous reviendrons, dirent-ils, en se mettant en route (tous) les trois.
Sans aucun doute, ils passèrent sur la mer, lorsqu'ils arrivèrent dans l'Orient (33), pour recevoir la royauté. Or voici le nom du seigneur, du Monarque des Orientaux, où ils arrivèrent (34).
Et lorsqu'ils arrivèrent devant le seigneur Nacxit (35), le nom du grand seigneur, du juge unique, dont la puissance était sans bornes, voilà qu'il leur concéda le signe de la royauté, et tout ce qui la représente : de là vint le signe de la dignité d'ahpop, de celle d'ahpop-camha, et de là vint le signe de la majesté et la puissance de l'Ahpop et de l’Ahpop-Camha, et Nacxit ; pour achever, leur concéda les insignes de la royauté (36).
En voici tous les noms qui suivent : l'ombre (37), le trône, les flûtes, et autres instruments (38), les poudres de diverses couleurs (39), les parfums (40), le tigre chef, l'oiseau, le cerf … les coquilles … les nœuds de pin, les trompettes (41 l'enseigne aux plumes de héron (42), toutes les choses enfin qu'ils apportèrent en venant et qu'ils allèrent recevoir de l'autre côté de la mer ; l'art de peindre de Tulan, son écriture, dirent-ils, pour les choses qui avaient été conservées dans leurs histoires.
Après qu'ils furent arrivés au sommet de leur ville, nommée Hacavitz, et qu'ils eurent réuni tous ceux de Tamub et d'Ilocab, toutes les tribus s'assemblèrent, se réjouissant de (voir) arriver Qocaib, Qoacutecet Qoahau, qui là de nouveau prirent le gouvernement des tribus (43).
Les Rabinaliens, les Cakchiquels et ceux de Tziqunaha (44) furent remplis de joie ; ainsi le signe (de la royauté) se manifesta devant leurs regards, la grandeur de leur puissance, et grande aussi devint l'existence des tribus, sans que néanmoins ils eussent achevé d'exhiber leur puissance. C'étaient eux qui étaient là en Hacavitz, et il y avait avec eux tout ce qui était venu de l'Orient lointain où ils avaient fait (leur voyage), et ils étaient là sur la montagne déjà fort nombreux tous ensemble.
Là aussi moururent les épouses de Balam-Quitzé,- de Balam-Agab et de Mahucutah. Alors ils vinrent, et ayant quitté leurs montagnes, ils cherchèrent d'autres collines où ils se fondèrent ; elles sont innombrables les localités (45) qu'ils fondèrent, leur donnant des noms et changeant les noms (qu'elles avaient auparavant), nos premières mères et nos premiers pères, afin de s'augmenter et d'étendre leur puissance ;
Disaient anciennement les gens, lorsqu'ils racontaient à quelle époque ils avaient abandonné et délaissé d'abord leur ville, nommée Hacavitz, et qu'ils vinrent fonder une autre ville qui fut nommée
Chi-Quix (Dans les Epines).
Au loin ils s'y étendirent dans l'orbe de cette ville ; ils y engendrèrent des filles et des fils. Ils étaient là fort nombreux, et entre tous (ils couvraient déjà) quatre collines qui portaient (à la fois) le nom de leur ville (de Chi-Quix).
Ils marièrent leurs filles et leurs filss seulement comme leurs présents (de noces), comme une grâce et comme une offrande, ils faisaient le prix de leurs filles, qu'ils recevaient, et bonne était ainsi la condition qu'ils leur faisaient (46).
Alors ils passèrent en chacun des divers quartiers de la ville, et ceux-ci sont leurs divers noms :
Chi-Quix, Chi- chac, Huinetaha, Culba-Cavinal (47), et ce sont les noms des localités où ils demeurèrent. Et voilà qu'ils étaient à épier autour des montagnes de leurs villes et qu'ils cherchaient les monts inhabités ; car ils étaient fort nombreux tous ensemble.
Déjà étaient morts ceux qui avaient été recevoir la royauté en orient ; déjà vieillissant aussi, ils étaient venus (s'établir) en chacune des villes : mais ils ne s'accoutumèrent point dans ces divers endroits où ils passèrent ; ils éprouvèrent bien des peines et des travaux, et c'est loin (de leurs premières demeures) que déjà aïeux et pères, ils trouvèrent (la localité qui convenait à) leur ville. Or voici le nom de la ville où ils vinrent.


CHAPITRE SEPTIÈME.


En Izmachi est donc le nom du lieu de leur ville, où ils demeurèrent enfin et où ils s'établirent définitivement (48) : là donc ils mirent en œuvre leur puissance, ayant commencé à bâtir leurs maisons de pierre et de chaux (49) sous la quatrième génération de rois (50).
Ceux-ci donc parlèrent, Conache ainsi que Beleheb-Queh (51), et avec lui le Galel-Ahau. Et ensuite régna le roi Cotuha avec Iztayul, leurs noms de l'Ahpop et de l'Ahpop-Camha, qui régnèrent là en Izmachi, qu'ils avaient faite et qui devint (en leur temps) une ville magnifique(52).
Et seulement trois palais se firent là en Izmachi : il n'y avait pas encore ces vingt-quatre palais (dont nous parlerons plus loin), mais seulement leurs trois palais, un palais seulement de ceux de Cavek, et un seul palais à la face de ceux de Nihaïb, comme également un seul, possession de ceux d'Ahau-Quiché (53).
Seulement (c'étaient) deux serpents ces deux branches de la famille (54). Or ils étaient (tous) dans Izmachi d'un cœur (et d'une âme) : il n'y avait point en eux d'inimitiés ; il n'y avait point non plus de difficultés: la royauté était en repos, sans disputes ni émeutes ; la paix et la félicité étaient dans leurs cœurs.
Il n'y avait point d'envie, il n'y avait point de jalousie dans ce qu'ils faisaient, et leur puissance était encore restreinte : ils n'avaient encore concerté rien de grand ni ne s'étaient élevés. Mais alors ils tentèrent de faire passer le bouclier là en Izmachi, comme le signe de leur empire ; ils en firent alors le signe de leur majesté, et le signe également de leur grandeur.
Et lorsqu'Ilocab s'en aperçut (55), la guerre s'alluma par les soins d'Ilocab, qui voulut faire tuer ce roi Cotuha, (ceux d'Ilocab)) ne voulant qu'un roi et (qu'il fût) avec eux. Quant au roi Iztayul, ils voulaient le châtier , ils voulaient qu'il fût puni pour la cause d'Ilocab, en lui donnant la mort (56).
Mais leur jalousie ne réussit pas contre le roi Cotuha, qui descendit sur eux avant que de périr par la main d'Ilocab. Telle fut donc l'origine de la révolte et du tumulte de la guerre.
Ils entrèrent d'assaut tout d'abord dans la ville et passèrent leur chemin en massacrant : car ce qu'ils voulaient, c'était la ruine du nom Quiche (57), dans la pensée de régner seuls. Mais ils ne vinrent que pour mourir ; ils furent captivés et faits prisonniers, sans qu'un grand nombre d'entre eux parvînt à s'échapper.
Et alors on commença à les sacrifier : ceux d'Ilocab furent immolés devant le dieu, çt c'est là le châtiment de leur péché, qui eut lieu par ordre du roi Cotuha. Un grand nombre également entrèrent en servitude et ils furent réduits en esclavage, après être allés se faire écraser à cause qu'ils avaient allumé la guerre contre le roi et contre les circonvallations de la cité.
Que le nom du roi du Quiche fût ruiné et livré à l'opprobre, c'était ce que leurs cœurs voulaient ; mais rien ne put s'exécuter. Ainsi donc naquirent les sacrifices humains devant le dieu (58), lorsqu'on fit des boucliers (59) de guerre, cause des fortifications de la cité qu'on commenca en Izmachi.
Là se fonda le berceau de sa puissance, parce qu'en vérite grand était l'empire du roi Quiché. Partout (il se montrait entouré) de princes puissants en œuvres (60), sans qu'il y eût personne qui pût les humilier, sans qu'il y eût aucun qui pût les entamer, et par cela même faisant la grandeur propre de la royauté qui s'était implantée dans Izmachi.
Là s'accrut l'usage de se piquer avec (des épines devant) le dieu, ainsi que l'épouvante ; et toutes les nations s'épouvantèrent, les petites nations et les grandes nations, en contemplant l'entrée des captifs qu'ils sacrifiaient et qu'ils tuaient à cause de la majesté et de la grandeur du roi Cotuha, du roi Iztayul (61), avec ceux de Nihaïb et d'Ahau-Quiché.
Seulement ces trois branches de la famille (royale) demeuraient là dans Izmachi, (qui était) le nom de la cité, et c'est là également qu'ils commencèrent les festins et orgies pour leurs filles, quand ils venaient porter du bois (pour l'usage des temples (62).
C'était là le motif pour les trois (branches de la famille) de s'assembler dans les palais ainsi nommés à cause d'eux, et là ils buvaient leurs boissons (63) et là aussi ils mangeaient leurs mets, prix de leurs sœurs, et prix de leurs filles (64), et l'allégresse dans le cœur, ils ne faisaient alors que manger et boire dans leurs coupes peintes (65) au dedans de leurs palais.
Ce sont là nos remerciments et nos 'actions de grâces (envers les dieux) pour notre postérité, signe de notre parole (66) sur les filles et les garçons, disaient-ils. C'est là qu'ils vinrent imposer les noms (67), et c'est là qu'ils se titulèrent, qu'ils se partagèrent en familles, s'organisèrent en sept tribus et se classèrent par calpules (68).
Unissons-nous, nous les Cavek, nous les Nihaïb, et nous les Ahau-Quiché, dirent les trois familles et les trois grandes maisons. Et longtemps ils firent (leur demeure) dans Izmachi, jusqu'à ce qu'ils eurent trouvé et qu'ils eurent vu une autre ville et qu'ils eurent abandonné à son tour celle d'Izmachi (69).


CHAPITRE HUITIÈME.


Après cela,quand ils se levèrent pour s'en aller (d'Izmachi), ils vinrent à la capitale, dont le nom est
Gumarcaah (70), qui fut ainsi nommée par les Quichés, lorsque vinrent les rois, Cotuha et Gucumatz, ainsi que tous les princes : on était entré alors à la cinquième génération d'hommes (à compter) du commencement de la civilisation et de l'origine de l'existence (des Quichés) en corps de nation.
Et là en grand nombre ils bâtirent leurs maisons, et là également ils bâtirent la maison du dieu au centre du point culminant de la cité où ils la placèrent lorsqu'ils vinrent s'y établir (71).
Après quoi leur empire prit un nouvel accroissement : (et comme ils étaient) en nombre fort considérable, leurs grandes maisons tinrent encore une fois conseil, et s'étant assemblées, elles se subdivisèrent (72). Car il avait surgi des querelles ; elles se jalousaient les unes les autres pour la rançon de leurs sœurs et de leurs filles, déjà elles n'offraient plus leurs boissons (accoutumées) en leur présence (73).
Voilà donc quelle fut l'origine de leur séparation, lorsqu'ils se tournèrent les uns contre les autres et qu'ils se lancèrent mutuellement les os et les têtes des morts et qu'ils se les renvoyèrent les uns aux autres (74). Alors ils se partagèrent en neuf familles : s'étant donc terminée la querelle des sœurs et des filles, on mit à exécution ce qu'on avait résolu (de subdiviser) la royauté en vingt-quatre grandes maisons ; c'est ce qui eut lieu. .
II y à longtemps déjà depuis l'arrivée de tous (ces princes) dans cette ville, (ce qui eut lieu) lorsque se complétèrent les vingt-quatre grandes maisons dans la capitale (dite) Gumarcaah, qui fut bénie par le
Seigneur Éveque ; cette ville s'est depuis lors (entièrement) dépeuplée (75).
Là ils s'agrandirent ayant réuni avec éclat leurs trônes et leurs sièges princiers ; les titres de tous leurs honneurs ayant été distribués à chacun des princes, il se forma neuf familles avec les neuf princes de Cavek, neuf avec les princes de Nihaïb, quatre avec les princes d'Ahau-Quiché et deux avec les seigneurs de Zakik (76).
Ils devinrent fort nombreux, et nombreux également (étaient les hommes qui venaient) à la suite de chacun des princes ; ils étaient les premiers à la tête de leurs vassaux, et beaucoup, beaucoup de familles (appartenaient) à chacun des princes ; nous allons dire les litres de ces princes chacun en particulier et de chacune des grandes maisons.
Or voici les titres des princes à la face de ceux de Cavek, celui-ci est le premier prince : l’
Ahpop, l’Ahpop-Camha, le (prince des prêtres) de Tohil, le (prince des prêtres) de Gucumatz, le Grand-Elu de Cavek, le conseiller de Chituy, le Ministre des tributs, le Conseiller au jeu de Paume de Tzalatz, le Majordome en chef (77).
Tels sont les princes à la face de ceux de Cavek, neuf princes, dont les grandes maisons sont classées chacune en son rang et dont le litre sera expliqué de nouveau ensuite (78).
Or voici les (noms des) princes à la face de ceux de Nihaïb, et celui-ci est le premier prince, l’
Ahau-Galel ; l’Ahau-Ahtzic-Vinak, le Gale-Camha, le Nima-Camha, l’Uchuch-Camha, le Grand-Elu de Nihaïb, le (prince des prêtres) d’Avilix, le Yacol-Atam-Utzam- pop-Zaklatol, le Ministre de Yeoltux, et ce sont les neuf princes à la face de Nihaïb.
Voici également ceux d'Ahau-Quiché et voici les titres de leurs princes : l’
Ahtzic-Vinak, l’Ahau-Lolmet, le prince Grand-Elu d'Ahau-Quiché, le prince (des prêtre) de Hacavitz, quatre princes à la face de ceux d'Ahau-Quiché, dans l'ordre de leurs grandes maisons.
Deux familles également (se formèrent) des seigneurs de Zakik, de
Tzutuha et de Galel-Zakik, (quoiqu'il n'y eût) qu'une seule grande maison pour les deux princes.

CHAPITRE NEUVIÈME.


Ainsi donc se complétèrent les vingt-quatre princes, comme il exista également vingt-quatre grandes maisons ; alors s'accrut la puissance avec la majesté au Quiché ; alors se fortifia et s'étendit la grandeur avec le joug du Quiché, lorsque la cité avec ses ravins fut bâtie de pierre et de chaux et se couvrit de ciment (79).
Les nations petites et grandes venaient où était le nom du roi, contribuant à illustrer le Quiché : alors surgit la puissance avec la majesté ; alors surgit la maison du Dieu, ainsi que les maisons des princes. Mais ce ne furent pas eux qui les firent ; ils n'y travaillèrent point, n'ayant pas pu construire leurs maisons, ni même pu édifier la maison de leur Dieu, car ce fut par leurs vassaux qui s'étaient multipliés ;
Ce ne fut certainement pas la ruse, ni la violence qui les attirèrent ; en vérité ils appartenaient à ces princes chacun en particulier ; en grand nombre étaient aussi leurs frères et leurs parents, leur condition s'étant accrue, comme s'était accrue aussi la renommée des oracles (sortant) de la bouche des princes.
Car véritablement ils étaient estimés, et grande était véritablement la gloire des princes ; et la vénération (qu'on avait pour eux) croissait ainsi que leur renommée, à cause de leurs vassaux, et les habitants des ravins (d'alentour et de l'intérieur) de la ville augmentaient aussi en même temps qu'eux (80).
Ce n'est pas certainement que toutes les nations vinssent se rendre ainsi, comme en temps de guerre on entre par force dans leurs ravins et leurs villes, mais bien à cause des prodiges opérés par les rois et qui glorifièrent le roi Gucumatz et le roi Coluha (81).
Véritablement ce Gucumatz devint un roi merveilleux : chaque sept (jours) il montait au ciel (82) et en sept (jours) il faisait le chemin pour descendre à Xibalba (83) : tous les sept (jours) il revêtait la nature du serpent et véritablement il devenait serpent : Unis les sept (jours) également, il se faisait de la nature de l'aigle, tous les sept (jours) aussi, de la nature du tigre, et véritablement il devenait l'image parfaite d'un aigle et d'un tigre ; tous les sept (jours) aussi, (il prenait) la nature du sang coagulé (84) et il n'était que du sang coagulé.
En vérité l'existence de ce prince merveilleux remplissait d'effroi pour cela même tous les princes devant sa face. Le bruit s'en répandit (de tous les côtés) ; tous les rois des nations entendirent (ce qu'on disait) de l'existence dece prince prodigieux. Et ce fut là l'origine de la grandeur du Quiché, quand le roi Gucumatz opéra ces signes de sa puissance.
Le souvenir de ses petits-tils et de ses fils ne se perdit point dans la mémoire (des peuples) : non pas qu'il eût fait ces choses pour qu'il y eût un roi, opérateur de merveilles, mais afin que sa condition fût un moyen de dominer toutes les nations et pour en faire un moyen de se manifester à elles comme le seul chef des peuples. Ce roi prodigieux, Gucumatz par son nom, fut la quatrième génération royale, et certainement (il se distingua comme) Ahpop et Ahpop-Camha (85).
Il resta d'eux également de la postérité et des descendants qui régnèrent aussi avec majesté et qui engendrèrent alors des fils qui firent aussi beaucoup de choses. Ainsi furent engendrés Tepepul et Iztayul, dont le règne lit la cinquième génération ; rois ils furent (l'un et l'autre) et chacune des générations de ces princes procréa des fils.

dall'opera di Recinos

QUARTA PARTE

CAPITOLO PRIMO

Orbene, molte città furono via via fondate una per una, ed i diversi rami delle tribù si riunivano e si raggruppavano man mano accanto alle strade, le loro strade, che essi avevano aperte.
Quanto a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, non si sapeva dove fossero. Ma quando vedevano le tribù che passavano per le strade, si mettevano subito a gridare dalla cima delle montagne, lanciando l'ululo del coyote ed il grido del gatto selvatico, ed imitando il ruggito del leone e della tigre.
E le tribù, vedendo queste cose mentre camminavano, dicevano: - Le loro grida sono di coyote, di gatto selvatico, di leone e di tigre. Vogliono fingere di non essere uomini dinanzi a tutte le tribù, e lo fanno soltanto per ingannare noi popoli. I loro cuori desiderano qualcosa. Certo non li spaventa ciò che fanno. Qualcosa si propongono col ruggito del leone, col bramito della tigre che essi lanciano quando vedono uno o due uomini che camminano; quel che vogliono è annientarci.
Ogni giorno [i sacerdoti] giungevano alle loro case e presso le loro mogli, portando soltanto i piccoli dei calabroni e delle vespe ed i piccoli delle api per darli alle loro mogli.
Ogni giorno pure andavano dinanzi a Tohil, Avilix e Hacavitz e dicevano nel loro cuore: - Ecco Tohil, Avilix e Hacavitz. Soltanto il sangue dei cervi e degli uccelli possiamo offrir loro; ci caveremo soltanto sangue dalle orecchie e dalle braccia. Chiediamo forza e vigore a Tohil, Avilix e Hacavitz. Che diranno della morte degli uomini che ad uno ad uno andiamo uccidendo? - dicevano tra loro mentre si recavano alla presenza di Tohil, Avilix e Hacavitz.
Quindi si pungevano le orecchie e le braccia dinanzi alla divinità, raccoglievano il proprio sangue e lo ponevano nel vaso, accanto alla pietra (1). In realtà però essi non erano di pietra, ma ognuno si presentava sotto le sembianze di un ragazzo.
Li rallegrava il sangue dei sacerdoti e sacrificatori quando essi giungevano con questo segno della loro opera: - Seguite le loro orme [quelle degli animali che essi sacrificavano], là è la vostra salvezza!
- Di là venne, da Tulán, quando ci conduceste qui, - dissero loro, - quando vi diedero la pelle chiamata
Pazilizib, intrisa di sangue: si sparga il loro sangue e sia questa l'offerta di Tohil, Avilix e Hacavitz (2)

CAPITOLO SECONDO

Ecco come incominciò il ratto degli uomini delle tribù [di Vuc Amag] da parte di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.
Quindi avvenne l'uccisione delle tribù. Catturavano un uomo solo quando stava camminando, o due quando stavano camminando, e non si sapeva quando li catturassero, e subito andavano a sacrificarli dinanzi a Tohil ed Avilix. Poi spargevano il sangue per la strada e collocavano la testa, staccata, sulla strada. E le tribù dicevano: « Se li è mangiati la tigre ». E così dicevano perché erano simili a orme di tigre le tracce che essi lasciavano, pur senza farsi vedere.
Erano ormai molti gli uomini che essi avevano rapiti, ma le tribù non se ne accorsero se non più tardi. - Che siano Tohil ed Avilix quelli che si introducono tra di noi? Devono esser loro quelli che i sacerdoti e sacrificatori alimentano. Dove saranno le loro case? Seguiamo le loro orme! - dissero tutti i popoli.
Allora tennero tra loro consiglio. Poi incominciarono a seguire le tracce dei sacerdoti e sacrificatori, ma esse non erano chiare. Erano soltanto orme di belva, orme di tigre, quelle che vedevano, ma le tracce non erano chiare. Non erano chiare le prime tracce, poiché erano impresse a rovescio, come se fossero state impresse apposta per farli smarrire, e non era chiaro il loro percorso. Si addensò una foschia, si formò una pioggia nera e vi fu molto fango; ed incominciò a cadere una pioggerella. Solo questo vedevano i popoli dinanzi a sé. Ed i loro cuori si stancavano di cercare e di inseguirli lungo le strade, poiché era così grande la natura di Tohil, Avilix ed Hacavitz che essi si ritiravano sin lassù sulla cima delle montagne, nelle vicinanze dei popoli che uccidevano.
Così ebbe inizio il ratto della gente quando gli stregoni catturavano le tribù per le strade e le sacrificavano dinanzi a Tohil, Avilix e Hacavitz; ma i loro [i propri] figli li salvarono lassù sulla montagna.
Tohil, Avilix e Hacavitz avevano l'aspetto di tre ragazzi e camminavano per la virtù magica della pietra. Vi era un fiume dove facevano il bagno presso la riva e soltanto là si mostravano. Perciò si chiamava
Nel Bagno di Tohil, e questo era il nome del fiume (3). Molte volte le tribù li vedevano, ma essi sparivano immediatamente quando erano visti dai popoli.
Si seppe allora dove erano Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, e subito le tribù tennero consiglio sul modo di ucciderli.
In primo luogo le tribù vollero discutere il modo di vincere Tohil, Avilix e Hacavitz. E tutti i sacerdoti e sacrificatori [della tribù] dissero alle tribù: - Levatevi tutti, chiamate tutti, non vi sia un gruppo, né due gruppi tra di noi che restino dietro agli altri.
Si radunarono tutti, si radunarono in gran numero e deliberarono tra di loro. E dissero, interrogandosi a vicenda: - Come faremo per vincere i Quiché di
Cavec (4), per colpa dei quali stanno estinguendosi i nostri figli e vassalli? Non si sa come avvenga la distruzione della gente. Se dobbiamo perire per questi ratti, cosi sia; e se è così grande il potere di Tohil, Avilix e Hacavitz, allora sia nostro dio questo Tohil, e possiate voi farlo vostro prigioniero! Non è possibile che essi ci vincano. Non vi sono forse uomini sufficienti tra noi? Ed i Cavec non sono molti, - dissero quando furono tutti radunati.
Ed alcuni dissero, rivolgendosi alle tribù quando parlarono: - Chi ha visto quelli che fanno il bagno nel fiume tutti i giorni? Se essi sono Tohil, Avilix e Hacavitz, vinceremo prima loro e poi incominceremo la distruzione dei sacerdoti e sacrificatori -, Così dissero molti di loro quando parlarono.
- Ma come faremo per vincerli? - domandarono di nuovo.
- Questo sarà il modo in cui li vinceremo. Siccome essi hanno l'aspetto di ragazzi quando compaiono in mezzo all'acqua, andranno due fanciulle, che siano davvero belle e gentilissime fanciulle, ed essi sentiranno il desiderio di possederle, - dissero.
- Benissimo. Andiamo, dunque; cerchiamo due leggiadre fanciulle, - esclamarono, e subito andarono a cercare le loro figlie. Ed erano in verità fanciulle bellissime.
Quindi diedero istruzioni alle fanciulle: - Andate, figlie nostre, andate a lavare i panni al fiume e, se vedeste i tre ragazzi, spogliatevi dinanzi a loro e, se i loro cuori vi desiderano, chiamateli! Se vi dicessero: « Possiamo accostarci a voi? », « Sì », risponderete loro. E quando vi domanderanno: « Donde venite, di chi siete figlie? », risponderete: « Siamo figlie dei Signori » (5).
Poi direte: « Vogliamo un vostro pegno ». E se, dopo avervi dato qualcosa, vi vogliono baciare il volto, concedetevi davvero a loro. E se non vi darete vi uccideremo. Poi il nostro cuore sarà soddisfatto. Quando avrete il pegno, portatelo qui, e questa sarà la prova, a nostro giudizio, che essi si sono uniti a voi.
Così dissero i Signori quando ammonirono le due fanciulle. Ecco i nomi di queste:
Ixtah si chiamava una delle fanciulle e l'altra Ixpuch (6). E le due chiamate Ixtah ed Ixpuch vennero mandate al fiume, al bagno di Tohil, Avilix e Hacavitz. Ciò avevano stabilito tutte le tribù.
Partirono subito, ben agghindate, ed erano in verità bellissime quando andarono là dove faceva il bagno Tohil (7), per esser viste e per lavare. Quando esse se ne andarono, i Signori furono lieti di aver mandato le loro due figlie.
Giunte al fiume, esse incominciarono a lavare. Si erano già spogliate tutte e due e stavano appoggiate alle pietre quando giunsero Tohil, Avilix e Hacavitz. Essi giunsero là sulla sponda del fiume e rimasero alquanto sorpresi nel vedere le due giovani che stavano lavando, e le ragazze sentirono subito vergogna quando giunse Tohil. Ma Tohil non provò desiderio delle due fanciulle. Ed allora domandò: - Donde venite? - Così disse alle due fanciulle, e soggiunse: - Che volete e perché venite sin qui, sulla riva della nostra acqua?
Ed esse risposero. - I Signori ci hanno ordinato di venire qui. « Andate a vedere in faccia i Tohil e parlate con loro », ci hanno detto i Signori; e « portate quindi la prova di averli visti in faccia », ci è stato detto -. Così parlarono le due ragazze, rivelando lo scopo della loro venuta.
Orbene, ciò che le tribù volevano era che le fanciulle fossero violate dai
nagual di Tohil (8). Ma Tohil, Avilix e Hacavitz dissero, parlando di nuovo ad Ixtah ed Ixpuch, come si chiamavano le due fanciulle: - Bene, porterete con voi la prova del nostro colloquio. Aspettate un poco e poi la darete ai Signori, -dissero.
Quindi i sacerdoti e sacrificatori presero a consultarsi e dissero a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam (5): - Dipingete tre cappe, dipingetevi il simbolo del vostro essere perché arrivi alle tribù, e le portino le due fanciulle che stanno lavando. Datele loro, - dissero a Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah.
Subito si misero tutti e tre a dipingere. Dapprima Balam-Quitzé dipinse una tigre; la figura venne fatta e dipinta sulla superficie del manto. Quindi Balam-Acab dipinse la figura di un'aquila sulla superficie del manto; e quindi Mahucutah dipinse dappertutto calabroni e vespe, le cui immagini ed i cui disegni dipinse su tutta la stoffa. E tutti e tre finirono i loro dipinti, tre panni dipinsero.
Allora andarono a consegnare i manti a Ixtah ed Ixpuch, cosi chiamate, e dissero loro, Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah: - Ecco qui la prova del vostro colloquio; portatela dinanzi ai Signori: « Davvero ci ha parlato Tohil », direte, « ecco qui la prova che portiamo », direte loro, e fateli vestire con i panni che darete loro -. Così dissero alle fanciulle quando le congedarono. Esse se ne andarono subito, portando i cosiddetti manti dipinti (10).
Quando esse giunsero, i Signori si riempirono di gioia vedendo i loro volti e le loro mani, che reggevano ciò che le fanciulle erano andate a chiedere.
- Avete visto Tohil in faccia? - domandarono loro.
- Sì, lo abbiamo visto, — risposero Ixtah ed Ixpuch.
- Benissimo. E portate il pegno, non è vero? - domandarono i Signori, pensando che fosse quello il segno del loro peccato.
Allora le giovani distesero i manti dipinti, tutti pieni di tigri e di aquile e pieni di calabroni e di vespe, dipinti sulla superficie della stoffa e rilucenti sotto gli occhi. Essi sentirono subito il desiderio di indossarli.
Nulla fece la tigre quando il Signore si gettò sulle spalle il primo dipinto. Quindi il Signore indossò il secondo dipinto col disegno dell'aquila. Il Signore si sentiva benissimo con quella veste addosso. E così si rigirava davanti a tutti. Quindi il Signore si tolse le vesti dinanzi a tutti ed indossò il terzo manto dipinto. Ed ecco che si gettò addosso i calabroni e le vespe che esso conteneva. Subito i pecchioni e le vespe gli punsero la carne. E, non potendo sopportare né tollerare le punture degli animali, il Signore incominciò a gridare a perdifiato, assalito dagli animali le cui immagini erano dipinte sulla stoffa, la pittura di Mahucutah, che era la terza che essi avevano dipinto.
Così vennero vinti. Subito i Signori rimproverarono le fanciulle chiamate Ixtah ed Ixpuch: - Che genere di panni ci avete portato? Dove siete andate a prenderli, demoni? - dissero alle fanciulle quando le rimproverarono. Tutti i popoli vennero vinti da Tohil.
Orbene, ciò che essi desideravano era che Tohil fosse andato a divertirsi con Ixtah ed Ixpuch e che queste fossero divenute sgualdrine, poiché le tribù credevano che esse lo (11) avrebbero tentato. Ma non riuscirono a vincerlo, grazie a quegli uomini prodigiosi, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam.

CAPITOLO TERZO

Allora tutte le tribù tennero di nuovo consiglio. - Che fare contro di loro? In verità è potente la loro natura, - dissero, quando si riunirono di nuovo in consiglio. - Ebbene, li coglieremo in agguato, li uccideremo, ci armeremo di archi e di scudi. Non siamo forse numerosi? Non vi dev'essere uno, né due di noi che rimangano indietro -. Così parlarono quando tennero consiglio. E tutti i popoli si armarono. Molti erano i guerrieri quando tutti i popoli si radunarono per ucciderli [i sacerdoti].
Frattanto Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam erano sul monte Hacavitz, sul picco di questo nome. Erano là per salvare i loro figli, sulla montagna.
E non era numerosa la loro gente, non avevano una moltitudine quale la moltitudine dei popoli. Era angusta la vetta della montagna loro sede, e perciò le tribù decisero di ucciderli quando si riunirono tutti, si radunarono e si levarono tutti.
Così avvenne dunque la riunione di tutti i popoli, tutti armati dei loro archi e dei loro scudi. Non si potrebbe descrivere la ricchezza delle loro armi; era molto bello l'aspetto di tutti i capi e signori e tutti certo eseguivano i loro ordini.
- Verranno sicuramente distrutti e, quanto a Tohil, sarà il nostro dio, lo adoreremo, se lo faremo prigioniero, - dissero tra di loro. Ma Tohil sapeva tutto e sapevano tutto anche Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah. Essi udivano tutto ciò che si macchinava, poiché non dormivano, né riposavano da quando tutti i guerrieri si erano armati delle proprie armi.
Subito si levarono tutti i guerrieri e si misero in cammino con l'intenzione di penetrare [nel centro nemico] durante la notte. Ma non vi arrivarono e vegliarono invece lungo la strada, tutti i guerrieri, e quindi vennero sconfitti da Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah.
Rimasero tutti a vegliare lungo la strada e non sentirono nulla, finché finirono per addormentarsi. Subito [Balam-Quitzé e i compagni] incominciarono a strappar loro le ciglia e la barba; poi tolsero loro gli ornamenti di metallo dal collo, le loro corone e collane. E portarono via il metallo dell'impugnatura delle loro picche. Fecero ciò per punirli e per umiliarli e per dare una prova della potenza della gente quiché.
Appena [i guerrieri] si svegliarono, fecero per prendere le loro corone e le loro mazze, ma non vi era più il metallo nell'impugnatura né vi erano le loro corone. - Chi ci ha derubati? Chi ci ha strappato la barba? Da dove sono venuti a rubarci i nostri metalli preziosi? - dicevano tutti i guerrieri. - Che siano quei demoni che rapiscono gli uomini? Ma non riusciranno ad incuterci paura. Entriamo a viva forza nella loro città, e così torneremo a far conoscenza del nostro argento; questo faremo, - dissero tutte le tribù, e tutti certo avrebbero mantenuta la parola.
Frattanto erano tranquilli i cuori dei sacerdoti e dei sacrificatori sulla cima della montagna. Ed essendosi consultati, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam (12) costruirono una muraglia al margine della città e la cinsero di assi e di spunzoni. Quindi fabbricarono dei fantocci a immagine di uomini, e li collocarono in fila sulle mura, li armarono di scudi e di frecce e li ornarono ponendo sulle loro teste le corone di metallo. Così rivestirono quei semplici fantocci e pupazzi, li ornarono con l'argento che avevano portato via alle tribù lungo la strada, con ciò ornarono i fantocci.
Scavarono fossati intorno alla città e quindi chiesero consiglio a Tohil: - Ci uccideranno? Ci vinceranno? - dissero i loro cuori a Tohil.
- Non preoccupatevi! Son qui io. E darete loro questo. Non abbiate paura, - disse a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam; quindi vennero loro dati i pecchioni e le vespe. Questo venne loro recato. E quando vennero li chiusero in quattro grandi zucche che collocarono intorno alla città. Rinchiusero i pecchioni e le vespe entro le zucche, per servirsene nella lotta contro i popoli.
La città era sorvegliata da lontano, spiata ed osservata dagli agenti delle tribù. - Non sono numerosi, -dicevano. Ma videro soltanto i fantocci ed i pupazzi, che muovevano piano piano i loro archi ed i loro scudi. Avevano veramente l'apparenza di uomini, avevano davvero l'aspetto di combattenti quando le tribù li videro, e tutte le tribù si allietarono perché videro che non erano molti.
Le tribù erano molto numerose; non si poteva contare la gente, i guerrieri e soldati che si apprestavano ad uccidere Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah, i quali erano sul monte Hacavitz, nome del luogo in cui si trovavano.
Ora racconteremo il loro arrivo.

CAPITOLO QUARTO

Erano, dunque, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, erano tutti insieme sulla montagna con le loro mogli ed i loro figli, quando arrivarono tutti i guerrieri e soldati. Le tribù non erano composte di sedicimila, né di ventiquattromila uomini (13).
Essi circondarono tutta la città, lanciando grandi grida, armati di frecce e di scudi, percuotendo tamburi, gettando il grido di guerra, fischiando, vociferando, eccitando alla lotta, quando giunsero ai piedi della città.
Ma i sacerdoti e sacrificatori non erano intimoriti; li guardavano soltanto dal ciglio delle mura, dove stavano in buon ordine con le loro mogli ed i loro figli. Pensavano soltanto alla furia ed alle urla delle tribù mentre esse salivano lungo i fianchi della montagna.
Mancava ormai poco perché si scagliassero contro l'ingresso della città, quando essi aprirono le quattro zucche che stavano al margine della città, ed uscirono fuori i pecchioni e le vespe; come una nuvola di fumo uscirono dalle zucche. E così i guerrieri perirono a causa degli insetti che pungevano loro le pupille (14), e che si attaccavano loro al naso, alla bocca, alle gambe ed alle braccia. - Dove sono, - dicevano, - coloro che andarono a prendere, coloro che andarono a raccogliere tutti i pecchioni e le vespe che sono qui?
Andavano dritte a punger loro le pupille, ronzavano a sciami le bestiole su ognuno degli uomini; ed essi, storditi dai pecchioni e dalle vespe, non riuscirono più ad impugnare i loro archi né i loro scudi, che erano deposti per terra.
Quando cadevano restavano distesi sul pendio della montagna e non sentivano più i colpi delle frecce e le ferite delle scuri. Balam-Quitzé e Balam-Acab usarono soltanto bastoni spuntati. Anche le loro mogli si gettarono nella mischia. Soltanto pochi fecero ritorno e tutte le tribù se la diedero a gambe. Ma i primi che furono acchiappati vennero finiti, vennero uccisi; non furono pochi gli uomini che morirono e non morirono quelli che essi cercavano di inseguire, ma quelli che erano attaccati dagli insetti. Né fu opera da prodi poiché essi non morirono sotto le frecce né sotto gli scudi.
Allora tutte le tribù si arresero. I popoli si umiliarono dinanzi a Balam-Quitzé, Balam-Acab e Mahucutah. - Abbiate pietà di noi, non uccideteci, - esclamarono.
- Benissimo. Benché siate degni di morire, diventerete [nostri] vassalli per tutta la vita (15), - dissero loro.
A questo modo avvenne la sconfitta di tutte le tribù per opera delle nostre prime madri e dei nostri primi padri; e ciò accadde lassù sul monte Hacavitz, come ora viene chiamato. Qui dapprima si stabilirono, qui si moltiplicarono ed accrebbero, qui generarono le loro figlie, diedero vita ai loro figli, sul monte Hacavitz.
Erano dunque molto contenti quando vinsero tutte le tribù, che essi sconfissero là sulla cima della montagna. Così portarono a termine la sconfitta delle tribù, di tutte le tribù. Dopo di ciò i loro cuori riposarono. E dissero ai loro figli che quando [i nemici] avevano cercato di ucciderli, era ormai vicina l'ora della loro morte.
Ed ora racconteremo la morte di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam,

CAPITOLO QUINTO

E siccome presentivano ormai la propria morte e la propria fine, diedero i loro consigli ai figli. Non erano ammalati, non sentivano dolore né erano in agonia quando lasciarono le loro raccomandazioni ai figli.
Questi sono i nomi dei loro figli: Balam-Quitzé ebbe due figli,
Qocaib si chiamava il primo e Qocavib era il nome del secondo figlio di Balam-Quitzé, il nonno e padre di quelli di Cavec.
E questi sono i due figli che generò Balam-Acab, ecco i loro nomi:
Qoacul si chiamava il primo dei suoi figli e Qoacutec venne chiamato il secondo figlio di Balam-Acab, di quelli di Nihaib (16).
Mahucutah ebbe un figlio solo, che si chiamava
Qoahau.
Quei tre ebbero figli, ma Iqui-Balam non ebbe figli.
Essi erano davvero i sacrificatori, e questi sono i nomi dei figli loro.
E così si accomiatarono da loro. Erano insieme tutti e quattro e si misero a cantare, provando tristezza nei loro cuori; ed i loro cuori piangevano quando essi cantarono il
Camucú, che così si chiamava la canzone che essi cantarono quando si accomiatarono dai figli loro.
- Oh, figli nostri! Noi ce ne andiamo, ritorniamo via; vi lasciamo salutari raccomandazioni e saggi consigli. E voi pure, che veniste dalla nostra Patria lontana, oh donne nostre! - dissero alle mogli, e si accomiatarono da ciascuna. - Noi ritorniamo al nostro paese, è già al suo posto il Nostro Signore dei Cervi (17), appare chiaramente nel ciclo. Stiamo per intraprendere il ritorno, abbiamo compiuto la nostra missione, i nostri giorni sono al termine. Pensate dunque a noi, non cancellateci [dalla memoria], né dimenticateci. Rivedrete i vostri focolari e le vostre montagne, stabilitevi colà, e così sia! Proseguite per la vostra strada e rivedrete il luogo donde siamo venuti.
Queste parole essi pronunciarono quando si accomiatarono. Quindi Balam-Quitzé lasciò il segno della propria esistenza: - Questo è un ricordo che lascio a voi. Questo sarà il vostro potere. Io mi accomiato pieno di tristezza, - soggiunse. Allora lasciò il segno del suo essere, il
Pizom-Gagal (18), così chiamato, il cui contenuto era invisibile, perché era avvolto e non si poteva svolgere; non si vedeva la cucitura perché nessuno aveva visto quando lo avevano avvolto.
A questo modo essi si accomiatarono e subito sparirono lassù sulla cima del monte Hacavitz.
Non vennero sepolti dalle loro mogli, né dai loro figli, perché non si potè vedere che avvenne di loro quando sparirono. Si vide soltanto chiaramente il loro commiato, e così l'Involto fu loro [ai figli] assai caro. Era il ricordo dei loro padri ed immediatamente bruciarono copale dinanzi a questo ricordo dei padri loro.
Ed allora vennero creati gli uomini dai Signori che successero a Balam-Quitzé, quando ebbero origine i nonni ed i padri di quelli di Cavec; ma non sparirono i loro figli, i chiamati Qocaib e Qocavib.
Così morirono tutti e quattro, i nostri primi nonni e padri; così sparirono, lasciando i loro figli sul monte Hacavitz, là dove rimasero i figli loro.
Ed essendo ormai i popoli sottomessi e spenta la loro grandezza, le tribù non avevano più potere alcuno e vivevano dedicate soltanto a servire tutti i giorni.
Si ricordavano dei loro padri; grande era per loro la gloria dell'Involto. Non lo scioglievano mai, ma era sempre avviluppato ed essi lo tenevano sempre accanto a sé. Involto di Grandezza lo chiamarono quando santificarono e denominarono il reliquiario che i padri avevano loro lasciato come segno della propria esistenza
Così avvenne dunque la sparizione e la fine di Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, i primi uomini venuti di là, dall'altra parte del mare, da dove nasce il sole. Era ormai molto tempo che erano venuti qui quando morirono, essendo vecchissimi, i capi e sacrificatori, così chiamati.

CAPITOLO SESTO

Quindi decisero di andare verso l'Oriente, pensando di adempire così l'esortazione dei loro padri, che essi non avevano dimenticato. Da lungo tempo i padri erano morti quando le tribù diedero loro le mogli, e s'apparentarono (19), quando tutti e tre presero moglie.
E nel partire dissero: - Andiamo verso l'Oriente, là donde vennero i nostri padri -. Così dissero quando si misero in cammino i tre figli. L'uno si chiamava
Qocaib ed era figlio di Balam-Quitzé, di quelli di Cavec. Colui che era chiamato Qoacutec era figlio di Balam-Acab, di quelli di Nihaib; e l'altro, che si chiamava Qoahau, era figlio di Mahucutah, degli Ahau-Quiché (20).
Questi sono dunque i nomi di coloro che si recarono là, dall'altra parte del mare; tutti e tre se ne andarono allora, ed erano dotati d'intelligenza e d'esperienza; la loro natura non era quella di uomini vani. Si accomiatarono da tutti i loro fratelli e parenti e partirono lieti. - Non moriremo, ritorneremo, - dissero quando partirono tutti e tre.
Attraversarono sicuri il mare quando si recarono là nell'Oriente, quando andarono a ricevere l'investitura del regno. E questo era il nome del Signore, Re dell'Oriente dove si recarono. Quando giunsero dinanzi al Signore Nacxit (21), ché questo era il nome del grande Signore, l'unico giudice supremo di tutti i regni, costui diede loro le insegne del regno e tutti i suoi distintivi. Allora vennero le insegne degli Ahpop e degli Ahpop-Camhá, ed allora venne l'insegna della nobiltà e dell'autorità dell'Ahpop e dell'Ahpop-Camhá (22), e Nacxit diede loro infine le insegne della regalità, i cui nomi sono: il baldacchino, il trono, i flauti d'osso, il
cham-cham, perline gialle, artigli di leone, artigli di tigre, teste e zampe di cervo, padiglioni, gusci di chiocciola, tabacco, piccole zucche, piume di pappagallo, stendardi di piume di airone maggiore, tatam e caxcón (23). Tutto ciò portarono coloro che vennero, quando andarono a ricevere dall'altra parte del mare le pitture di Tulán, le pitture, come chiamavano quelle in cui ponevano le loro storie (24).
Quindi, giunti al loro villaggio chiamato Hacavitz, si radunarono colà tutti quelli di Tamub e di Ilocab; tutte le tribù si radunarono e si riempirono di gioia quando giunsero Qocaib, Qoacutec e Qoahau, i quali assunsero di nuovo colà il governo delle tribù (25).
Si allietarono quelli di Rabinal, i Cakchiquel e quelli di Tziquinaha. Dinanzi a loro vennero mostrate le insegne della grandezza del regno. Grande era anche la massa delle tribù, benché non si fosse ancora mostrata completamente la loro potenza. Ed erano là ad Hacavitz, vi erano tutti, insieme con coloro che erano venuti dall'Oriente. Là trascorsero molto tempo (26), lassù sulla cima della montagna erano in gran numero.
Là, pure, morirono le mogli di Balam-Quitzé, Balani-Acab e Mahucutah.
In seguito partirono, abbandonando la loro patria, e cercarono altri luoghi in cui stabilirsi. Innumerevoli sono le località in cui si stabilirono, in cui rimasero, ed alle quali diedero nome. Là si riunirono e si accrebbero le nostre prime madri ed i nostri padri. Così dicevano gli antichi quando raccontavano come essi abbandonarono la loro prima città, chiamata Hacavitz, ed andarono a fondare un'altra città che chiamarono
Chi-Quix (27).
Stettero a lungo in quest'altra città, dove ebbero figlie ed ebbero figli. Stettero là in gran numero, ed erano quattro i monti a ciascuno dei quali diedero il nome della loro città. Accasarono le loro figlie ed i loro figli; davano quelle soltanto in dono ed i doni ed i compensi che ne ricevevano li accoglievano quale prezzo delle loro figlie, e così conducevano un'esistenza felice (28).
Passarono poi per ciascuno dei quartieri della città, i cui diversi nomi sono :
Chi-Quix, Chichac, Humetahá, Culbá e Cavinal. Questi erano i nomi dei luoghi in cui si fermarono. Ed esaminavano i monti e le loro città e cercavano i luoghi disabitati poiché tutti insieme erano ormai molto numerosi.
Erano ormai morti quelli che erano andati nell'Oriente a ricevere il potere. Erano già vecchi quando erano arrivati a ciascuna delle città. Non si adattarono ai diversi luoghi che attraversarono; soffrirono molti disagi e molti travagli ed i nonni ed i padri solo dopo molto tempo giunsero alla loro città. Ecco il nome della città dove giunsero.

CAPITOLO SETTIMO

Chi-lzmachi (29) è il nome del luogo in cui sorgeva la loro città, dove stettero in seguito e dove si stabilirono. Là accrebbero il loro potere e costruirono edifici in muratura (30), sotto la quarta generazione dei re.
E governarono Conaché e Beleheb-Queh, il Galel-Ahau (31). Quindi regnarono il re Cotuhá ed Iztayul, così chiamati, Ahpop ed Ahpop-Camhá, i quali regnarono là ad Izmachí, che fu la bella città da loro costruita (32).
Soltanto tre Case grandi esistettero là ad Izmachí. Non vi erano allora le ventiquattro Case grandi, soltanto tre erano le loro Case grandi, una sola Casa grande dei Cavec, una sola Casa grande dei Nihaib ed una sola degli Ahau-Quiché. Soltanto due avevano Case grandi (33), i due rami della famiglia [i Quiché ed i Tamub].
E stavano là ad Izmachí con un solo pensiero, senza inimicizie né dissidi, il regno era tranquillo, non avevano liti né contese, soltanto la pace e la felicità erano nei loro cuori. Non vi era invidia né gelosia. La loro grandezza era limitata, non avevano pensato ad ingrandirsi né ad espandersi. Quando tentarono di farlo, impugnarono lo scudo là ad Izmachí e fu soltanto per dar prova del loro impero, come segno del loro potere e segno della loro grandezza.
Quando quelli di Ilocab videro ciò, incominciò la guerra da parte di quelli di Ilocab, i quali vollero andare ad uccidere il re Cotuhá, desiderando di avere soltanto un capo che fosse dei loro. E, quanto al Signore Iztayul, volevano punirlo, che venisse punito da quelli di Ilocab e che essi lo uccidessero. Ma l'invidia non diede loro frutti contro il re Cotuhá, il quale si abbattè su di loro prima che quelli di Ilocab potessero uccidere lui, il re.
Così ebbero inizio la sommossa e le discordie della guerra. Dapprima attaccarono la città e vennero i guerrieri. E ciò che essi volevano era la rovina della razza quiché, desiderosi di regnare essi soli. Ma vennero soltanto per morire, furono catturati e caddero in cattività e non furono molti tra loro quelli che riuscirono a fuggire.
Subito incominciarono a sacrificarli; quelli di Ilocab vennero sacrificati dinanzi al dio, e così pagarono il fio dei loro peccati per ordine del re Cotuhá. Molti furono anche quelli che caddero in schiavitù ed in servaggio; andarono soltanto ad arrendersi ed a venir sopraffatti per aver intrapreso la guerra contro i Signori e contro la città (34). La distruzione e la rovina della razza e del re del Quiché era ciò che i loro cuori desideravano; ma non riuscirono nel loro intento.
A questo modo nacquero i sacrifici degli uomini dinanzi agli dèi, quando si combattè la guerra degli scudi, in seguito alla quale s'incominciarono a costruire le fortificazioni della città di Izmachí.
Là ebbe principio ed origine la loro potenza, poiché era davvero grande l'impero del re del Quiché. In ogni senso erano re prodigiosi; non vi era alcuno che potesse dominarli, né vi era alcuno che potesse umiliarli. E furono pure i creatori della grandezza del regno che venne fondato là ad Izmachí.
Così crebbe il timore per il loro dio, sentivano timore e si riempirono di paura tutte le tribù, grandi e piccole, che assistevano all'arrivo dei prigionieri, i quali erano sacrificati ed uccisi per virtù del potere e dell'autorità del re Cotuhá, del re Iztayul e di quelli di Nihaib e di Ahau-Quiché.
Soltanto tre rami della famiglia [quiché] stettero là ad Izmachí, come si chiamava la città, e là incominciarono pure i festini e le orgie per le loro figlie, quando venivano a chiederle in moglie (35).
E così si riunivano le tre Case grandi, da loro così chiamate, e là bevevano le loro bevande, là mangiavano anche il loro pasto, che era il prezzo delle loro sorelle, il prezzo delle loro figlie, ed i loro cuori si rallegravano quando facevano ciò e mangiavano e bevevano (36) nelle Case grandi.
Questi sono i nostri ringraziamenti e così apriamo la via alla nostra posterità ed alla nostra discendenza, questa è la prova del nostro consenso perché siano mogli e mariti, - dicevano.

Là si identificarono (37), e là ricevettero i loro nomi, si distribuirono in fratrie, nelle sette tribù principali ed in distretti (38).

- Uniamoci, noi di Cavec, noi di Nihaib e noi di Ahau-Quiché, - dissero le tre famiglie e le tre Case grandi. Per lungo tempo stettero là ad Izmachí, finché non trovarono e videro un'altra città ed abbandonarono quella di Izmachí.

CAPITOLO OTTAVO

Dopo esser partiti di là, vennero qui, nella città di
Gumarcaah (39), nome che le fu dato dai Quiché quando vennero i re Cotuhá e Gucumatz e tutti i Signori. Erano allora entrati nella quinta generazione degli uomini, dall'origine della civiltà e della popolazione, dall'origine dell'esistenza della nazione.
Là dunque molti fabbricarono le loro case e costruirono pure il tempio del dio; nel centro della parte alta della città lo collocarono, quando giunsero e vi si stabilirono.
Poi il loro impero crebbe. Erano molti e numerosi (40) quando tennero consiglio nelle loro Case grandi. Si riunirono e si divisero, poiché erano sorti dissensi e vi era gelosia tra loro per il prezzo delle loro sorelle e delle loro figlie, e poiché non facevano più le bevande gli uni dinanzi agli altri (41).
Questa fu dunque la causa per cui si divisero e si volsero gli uni contro gli altri e si gettarono i teschi dei morti, se li gettarono l'uno contro l'altro.
Allora si divisero in nove famiglie e, terminata la contesa per le sorelle e per le figlie, misero in atto la decisione di dividere il regno in ventiquattro Case grandi, e così venne fatto. È ormai molto tempo che vennero tutti qui, nella loro città, quando finirono le ventiquattro Case grandi, là nella città di Gumarcaah, che venne benedetta dal Signor Vescovo. In seguito la città venne abbandonata (42).
Là s'ingrandirono, là stabilirono con splendore i loro troni ed i loro seggi, e si distribuirono i loro onori tra tutti i Signori. Si costituirono nove famiglie con i nove Signori di Cavec, nove coi signori di Nihaib, quattro dei Signori di Ahau-Quiché e due con i Signori di Zaquic.
Divennero molto numerosi e molti erano anche coloro che seguivano ciascuno dei Signori; questi erano i primi tra i loro vassalli e moltissime (43) erano le famiglie di ciascuno dei Signori.
Diremo ora i nomi di ciascuno dei Signori di ciascuna delle Case grandi. Ecco dunque i nomi dei Signori di Cavec. Il primo dei Signori era l'
Ahpop (44), [poi] l'Abpop-Cambá (45), l'Ah-Tohil (46), l'Ah-Gucumatz (47), il Nim-Chocoh-Cavec (48), il Popol-Vinac-Chituy (49), il Lolmet-Quehnay (50), il Popol-Vinac Pa Hom Tzalatz (51) e l'Uchuch-Cambá (52).
Questi erano dunque i Signori di quelli di Cavec, nove Signori. Ciascuno aveva la sua Casa grande. Più avanti appariranno di nuovo.
Ecco i Signori di quelli di Nihaib. Il primo era l'
Ahau-Galel, poi vengono l’Ahau-Ahtzic-Vinac, il Galel-Camhá, il Nimá-Camhá, l'Uchuch-Cambá, il Nim-Chocoh-Nihaibab, l’Avilix, il Yacolatam, l'Utzam-pop-Zaclatol [Goetz e Morley: Zalclatol] ed il Nimá-Lolmet-Ycoltux, i nove Signori di quelli di Nihaib (53).
E, quanto a quelli di Ahau-Quiché, sono questi i homi dei Signori:
Ahtzic-Vinac, Ahau-Lolmet, Ahau-Nim-Chocoh-Ahau ed Ahau-Hacavitz, quattro Signori degli Ahau-Quiché, nell'ordine delle loro Case grandi.
E due erano le famiglie dei Zaquic, i Signori
Tzutuhá e Galel-Zaquic. Questi due Signori avevano soltanto una Casa grande (54).

CAPITOLO NONO

A questo modo si completò [il numero dei] ventiquattro Signori ed esistettero le ventiquattro Case grandi. Così crebbero la grandezza e la potenza del regno quiché. Allora la superiorità dei figli del Quiché si accrebbe e prevalse, quando costruirono in muratura la città dei burroni (55).
I popoli piccoli, i popoli grandi vennero dinanzi alla persona del re. Il Quiché s'ingrandì quando sorse la loro gloria e maestà, quando s'innalzarono la casa del dio e la casa dei Signori. Ma non furono questi a farle né a fabbricarle, né costruirono le loro case, né eressero la casa del dio, poiché furono [erette] dai loro figli e vassalli, che si erano moltipllcati.
E per ottenere ciò non li ingannarono, né li derubarono, né li rapirono violentemente, poiché ciascuno in realtà apparteneva ai Signori, e furono molti i loro fratelli e parenti (56) che si erano radunati e si riunivano per ascoltare gli ordini di ciascuno dei Signori.
Li amavano davvero ed era grande la gloria dei Signori; ed il giorno in cui erano nati i Signori (57) era tenuto in grande rispetto dai loro figli e vassalli, quando gli abitanti della campagna e della città si moltiplicarono (58).
Ma non si creda che tutte le tribù finissero per arrendersi, né che cadessero in battaglia i [popolatori dei] campi e le città; bensì s'ingrandirono per merito dei Signori prodigiosi, del re Gucumatz e del re Cotuhá. In verità, Gucumatz era un re prodigioso. Sette giorni saliva al ciclo e sette giorni camminava per scendere a Xibalbá; sette giorni si convertiva in serpe e diventava davvero serpente; sette giorni si convertiva in aquila, sette giorni si convertiva in tigre; il suo aspetto era davvero di aquila e di tigre. Altri sette giorni si convertiva in sangue coagulato ed era solamente sangue fermo.
Era davvero meravigliosa la natura di questo re, e tutti gli altri Signori si riempivano di timore dinanzi a lui. La notizia della natura prodigiosa del re si divulgò e la udirono tutti i Signori dei paesi. E questo fu il principio della grandezza del Quiché, quando il re Gucumatz diede questi segni del suo potere. Non andò perduta la sua immagine nella memoria dei suoi figli e dei suoi nipoti. E non fece ciò affinchè vi fosse un re prodigioso; lo fece soltanto affinchè vi fosse un mezzo per dominare tutti i popoli, come dimostrazione che uno soltanto era chiamato ad essere il capo dei popoli (59).
Fu la quarta generazione dei re, quella del re prodigioso chiamato Gucumatz, il quale fu pure Ahpop ed Ahpop-Camhá.
Rimasero successori e discendenti che regnarono e dominarono, e che generarono i loro figli e fecero molte cose. Vennero generati Tepepul ed Iztayul, il cui regno costituì la quinta generazione dei re (60), ed allo stesso modo ciascuna delle generazioni di questi Signori ebbe successione.

CAPITOLO DECIMO

Ecco ora i nomi della sesta generazione dei re. Furono due grandi re,
Gag-Quicab si chiamava il primo re e l'altro Cavizimah, e fecero grandi cose ed ingrandirono il Quiché, poiché erano certamente di natura prodigiosa.
Ecco la distruzione e la divisione dei campi e delle città delle nazioni vicine, piccole e grandi. Tra esse vi era quella che in tempi antichi fu la patria dei Cakchiquel, l'odierna
Chuvilá (61), e di quelli di Rabinal (62), Pamacá (63), la patria di quelli di Caoqué (64), Zaccabahá (65), e le città di quelli di Zaculeu (66), di Chuvi-Miquiná (67), Xelahú (68), Chuvà-Tzac (69) e Tzolohché (70).
Questi [paesi] detestavano Quicab. Egli guerreggiò contro di loro e certamente conquistò e distrusse i campi e le città di quelli di Rabinal, dei Cakchiquel e di quelli di Zaculeu; andò, e vinse tutti i popoli, ed i soldati di Quicab portarono lontano le sue armi. Una tribù o due non recarono il tributo, ed allora egli piombò su tutte le città ed esse dovettero portare il tributo dinanzi a Quicab e Cavizimah.
Li fecero schiavi, vennero feriti e colpiti con le frecce contro gli alberi e non ebbero più gloria, né ebbero potenza. Così avvenne la distruzione delle città che in un attimo furono spianate sino alle fondamenta (71). Simile al fulmine che colpisce e spezza la roccia, così egli in un istante riempì di terrore tutti i popoli sconfitti.
Di fronte a
Colché, come segno di una città da lui [distrutta], vi è ora un mucchio di pietre, che pare siano state tagliate con una lama di scure. Sta là sulla costa detta di Petatayub (72), e lo può vedere chiaramente oggi la gente che passa, come prova della prodezza di Quicab.
Non poterono ucciderlo né vincerlo, perché era in verità un uomo prode e tutti i popoli gli rendevano tributo.
E tutti i Signori, tenuto consiglio, andarono a fortificare i dirupi e le città, dopo aver conquistato le città di tutte le tribù. Quindi le vedette partirono per osservare il nemico e fondarono delle specie di villaggi nei luoghi occupati: - Nel caso che le tribù ritornino ad occupare la città, - dissero, quando si riunirono in consiglio tutti i Signori.
Quindi partirono per i loro avamposti. - Questi saranno per noi fortini e villaggi, nostre mura e nostre difese; qui daremo prova del nostro coraggio e del nostro ardimento, - dissero tutti i Signori quando si diressero verso il posto assegnato ad ogni fratria per combattere contro i nemici.
E, ricevuti gli ordini, si avviarono verso i posti stabiliti nel paese delle tribù. - Andate là, poiché sono ormai terra vostra! Non abbiate timore se vi saranno ancora nemici che verranno contro di voi per uccidervi; correte subito a fare rapporto ed io andrò a sterminarli! - disse loro Quicab quando li congedò tutti, alla presenza del Galel e dell'Ahtzic Vinac (73).
Partirono allora gli arcieri ed i frombolieri, così chiamati. Allora si distribuirono [ai loro posti di difesa] i nonni ed i padri di tutta la nazione quiché. Stavano su ognuno dei monti ed erano come custodi dei monti, come guardiani delle frecce e delle fionde e sentinelle della guerra. Non erano di origine differente né avevano dio diverso, quando se ne andarono. Andavano soltanto a fortificare le loro città.
Allora partirono tutti quelli di
Uvilá (74), quelli di Chulimal, Zaquiyá, Xahbaquieh, Chi-Temah, Vahxa-lahuh, e quelli di Cabracán (75), Chabicac-Chi-Hunahpú, e quelli di Macá (76), quelli di Xoyabah (77), quelli di Zaccabahá (78), quelli di Ziyahá (79), quelli di Miquiná (80), quelli di Xelahuh (81), e quelli della costa. Andarono per vigilare la guerra [i nemici] e custodire la terra, quando partirono per ordine di Quicab e Cavizimah, [che erano] l'Ahpop e l’Ahpop-Camhá, e del Galel e l'Ahtzic-Vinac, che erano i quattro Signori.
Vennero inviati per vigilare i nemici di
Quicab e Cavizimah, nomi dei re, entrambi della Casa di Cavec, di Queemá, nome del Signore di quelli di Nihaib, e di Achac-Iboy, nome del Signore degli Ahau-Quiché. Tali erano i nomi dei Signori che li mandarono ed inviarono, quando i loro figli e vassalli andarono sulle montagne, su ciascuna delle montagne.
Essi partirono subito (82) e portarono prigionieri, condussero prigionieri alla presenza di Quicab, Cavizimah, del Galel e l'Ahtzic-Vinac. Fecero la guerra, gli arcieri ed i frombolieri, prendendo prigionieri. Furono eroi i difensori degli avamposti, ed i Signori diedero e prodigarono loro premi quando essi vennero a consegnare tutti i loro prigionieri.
Poi si riunirono in consiglio per ordine dei Signori, l'Ahpop, l'Ahpop-Camhá, il Galel e l'Ahtzic-Vinac, e stabilirono e dissero che coloro che si trovavano là per primi avrebbero ricevuto il grado di rappresentanti della loro famiglia. - Io sono l'Ahpop! Io sono l'Ah-pop-Camhá!, mio sarà il grado di Ahpop; mentre il tuo, Ahau-Galel, sarà il grado di Galel, - dissero tutti i Signori quando tennero consiglio (83).
Lo stesso fecero quelli di Tamub e quelli di Ilocab; fu uguale la condizione delle tre fratrie del Quiché quando nominarono capitani e per la prima volta innalzarono a nobiltà i loro figli e vassalli. Tale fu l'esito del consesso. Ma non vennero fatti capitani qui nel Quiché. Ha un nome il monte in cui vennero fatti capitani per la prima volta i figli e vassalli, quando vennero inviati tutti, ciascuno sul suo monte, e tutti si radunarono.
Xebalax e Xecamax sono i nomi dei monti in cui vennero fatti capitani e ricevettero le loro cariche. Ciò avvenne a Chulimal.
Così avvenne la nomina, la promozione e distinzione dei venti Galel, dei venti Ahpop, che vennero nominati dall’Ahpop e l'Ahpop-Camhá e dal Galel e l'Ahtzic-Vinac. Ricevettero i loro gradi tutti i
Galel-Ahpop, undici Nim-Chocoh, Galel-Ahau, Galel-Zaquic, il Galel-Achih, Rahpop-Achih, Rahtzalam-Achih, Utzam-Achih, nomi che ricevettero i guerrieri quando furono insigniti dei titoli e delle distinzioni [mentre erano assisi] sui loro troni e sui loro seggi, essendo i primi figli e vassalli della nazione quiché, le sue vedette, le sue scolte, gli arcieri, i frombolieri, muraglie, porte, fortini e bastioni del Quiché.
Lo stesso fecero pure quelli di Tamub ed Ilocab; nominarono ed innalzarono a nobiltà i primi figli e vassalli che erano in ogni luogo.
Questa fu dunque l'origine dei Galel-Ahpop e dei titoli che esistono oggi in ciascuna di queste località. Questa fu la loro origine quando sorsero. Grazie all'Ahpop ed all’Ahpop-Camhá, grazie al Galel ed all'Ahtzic-Vinac, essi apparvero.

yluego salíeron a las fronteras vígí –
as q’cuídasen de la Guerra, y funda –
ron en los zeros semejança de pue –
blos. por sí acaso bueluen otra uez al
pueblo díxeron quando consultaron
todos los SSes. ysalíeron a ponerlos en
parages q’les fuese como muralla
y defensa, y esto sera nuestra forta –
leza, y defensa díxeron todos los SSes.
y luego salíeron a poner cada vna
de las parçíalidades defensores con—
tra los enemígps. y entonçes les auí –
saron quando fueron a ponerlos
en los parages q’habían de habítar de
sus montañas, no tengaís míedo, sí
otra vez víenen los enemígos, contra
vosotros, q’os quíeren matar, a toda
prísa venildo a deçir, y los íremos
a matar. les díxo quícab, a ellos los
soldados, y capítanes, y entonçes fueron
todos los hombres de Guerra, fleche –
ros, yarqueros
fine Folio 52 verso
y entonçes se desaparçíeron los padres
y abuelos de los quiches, q’estan en
cada vno de los çerros.q’fueron a ser gu –
ardas de los montes, y de los arcos, y flechas
y vígías de la guerra. y nínguno era es –
traño, ní tenía díferente ídolo, síno q’
eran muralla, y defensa de el pueblo.
y entonçes salíeron todos. los de chuíla, los
de chulimal, de zaquía de sahbaquích.
de chítemah, díezyocho con los de cabra –
can, chabícac, chí hun ahpu. con los de za –
cualpa. de xoyabah. y de zacabaha, y los
de ahzíyaha. y los de tutunícapa, los de
quezaltenango. y los de la costa salíeron
a cuídar de la Guerra, y aguardar la
tíerra. entonçes los embío el quícab, y
cauízímah, y el ahpop, el ahpop camha
y alel, y ahtzíc vínac. estos quatro SSes
fueron embíados, y velaron la guerra de
quícab, y cauízímah. q’así se llamaban
el Rey de los de cauíquíb. y otros dos q’
vno se llamaba quema. de los de níha –
íb, y otro q’se llamaba achac yboy de
los de ahau quíche. y estos eran los
nombres de los SSes de los q’los embíaron
y luego se fueron los vasallos a los mon –
tes, en cada vno de los çerros, y fueron
los capítanes, y trageron captives, y
esclauos ante el quícab, y cauízímah.
ydelos príncípales, y caudíllos. y hízí –
eron sobre la gerra arcos, y flechas, y
apresaron, y captíuaron, y se híçíeron
balíentes guerreros, los q’auían puesto
en los parages. y se multíplícaron; y au –
mentaron los premíos por los SSes quando
venían a entregar los q’auían apresa –
do, y captíuado. y luego juntaron su
consejo todos los SSes y prínçípales
y díspusíeron en su consejo y díxeron
seran prínçípales todos los capítanes
de los chínamítales, seran SSes de trono
y asíento, esto díspusíeron los prínçí –
pales quando juntaron su consejo. y
asímes mo híçíeron los de tamub, eylo –
cab. a una todos los tres calpules
fine Folio 53 recto
de el quiche, quando nombraron los
capítanes, y caudillos de los vasallos,
y asífu . y no fueron nombrados aquí
en el quiche, tíene su nombre el çero
donde fueron nombrados los capíta –
nes de los vasallos. y fueron embíados
todos cada vno a su çerro, y se juntaron
en vno. xebalax, xecamac, se lla
maba el çerro donde fueron nombra –
dos, y se les dío le cargo, allá en chulímán.
y estala çelebraçíon de su elecçí –
on, y nombramíento de los veíte capí –
tanesde asíento, y casa, por los SSes prín –
çípales, y se les dío el cargo a todos los
capítanes once grandes combítes, y
fueron llamados alel ahau, alel za –
quíc, v alel achih, rah pop achíh, rah
tzalam achíh, v tzamachíh, así se nom –
braron los capítanes, q’entraron, y çe –
lebraron, sobre sus tronos, y asíentos
por capítanes de sus uasallos, los quích –
es, q’ los mírasen, q’ los oyesen, con sus
arcos, y flechas, pa
q’çerrasen, y hízíesen
muralla, y valla al quiche. y así mes –
mo lo hízo el tamub, e ílocab. nom –
braron los capítanes desus vasallos, pa
q’estubíesen en cada vno de los cer –
ros y este fue el prínçípío de ser planta –
dos los SSes. y tener su cargo en cada
vno de los çerros. y así fue su salída qo
salíeron de los SSes. q’de estos prínçí –
pales salíeron.

y agora díremos otra vez de el nom –
bre de la casa de el ídolo, q’así mesmo
sellamo su casa de el nombre de el ído –
lo. el grande edífíçío de el tohíl. fue
el nombre de el edífíçío de su casa
tohíl de los de cauíquíb.auílíx fue el
nombre de el edífíçío casa de auílíx
de los de níhaíbab. y hacauítz fue el
nombre de el edífíçío de la casa del
ídolo de los de ahau quiche. tzutuha, q’
se ve en cahbaha fue el nombre de otro
edífíçío donde estuuo la píedra, q’ado –
rarontodos los SSes. y todos lospueblos. y
prímero era lleuada la ofrenda, y luego
fine Folio 53 verso
otrauez le íuan a dar sus tributes al Rey
y a este Sor le sustentaban, y alímentabá
los prínçípales, q’ganaron los pueblos. y
eran grandes SSes. y adeuínos, y naua –
el Rey cucumatz. y cotuha. y tam –
bíen nauales el quícab, y el cauízímah
y sabían si auía Guerra, y les estaba pa –
tente, y todo lo veían, osí auía mortan –
dad, o hambre, o pleíto, y todo losabí –
an. y auía donde todo lo uían, y libro de
todo q’le llamaban ellos, líbro del com –
un. y no eran así nomas los SSes.q’era
cosa grande de su ser, y eran grandes sus
ayunos. y con esto compraban el edífíçío
y el Reyno. y eran largos los ayunos,
y se quebrantaban ante el ídolo. y así era
el ayuno de ellos. nueue personas, ó hom –
bres, ayunaban, y nueue estaban en
oraçíon postrados, y quemaban copal
y treçe hombres ayunaban, y otros
treçe estaban en oraçíon, y quema –
ban copal ante el ídolo tohíl. y solo
zapotes, matasanos, y jocotes, era lo q’
comían. y no comían tortillas, ora fuesen
díeçysíete los hombres q’estaban oran –
do, o díez los q’ayunaban, no comían.
y de uerdad era grande el ayuno
que guardaban, y esto era en señal
de el mando de los SSes. ní tampoco dor –
mían con mugeres, síno q’solos ellos se
estaban en contínençía, y ayunando
en la casa de el ídolo estaban todos los
días, y solo se estaban en oraçíon, postra –
dos quemando copal, en esto enten –
dían. y allí se estaban de noche, y de—
día, llorando, y pídíendo la clarídad
y vída desus vasallos, y tambíen su
Reyno. y leuantaban las caras al çí –
elo. estas eran sus petíçíones,q’pedí –
an ante el ídolo, y este el llanto desus
corazones.

O tu hermosura de su día; tu huracan, tu
corazón de el çíelo, y tíerra, tu dador de
nuestra gloría, y tu tambíen dador de –
fine Folio 54 recto
nuestros híjos, e híjas, muebe, y buelbe ha
çía aca tu gloría, y dad q’víuan, y se
crían mís híjos, e híjas, y q’se multíplí –
quen, y aumenten, tus sustentados, y a –
límentados, y los q’te inuoquen en el
camíno, en los ríos, en las barrancas, de –
baxo de los arboles, y mecates, y dad
les sus híjos, e híjas. y no encuentren
alguna desgraçía, e ínfortunío, y no
sean engañados. no tropíezen, ní caí –
gan, no forníquen, y sen juzgados en
tribunal alguno. no caígan en el lado
alto, ó baxo de el camíno, ní aya al –
gun golpe en su presençía. poneldos
en buen camíno, y hermoso. no tengan
ínfortunío, nídesdraçia desus cauellos.
ojala sean buenas sus costumbre de
tus sustentados, y alímentados en tu pre –
sençía, tu coraçon de el çíelo, tu corazon
de la tierra, tu emboltorío de gloría, tu
tohíl auílix, hacauítz víentre de el ci –
elo, víentre de la tíerra, y quatro esquí –
nas. solo aya paz en tu presençía tu ído –
lo. así deçían los SSes.quando ayu –
naban aquellos nueue, treze, y díez
y síete hombres q’ayunaban lloran –
do sus corazones los días sobre sus va –
sallos, y tambíen sobre sus mugeres
y sus híjos. quando híçíeron su offo.
cada vno de los SSes y este er el pre –
cío con q’se compraba la clarídad, y
la vída, y con q’se compraba el Seño –
río, q’era el mando de los príçípa –
les, y SSes. y dedos en dos lloraban, y
se remudaban a lleuar asus hombres
el pueblo; con todos los quiches. y vno
fue el prínçípío de las tradíçíones, y sus –
tentados. y así mesmo haçían los del
tamub, e ílocab, con los de rabínal,
y a chiqueles, y los de q,íquínaha,
y de tuhala, y vchabaho, y vno era
el estílo de todos, en el quiche, y no así
nomas reynaron y nose ímbídíaron
los dones de su alímentador, y sus tenta –
dor. y solo trataban de comer, y beber.
y no en valde, los sugetaron, y arreba –
fine Folio 54 verso
taron el íperío, y su floría, y gran
deza. y no así nomas fueron sojuzga –
dos los pueblos, chícos y grandes. dí –
eron mucho preçío, trageron píedras
preçíosas, y plata. chalchíguítes, y plu –
mas verdes, y estaba ya asentado el
tríbuto de todos los pueblos. y víní –
eron a la presençía de los portento –
sos Reyes. cucumatz cotuha. y a la pre –
sençía de quícab y cauízímah. gran
des señores, de trono, y casa, y gran
des, y altos, hombres no fue poco loq’
híçíeron, y no fueron pocos los pue –
blos q’ganaron muchos ordenes de
pueblos víníeron a tributary al quiche.
y fueron muy sentídas sus muertes.
y fue ensalçado por ellos, y no así no –
mas se leuanto su grandeza. este cu –
cumatz fue el prínçípío de la gran –
deza de el Reyno. y así fue el prín –
çípío de ser engrandeçído el quiche.
y agora contaremos las generaçío –
nes de los SSes.y sus nombres todos dí –
remos agoraotra uez.
y estas fueron las generaçíones, y des –
çendençía de el Reyno, y el esclareçí –
míento de balamquítze, balam acab, ma –
hucutah, y íquíbalam, nuestros prímeros
abuelos, y padres, quando amaneçío el
sol, luna, y estrellas y aquí daremos
príçípío a la decendençía de todos
los Reyes, y SSes como fueron entrando
y suçedíendose. conforme fueron mu –
ríendo, y entrando cada vna de las ge –
neraçíones de los SSes y víejos SSes de—
los calpules todos. y aquí se contara de
cada vno de por sí, cada vno de los SSes
de el quiche

Balamquítze. elprímero, ytronco de los de cauiquib
Cocauíb; segunda generaçíon de balamq’tze
Balamconache. la terçera generaçíon
Cotuhaztayub. quarta generaçíon
Cucumatz cotuha el prímero de los portento –
fine Folio 55 recto
sos. quínta generaçíon
Tepepul ztayul. sexta generaçíon
Quícab, cauízímah. septíma generaçíon
q’tambíen fue portentoso.
Tepepul xtayub. octaua generaçíon.
Tecum tepepul. nona generaçíon.
Vahxaquí caam y quícab. decíma gene –
raçíon de los Reyes.
Vucub noh. y cuuatepech. undeçíma
generaçíon de los Reyes.
Oxibqueh, beleheb q’í. duodeçíma
generaçíon de los Reyes.y estos reyna –
ban qo. víno Aluarado. y fueron ahor –
cados por los españoles.
Tecum, tepepul. q’tríbutaron a los espa –
ñoles. y estos fueron la terçía deçíma
generaçíon de los Reyes.
D.Juo de Roxas, D.Juo. cortes. la quarta
deçíma generaçíon de los Reyes. y fue –
ron híjos de tecum, Tepepul.
y estas son las generaçíones del Reyno
de los Reyes de trono, y casa de los de
xauíquíb quiches. y agora díremos de—
los chínamítales. y estas son las casas gran
des de cada vno de los SSes de los prín –
cípales, q’fueron nombrados nueue
chínamítales de cauíquíb, y nueue ca –
sas grandes. y este es el nombre de—
cada vno de los SSes de las casas grandes.
Ahau ahpop. Sor de vna casa grande
q’se llamaba, cuha.
Ahau ahpop camha. y su casa se llamaba
q’íquínaha.
Ním choch cauec. vna casa grande.
Ahau ahtohíl. Sor. de vna casa grande.
Ahau ah cucumatz. Sor. de vna casa grande.
Popolvínac chítuí. Sor. de vna casa grande.
Lolmet quehnay. Sor. de vna casa grande.
Popolvínac pahom. tzalatz xcuxeba. Sor
de vna casa grande.
Tepeu yaquí. Sor de vna casa grande.
y estos son los nueue chínamítales de
cauíquíb, y tenían muchos vasallos a su
quenta.
y aquí se ponen los de níhaíbab, q’tenían
nueue casas y prímero díremos lade
fine Folio 55 verso
çendençía del Reyno q’fue vno en tro
co, antes q’vbíese luz, y sol.

Balam acab. el primer abuelo, y pa –
dre.
Coacul coacutac . segunda generaçíon.
cochahuh cotzíbaha. tercera generaçíon.
Beleheb quih, la quarta generaçíon.
Cotuha la quínta generaçíon.
Batza. la sexta generaçíon.
ztayul la septíma generaçíon de Reyes.
Cotuha. la octaua generaçíon del Rey –
no.
Beleheb quíh. la nona generaçíon.
Quema. la dçíma generaçíon.
Ahau cotuha. la undeçím a generaçíon.
Don chrístoual se llamo el q’Reyno
en tíempo de los españoles.

Don Po. de Robles. es el q’Reyn a –
gora.
y estos fueron todos los Reyes q’deçen
díeron de aquel Rey alel. y agora
díremos el Sor. de cada vna de las
grandes casas.
Ahau alel el primer Sor de los de ní –
haíbab Sor de vna casa grande
Ahau ah tzíc vínac. Sor de vna casa gre.
Ahau alel camha Sor de vna casa gre.
Níma camha Sor de vna casa gre.
Vchuch camha. Sor de vna casa gre.
Níma camha. Sor de vna casa gre.
Nímchocoh níhaíb Sor
de vna casa gran
Ahau auílíx Sor de vna casa gran
Yacolatam. Sor de vna casa grande.
y estas son las casa grandes de los
de níhaíbab. y así se llamaron los
nueue chínamítales de níhaíbab
y tenía muchos chínamítales cada
vno de los SSes. q’prímero díxímos
sus nombres.
y esta es la desçendençía de los de—
ahau quiche. su primer abuelo, y Pe.
Mahucutah. el primer hombre.
Coahau. de la segunda generaçíon
Ca lacan. 3
Cocozom . 4 .
fine Folio 56 recto
comah cun. 5
Vucub ah. 6
Cocamel. 7.
Coyabacoh. 8.
Vínac bam. 9.
y estos fueron los Reyes de los de ah –
au quiche, y su desçendençías. y es –
tos son los nombres delos SSes. de las
grandes casas, q’ solo son quatro.

Ah tzíc vínac el nombre del primer Sor
de vna grande casa.
Lolmet ahau. el segundo Sor de vna
casa grande.
Ním chocoh el tercero Sor de vna ca –
sa grande.
Hacauítz. el quarto Sor de vna casa
grande. que eran solo quatro casas
grandes de los de ahau quiche.
y estos eran los tres grandes combí –
tes, q’eran como padres por todos los
SSes del quiche, y todos se juntaban
en vno de los tres combítes. q’eran losq’
todo lo mandaban, y dísponían, pe –
queño, y grande, los tres juntos, o
combítes.
Grande Junta, y combíte delos de ca
uíquíb. y el Segundo de los de níha –
íb. y el terçero de los de ahau quí –
che. cada vno de estos tres en su
chínamítal. y esto es todo lo de el
quiche. porq’ ya no ay donde leerlo
yaunq’ antíguamente lo auía, pero
se ha perdído. y aquí seacabo todo lo –
tocante al quiche, q’ se llama Sta Cruz
fine Folio 56 verso

CHAPITRE DIXIÈME.


Voici maintenant les noms de la sixième génération royale, des deux grands rois, E-Gag-Quicab, nom du premier roi, et Cavizimah, nom du second (86). Et voici les grandes choses que firent Quicab et Cavizimah, et voici comment s'illustra le Quiché à cause de leur condition réellement merveilleuse.
Voici donc la conquête et la destruction des ravins et des villes des nations petites et grandes, toutes très-rapprochées entre lesquelles (était) la ville (distinguée) naguères comme la patrie des Cakchiquels (87), celle qui est aujourd'hui Chuvila (88), comme aussi dans les montagnes des Rabinaliens (89), celle de
Pamaca (90), dans les montagnes de Caokeb (91), celle de Zakabaha (92), comme aussi la ville de ceux de Zakuleu (93), de Chuvi-Migina (94), de Xelahu (95), de Chuva-Tzak (96) ainsi que celle de Tzolohché (97).
Ces (villes) abhorraient Quicab : il leur fit la guerre et véritablement il conquit et ruina les ravins et les villes des Rabinaliens, des Cakchiquels, et de ceux de Zakuleu : il amena et vainquit tous les peuples, et au loin Quicab étendit ses armes. Une ou deux nations n'ayant pas apporté le tribut de toutes leurs possessions, il entra de force dans leurs villes, pour qu'elles apportassent leurs tributs à la face de Quicab et de Cavizimah ;
Elles entrèrent en servitude ; elles furent tourmentées et (leurs citoyens) attachés à des arbres et percés de flèches ; il n'y eut plus pour elles ni gloire ni honneur. Telle fut la ruine de ces villes, sitôt détruites à la face de la terre ; comme la foudre qui frappe et brise la pierre, ainsi par la terreur aussitôt il écrasait les nations (98).
Devant
Colché, comme signal d'une ville (ruinée) par lui, existe aujourd'hui une montagne de rocher, et peu s'en faut qu'elle ne soit taillée comme s'il l'eût tranchée de sa hache ; elle est là sur la côte nommée de Petatayub (99), où elle est encore visible aujourd'hui, que lout le monde la voit en passant, comme le signe de la vaillance de Quicab.
On ne put ni le truer ni le vaincre : véritablement c'était un héros et toutes les nations lui apportaient leur tribut. Alors tous les princes ayant pris conseil, s'en allèrent fortifier les contours des ravins et des villes, ayant emporté dès lors les villes de toutes les nations (100).
Après quoi on fit sortir les sentinelles, chargées d'observer l'ennemi (loin de la capitale), et l'on créa les nouvelles tribus qui devaient (comme des colonies) occuper à demeure les pays conquis (101). Pour le cas où le peuple retournerait occuper la ville, dirent tous les princes en se réunissant en conseil.
Alors ils sortirent aux lieux qui leur avaient été signalés : Ce seront là comme nos retranchements et comme nos tribus, ce seront comme nos murailles et nos châteaux ; que ce soit là notre force et notre bravoure, dirent tous les seigneurs, lorsqu'ils s'acheminèrent au poste signalé à chacun pour sa tribu et y combattre ses ennemis (102).
Et lorsqu'ils furent avertis ainsi (de ce qu'ils avaient à faire), ils se mirent en chemin, pour prendre possession des pays des nations (vaincues) qui leur étaient signalés et s'en allèrent pour cela à ces pays : Ne vous effrayez point s'il y a encore des ennemis et qu'ils viennent à vous pour vous tuer : en toute hâte venez me le dire, j'irai et les ferai mourir, leur dit aussi Quicab, quand tous les chefs furent congédiés avec le Galel et l'Ahtzic-Vinak (103).
Alors partirent avec armes et bagages les chefs-de-lances et les chefs-de-frondes, ainsi qu'on les appelait : alors se répandirent de toutes parts les aïeux et les pères de toute la nation quichée ; il y en eut en chacune des contrées (conquises), seulement pour garder les monts, pour garder les lances et les frondes et pour veiller à la guerre, au moment où ils s'en furent. Ils n'eurent point un berceau différent et point non plus de dieu distinct (de celui de la mère-patrie, n'ayant pensé alors) qu'à fortifier leurs villes.
Alors sortirent (de la capitale) tous les (princes désignés comme) seigneurs d'
Uvila (104), de Chutimal, de Zakiya, de Xahbaquieh, de Temah, de Vahxalahuh, avec les seigneurs de Cabrakan (105), de Chabicak en Hunhapu (106), avec les seigneurs de Pamaka, de Xoyabah (107), de Zakcabaha, de Ziyaha (108), de Migina, de Xelahuh et des pays de la côte ; ils sortirent pour veiller à la guerre et garder la terre où ils allèrent par ordre de Quicab et de Cavizimah, l'Ahpop et l'Ahpop-Camha, du Galel et de l'Ahtzic-Vinak, qui étaient les quatre souverains.
Ils furent dépêchés pour veiller sur les ennemis de Quicab et de Cavizimah, noms des deux rois (qui étaient) à la tête (de la maison) de Cavek, de Quema, nom du roi (qui était) à la tête (de la maison) de Nihaïb, et d'Achak-Iboy, nom du roi (qui était) à la téte (de la maison) d'Ahau Quiché (109). Et c'étaient là les noms des rois par qui ils furent envoyés et dépêchés, lorsque leurs vassaux allèrent (s’établir) en ces contrées et sur chacune de ces montagnes.
Ils se mirent en chemin tout d'abord ; des captifs et des prisonniers de guerre entrèrent (par leurs soins) à la face de Quicab et de Cavizimah, du Galel et de l'Ahtzic-Vinak. Partout les chefs-de-lances et les chefs-de-frondes faisaient la guerre, emmenant toujours de nouveaux captifs : ils devinrent à leur tour des héros, eux qui n'étaient que gardiens des postes (aux frontières) ; ils s'assirent (avec orgueil) et leur langage s'enhardit comme leurs pensées, à cause des rois, lorsqu'ils entraînaient (devant eux) leurs prisonniers et tous leurs captifs (110).
Après quoi le conseil s'assembla par ordre des rois, de l’Ahpop, de l'Ahpop-Camha, du Galel et de l'Ahtzic-Vinak (111), et il en sortit la décision que, quoi qu'il dût arriver, ils demeureraient les premiers, leurs dignités étant là pour représenter leur famille. - Je suis l'Ahpop, je suis l'Ahpop-Camha (s'écrièrent-ils) ! ahpop pour-porter ma charge comme la tienne, ô Ahau-Galel. - Quant aux galels, leur noblesse sera (112), répondirent tous les seigneurs en prenant leur décision.
De même aussi firent ceux de Tamuh et d'Ilocab : égale (fut dès lors) la condition des trois races du Quiché, lorsque les chefs du peuple firent main basse (sur la royauté) et se firent ennoblir (113). Telle fut l'issue de celle assemblée : mais ce ne fut pas là au Quiché même que fut saisi (le pouvoir). Le nom du lieu existe où les chefs des vassaux s'emparèrent (de la puissance), quand ils eurent été tous envoyés chacun en une localité et qu'ils s'assemblèrent ensuite tous ensemble (114).
Xebalax et Xecamac sont les noms du lieu où ils se mirent en possession du pouvoir, au temps où ils entrèrent dans les dignités, et cela eut lieu à Chulimal (115).
Voilà quelle fut la nomination, l'installation et la reconnaissance des vingt
galel et des vingt ahpop, qui furent installés par l'Ahpop et l'Ahpop-Camha, par le Galel et l'Ahtzic-Vinak : tous les galel-ahpop entrèrent en dignité (comme aussi) onze nim-chocoh, galel-ahpop, galel-zakik, galel-achih, rahpop-achih, rahtzalam-achih, utzam-achih, titres des guerriers que ceux-ci obtinrent, quand ils furent nommés et titrés sur leurs trônes et sur leurs sièges, eux, les chefs des vassaux de la nation quichée, ses vigies et ses oyants, ses chefs-de-lances el ses chefs-de-frondes, les remparts, les portes, les tours et les tours qui défendent le Quiche.
De cette manière aussi le firent ceux de Tamub et d'Ilocab, les chefs du peuple qu'il y a en chacune de leurs localités, ayant saisi le pouvoir el s'étant fait tilrer. Telle fui l'origine des galel-ahpop el des dignités qui existent aujourd'hui en chacun de ces lieux : telle en fut la source, lorsqu'elles surgirent de par l'Ahpop et de par l'Ahpop-Camha, comme aussi du Galel et de l’Ahlzic-Vinak, de qui elles prirent naissance (116).

CHAPITRE ONZIÈME.


Voici donc que nous dirons maintenant le nom de la maison du dieu ; en réalité, sa maison s'appelait du nom du dieu, le Grand-Edifice de Tohil, nom de l'édifice de la maison de Tohil, propriété des Cavek. Et Avilix était le nom de l'édifice de la maison d'Avilix, propriété des Nihaïb, et enfin Hacavitz était le nom de l'édifice de la maison du dieu d'Ahau-Quiché (117).
Tzutuha(ou la Fontaine Fleurie), qu'on voità Cahbaha, est le nom d'un autre très-grand Edifice (118), où il y avait une pierre (119) qui était adorée par les rois du Quiché et qui était aussi adorée par toute la nation. Le peuple introduisait son offrande d'abord devant Tohil, et puis il allait adorer à son tour l'Ahpop et l’Ahpop-Camha.
Ensuite ils apportaient leurs plumes précieuses et leurs tributs devant le Roi ; et ce Roi aussi ils le soutenaient et l'alimentaient, l'Ahpop et l'Ahpop-Camha. C'étaient eux qui avaient fondé la cité, eux les grands rois et tous les hommes opérateurs de merveilles, le merveilleux roi Gucumatz, avec Cotuha, et aussi le merveilleux roi Quicab avec Cavizimah.
Ils savaient si la guerre se ferait, et tout était clair à leurs yeux : ils voyaient s'il y aurait mort ou famine, si une contention devait avoir lieu. Ils savaient même où était ce qui leur manifestait toute chose, où était le livre, par eux appelé le
Livre National (120).
Mais ce n'est pas seulement de cette manière que les rois (montraient) la grandeur de leur condition : grands aussi étaient leurs jeûnes avec quoi ils payaient (la possession de) leurs palais et de leur royaume : ils jeûnaient fort longtemps, en offrant devant leur dieu. Or voici quel était leur jeûne.
Neuf hommes jeûnaient, et neuf autres offraient et brûlaient l'encens : treize, hommes encore (étaient occupés) du jeûne, et treize autres offraient et brûlaient (121).
Car ils n'avaient point de pain (122) à manger, soit qu'ils fussent dix-sept hommes à offrir, soit que dix (fussent occupés) à jeûner. Ils ne mangeaient véritablement pas, dans la grande œuvre sainte qu'ils faisaient et qui était la marque du caractère des rois ;
Ils n'avaient pas non plus de femmes avec qui dormir ; mais ils (demeuraient) seuls pour se garder dans la continence (123), en jeûnant dans la maison du dieu où ils étaient chaque jour, s'occupant uniquement à adorer, à offrir et à brûler de l'encens.
Ainsi ils étaient là du soir au matin, à gémir uniquement du fond de leurs cœurs, à gémir du fond de leurs entrailles, implorant la lumière et la vie pour leurs sujets, comme aussi la puissance pour eux-(mêmes), en élevant leurs regards vers le ciel. Or voici la demande (qu'ils adressaient) à la face de leur Dieu, en le priant, et voici quel était le gémissement de leurs cœurs :
« Salut, Beauté du jour (124), ô Hurakau, Cœur du ciel et de la terre ! Toi qui donnes la gloire et la félicité ; toi qui donnes les filles et les fils ! tourne-toi (vers nous) et répands la prospérité (avec) tes bienfaits : donne la vie et l'être à mes sujets ; qu'ils croissent et vivent, eux, les soutiens et les nourriciers de les (autels) ; qui t'invoquent dans le chemin, sur les routes, au bord des rivières, dans les ravins, sous les bois, sous les lianes.
« Donne-leur des filles et des fils. Qu'il ne leur arrive ni disgrâce, ni infortune : que le tentateur ne s'introduise point derrière eux, ni en leur présence (125). Qu'ils ne glissent point, qu'ils ne se blessent point ; qu'ils ne soient ni fornicateurs, ni sentenciés par le juge. Qu'ils ne tombent point dans le bas du chemin, ni sur le haut de la route. Qu'il n'y ait point de pierre d'achoppement ou de péril derrière eux ou en leur présence : prépare-leur un chemin uni et des sentiers ouverts ; qu'il n'y ail ni malheur ni infortune qui leur (vienne) de tes rayons (126).
» Que leur existence soit heureuse, eux les soutiens et les nourriciers de ta (maison) devant ta bouche et devant ta face, ô Cœur du ciel, ô Cœur de la terre, toi, Majesté Enveloppée, ô Tohil, Avilix, Hacavitz, qui remplis le ciel et la terre aux quatre extrémités, aux quatre points cardinaux. Aussi longtemps que la lumière existe (127) qu'ils soient devant ta bouche, devant ta face, ô Dieu !
Ainsi (parlaient) les rois, tandis qu'au dedans jeûnaient les neuf hommes, les treize hommes et les dix-sept hommes ; ils jeûnaient de jour, leurs cœurs gémissant sur leurs sujets et sur toutes les femmes et les enfants, lorsque ceux-ci portaient leur tribut à chacun des rois.
C'était là le prix de la civilisation (dont ils jouissaient), et le prix de la puissance, c'est-à-dire de la puissance de l'Ahpop, del'Ahpop-Camha, du Galel et de l'Ahtzic-Vinak. De deux en deux ils entraient et se rechangeaient, chargés du poids de la nation et de tout le peuple Quiché (128).
Il n'y avait qu'une seule origine à leur tradition et une origine à l'usage de soutenir et d'alimenter (les autels) : c'était la même origine à leurs traditions ; car de même aussi faisaient ceux de Tamub et d'Ilocab, avec les Rabinaliens, les Cakchiquels, ceux de Tziquinaha, de Tuhalha, d'Uchabaha, et il n'y avait qu'une bouche et qu'une oreille au Quiché en faisant tout ce qui les concernait (129).
Mais ce n'était pas seulement ainsi qu'ils régnaient. Ils ne gaspillaient point les dons de ceux qui les soutenaient et les alimentaient, sinon qu'ils en faisaient leurs mets et leurs breuvages. Ils ne les achetaient donc point : ils avaient obtenu par leur habileté et enlevé de force leur empire, leur majesté et leur puissance.
Ce ne fut pas seulement de cette manière que les villes avec leurs ravins furent humiliées : les nations petites et grandes apportèrent des rançons considérables : on vil arriver les pierres précieuses, les riches métaux et le miel le plus doux, les sceptres d'émeraudes et.les perles (130) ; à leur tour arrivèrent les ouvrages en plumes (131), tributs de tous les peuples ; ils arrivèrent en présence des rois merveilleux Gucumatz et Cotuha, en présence de Quicab et de Cavizimah, de l'Ahpop, de l'Ahpop-Camha, du Galel et de l'Ahtzic-Vinak.
Ce ne fut certes pas peu ce qu'ils firent et ils ne furent pas peu nombreux les peuples qu'ils soumirent : innombrables sont les nations et les villes qui vinrent payer leur tribut au Quiché et dont celles-ci conçurent un grand chagrin, de ce que (leurs richesses) étaient enlevées par ces (princes). Leur puissance, toutefois, ne surgit pas promptement : Gucumalz fut l'origine de la grandeur de la royaulé ; ainsi donc il fut le principe de son agrandissement et celui de l'agrandissement du Quiche.
Voici donc que nous allons mettre par ordre les générations des rois avec leurs noms et tous les rois que nous allons nommer de nouveau.

CHAPITRE DOUZIÈME.


Voici donc les générations et l'ordre de tous les règnes qui ont pris naissance avec Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah et Iqi-Balarn, nos premiers aïeux et nos premiers pères, au temps où se manifesta le soleil, où se manifestèrent la lune et les étoiles.
Voici donc les générations et l'ordre des règnes que nous allons commencer, du principe de leurs successions, à mesure de l'accession des rois et de leur descente au tombeau (132), chaque génération de rois et anciens, ainsi que le souverain de la capitale, (enfln) chacun de tous les rois. Voici que se manifesteront les titres en particulier des rois ; voici que se montreront les titres, chacun en particulier des rois du Quiché.

MAISON ROYALE DE CAVEK.


Balam-Quitzé, souclie de ceux de Cavek.

Qocavib, seconde génération (en commencant) de Balam-Quitzé.

Balam-Conaché, avec le quel commence (la royauté proprement dite ayant) le titre d'Ahpop, conséquensment troisième génération (1).

Cotuha et Iztayub (2), de la quatrième génération.

Gucumatz et Cotuha, principe des rois merveilleux, qui furent la cinquième génération.

Tepepul et Iztayul, du sixième ordre (3).

Quicab et Cavizimah, la septième succession à la royauté, également merveilleux.

Tepepul et Xtayub (4), de la huitième génération.

Tecum et Tepepul, de la neuvième génération (5).

Vahxaki-Caam et Quicab, de la dixième génération de rois (6).

Vukub-Noh et Cavatepech, du onzième ordre de rois (7).

Oxib-Quieh et Beleheb-Tzi, de la douzième génération de rois. Ceux-ci régnaient lorsq’arriva Donadiu, et ils furent pendus par les Castillans (8).

Tecum et Tepepul, lesquels furent rendus tributaires devant les Castillans ; ils eurent des fils (et ils furent) la treizième génération de rois (9).

Don Juan de Rojas et Don Juan Cortes, quatorzième génération des rois, furent les fils de Tecum et de Tepepul (10).

Or c'est là l'ordre des générations de la royauté des rois Ahpop et Ahpop-Camha à la face de ceux deCavek-Quiché.
Et voici que nous allons de nouveau répéter les noms des familles : voici donc les grandes maisons, appartenant à chacun des princes à la suite de l'Ahpop et de l'Ahpop-Camha ; ce sont les noms des neuf grandes maisons, avec les divers litres des princes de chaque grande maison.

L’
Ahau-Ahpop (Roi des Rois), chef d'une grande maison, et Cuha est le nom de son palais (11).

L’
Ahau-Ahpop-Camha (Prince ministre de la maison), et Tziquina-ha est le nom de son palais (12).

Le
Nim-Chocoh-Cavek (Grand-Elu de Cavek), chef d'une grande maison (13).

L'
Ahau-Ah-Tohil (Prince des prêtres de Tohil), chef d'une grande maison.

L'
Ahau-Ah-Gucumatz (Prince des prêtres dé Gucumatz), chef d'une grande maison.

Le
Popol-Finak-Chitui (Conseiller etc.), chef d'une grande maison.

Le
Lolmet-Quehnay (Ministre des tributs, etc.), chef d'une grande maison.

Le
Popol-Finak-Pa-Hom-Tzalatz-Xcuxeba (Conseiller au jeu de Paume, etc.), chef d'une grande maison.

Le
Tepeu-Yaqui, chef d'une grande maison.

Ce sont donc là les neuf familles de ceux de Cavek ; nnombrables et infinis sont les vassaux qui suivaient ces neuf grandes maisons.

MAISON HOYALE DE NIHAÏB.


Voici donc aussi les neuf grandes maisons de ceux de Nihaïb ; mais nous dirons d !abord l'ordre de leurs générations en (ce qui touche) la royauté. Une fut la souche avec laquelle ils commencèrent avant que le soleil et l'aurore eussent brillé poar le peuple.

Balam-Agab, le premier aïeul et père.

Qoacul, et Qoacutec, de la seconde génération (1).

Qochahuh et Qotzibaha, delà troisième génération (2).

Beleheb-Gih, qui est la quatrième génération (3).

Cotuha, le cinquième des rois.

Batza, aussi qui est la sixième génération (4).

Ztayul, auâsi qui est la septième génération.

Cotuha, qui fait le huitième rang de la royauté.

Beleheb-Gih, le neuvième rang.

Quema, que l'on a déjà nommé, de la dixième génération (5).

Le
Roi Cotuha, de la onzième génération.

Don Christoval, ainsi appelé, qui régna en présence des Castillans.

Don Pedro de Robles, aujourd'hui Ahau-Galel.

Ce sont donc là tous les rois qui vinrent à la suite du (premier) Ahau-Galel ; et maintenant nous nommerons les princes de chaque grande maison.

L’
Ahau-Galel, le premier prince à la face de ceux de Nihaïh, chef d'une grande maison.

L’
Ahau-Ahtic-Vinak, chef d'une grande maison.

L’
Ahau-Galel-Camha, chef d'une grande maison.

Le
Nima-Camha, chef d'une grande maison.

L’
Uchuch-Camha, chef d'une grande maison.

Le
Nim-Chocoh-Nihaïb, chef d'une grande maison.

L’
Ahau-Avilix, chef d'une grande maison.

Le
Yacol-Atam, chef d'une grande maison.

Le
Nima-Lolmet-Yeoltux, chef d'une grande maison.

Ce sont donc là les grandes maisons à la face de ceux de Nihaïb ; ainsi furent les titres par lesquels furent désignées les neuf familles de ceux de Nihaïb : innombrables aussi furent les familles à la suite de chacun de ces princes, dont nous avons d'abord dit les titres.

MAISON ROYALE D’AHAU-QUICHÉ.


Voici également ceux d'Ahau-Quiché, dont celui-ci est l'aïeul et le père,

Mahucutah, le premier homme.

Qoahau, nom de la seconde génération royale.

Caklacan.

Qocozom.

Comahcun.

Vukub-Ah.

Qocamel (1).

Coyabacoh.

Vinak-Bam.

Tels sont les rois (qui régnèrent) à la face d'Ahau-Quiché, tel est l'ordre de leurs générations : voici maintenant les titres des princes au dedans des grandes maisons ; seulement il n'y avait que quatre grandes maisons.

L’
Ahtzic-Vinak-Ahau, titre du premier prince, chef d'une grande maison.

Le
Lolmet-Ahau, le deuxième prince, chef d'une grande maison.

Le
Nim-Chocoh-Ahau, le troisième prince, chef d'une grande maison.

Hacavitz donc est le quatrième prince, chef d'une grande maison, et ce sont ainsi quatre grandes maisons à la face d'Ahau-Quiché.

C'étaient donc trois Nim-Chocoh (Grands-Elus) qu'il y avait (pour les trois royaumes), agissant comme les pères de tous les princes du Quiché : ensemble ils se réunissaient les trois Elus, c'était eux qui commandaient, comme les mères et les pères de la parole, et des plus élevées était la condition des trois Elus.
C'était donc le Grand-Elu à la face de Nihaïb et un deuxième Grand-Elu d'Ahau à la face d'Ahau-Quiché, (faisant, avec celui de Cavek), le troisième Grand-Elu, dont trois élus, chacun à la face de sa famille (1). Et voilà tout (ce qui reste) de l'existence du Quiche ; car il n'y a plus moyen de voir ce (livre), où autrefois les rois (lisaient tout), puisqu'il a disparu. Ainsi donc c'en est fait de tous ceux du Quiche (2), qui s'appelle
Santa-Cruz.

FIN.


CAPITOLO UNDICESIMO

Diremo ora il nome della casa del Dio. La casa veniva indicata anche col nome del dio. Il
Grande Edificio di Tohil era il nome dell'edificio del tempio di Tohil, di quelli di Cavec. Avilix era il nome dell'edificio del tempio di Avilix, di quelli di Nihaib; e Hacavitz era il nome dell'edificio del tempio del dio degli Ahau-Quiché (84).
Tzutuhá, che si vede a Cahbahá, è il nome di un grande edificio, in cui era una pietra che tutti i Signori del Quiché adoravano e che era adorata anche da tutti i popoli (85).
I popoli offrivano dapprima i loro sacrifici dinanzi a Tohil e poi andavano a porgere i loro omaggi all'Ahpop ed all'Ahpop-Camhá. Quindi andavano a presentare le loro splendide piume ed il loro tributo dinanzi al re. Ed i re che essi sostenevano erano l’Ahpop e l'Ahpop-Camhá, che avevano conquistato le loro città.
Grandi Signori e uomini prodigiosi erano i re portentosi Gucumatz e Cotuhá, ed i re portentosi Quicab e Cavizimah. Essi sapevano se si sarebbe fatta la guerra e tutto era chiaro dinanzi ai loro occhi; vedevano se vi sarebbe stata moria o fame, se vi sarebbero state contese. Ben sapevano che vi era una cosa in cui potevano vedere ciò, che esisteva un libro da loro chiamato
Popol Vuh (86).
Ma non solo a questo modo era grande la condizione dei Signori. Grandi erano anche i loro digiuni. E cosi rendevano grazie per esser stati creati e rendevano grazie per il loro regno (87). Digiunavano a lungo ed offrivano sacrifici ai loro dèi. Ecco come digiunavano: Nove uomini digiunavano ed altri nove offrivano sacrifici e bruciavano incenso. Altri tredici uomini digiunavano, altri tredici offrivano sacrifici e bruciavano incenso dinanzi a Tohil. Dinanzi al loro dio si nutrivano soltanto di frutta, di
zapote, di matasano e di jacote. E non avevano focacce da mangiare.
Fossero diciassette gli uomini che offrivano il sacrificio, o dieci quelli che digiunavano, il fatto è che non mangiavano. Eseguivano i loro grandi precetti, e così dimostravano la propria condizione di Signori.
Né avevano donne con cui dormire, ma restavano soli, digiunando. Stavano nella casa del dio, stavano tutto il giorno in preghiera, bruciando incenso ed offrendo sacrifici. Così restavano dal crepuscolo all'alba, gemendo nel loro cuore e nel loro petto, e pregando per la felicità e la vita dei loro figli e vassalli ed anche per il loro regno, e levando il volto al cielo.
Ecco le loro suppliche al dio, quando oravano; e questa era la preghiera dei loro cuori:
« Oh, tu, bellezza del giorno! Tu, Huracán; tu, Cuore del Ciclo e della Terra! Tu, dispensatore di ricchezza (88) e dispensatore di figlie e di figli! Volgi da questa parte la tua gloria e la tua ricchezza; concedi vita e sviluppo ai miei figli e vassalli; fa che si moltipllchino e crescano coloro che devono nutrirti e mantenerti; coloro che ti invocano per le strade, nei campi, sulla riva dei fiumi, nei burroni, sotto gli alberi, nella macchia.
« Concedi loro figlie e figli. Fa che non incontrino disgrazia né sciagura, che non si insinui l'ingannatore né dietro né davanti a loro. Fa che non cadano, che non vengano feriti, che non fornichino, né vengano condannati dalla giustizia. Fa che non cadano nella discesa né nella salita della strada. Che non trovino ostacoli né dietro né davanti a sé, né alcunché che li colpisca. Concedi loro buone strade, belle strade piane. Che non abbiano sciagura, né disgrazia, per colpa tua, per la tua magia.
« Fa che sia buona l'esistenza di coloro che ti danno il nutrimento e [pongono] il cibo nella tua bocca, alla tua presenza, a te, Cuore del Cielo, Cuore della Terra, Involto della Maestà. E tu, Tohil; tu, Avilix; tu, Hacavitz, volta del cielo, superficie della terra, i quattro angoli, i quattro punti cardinali. Fa che vi sia solo pace e tranquillità (89) davanti alla tua bocca, alla tua presenza, oh Dio! » (90).
Così [parlavano] i Signori, mentre nell'interno digiunavano i nove uomini, i tredici uomini ed i diciassette uomini. Digiunavano durante il giorno ed i loro cuori gemevano per i loro figli e vassalli e per tutte le loro donne e per i figli loro quando ciascuno dei Signori faceva la sua offerta.
Questo era il prezzo della vita felice, il prezzo del potere, cioè della carica dell'Ahpop, l'Ahpop-Camhá, il Galel e l'Ahtzic-Vinac. A due a due entravano [a far parte del governo] e si succedevano gli uni agli altri per portare il fardello del popolo e di tutta la nazione quiché.
Una sola fu l'origine della loro tradizione e l'origine dell'usanza di mantenere e di nutrire [i re], ed una anche l'origine della tradizione e delle analoghe usanze di quelli di Tamub ed Ilocab e di quelli di Rabinal e dei Cakchiquel, di quelli di Tziquinahá, di Tuhalahá ed Uchabahá. Ed erano un solo ceppo [una sola famiglia] quando ascoltavano, là nel Quiché, ciò che tutti facevano.
Ma non regnarono soltanto cosi. Non sperperavano i doni di coloro che li nutrivano e sostenevano, ma se li mangiavano e bevevano. Né li compravano: avevano vinto e preso a viva forza il loro impero, la loro potenza e la loro autorità.
E non fu tanto semplice la conquista delle campagne e delle città; i paesi piccoli ed i paesi grandi pagarono abbondanti taglie, portarono pietre preziose e metalli, portarono miele di api, braccialetti, braccialetti di smeraldi ed altre pietre e portarono ghirlande di piume azzurre (91), il tributo di tutti i paesi. Vennero alla presenza dei re portentosi Gucumatz e Cotuha, e dinanzi a Quicab e Cavizimah, l'Ahpop, l'Ahpop-Camhá, il Galel e l'Ahtzic-Vinac (92).
Non fu poco ciò che essi fecero, né furono pochi i popoli che conquistarono. Molti rami dei popoli giunsero per pagare tributo al Quiché; vennero a consegnarlo pieni di dolore. Tuttavia, il loro potere non crebbe rapidamente. Fu Gucumatz a dare inizio all'ingrandimento del regno. Così fu l'inizio del loro ingrandimento e dell'ingrandimento del Quiché.
Ed ora enumereremo le generazioni dei Signori ed i loro nomi, nomineremo di nuovo tutti i Signori.

CAPITOLO DODICESIMO

Ecco, dunque, le generazioni e l'ordine di tutti i regni che ebbero origine con i nostri primi nonni ed i nostri primi padri, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah ed Iqui-Balam, quando apparve il sole ed apparvero la luna e le stelle.
Ora dunque daremo inizio alle generazioni, all'ordine dei regni, dal principio della loro discendenza, come man mano ascesero [al trono] i Signori, dalla loro ascesa [al trono] sino alla loro morte; [nomineremo] ogni generazione di Signori e di antenati, come pure il Signore della città, tutti i Signori e ciascuno di essi. Qui dunque apparirà la persona (93) di ciascuno dei Signori del Quiché.
Balam-Quitzé, ceppo di quelli di Cavec.
Qocavib, seconda generazione [dei discendenti] di Balam-Quitzé (94).
Balam-Conaché, col quale incominciò il titolo di Ahpop, terza generazione (95).
C
otuha [Goetz e Morley: Cotuhá (I)] ed Iztayub, quarta generazione (96).
Gucumatz e Cotuha [Goetz e Morley: Cotuhá (II)], principio dei re portentosi, che furono la quinta generazione (97).
Tepepul ed Iztayul, del sesto ordine (98).
Quicab e Cavizimah, la settima successione del regno (99).
Tepepul ed Iztayub, ottava generazione.
Tecum e Tepepul, nona generazione (100).
Vahxaqui-Caamm e Quicab, decima generazione dei re.
Vucub-Nob e Cauutepech, l'undicesimo ordine dei re (102).
Oxib-Queh e Beleheb-Tzi, la dodicesima generazione dei re. Costoro regnavano quando giunse Donadiú e vennero impiccati dagli Spagnoli (103).
Tecum e Tepepul, che pagarono tributi agli Spagnoli; costoro lasciarono figli e furono la tredicesima generazione dei re (104).
Don ]uan de Rojas e don Juan Cortés, quattordicesima generazione dei re, furono figli di Tecum e Tepepul.
Queste sono dunque le generazioni e l'ordine del regno dei Signori Ahpop ed Ahpop-Camhà dei Quiché di Cavec.
Ed ora nomineremo di nuovo le famiglie. Queste sono le Case grandi di ciascuno dei Signori successivi all'Ahpop ed all'Ahpop-Camhá. Questi sono i nomi delle nove famiglie dei Cavec, delle nove Case grandi (105)e questi sono i titoli dei Signori di ciascuna delle Case grandi:
Ahau-Ahpop, una Casa grande. Cuhá era il nome della Casa grande.
Ahau-Ahpop-Camhá, la cui Casa grande si chiamava Tziquinahà.
Nim-Chocoh-Cavec, una Casa grande.
Ahau-Ah-Tohil, una Casa grande.
Ahau-Ah-Gucumatz, una Casa grande.
Popol-Vinac Chituy, una Casa grande.
Lolmet-Quehnay, una Casa grande.
Popol-Vinac Pahom Tzalatz Ixcuxebà, una Casa grande.
Tepeu-Yaqui, una Casa grande.
Queste sono dunque le nove famiglie di Cavec. Ed erano assai numerosi i figli e vassalli delle tribù che seguivano queste nove Case grandi.
Ecco le nove Case grandi di quelli di Nihaib. Ma prima diremo la discendenza del regno. Da un solo ceppo trassero origine questi nomi quando incominciò a splendere il sole, al principio della luce.
Balam-Acab, primo nonno e padre.
Qoacul e Qoacutec, la seconda generazione.
Cochahuh e Cotzibahá, la terza generazione.
Eeleheb-Queh [I] (106), la quarta generazione.
Cotuhá [I], la quinta generazione dei re.
Batzá, la sesta generazione.
Iztayul, la settima generazione dei re.
Cotuhá [II], l'ottavo ordine del regno.
Beleheb-Queh [II], il nono ordine.
Quemá, così chiamato, decima generazione.
Ahau-Cotuhá, l'undicesima generazione.
Don Christóval, così chiamato, il quale regnò all'epoca degli Spagnoli.
Don Pedro de Robles, l'attuale Ahau-Galel.
Questi sono dunque tutti i re che discesero dagli Ahau-Galel. Ora nomineremo i Signori di ciascuna delle Case grandi.
Ahau-Galel, il primo Signore di quelli di Nihaib, capo di una Casa grande.
Ahau-Ahtzic-Vinac, una Casa grande.
Ahau-Galel Camhà, una Casa grande.
Nimá-Camhá, una Casa grande.
Uchuch-Camhá, una Casa grande.
Nim-Chocoh-Nihaib, una Casa grande.
Ahau-Avilix, una Casa grande.
Yacolatam, una Casa grande (107).
Nimá-Lolmet-Ycoltux, una Casa grande.
Queste sono dunque le Case grandi di quelli di Nihaib; questi erano i nomi delle nove famiglie di quelli di Nihaib, così chiamati. Furono numerose le famiglie di ciascuno dei Signori, i cui nomi abbiamo registrati per primi.
Ecco ora la discendenza di quelli di Ahau-Quiché, di cui fu nonno e padre
Mahucutah, il primo uomo.
Qoahau, nome della seconda generazione dei re.
Caglacán.
Cocozom.
Comahcun.
Vucub-Ah.
Cocamel.
Coyabacoh.
Vinac-Bam
.
Questi furono i re di quelli di Ahau-Quiché; questo è l'ordine delle loro generazioni.
Ecco ora i nomi dei Signori che compongono le Case grandi; vi erano soltanto quattro Case grandi:
Ahtzic-Vinac-Ahau si chiamava il primo Signore di una Casa grande.
Lolmet-Ahau, secondo Signore di una Casa grande.
Nim-Chocob-Ahau, terzo Signore di una Casa grande.
Hacavitz, il quarto Signore di una Casa grande.
Quattro erano dunque le Case grandi degli Ahau-Quiché.
Vi erano dunque tre
Nim-Chocoh, che erano quali padri [rivestiti d'autorità] per tutti i Signori del Quiché (108). I tre Chocoh si radunavano per render note le prescrizioni delle madri, le prescrizioni dei padri (109). Alta era la condizione dei tre Chocoh.
Erano dunque il Nim-Chocoh dei Cavec(110), il Nim-Chocoh dei Nihaib, che era il secondo, ed il Nim-Chocoh-Ahau degli Ahau-Quiché, che era il terzo Nim-Chocoh; erano cioè i tre Chocoh, che rappresentavano ciascuno la propria famiglia.
E questa fu la vita dei Quiché, perché non si può più vedere quel [
libro Popol Vuh] che avevano in tempi antichi i re (111), poiché è sparito.
Cosi dunque sono finiti tutti quelli del Quiché, che si chiama Santa Cruz (112).



Sito Internet di Antonio Giannotti - agg. nr. 73 del 24 aprile 2010 | postmaster@antoniogiannotti.it

Torna ai contenuti | Torna al menu